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El ‘profe’ Alfredo

Un alcalde como el de Sevilla necesitaría que el día tuviera no 24, sino 48 horas para dedicárselas a la ciudad y aún le resultarían insuficientes, pero al verse en expectativa de destino y con un pie en la calle,  Monteseirín ha puesto ya el piloto automático en la Plaza Nueva. De otra manera no se explica que en una urbe con 70.000 parados y en la mayor crisis económica de la historia reciente inicie una experiencia como profesor invitado de un máster en la Universidad, en calidad de experto en gestión y administración local. ¿Monteseirín experto en administración local? En el mismo periódico en que viene la noticia del ‘profe’ Alfredo, al cabo de tres páginas se da cuenta de este informe de la Intervención Municipal: en 2008 la liquidación presupuestaria arrojó un déficit de 87,6 millones de euros y en 2009 la tendencia será, como mínimo, igual a esta cantidad. Y según el Banco de España la deuda es de 422 millones. Con este panorama la lección que dicte Alfredo debería llevar por título ‘Cómo arruinar un Ayuntamiento en tan sólo dos mandatos y medio’.

El derecho a la impunidad

La Hispalense trata de camuflar que reconoce el derecho de los alumnos a copiar en los exámenes con la tesis de que el derecho es a que los copiones acaben la prueba. Si se extrapolara a otro ámbito de la vida este derecho, como el orden público, el procedimiento correcto de un policía que sorprendiera a un delincuente  ‘in flagranti’ no sería su arresto inmediato, sino tomar nota del hecho delictivo, incautarle el material con el que lo comete (pistola, cuchillo, ganzúa, palanqueta…), dejarle que acabe la faena y elevar el caso a una comisión paritaria compuesta por tres policías y tres colegas del ‘chorizo’ para que determine si se trataba de un delito, mera falta o nada de nada. De esta manera se garantizaría que no serían condenados un 2% de los aparentes infractores de la ley, aunque se escaparan el 98% de los que realmente la infringen. ¿Surrealismo? No es extraño que la Universidad reconozca el derecho a copiar en un país donde el ministro de Justicia ya reconoció el derecho a mentir impunemente de los implicados en el crimen de Marta del Castillo.

Como la zorra y las uvas

El rector de la Universidad Hispalense, Joaquín Luque, sigue respirando por la herida del suspenso sin paliativos que nos ha dado el Ministerio de Educación, Ciencia e Innovación al denegarnos la condición de campus de excelencia internacional. En su reciente informe a la comunidad universitaria subraya que el 50% de las subvenciones gubernamentales se las han llevado las universidades de Madrid y Barcelona, que presentaron proyectos conjuntos. He ahí el ‘quid’ de la cuestión, ya que otros centros andaluces que forjaron alianzas entre sí también se han beneficiado de la derrama de dinero oficial, pero en vez de respondernos a la enojosa cuestión de por qué la rivalidad entre la Hispalense y la UPO, como la futbolera del Sevilla y el Betis pero en el terreno educativo, se vuelve en contra de toda la ciudad, el rector denigra las bases de la convocatoria con el argumento de que obligan a un ‘show mediático’. ¿Hubiera dicho lo mismo si hubiera ganado? Esto suena a la fábula de la zorra y las uvas: para Sevilla, el racimo de la excelencia aún está verde.

El reloj de Sevilla

Tras su traslado a la Pirotecnia, Derecho ha abandonado  las caracolas que se instalaron  en los jardines de San Telmo como aulas provisionales. Pero va el Ayuntamiento y convenia con la Hispalense su cesión por 30  años, a fin de alojar en ellas dependencias municipales, además de darles otros usos genéricos que tenga por conveniente. La oposición se escandaliza,  recuerda que el PGOU preveía su supresión y denuncia que el Consistorio  vulnera la norma urbanística suprema de Sevilla. ¿Escandalizarse? ¿Por qué? ¡Si esto es lo normal entre nosotros! Somos expertos en arquitecturas efímeras y en provisionalidades permanentes. ¿Acaso no eran temporales las caracolas de Pellón para el 92 y siguen ahí? El Metro ha tardado 30 años en hacerse; el solar de la Encarnación ha estado 30 años vacío; el Prado hasta su conversión en jardín, otro tanto. El traslado de la Feria, la Ciudad de la Justicia, el acuario de Delicias, el ‘botellódromo’…todo va en la misma línea de las caracolas universitarias, porque 30 años es la unidad de medida de los retrasos en Sevilla.

Abandonados a su suerte

El TSJA ha ordenado la reversión a sus antiguos propietarios, más una indemnización de 122.000 euros por el Ayuntamiento, de un solar que les fue expropiado en 1992 en la calle Divina Pastora para construir un colegio. Han pasado 18 años y la Administración ha sido incapaz de levantar el centro educativo.¿Cabe mayor ineficacia? La Junta arguye que el sitio ofrecido no respondía a las dimensiones mínimas exigidas a los colegios. Si no respondía, ¿cómo entonces esa misma Junta aprobó el PGOU de Sevilla que incluía tales criterios en el Plan Especial Alameda-Feria y que dio pie a la expropiación?  ¿Y aquí no pasa nada ni se le exigen responsabilidades a nadie? Mientras tanto, los vecinos del Centro, para los que es un drama escolarizar a sus hijos en un colegio público por falta de plazas, deben recurrir a la desesperada a colegios privados. Así, han de afrontar  la factura de la escuela particular y, con sus impuestos,  la parte alícuota de los 122.000 euros por esta indemnización. En el Centro, los errores por este desgobierno se pagan dos veces.