Atarazanas: excavar la quinta parte para un mirador arqueológico

Vázquez Consuegra propuso recuperar la cota original en una superficie de 1.000 m2

Permitiría contemplar la muralla almorávide y un torreón del Postigo del Aceite

La operación costaría un millón de euros pero la Caixa carece de más presupuesto

También por la falta de dos millones no se intervendrá en dos de las naves superiores

El arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, autor del proyecto de un Centro Cultural en las Atarazanas, planteó en su día la posibilidad de -tal como propugnan la entidad conservacionista Adepa y arquitectos como Fernando Mendoza, José María Cabeza y José García Tapial- excavar en el antiguo astillero medieval hasta recuperar su cota original del siglo XIII, si bien su propuesta no se extendía a la totalidad de la planta baja del edificio, sino sólo al área limítrofe con la antigua muralla almorávide de la ciudad.

Esa zona, que incluiría los espacios pendientes de estudios arqueológicos más en profundidad, mediría del orden de unos mil metros cuadrados, casi la quinta parte de la superficie total, estimada en unos 5.240 m2.

La ejecución de la propuesta de Vázquez Consuegra, pendiente de un estudio más detallado, tendría un coste de más/menos un millón de euros y supondría un incremento del 10% en el presupuesto de 10 millones de euros que la Caixa se ha comprometido a aportar para intervenir en el edificio pero no ha sido admitida porque la entidad financiera da por cerrada la cantidad que está dispuesta a desembolsar para el antiguo astillero, habida cuenta de que también va a sufragar la construcción de un Caixaforum en los bajos de la torre Pelli y sus rectores no están autorizados a afrontar costes añadidos. Dicho de otra manera, se han marcado un techo de gasto que quieren respetar.

 

 

 

 

 

 

 

Esa misma consideración de presupuesto cerrado y limitado a los 10 millones de euros es el que impide a Vázquez Consuegra acondicionar también dos naves de la planta superior de las Atarazanas, para las que no se ha diseñado contenido alguno debido a que se necesitarían unos dos millones de euros. La única esperanza del arquitecto sería que la Junta de Andalucía, que está estudiando la cuestión, decidiera aportar esa cantidad para no dejar incompleta al menos la parte superior del antiguo astillero. En cuanto al millón necesario para excavar la quinta parte de la planta baja, debería aportarlo alguna otra Administración (Ayuntamiento, Diputación, Estado), entidad (por ejemplo, la Fundación Cajasol), mecenas o incluso podría plantearse la realización de una colecta popular como la que sirvió hace años para restaurar la iglesia del Salvador. Bastaría con que cada sevillano aportara 1,5 euros para tal finalidad.

Según ha declarado Vázquez Consuegra a Viva Sevilla, esta excavación para crear un mirador arqueológico se podría hacer tanto ahora como en el futuro, cuando se dispusiera de dinero, ya que sostiene que su propuesta de intervención sobre el monumento no altera para nada el legado histórico y además es plenamente reversible por si se opta por dejarlo como está actualmente.

El arquitecto sevillano defiende que su posible área de excavación en la parte final del edificio, las más alejada del acceso tradicional por la calle Temprado, tendría el atractivo de ver las murallas de origen almorávide que protegieron la ciudad y que se construyeron entre los siglos XI y XIII y uno de los dos torreones que flanqueaban el Postigo del Aceite, una de las puertas históricas de acceso a la Sevilla medieval.

Asimismo, sostiene que su propuesta de excavación limitada a la quinta parte de la planta baja tendría la ventaja añadida de que al funcionar la muralla islámica como muro de contención y actuarse sólo sobre una parte del relleno, no haría falta acometer tanta obra de consolidación como la que implicaría una excavación de toda la planta baja para retirar 31.440 m3 de relleno y que tendría un coste de 5 millones de euros, equivalentes al 50% del dinero comprometido por la Caixa.

En la excavación parcial se formaría un muro-talud en el relleno, sobre cuya coronación se instalaría el mirador arqueológico, de forma que los visitantes tendrían una visión del estrato original de las Atarazanas, cuando funcionaron como astillero y de su construcción apoyándose sobre la muralla islámica que cercaba Sevilla.

A juicio del arquitecto, con esta solución se mantendría el resto de la planta baja en su situación actual, que permite tanto apreciar su evolución histórica con el suelo rellenado para su conversión en almacén como las bóvedas construidas sobre los pilares originales para la Maestranza de Artillería en tiempos de Carlos III, y se podría utilizar como un gran espacio expositivo contemporáneo, sin inutilizarlo excavándolo y dejando un enorme agujero en alguna o todas las naves, como ha oído que se ha llegado a proponer.

