Alcázar: ¿turismo o patrimonio?

El Alcázar tiene 10 millones en el banco pero sólo un escáner para los turistas, con lo cual se crean las colas que “justifican” las demoliciones

 

En el Plan Director de 2007 se previó habilitar la guardería a los Jardines de Murillo para los grupos turísticos, sin que en 9 años se haya hecho nada

 

El alcaide del Alcázar, Bernardo Bueno, ha desmontado en unas recientes declaraciones las dos coartadas esgrimidas hasta ahora para tratar de justificar el proyecto de demoliciones en el Patio del León.

Ha argumentado que esas obras son necesarias porque la Puerta del León no reúne  condiciones para que los turistas entren por allí “y desde hace tiempo se nos reclama -afirma- una mejora en los accesos”. Según el alcaide, esta propuesta supondrá mejorar la atención a los turistas, que así podrían tener consigna para dejar las maletas (sic).

Queda claro, pues, que con las demoliciones proyectadas en el Patio del León con un argumento arqueológico/ arquitectónico ante la Comisión Provincial de Patrimonio se camuflaba realmente un mero propósito turístico-económico: potenciar aún más la explotación de las visitas al Alcázar, un monumento que no tiene un solo día de respiro a la semana y al que a su intensivo uso turístico se unen los más variopintos que se inventa o autoriza el Ayuntamiento.

Ha dicho también Bueno que el anterior director nombrado por Zoido, Jacinto Pérez Elliot, ya contactó con el arquitecto Francisco Reina para hacer cambios en los accesos, pero que aquel proyecto terminó olvidándose. “Ahora pensamos -afirma- que es una buena ocasión para retomarlo y mejorar la entrada por la Puerta del León”. El alcaide ha destrozado la tesis del gobierno de Espadas de que éste es un proyecto de Zoido, al revelar que fue desechado al tomar el PSOE el mando en el Ayuntamiento y encargar el suyo propio.

Sin embargo, el motivo principal que se da en el proyecto encargado a Reina recuerda, por incoherente, al que dio Zoido para la tala de los árboles de la calle Almirante Lobo: que los plataneros que databan de la Expo del 29 estorbaban la visión de la Torre del Oro desde la Puerta de Jerez, cuando realmente la Torre no se ve desde la Puerta de Jerez; en todo caso, desde su extremo Oeste.

UN EJE QUE NO SE VE

En el Alcázar, para ocultar -porque parece políticamente incorrecto decir a las claras que se trata de ordeñar aún más la vaca del turismo- que el objetivo es ampliar la estructura de acogida de visitantes (que aparece sólo como la consecuencia y no como la causa), se dice que se proyecta recuperar el carácter unitario y monumental creando un majestuoso eje visual que uniría la Plaza del Triunfo, el Patio del León, el Patio de la Montería y el Palacio Mudéjar.

En la realidad ese eje visual no existe, porque la Plaza del Triunfo no está alineada con la Puerta del León, ni con los patios citados ni con el palacio. En todo caso, lo que se vería desde el interior del Alcázar sería la prolongación de la calle Miguel Mañara o las estribaciones de asfalto de la plaza, que desembocan en la fachada Sur de la Catedral.  Item más, dado que el Patio de la Montería está rehundido a un nivel muy inferior al de la calle, lo que a través de ese supuesto eje (condicionado además por la anchura de la Puerta del León) liberado de construcciones intermedias y adosadas se vería serían las cresterías de la Catedral.

Se propone derribar los arcos intermedios y las construcciones del Patio del León con el argumento de que datan del siglo XIX y principios del XX y que carecen de valor arquitectónico, para así crear ese eje fantástico en que se viera con todo su esplendor el Patio de la Montería. No obstante, a continuación se dice que con esta reordenación se desviaría el paso por ese eje central, que se realiza actualmente a través de la Puerta de la Montería, el cual quedaría habilitado sólo en circunstancias puntuales, ya que la entrada al conjunto monumental se haría a través del ángulo Noroeste del Patio de la Montería, por el antiguo pasaje que en origen lo comunicaba con la Casa de la Contratación. La contradicción es evidente: demolerlo todo para crear un espacio majestuoso pero usarlo sólo en momentos puntuales e introducir a los turistas dando un rodeo por una esquina en la que desemboca un antiguo pasaje. ¿Tiene sentido?

PRECEPTO LEGAL

La ley 14/2007, de 26 de noviembre del Patrimonio Histórico de Andalucía, especifica en su artículo 20 que se procurará por todos los medios de la ciencia y de la técnica la conservación, restauración y rehabilitación de los bienes del Patrimonio Histórico Andaluz. Asimismo, que las restauraciones respetarán las aportaciones de todas las épocas existentes…. y que la eliminación de alguna de ellas sólo se autorizará, en su caso, y siempre que quede fundamentado que los elementos que traten de suprimirse supongan una degradación del Bien y su eliminación fuese necesaria para permitir su adecuada conservación y una mejor interpretación histórica y cultural del mismo.

