El sevillano que vendió un cuadro de Leonardo da Vinci

El príncipe Adam, que ha vendido a Polonia una colección valorada en 2.274 millones de euros, nació en Sevilla y lleva a gala ser sevillano

Sevilla perdió la oportunidad de acoger “La dama del armiño”, propiedad del noble que ha pedido ser enterrado en El Salvador

 

Ahora que Espadas, influido probablemente por la inauguración en Málaga de un nuevo museo en la antigua Aduana tras una inversión estatal superior a los 40 millones de euros, ha pasado de un año a otro de decir que el gran objetivo de su mandato es la ampliación del museo de Bellas Artes y no del tranvía, con más motivo hay que referirse a la gran noticia acaecida durante la Navidad y que ha pasado inadvertida en Sevilla y prácticamente en el resto de España: un sevillano ha vendido al Gobierno de Polonia uno de los pocos cuadros (se le atribuyen oficialmente tan sólo 23) pintados por el genio Leonardo da Vinci, concretamente “La dama del armiño”.

No sólo ha vendido esa pintura, sino la entera colección de arte acumulada por su familia a lo largo de los siglos y en la que figuraban obras maestras de Rafael, Rembrandt, Jordaens y Renoir, entre otros, amén de cerámicas griegas y etruscas, partituras de Chopin, más de 300 incunables…..un conjunto en suma compuesto por más de 85.000 piezas artísticas y 250.000 libros, documentos y manuscritos.

El pasado 30 de diciembre, Noticias de Polonia se hacía eco de la intervención del ministro polaco de Cultura, Piotr Glinski, en la televisión de su país, donde confirmaba la firma de un acuerdo con el príncipe Adam Karol Czartoryski de compra de la colección de la Fundación de los Príncipes Czartoryski “por aproximadamente -dijo- el 5% de su valor”. Según el ministro, el valor de toda la colección es “de más de 10.000 millones de eslotis”, que al cambio equivalen a más de 2.274 millones de euros, por lo que la transacción se habría cerrado por algo más de 100 millones de euros.

 

VIO LA LUZ EN SEVILLA

 

El protagonista de la venta de esta fabulosa colección de arte, el príncipe Adam Karol, es sevillano de nacimiento, lleva a gala ser sevillano y ha dispuesto que cuando muera sea enterrado junto a sus abuelos en la cripta de la sevillana iglesia del Salvador, sin que la Sevilla oficial se haya dado por enterada de su sevillanía, ni se haya preocupado en los 77 años transcurridos desde su nacimiento aquí ni del príncipe ni de haber gestionado ante él -reside en un palacio en Roma- ni ante su fundación del disfrute, siquiera en una exposición temporal, de algunas de sus obras maestras ni de haber procurado la cesión de alguno de sus fondos a su ciudad natal.

El príncipe Adam Karol no estableció vínculos con Polonia, de donde procedía históricamente su familia, hasta que no cumplió lo 35 años de edad. Hasta entonces, como en el poema de Machado, su infancia y su vida toda podría decirse que eran recuerdos de patios de Sevilla.

Este hijo de la princesa Dolores de Borbón -primo hermano del Rey Juan Carlos-, y Orleans por dos ramas distintas. recordó su biografía en una entrevista concedida a la publicación “Tendencias del Mercado del Arte”.

“Yo nací en España. Siempre digo que soy un polaco-sevillano. Mis padres huyeron de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, perseguidos por el régimen alemán, que los arrestó y envió a un campo de concentración como a tantas otras personas. Mi abuelo, el Infante Don Carlos, solicitó amparo a Franco que a través de sus contactos llegó al almirante Canaris, jefe del espionaje alemán, que logró que los deportaran a Italia y de ahí a España, donde llegaron en diciembre del 1939. Al mes de estar allí nací yo, en Sevilla. Mis padres vinieron, como suele decirse, “con lo puesto”, salvaron la vida, pero perdieron todo lo demás: castillos, museos, bibliotecas, fincas y cuentas corrientes.

 

TRAGEDIA FAMILIAR

 

Mis abuelos, el Infante Don Carlos y la Infanta Luisa, les compraron una pequeña finca de recreo en Dos Hermanas, un pueblo al sur de Sevilla, que dedicaron a la explotación agraria para ganarse la vida. Fueron años duros para mi padre. A la amargura del exilio se le sumaba la de haber perdido todo y tener que vivir “mantenido” por su suegro. Cuando yo tenía apenas 6 años, falleció, y a continuación murió mi hermano menor, los dos con un mes de diferencia, y a mi madre la tragedia vivida le produjo un bloqueo mental. Nunca hablaba de Polonia, ni siquiera me empujó a aprender el idioma, que he tratado de aprender de adulto”.

El noble polaco-sevillano ha sido un entusiasta deportista toda su vida: “He practicado casi todos los deportes -declaró a la publicación especializada en el mercado artístico- pero en especial he disfrutado pilotando coches, tanto deportivos y prototipos como Fórmula III. También he estado muy involucrado en las artes marciales como vicepresidente de la Federación Europea y Mundial de Kárate, y co-fundador de la Federación Española, y esta pasión me llevó a coleccionar armas japonesas antiguas”.

