Archivo por meses: julio 2010

Tucson

Conocemos Arizona por las películas del Oeste: esos áridos paisajes de tierras rojizas como el Cerro Colorado de Riotinto, donde la NASA busca pruebas de la vida en Marte, y salpicadas por gigantescos cactus, los saguaros, que pueden superar los 10 metros de altura. Arizona hasta tiene su particular Riotinto: el antiguo poblado minero de Tombstone, donde también hubo su ‘Año de los tiros’ antes del 4 de febrero de 1888: el duelo en OK Corral, inmortalizado por Hollywood. Los hombres del tiempo predicen que por causa del calentamiento global Sevilla será en 2100 como Tucson, la capital de Arizona, sita al borde de un desierto. Con el fuego que está arrojando el Lorenzo estos días sobre nosotros no creo que haya que esperar 90 años de cambio climático. Sevilla es ya más hermana de Tucson que de Kansas City, porque allí sólo hay dos estaciones: el verano y la del ferrocarril. Decía Antonio Burgos que La Habana era Cádiz con más negritos, y Cádiz, La Habana con más salero. Pues Tucson es Sevilla sin Monteseirín ni Marchena, y Sevilla, Tucson con menos chumberas.

Caducidad

El Ayuntamiento ha ordenado a los policías locales que  sigan cursando multas  de tráfico pese a que los boletines estén caducados. Al parecer, se imprimieron con referencias a unas normas que ya han perdido su vigencia, por lo que a juicio de los agentes las multas podrían ser recurridas al ser nulas de pleno derecho: invocan una normativa prescrita. Por esta vez, y sin que sirva de precedente, creo que el Consistorio es quien tiene razón. Verán por qué. ¿No está acaso funcionando –es una licencia periodística- el Ayuntamiento con un alcalde al que Pepe Griñán declaró caducado, como los yogures, a finales del año 2009? Sabemos que el (sin) alcalde ya no pinta nada, aunque todos disimulamos y hacemos el paripé como si se creyéramos lo contrario, para no darle más sofocones al pobre, que por eso necesita viajar tanto, para huir de su depresión. Y, que se recuerde, Griñán ni siquiera utilizó un boletín homologado del PSOE, ni esperó a los tiempos reglamentarios del partido para enseñarle tarjeta roja a Alfredo. Le bastó un simple teletipo de Europa Press.

Macabeo

Monteseirín  dice que, como  es médico, a él que lo registren. Su delegado Manuel Rey, queriendo ser más papista que el Papa y emular a su jefe, expidió una receta a Zoido y a sus concejales en el Pleno sobre las setas. Al observar el enojo de Juan Ignacio y sus gavioteros por la desviación presupuestaria superior al 70% del Parasol sin Metro(pol), que cuesta  ya como el Estadio Olímpico, el aprendiz de médico garabateó: “Contra el cabreo, pastillas Macabeo”. Todos sabemos, a excepción de Rey, que el dicho es: “Contra el cabreo (o el mosqueo), pastillas Timoteo”. Incluso existe una web en Internet (pastillastimoteo.blogspot.com), con el siguiente lema: “Lo que te cabrea, te enfada, te molesta, dilo en el Foro”. A partir de ahora, habrá que redireccionar el blog a la Gerencia de Urbanismo, donde Rey verá los partidos del Macabbi por su fijación macabea. La confusión de Rey demuestra lo alejada que está esta clase política de la calle. Parafraseando un dicho popular mexicano, cabe decir: ‘¡Pobre Manuel Rey, tan lejos del pueblo y tan cerca de Monteseirín!’.

Política de hechos consumados

Monteseirín ha recurrido a su voto de calidad para imponer la continuación de las setas mediante un segundo modificado del proyecto, por 30,4 millones de euros, que se une al primero,de 8,4 millones. Según las referencias periodísticas, el coste de la obra se eleva a los 89,6 millones, con un incremento del 50%.

Justamente, el Consejo Consultivo, en un dictamen al que Monteseirín ha hecho oídos sordos por no ser vinculante –aunque hasta ahora han sido acatados el 95% de las veces, siendo la Sevilla del gobierno ‘de progreso’ PSOE-IU una de las escasas excepciones-, había rechazado la modificación presupuestaria por superar el límite legal del 20%, admisible  sólo en casos de fuerza mayor y no, como aquí, de cambios para encubrir errores e imprevisiones.

