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Llueve sobre mojado

Un principio de la Física dice que si un hecho se repite no se debe a la casualidad, sino que probablemente obedece a una ley. En buena parte de Sevilla y de Andalucía se han repetido inundaciones como las de febrero. Dos riadas en sólo diez meses, con la misma secuencia: primero llueve con intensidad y, luego, los desembalses contribuyen a la crecida del Guadalquivir y a los daños en pueblos y cultivos.

Como parte interesada, el consejero de Medio Ambiente, Díaz Trillo, defiende la política de desembalses de la Agencia Andaluza del Agua, sustituta de la Confederación Hidrográfica desde el traspaso a la Junta  de las competencias sobre el río. Sostiene el consejero que “desde hace mucho tiempo las decisiones se toman de acuerdo con un rigor que viene avalado por la profesionalidad y la capacidad de los directores de presa, ingenieros y más de 200 técnicos”

EL PODER DE DECISION

La cuestión es quién toma la última decisión en materia de aguas desde que la Junta politizó una gestión que hasta entonces se regía por criterios técnicos. Cabe recordar  que los funcionarios transferidos a la Agencia, la mayoría de nivel 26 tras superar unas oposiciones, fueron convertidos en la nueva relación de puestos de trabajo en nivel 26 pero de libre designación. Así fue liquidada una estructura basada en el concurso de méritos y en la capacitación profesional, ya que cualquiera de los transferidos podía ser relevado de su puesto. Quienes no habían consolidado aún su nivel  podían ser catalogados en el 22 (el puesto de salida de los opositores de la Junta), y no se tenía en cuenta su antigüedad cuando concursaban a otra plaza.

Así, si un ingeniero que llevaba 20 años como jefe de un embalse aspiraba a la misma plaza en otro pantano, su antigüedad no reconocida le suponía cero puntos, con lo que cualquier funcionario de la Junta con sólo un año de experiencia le ganaba el concurso. Además, como se eliminó el requisito de la titulación específica, cualquier licenciado podía presentarse para jefe de explotación de una presa o como director de una obra hidráulica.

La consecuencia ha sido ver a licenciados en Historia como subdirectores de infraestructuras hidráulicas, a veterinarios ocupando plazas similares y a biólogos como jefes de explotación de pantanos. Díaz Trillo debería preguntarse si no es la politización esa constante que buscarían los físicos a la hora de explicar estas riadas.

SISTEMA FALIBLE

El consejero dice que los desembalses “se apoyan en un sistema automático de información hidráulica que permite averiguar con 72 horas de antelación  las avenidas que pueden producirse”. Si ese sistema permite prever con tres días las riadas, ¿cómo es que la Junta no actuó para evitar las inundaciones teniendo tan amplio margen de maniobra?

Una de dos, o el sistema no es tan perfecto o son demasiado imperfectos quienes lo usan. Díaz Trillo ha insistido en que “se han llevado a cabo los desembalses oportunos de acuerdo con las lluvias que han ido cayendo”. El problema ha radicado, a su juicio, en que “en la historia de Andalucía nunca había llovido tanto”. Ni que hubiera caído el diluvio. Habrá que recomendarle la ‘Historia crítica de las riadas o grandes avenidas del Guadalquivir en Sevilla”, en que Borja Palomo data más de cien grandes inundaciones entre 1297 y 1877. Y más recientemente, en la de 1996 hubo cuatro muertos y daños valorados en más de 420 millones de euros. Si habrá llovido más que ahora….

REACCIÓN SIN PREVENCIÓN

Las palabras de Díaz Trillo son reveladoras del proceder de la Junta: “se desembalsa conforme a las lluvias que van cayendo”. Ahí radica una de las claves de la catástrofe. Debería desembalsarse conforme a las lluvias que van a caer, no cuando caen o  después. En este sentido, toda España estaba pendiente del tiempo para el ‘puente’ y  los meteorólogos  alertaban de fuertes precipitaciones hasta el día 8. Si se habían decretado alertas amarillas y naranjas, ¿por qué el temporal sorprendió a la Agencia del Agua manejándose con sus protocolos habituales, osea, como si no fuera a llover?

Tras esta segunda gran inundación el consejero se  ha convencido de uno de los pronósticos científicos sobre el cambio climático: “Lo que está claro es que los regímenes de lluvia están cambiando; parece que cada vez llueve más en menos tiempo”. Pero, pese a lo padecido, no hay motivo de alarma, porque según Trillo la Junta está estudiando estos escenarios de pluviometría “a muchos años vista,  para que Andalucía pueda estar perfectamente preparada para los acontecimientos que hemos vivido estos días”. ¿Y no hubiera sido mejor haber estado preparados ahora, después de haber presentado a bombo y platillo en 2002 la  ‘Estrategia andaluza ante el cambio climático’, en vez de a muchos años vista?