¿Respeta este proyecto el espíritu y la letra de la ley? Porque con el argumento de la modestia de las construcciones adosadas para justificar su demolición se incumple el principio de conservación de todos los elementos que componen el Alcázar tal como ha llegado a nuestros días, y el de respeto a las aportaciones de todas las épocas. La eliminación de los elementos del Patio del León tampoco parece que se justifique por la adecuada conservación del Alcázar, sino para crear una nuestra estructura de recepción de turistas pero camuflada con la tesis de la recuperación de la antigua muralla y de una primitiva puerta islámica.

Se incurre en la contradicción, otra más, de proponer la demolición de las construcciones adosadas por su escaso valor arquitectónico y luego de recuperar sus materiales y piezas singulares (azulejos decorativos, sillares, columnas, fuentes, etc..). ¿En qué quedamos? Si carecen de valor, ¿cómo hay piezas singulares que desmontar previamente?

LAS MALETAS

Al margen de otras intervenciones polémicas que se plantean, como un nuevo acceso al Patio del Yeso, el desmontaje de la escalera de acceso a la Sala de la Justicia y de las columnas que la flanquean, y hasta el traslado de árboles del Patio del León (pensemos en las magníficas ‘chorisias’ existentes), con el riesgo de que se pierdan y los años que se necesitaría para que unos sustitutivos alcanzaran su misma altura y porte, las demoliciones tendrían como consecuencia la “necesidad” de convertir la Casa del Militar, que se cubriría con una montera acristalada, en el nuevo vestíbulo (cubierto) de acogida de turistas, en cuyos bajos se colocarían el control de seguridad, las audioguías, consignas, etc…

Bernardo Bueno dice que así los turistas podrían tener una consigna para dejar las maletas. No recordamos haber visto nunca en el extranjero a turistas que vayan con sus maletas a la cola de un gran monumento, pero si el alcaide quiere extremar sus atenciones a los turistas del Alcázar hasta ese punto, no hace falta que haga derribos en el Patio del León para ello: basta con habilitar para esos fines la parte alta del edificio donde actualmente está instalado el control de acceso.

La norma impide que haya más de 750 turistas simultáneamente dentro del Alcázar. Por tanto, este proyecto nunca acabaría con las colas que superaran ese número (pensemos en que hubiera 1.500 turistas en la puerta), y tampoco la Casa del Militar (que forma parte del Alcázar y está afectada por ese numerus clausus) tiene capacidad para acoger 750 turistas a la vez, salvo que se les meta como sardinas en lata.

UN SOLO ESCÁNER

Las colas ante los grandes monumentos y museos son prácticamente inevitables. Las que se forman ante el Alcázar son una broma comparadas con las que se forman en la explanada del Palacio de Versalles (tres y cuatro horas de espera bajo un sol de justicia en verano, donde ha habido que evacuar hasta desmayados por el calor), el museo del Louvre, los museos del Vaticano y la Sagrada Familia de Barcelona, por citar algunos ejemplos que hemos vivido en persona.

Actualmente está contribuyendo a que sean más largas que antes el hecho de que pese a que el Alcázar tiene en el banco unos 10 millones de euros, no se invierte en la compra de más escáneres de seguridad para el control de acceso, con lo cual todos los visitantes, sean individuales o vayan en grupo, han de desfilar en fila india por ¡un solo escáner!. Consecuencia: la cola en las épocas de mayor flujo turístico (ojo: no todo el año pasa lo mismo) llega hasta la Catedral o le da la vuelta a la Plaza del Triunfo. En vez de comprar más escáneres para agilizar las entradas, se piensa en demoliciones  en el Patio del León. ¿O será que no los compran para así justificar las demoliciones?

La Dirección del Alcázar no se ha percatado hasta ahora de que existen sistemas de acceso como el que por horas de la Alhambra de Granada pretende copiar (parece demasiado restrictivo; quizás fuera más conveniente y flexible uno por turnos, de mañana o tarde) y que contribuiría a paliar la actual situación.

Hay una solución aún más lógica: habilitar para el acceso turístico las puertas que dan a los Jardines de Murillo, con lo que se descongestionaría la Puerta del León (el pasado viernes una de ellas, controlada por un vigilante, se abrió para excursiones de escolares). De hecho, en el Plan Director del Alcázar, del año 2007, se incluyó el acondicionamiento de la actual guardería inserta en los jardines como entrada aparte para los grupos turísticos.

Nueve años después, aún no se ha hecho nada en ese sentido para reducir las aglomeraciones ante el Alcázar. Y es que mientras haya colas se podrá justificar realizar demoliciones en el conjunto monumental con los turistas como coartada.

 

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