Monteseirín ocultó desde antes de las municipales de 2007 que el proyecto era inviable técnicamente, y mantuvo durante los 20 meses posteriores  las apariencias de que se seguía trabajando –al ralentí-, mientras se cavilaba cómo corregir los muchos entuertos de un diseño aprobado sin siquiera proyecto de ejecución.

SEGUNDA ERA

Éste no es el segundo modificado de las setas. Es, sí, el segundo modificado de la segunda era, pero aquí no se puede hacer borrón y cuenta nueva, como si los costes de la liquidación por Monteseirín del proyecto del PA en la primera etapa no se debieran tener en cuenta. Recordemos: Sacyr se comprometió a ejecutar la obra en 20 meses (para junio de 2007) y por 51,20 millones de euros. Estamos en julio de 2010 y no sólo el Ayuntamiento no la ha penalizado con 3.000 euros diarios por la demora, sino que encima le ha inyectado 63,4 millones de euros entre la aportación inicial y los modificados.

Ahora, sólo en la segunda era de las setas, su coste asciende ya al menos a 90.070.537 euros, lo que supone una desviación del 75,91%, casi cuatro veces más del máximo legal. Y si sumamos todos los costes de la primera etapa (véase esta misma página del 7 de febrero), la suma de costes en dinero y en especie para los sevillanos se aproxima a los 116 millones de euros.

CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN

Monteseirín, en su huida hacia delante y política de hechos consumados,  argumenta que las obras debían seguir pese a haberse convertido en un pozo sin fondo, en su particular Estadio Olímpico, porque rescindirle el contrato a Sacyr y sacarlo de nuevo a concurso habría supuesto multiplicar por 2,3 su coste. Falso, según ‘El Correo de Andalucía’, ya que el alcalde sumó las dos estimaciones realizadas por Urbanismo (por cierto, ¿por qué le dieron vacaciones al incómodo director técnico que realizó en su día el informe que revelaba la verdad sobre las setas?), bien la de romper el contrato con Sacyr, bien la de prorrogarlo, cuando en realidad habría costado lo mismo paralizar las obras que continuarlas.

Monteseirín ha invocado también “el interés general”. El argumento es totalmente reversible. Por ejemplo, el ministro de Fomento ha tenido en cuenta ese mismo “interés general” para cancelar entre el 8% y el 15% de las obras pendientes de ejecutar en España con tal de ahorrarle al Estado una factura de 2.000 millones de euros en plena crisis. ¿Qué habría hecho el ministro Blanco con las setas, que acumulan un sobrecoste del 75,91%?

ARGUMENTO REVERSIBLE

La paradoja es que Monteseirín invocó ese etéreo “interés general” para hacer hace 11 años lo contrario de lo que ahora: paralizar una obra ya en ejecución, el edificio diseñado por Moneo en el Prado para concentrar todas las sedes municipales y presupuestado en 30 millones de euros, menos dinero aún que el segundo modificado del Parasol. El Ayuntamiento ya había pagado hasta los 214 millones de pesetas del coste de la redacción del proyecto y hubo de enfrentarse a una demanda de la empresa constructora, Dragados, por 5.057.179,83 euros en concepto de daños y perjuicios.

A Monteseirín no le importó entonces lo que dice ahora que más le importaría si se frenaran las setas: el impacto en la imagen de Sevilla, a pesar de que Rafael Moneo era premio Pritzker, el equivalente al Nobel en Arquitectura, y no un desconocido como el diseñador del Parasol, el alemán Jurgen Mayer. Colegas de Moneo tan dilectos de Monteseirín como Antonio Cruz y Víctor Pérez Escolano erosionaron la imagen de la ciudad al criticar su decisión y elogiar a Moneo, de quien dijeron que era el arquitecto “mejor considerado mundialmente”, y que Sevilla había sufrido una gran pérdida patrimonial al privársela de su edificio-icono en el Prado.

