El Pompidou de Zoido

El 27 de enero de 2011, Zoido eligió el estudio del artista Mundi Martín Iglesias para presentar su programa cultural para las elecciones municipales de mayo del mismo año.

En ese acto anunció que si era elegido alcalde convertiría el abandonado mercado de la Puerta de la Carne en “el centro Pompidou de Sevilla”, al que definió como “un nuevo espacio para creadores de arte contemporáneo andaluces, con talleres de formación, becas de estudio, seminarios, exposiciones y centros de estudios”.

Zoido afirmó que reconvertiría un edificio cerrado y sin uso, “que -añadió- tiene unas posibilidades de espacio y de ubicación increíbles para la cultura más emergente y vanguardista de Sevilla”, y abundó en su idea: “Aspiro a que, con el tiempo, Puerta de la Carne se convierta en el Centro de Arte Contemporáneo, con la misma filosofía que el Centro Pompidou de París”.

 

EL VIENTRE DE PARÍS

 

Para quienes no lo conozcan, el Beaubourg, también llamado Centro Georges Pompidou en recuerdo del presidente francés que impulsó su construcción, es la sede del Museo Nacional de Arte Moderno de Francia y alberga una de las más importantes colecciones vanguardistas del mundo.

La única analogía que en su momento podía hacer Zoido con el mercado de la Puerta de la Carne era el común origen de ambos: plazas de abastos, con la diferencia de que mientras nuestro antiguo mercado se conserva en pie (otra cosa es en qué condiciones), el de Les Halles, sobre el que en parte se construyó el Pompidou, fue previamente demolido. Escenario de la novela de Zola titulada ‘El vientre de París’, eran tan enorme (como diez campos de fútbol), que en su solar se construyó desde el Museo de Arte Contemporáneo a un gran complejo comercial, parcialmente subterráneo, denominado Forum des Halles, que fue diseñado por el arquitecto catalán Ricardo Bofill.

 

LA ‘FÁBRICA DE GAS’

 

 

Cuentan las crónicas que cuando en 1977 se vio por fin el diseño ideado por los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers (éste, autor del complejo de Abengoa en Palmas Altas) para el Pompidou, los parisinos, que acabaron apodándolo ‘la fábrica de gas’, quedaron tan atónitos en principio que no sabían cómo reaccionar ante aquel edificio extravagante, cuyas ‘tripas’ en forma de enormes tubos de vidrio y acero iban por fuera para albergar todo el cableado y las conducciones del aire, a fin de que el espacio interior fuera lo más diáfano posible para la mejor contemplación de las obras de arte. Imaginen el efecto de semejante diseño rupturista como aquel hace 35 años en pleno casco antiguo de París. A su lado, las setas de la Encarnación habrían parecido hasta pura ortodoxia arquitectónica.

En comparación con este edificio de siete plantas de 7.500 m2 cada una, que alberga además una biblioteca pública con 2.000 puestos de lectura, acoge proyecciones audiovisuales y un sinfín de actividades culturales y de exposiciones, recibe entre 5 y 6 millones de visitas al año (el doble que turistas Sevilla) y tiene un fondo de casi 80.000 obras de arte, el proyecto de Zoido en la Puerta de la Carne era más bien un mini-Pompidou.

 

OTRA PROMESA INCUMPLIDA

 

 

Pues ahora, ni eso: ha pasado a una versión aún más minimalista del mini-Pompidou desde el momento en el que el alcalde ha incumplido su propio programa de mínimos culturales para anunciar la conversión de la Puerta de la Carne en un duplicado del nonato mercado gourmet del Barranco, que sacará a subasta troceado en tres partes por un montante global de 8,3 millones de euros y en una heterogénea mezcolanza, ya que incluirá desde un aparcamiento en altura robotizado hasta un presunto contenedor cultural con el que tratar de justificar su promesa a los creadores sevillanos pero  que en realidad será una sala multiusos con capacidad para 300 personas, que lo mismo albergará una exposición que un evento turístico.

En definitiva, el alcalde ha sacrificado su proyecto-estrella cultural en el altar de un mercado de delicatessen culinarias, para subrayar aún más el contraste con la realidad de una Sevilla con 91.600 parados en la que entre Cáritas y el Banco de Alimentos proporcionan un plato de comida caliente a unas 50.000 personas sin recursos y donde el propio Ayuntamiento ha presupuestado 9 millones de euros (algo más de lo que proyecta obtener por el mercado de la Puerta de la Carne) para subvencionar la labor asistencial de ambas organizaciones caritativas.

 

Y BELLVER SIGUE ESPERANDO

 

 

Para colmo, Zoido hizo el anuncio el mismo día en que el coleccionista de arte Mariano Bellver, que a sus 87 años lleva un decenio tratando de ceder infructuosamente a la ciudad sus 300 pinturas, estatuas, muebles, orfebrería y objetos preciosos, con los que podría crearse o llenarse todo un museo, el mismo día -decía- en que este amante del arte con más paciencia que el santo Job decidía exponer sus fondos en la lejana Azerbaiyán, rica en petróleo, y admitía haber recibido ofertas de ciudades del Norte de España y del extranjero para convertirse en depositarias de sus tesoros artísticos, que podría haber albergado el edificio de la Puerta de la Carne si el alcalde en verdad hubiera tenido la intención de emular el Pompidou parisino.

Mientras Málaga no desaprovecha la menor oportunidad de convertirse en ciudad de museos, con 24 espacios museísticos ya en su casco histórico -entre los que destacan el de Picasso y la colección Thyssen-, Sevilla, tras perder el Caixafórum en las Atarazanas y ahora el ‘Pompidou’ en la Puerta de la Carne, avanza en su objetivo de ser declarada capital mundial de la tapa y de tener dos mercados gourmet mejor que uno.

 

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