REFLEJOS POLITICOS

En 2002, en Alemania, el canciller socialista Schroeder, perdía en todas las encuestas frente a su rival de la Derecha, Stoiber. Sin embargo, en unas inundaciones como éstas de Andalucía, se metió en el fango para solidarizarse con los afectados mientras Stoiber se quedaba en su casa. Tras aquel gesto, Schroeder acabó ganando las elecciones.

A las 24 horas de la riada, Arenas ya estaba en Écija, mientras que Griñán, falto  de reflejos,  no salía de San Telmo. En Andalucía, los papeles están cambiados: Arenas, que gana en las encuestas, hace como el socialista Schroeder; Griñán, que pierde en los sondeos, como el derechista Stoiber. Quien ignora la historia está condenado a repetirla.

Segunda inundación con la Agencia del Agua

La crecida del Guadalquivir supera a la que provocó las inundaciones de hace diez meses

La gestión de los embalses no logra contener las riadas en la cuenca del río, traspasada a la Junta

La riada del Guadalquivir en diversas poblaciones de su cuenca hidrográfica y de su afluente el Genil a su paso por  Écija ha vuelto a sorprender a la Agencia Andaluza del Agua por segunda vez en 2010, ya que a principios de año el organismo gestor de los recursos hídricos en Andalucía tras el traspaso de las competencias a la Junta por parte del Gobierno ya vio cómo el río se desbordaba e inundaba municipios de su vega.

El manejo de los pantanos no impidió entonces la avenida del río, y ahora, tampoco, con la agravante de que ahora ha circulado aún más agua que hace diez meses por las presas en los momentos álgidos del actual temporal.

El 25 de febrero de 2010 fue la fecha culminante de la penúltima riada del Guadalquivir, cuando con toda la cuenca en estado de alerta por las inundaciones registradas a lo largo del curso del río, en la presa de Alcalá, considerada como el indicador fundamental por su cercanía a Sevilla capital y a los pueblos en situación de mayor riesgo por su ubicación en el tramo final, el caudal circulante era de 2.958,76 m3 de agua por segundo.

Ayer, día 8 de diciembre, a media mañana, el río circulaba por ese mismo punto transportando 3.247,37 m3/segundo. Peor aún era la situación en Peñaflor, donde en febrero el Guadalquivir arrastraba 2.141,90 m3/segundo y ayer el volumen de agua era 1.000 m3 más: 3.144,40.

Hace diez meses, las críticas llovieron sobre la Agencia Andaluza del Agua por su ineficaz manejo de los desembalses en la cuenca del río. Se le achacó que cuando quiso reaccionar fue demasiado tarde y el volumen del agua embalsada era tal que no había margen de maniobra para contener la afluencia de líquido por las fuertes precipitaciones y tuvo que desembalsar sin más remedio.

Hay que recordar que Andalucía sufrió un temporal de lluvias desde la Navidad de 2009 hasta mediados de enero de 2010 y que tras un paréntesis de aproximadamente un mes, el temporal se recrudeció a partir de mitad de febrero, con la máxima crecida del río hacia el día 25 de dicho mes.

Justamente la falta de desembalses cuando el tiempo dio una tregua a partir de mediados de enero es de lo que acusaron a la Agencia del Agua alcaldes y regantes que se dieron cita en Palma del Río durante la visita de Griñán y la entonces vicepresidenta del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la Vega, para conocer los daños de las inundaciones.

Las mediciones del caudal del Guadalquivir por la presa de Alcalá del Río indicaban que hasta el 16/17 de enero se registraron unas medias de alrededor de 2.000 m3/segundo (1.800 m3 en estas fechas; 1.959 m3 hacia la festividad de Reyes), pero que entre el 21 de enero y el 15 de febrero aproximadamente el caudal medio descendió de forma muy acusada, con una media incluso inferior a los 300 m3/segundo (416 m3 el día 20 de enero; 112 el día 27).

Aun así, los embalses se hallaban al 75% -80% de su capacidad y la previsión meteorológica indicaba un nuevo temporal con fuertes lluvias a partir de la segunda quincena de febrero. La Subdelegación del Gobierno en Sevilla envió por entonces al Ejecutivo central a Madrid un informe en que preveía que el Guadalquivir alcanzaría los 3.000 m3/segundo a su paso por Sevilla, pero estos datos no fueron tenidos en cuenta por la Agencia Andaluza del Agua, responsable de la gestión del río tras la transferencia de las competencias, la reivindicación estrella de Chaves durante su última etapa al frente de la Junta.

La historia ha vuelto a repetirse, porque el actual temporal, anunciado con reiteración por los meteorólogos en vísperas del ‘puente’ de la Constitución, ha pillado de nuevo, por así decirlo, a la Agencia Andaluza del Agua con los pantanos a una media similar.