LA METAMORFOSIS

El alcalde dijo entonces que “gastar 5.000 millones de pesetas en este inmueble  no entra en los cálculos de la política de los socialistas; la prioridad es trasladar esta inversión a los barrios de la ciudad, más necesitados de mejoras”. Ahora, el alcalde mete la mano en la hucha del PGOU, destinada a los sistemas generales de los futuros barrios y nutrida con los dineros de promotores y constructores, con el argumento de que la prioridad es equipar la ciudad construida…en el Centro.

Esta metamorfosis que va del no al  edificio de Moneo al sí a las setas en la Encarnación (cuatro veces más costosas) explica perfectamente la deriva de Monteseirín en sus 11 años de mandato: de pensar en los barrios humildes a convertir exclusivamene el Centro (la biblioteca en el Prado, la adulteración total de la Alameda, la ‘piel sensible’, el Metropol Parasol…) en el escaparate arquitectónico de su megalomanía.

También hay socialistas neocon.

SE-40

Mal de muchos…..Hay suspiros  de alivio porque el ministro de Fomento, Pepiño Blanco, no le ha metido en demasía las tijeras de trasquilar kilómetros a Andalucía y ha prometido que las obras de la SE-40 van a seguir, aunque con más retrasos que los aviones por las enfermedades imaginarias de los controladores. El eufemismo se llama ‘reprogramación’. Significa que las obras públicas se van a demorar de uno a cuatro años….más del retardo acumulado. Es el sino de Sevilla. Y, ojo, Blanco ha dicho vagamente –las rebajas las concretará en septiembre- que va a seguir lo que está en ejecución (24 kilómetros), no lo que falta, englobable en la categoría del ‘sine die’ o las calendas griegas. Y también ha dicho que hay viaductos que parecen obras de arte en vez de ingeniería; vamos, que podrían hacerse de catálogo. Mucho me temo que los Atlantes en forma de túnel diseñados por el ingeniero trianero José Luis Manzanares para salvar el Guadalquivir pueden poner sus barbas a remojar. Más que al ralentí, Blanco ha puesto la SE-40 en cuarentena. Acabará siendo la SE-50.

Enchufes

El (sin) alcalde ha firmado un acuerdo con Endesa para empezar a llenar de enchufes Sevilla en primavera, dentro de su estrategia de movilidad eléctrica global. Sí, hay que moverse eléctricamente en la ciudad con gobierno ‘de progreso’ porque, contrariamente a lo que dijo el Guerra –no el torero, sino Alfonso-, el que no se mueve por los entresijos del Poder sociata no sale en los papeles. Que hablen de mí, aunque sea mal. O ande yo caliente y ríase la gente. Es el caso del sobrino arquitecto de Felipe González, que ha obtenido un contrato a dedo por 63.956 euros de vellón a la sombra de las setas. Anteriormente, otro dedazo municipal lo benefició con 146.740 euros, también en el Parasol sin Metro(pol). Y todavía antes, el valido del (sin), Manuel Marchena, le dio digitalmente y sin concurso público otro contrato. Van tres.Y el Colegio de Arquitectos,  como quien oye llover. ¿Comprenden ahora la importancia del plan de enchufes de Monteseirín? Algunos ni siquiera tienen que esperar al cambio de estación para disfrutarlo. Ya es primavera en la Encarnación.

Más madera

El (sin) alcalde se retrató y decidió con su voto “de calidad” –en Laponia hace frío, y yo, me río- darle otro mangazo de 30,4 millones a los dineros del PGOU para las setas, su particular Estadio Olímpico. Hasta los arqueólogos han perdido la cuenta del dinero enterrado en el Alfredarium de la modernidad. Monteseirín dice que este segundo modificado del primer modificado de la parte modificante no era por necesidades sobrevenidas, sino por mejoras añadidas y el “interés general”. ¿Mejoras añadidas? ¡Pero si el proyecto del alemán no había por dónde cogerlo y llevan años dándole a la mollera para hacer viable lo inviable, según el informe de los técnicos de Urbanismo, ocultado por Monteseirín, Marchena y Celis?  ¿Interés general? ¿Quién lo define? Pues Alfredo. El decide que gastar 100 millones de euros para envolver un simple mercado a costa de privatizar durante 40 años la Encarnación en beneficio de Sacyr es de gran interés para Sevilla. El (sin) pasa de los técnicos, del secretario y del Consejo Consultivo. El ya sólo responde ante Dios y la Historia.