La cuestión que surge de inmediato y que enlaza con el concepto de rehabilitación de Vázquez Consuegra es qué haría el arquitecto si de pronto tuviera a su disposición no ya el millón de euros para la excavación parcial del edificio, sino los cinco millones que permitirían excavarlo por completo, recuperar la cota original a cinco metros por debajo del nivel actual del relleno y contemplar los pilares y las naves con sus once metros primitivos.

El arquitecto ha declarado a Viva Sevilla que no es partidario en absoluto de realizar una operación semejante, por varias razones: la recuperación de la cota original -afirma- puede convertir en ridículas las bóvedas de los tiempos de Carlos III, que fueron construidas teniendo en cuenta la escala que había en el siglo XVIII, con el edificio ya rellenado; quedaría un inmenso agujero con un volumen de 31.440 m3; se eliminaría la capacidad que tiene actualmente la planta baja para funcionar como espacio expositivo “per se” y, por último, si se lleva al extremo el purismo recuperador de las Atarazanas a su estado primitivo, en tal caso habría que plantearse también la demolición de las bóvedas posteriores de Carlos III y de todos los elementos que han dado lugar a la planta superior.

Vázquez Consuegra subraya el dato de que el relleno, cuya total retirada defienden los conservacionistas y algunos de sus colegas arquitectos, es históricamente más antiguo que todo lo construido posteriormente sobre los pilares de las Atarazanas, y se pregunta por qué hay que eliminar el relleno y no todos los aditamentos arquitectónicos posteriores, sin considerar además la función estabilizadora que el aterramiento ha cumplido históricamente -y aún cumple- para mantener la estabilidad del conjunto y ayudar a los pilares a sustentar el sobrepeso echado encima con la construcción de los añadidos militares en la parte superior.

 

El relleno mantiene la estabilidad del edificio

Al contrario de quienes afirman que los miles de m3 de relleno (algunas estimaciones indican que podrían suponer unas 50.000 toneladas de peso) suponen un perjuicio para las Atarazanas y que su retirada contribuiría a asegurar su conservación aparte de a recuperar la cota original del antiguo astillero, Vázquez Consuegra y su equipo de técnicos sostienen todo lo contrario, a la luz de los estudios realizados.

Según los cálculos, la lógica debería indicar que el edificio se habría tenido que hundir en el suelo por la desproporción existente entre el tamaño y la profundidad de sus cimientos y el enorme sobrepeso que han supuesto las naves superiores, que se construyeron encima de las Atarazanas en los tiempos de Carlos III (siglo XVIII) y para las que, obviamente, no se había diseñado el inmueble.

Si las Atarazanas no se han hundido ha sido justamente porque el relleno de tierra ha contribuido a mentenerlas estables: están estructuralmente en equilibrio. El relleno ha respondido a esa enorme sobrecarga comprimiéndose capa por capa y asentándose, con lo cual ha absorbido mejor la mayor presión ejercida por el cuerpo superior que se añadió varios siglos después.

Vázquez Consuegra: “Toda la intervención es reversible al 100%”.

Frente a sus detractores, que le acusan de diseñar un proyecto irreversible que acabaría para siempre con la posibilidad de recuperar el aspecto original de las Atarazanas devolviendo el suelo a la cota que tenía en tiempos de Alfonso X el Sabio, Vázquez Consuegra afirma todo lo contrario: “No demolemos -asevera- ni un solo ladrillo y toda la actuación es reversible al 100%”.

El arquitecto sevillano dice que introduce algunos elementos nuevos para poder utilizar un edificio al modo contemporáneo, como serían la media docena de escaleras mecánicas, pero que siempre apoya esos nuevos elementos sobre la zona de relleno, “esa que pretenden retirar porque -recuerda- arguyen que carece de valor alguno”, y nunca sobre los pilares.

Asimismo, ha diseñado unas losas sin apoyo para pavimentar la parte baja que estarán separadas del monumento y que se podrán retirar sin problemas, como se hace con las losas que sustentan las grúas en las obras.

Si tira el cuerpo de guardia exterior es porque, en su opinión, constituyen un postizo reciente sin ningún valor arquitectónico y con el que se ocultó una de las puertas de acceso al edificio, como demuestran antiguas imágenes.

Por otra parte, en los huecos existentes en la planta superior y en zonas en estado ruinoso es donde, sin incremento de edificabilidad para no precisar de un Plan Especial y que incluso le han obligado a no cubrir los itinerarios de acceso (quedarán a la intemperie), es donde ha proyectado la cafetería con vistas a la Giralda y las áreas expositivas.

El incremento de las cargas no lo sufrirán los cimientos históricos del inmueble, sino unos pilotes insertos en una especie de abrazaderas a su alrededor que se inyectarán sobre el relleno y que se podrán eliminar en caso de que así se decidiese en el futuro.

Vázquez Consuegra recalca que toda su actuación es absolutamente reversible.

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