El escribidor

Cuando Ignacio Agustí publicó ‘Mariona Rebull’, Azorín exclamó: “¡Tenemos novelista!”. Los cronistas han dicho algo similar tras escuchar a Monteseirín en el Día de la Policía: “¡Habemus alcalde!”. Alfredo perdió el prefijo de (sin) alcalde para ejercer de tal, aunque fuera sólo como en aquel concurso de la tele franquista, ‘Reina por un día’, que Giralda podría recuperar en plan ‘revival’ como con ‘Yo, Claudio’. ¿Y cuál ha sido el factor diferencial para que Sevilla pase de sin alcalde a con alcalde en horas 24? ¿Merced a qué ha variado la percepción general? Hay unanimidad de opiniones: al discurso/bronca a los guindillas. Por tanto, el mérito no es de Alfredo, sino del ‘negro’ que le redactó esta pieza de oratoria en que por fin  Monteseirín puso sobre el atril lo que había que poner: el bastón de mando. El autor del discurso es Enrique Hernández, que es a Alfredo como Vargas Llosa a la tía Julia. Miren qué paradoja: el PSOE buscando candidato como Diógenes buscaba con un candil y resulta que en la Plaza Nueva había un alcalde en la sombra: el escribidor.

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