Tres en uno

El (sin) alcalde es un mar de contradicciones: unas veces Alfredo desmiente a Sánchez; otras, es Sánchez el que lleva la contraria a Monteseirín y, las más, Alfredo deja en ridículo a Sánchez y a Monteseirín. Alfredo, Sánchez y Monteseirín, uno y trino. Recordarán que Alfredo dijo que no alegaría al proyecto del Metro por coherencia,  al haberlo pactado previamente todo con la Junta. Sin embargo, ahora Monteseirín  dice a los empresarios lo opuesto a las tesis de Alfredo: que cómo iba a haberse pactado el trayecto de las líneas 2, 3 y 4 si resulta que provocan una especial afección a avenidas como la de Juventudes Musicales y Montes Sierra, y que la mejor estación en el Centro no sería la del Duque, como sostiene Rosa-Rosae Aguilar, sino la de la Encarnación. Sólo falta saber si, con tal de darle en la cabeza a Alfredo y a Monteseirín, el señor Sánchez decide  alegar al proyecto ‘in extremis’,  para pedir al menos una parada en el Metropol Parasol, aunque sea en superficie porque aún no se ha enterado de que la impiden los cimientos de sus propias setas.

Floreros

Al (sin) alcalde de Sevilla habría que hacerle una pregunta equivalente a la del pescadero de Triana en la casa-hermandad de la Esperanza: “¿Usted cree en el Consejo Consultivo de Andalucía?”. Porque si se precia de demócrata que dice hasta creer en la libertad de prensa (¡ja, ja,ja!) y que un día fantaseó con que había corrido delante de los grises, debería atenerse al demoledor dictamen del Consejo en contra de las setas de la Encarnación, su particular Estadio Olímpico. Pero si se pasa olímpicamente por el arco del triunfo ese informe, lo mismo que las peticiones de información del Defensor del Pueblo sobre la peatonalización de San Jacinto escudándose en que ninguno de los dos son vinculantes, entonces habrá vuelto a demostrar que ambos organismos son lo que son: floreros que sirven de coartada al sistema político y que a la hora de la verdad aquél utiliza según le convenga. Si el (sin) alcalde desobedece al Consejo y al  Defensor del Pueblo y aquí no pasa nada, ¿para qué nos sirve en tiempos de crisis y de recortes mantener los floreros del sistema?

El PGOU ya fue la recalificación

El alcalde admitió tras el último Consejo de la Gerencia de Urbanismo que él en persona está negociando con posibles inversores en Isla Mágica y en otros proyectos “ajustes” en el PGOU aprobado hace ahora sólo cuatro años, para favorecer el desarrollo económico de la ciudad en plena crisis. Esos “ajustes” se traducirían en recalificaciones de suelo o aumento de edificabilidad para generar empleo bajo los criterios de un urbanismo “sostenible”, porque, según Monteseirín, el Plan General  nació en un contexto de “vacas gordas” y ahora estamos en “vacas flacas”.

El Ayuntamiento traslada a la opinión pública la idea de que Isla Mágica necesita crecer mediante un cambio urbanístico que permita abrir un gran complejo comercial y de ocio en la parcela sita frente al Teatro Central y redactar un Plan Especial que requería al menos un año de papeleo.

SIN NOVEDAD

Sin embargo, no hay nada nuevo bajo el sol. No hay nuevos inversores ni necesitan recalificaciones o más edificabilidad, aunque a nadie amargan esos dulces. Y, por otra parte, el Plan Especial también estaba previsto desde el principio.

Hagamos memoria. Isla Mágica ya se benefició de una enorme recalificación en la revisión del PGOU de 2006 bajo el gobierno de Monteseirín, justamente con el argumento de propiciar su supervivencia, comprometida desde que vio la luz tras la Expo. Fue el Ayuntamiento y nadie más el que al incrementar la edificabilidad y permitir nuevos usos en diversas parcelas, como la citada y la situada frente al antiguo pabellón de Cruzcampo, predeterminó el futuro del recinto lúdico conforme a ese modelo de ciudad sostenible  del que presume Monteseirín. ¿Ha cambiado el modelo o es que estaba errado?