“Viajé a Polonia por primera vez en 1975 como miembro del equipo nacional de la Federación Española de lucha al Campeonato Mundial. Fuimos a Katowice, una ciudad al suroeste del país. Para acompañarme en mi visita a Cracovia -recordaba- me pusieron una guía turística, y ésta, mientras me mostraba la ciudad, me iba diciendo: “Éste es el museo que su familia gentilmente donó a la nación, y éste es el castillo que su familia, amablemente, también donó a Polonia, y éste…” Al escuchar no pude reprimirme y le espeté: “disculpe, mi familia no ha donado nada. Ustedes nos lo han robado”.

 

EN LA EXPO 92

 

Además de su carrera deportiva y de sus negocios como socio en el sector de la hostelería, principalmente restaurantes y discotecas, el príncipe Adam Karol fue comisario adjunto del Pabellón de Polonia en la Exposición Universal de Sevilla, en 1992. “Recuerdo aquello como algo maravilloso. Era la primera vez -rememoraba- que representaba a la nación de mi padre. ¡Y además en mi ciudad, Sevilla!. El comisario polaco me decía asombrado: “Fíjese, todas las autoridades, incluido el alcalde, vienen directamente a nuestro pabellón”, “¡Claro!, le respondía yo entre risas, ¡porque muchos estudiaron conmigo en el colegio y al resto los conozco desde chico!”.

“Cuando cayó el Muro de Berlín, se me ocurrió que sería interesante montar en Polonia algo parecido a la red de Paradores nacionales de España. En Polonia hay muchas casas principescas, porque el título de rey no es hereditario sino que es elegido entre los príncipes, y yo veía a otros primos míos que, al igual que yo, habían nacido en el extranjero, y pensé que sería bonito unirnos para recuperar algunos de los castillos, con sus colecciones de arte, y abrirlos al público. Pero era un proyecto complejo, y decidí volcar mi energía en el museo”.

El museo al que se refiere es el que alberga la colección familiar, muy expoliada por los nazis durante la II Guerra Mundial, en Cracovia, ciudad que ofreció a sus antepasados un antiguo artesanal, al que aquéllos unieron un palacio que se comunicaba con un monasterio a través de un puente.

Bajo el Telón de Acero, los dirigentes comunistas reabren el museo, y pese a que la situación económica es desesperada, sale adelante gracias a la abnegada entrega del profesor Marek Rostworoski. “Había entrado a trabajar siendo muy joven en el museo de mi familia en la época de mi abuelo –explicó a Tendencias del Mercado del Arte  el príncipe Adam Karol- En los años 60, fue nombrado director del Museo Czartoryski confiscado por el régimen comunista en 1945. En aquellos años, vino a verme varias veces, en secreto, a Londres, animándome siempre a regresar a Polonia e involucrarme en el museo, tal como habían hecho mis antecesores. Era una gran idea pero totalmente imposible. ¡Todo había sido confiscado!.

El maravilloso profesor Rostworoski consagró toda su vida a la colección y a mi familia y, en 1991, siendo él ministro de Cultura de Polonia, la Corte Suprema me restituyó, como legítimo heredero y propietario, tanto el museo con todos sus objetos como la suntuosa biblioteca ubicada en un edificio cercano. Fue un momento de gran alegría pero, al mismo tiempo, de preocupación. Ciertamente heredaba los inmuebles con todas las obras de arte, pero no el dinero para mantenerlos. ¡Y una plantilla de 136 personas!. Llegamos a un acuerdo con el Ministerio de Cultura, y decidí constituir la Fundación Príncipes de Czartoryski. Sabía que era importante que la colección quedara salvaguardada por una entidad legal.”

OPORTUNIDADES PERDIDAS

En junio de 2011, el príncipe Adam Karol autorizó a que se expusiera por primera vez en España, en el Palacio Real de Madrid, el cuadro “La dama del armiño”, de Leonardo, en el marco de la muestra “Polonia, tesoros y colecciones artísticas”, que organizó Patrimonio Nacional. Ya que el cuadro estaba a 500 kilómetros de Sevilla y su dueño era un sevillano que se declaraba orgulloso de serlo, era una oportunidad única para pedirle que lo trajera al Museo de Bellas Artes hispalense, idea que transmití al nuevo gobierno local presidido por Zoido, sin resultado alguno.

Con motivo del V aniversario de Viva Sevilla, el 31 de marzo de 2016 enviamos al Ayuntamiento presidido por Espadas un programa conmemorativo cultural que incluía el patrocinio por parte del periódico de la apertura de las Atarazanas a los sevillanos; una exposición del Tesoro del Carambolo en el Museo Arqueológico y traer a Sevilla, previa negociación en Roma de la mano del alcalde con el príncipe Adam Karol, el cuadro “La dama del armiño” y  alguno más de su colección.

Han pasado nueve meses y todavía estamos esperando respuesta a esa oferta de patrocinios culturales. Si el príncipe Adam Karol, en vez de ser sevillano hubiera sido malagueño, ¿habría desaprovechado Málaga esa circunstancia brindada por el destino?

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