EL CANON, LA CLAVE

Hace dos años, la Junta sacó a concurso el Parque Temático, que se alza sobre suelo público y en régimen de concesión. La clave del concurso radicaba en que justamente por el incremento de edificabilidad otorgado a Isla Mágica (unos 55.000 m2 para usos terciarios como hoteles, comercios y oficinas, a sumar a los 64.000 que ya tenía) se actualizaba el canon pagadero a la Administración.

Haciendo una comparación en euros constantes, la empresa gestora pasaba de pagar un canon de 985.066 euros/año a otro promedio de 1.209.457 euros a lo largo de 50 años (período también aumentado desde los 30 iniciales). La diferencia era de 224.391 euros/año (un 22,77% más), pero a cambio el adjudicatario podía explotar los 55.000 m2 más de edificabilidad asignados en el PGOU mediante el desarrollo de un Plan Especial y se libraba del mantenimiento de los activos que se incluyeron en el primitivo contrato de explotación y que se devolvieron a sus titulares originales: el Pabellón del Futuro, la torre panorámica y los Jardines del Guadalquivir.

El adjudicatario también se obligaba a pagar el canon y el IBI adeudados por Isla Mágica a lo largo de los años anteriores (unos 5 millones de euros) y a comprarle todos los activos acumulados desde 1997 (valoración extraoficial de unos 37 millones de euros), amén de a conservar la plantilla (91 trabajadores).

HASTA EL CIRCO DEL SOL

El pliego de condiciones era taxativo, por lo que las empresas tenían muy claras las reglas de juego urbanísticas: “De acuerdo con la revisión del PGOU, para materializar la edificabilidad y uso urbanístico previstos…se exigirá la aprobación de un Plan Especial….debiendo respetar en todo momento las previsiones urbanísticas que resulten de aplicación”. Asimismo, se exigían planos y dimensiones de la superficie a ocupar, planos de detalle de las obras, cronograma de los trabajos, memoria justificativa, presupuesto y plan económico-financiero…..

Con ese marco preestablecido, los inversores a que ahora alude el alcalde y que eran y son Inverco, Parques Reunidos y Martín Casillas (entre otros), redactaron un proyecto ‘a priori’ muy atractivo, ya que preveía la instalación de la sede permanente para el Sur de Europa del Circo del Sol, una subsede de la Escuela Andaluza de Arte Ecuestre de Jerez, un centro comercial tematizado –no en sociedad con El Corte Inglés, como se ha llegado a decir- orientado hacia la isla y no hacia la ciudad, un hotel colindante con los Jardines del Guadalquivir, la conexión del Parque con el río y nuevas atracciones “de impacto” en sustitución de las ya demasiado vistas. Se cifró la inversión en unos 250 millones de euros, a desarrollar en al menos cinco años,  y se estimaron unos mil empleos.

DESIERTO

He vuelto a hablar con algunos de los socios de aquel proyecto y me ratifican que el problema no radicaba ni radica en la edificabilidad, a su juicio suficiente, entre otras razones porque las atracciones no computan a efectos urbanísticos. Vieron como principales obstáculos el coste del canon, a su juicio excesivo, y las discrepancias sobre el uso del suelo. Al final, no se presentaron, el concurso quedó desierto y en segunda convocatoria el único aspirante fue la propia Isla Mágica, en manos de Cajasol (73%) y Unicaja.

Su proyecto para el concurso valoraba en 100 millones de euros la futura inversión, que realizaría “en su momento” la entidad sevillana o bien cualquier otra. Inverco y compañía siguen a la expectativa siempre que Junta, Ayuntamiento e Isla Mágica estén por la labor, y reconocen que prácticamente nada ha cambiado, de lo que coligen que el más interesado en “mover ficha” es Monteseirín, dispuesto a abrir la ‘caja de Pandora’ de las recalificaciones aun a costa de colmatar aún más la Cartuja.