Con fecha 7 de diciembre de 2010, la Agencia emitía una nota de prensa en la que recordaba que desde la segunda quincena de diciembre de 2009 y hasta prácticamente el mes de abril del año en curso las cuencas hidrográficas andaluzas se beneficiaron de una temporada de lluvias excepcionalmente intensa y continuada. El agua de lluvia acumulada superó los registros máximos de los últimos 25 años, “lo que se ha traducido en unas aportaciones de agua excepcionales a los embalses de prácticamente toda Andalucía”.

Según la Agencia, esta situación “ha provocado un desembalse de agua progresivo en casi todos los pantanos andaluces desde el pasado año para evitar riadas e inundaciones, (desembalse) que continuó durante la campaña de riego de este verano y que se ha seguido llevando a cabo durante los dos primeros meses del año hidrológico, sobre todo tras los últimos episodios de lluvias”. La Agencia daba un 76,02% de volumen de agua en los embalses de la cuenca del Guadalquivir, osea, un nivel similar al que precedió a la riada de principios de año.

Sin embargo, ese mismo día 7, con Écija ya inundada por el desbordamiento del Genil, el director gerente de la Agencia, Juan Paniagua, mantenía la tesis contraria a la nota de prensa de su propio organismo al declarar públicamente lo siguiente: “Este año hay que tener en cuenta que los pantanos ya partían de una situación diferente a la del año pasado, ya que se encontraban sobre el 70% de su capacidad antes del inicio de las lluvias y tienen, por tanto, menos capacidad para retener agua”.

Lo cierto es que, tal como el mismo Paniagua reconocía, los niveles de desembalse en los pantanos no estaban siendo muy importantes pese a la previsión meteorológica y a las alertas naranja por lluvias decretadas en diversas provincias: 190 m3/segundo de media.

A excepción del Guadalén, que empezó a desembalsar agua en la noche previa a la inundación de Ecija, el resto de pantanos no vertía nada y los desembalses del Tranco de Beas, Guadalena, Giribaile, Negratín, Yeguas, Vadomojón e Iznájar no eran demasiado significativos.

Pero la previsión de los meteorólogos se cumplió y lluvias de entre 60 y 140 litros por m2 descargaron sobre gran parte de las sierras andaluzas a lo largo del mismo martes 7, con lo que sólo entre las 10 de la mañana y la 1 de la tarde el agua entraba en los embalses de la cuenca del Guadalquivir a un ritmo de 5.000 m3 por segundo, por lo que el 16% de los pantanos empezó a aliviar líquido y algunos a un ritmo muy superior a esos 190m3/segundo de media que mantenía la Agencia antes del temporal.

A las 23 horas del martes, ya con la alerta por la crecida del río en zonas como Peñaflor y Lora, el Guadalén estaba soltando 416 m3/segundo; Fernandina, 247; Rumblar, 410; Yeguas, 263; Guadalmellato, 412; el Bembézar, 308.

La media diaria de desembalses en estos grandes pantanos  venía siendo hasta esos momentos de menos de 20  m3/segundo, por lo que al multiplicarse por diez o veinte su aportación de agua al Guadalquivir, con el río a un nivel ya más alto que en la riada anterior de principios de año desde Córdoba a Peñaflor, la crecida a lo largo de la noche del 8 de diciembre era inevitable, así como la previsión, adelantada por expertos consultados por este periódico, de que el caudal por la presa de Alcalá superaría los 3.000 m3/segundo (3.236,43 m3 se registraban  a las 23 horas y 15 minutos del martes, y 2.948,52 m3 por Peñaflor) y de que subiría 15 metros sobre la cota habitual a su paso por Lora.

El director de la Agencia Andaluza del Agua, Juan Paniagua, ha declarado que se ha estado desembalsando todo el agua posible de manera controlada “y siempre tratando de cumplir los protocolos de seguridad”. La cuestión es si no hay que revisar esos protocolos a la luz de las últimas experiencias y de las predicciones científicas sobre que el cambio climático se traduce para España en menores lluvias pero más torrenciales, como ha ocurrido durante el ‘puente’ de la Constitución. Al parecer, la Agencia trabajaba con la hipótesis de lluvias de unos 40 litros por m2, cuando en algunos puntos de las sierras han sido de 140.

UNA RIADA SUPERIOR A LA DE PRINCIPIOS DE AÑO

(Comparativa de caudales en m3/segundo por las centrales fluyentes del Guadalquivir)

Fechas

Presa               24-12-09         25-12-09         6-1-10             24-2-10           25-2-10          8-12-10

Pedro Marín             53,58                66,82             87,74              216,58             133,58           33,28

Mengíbar     281,81              152,98            268,14         1.030,21             807,81         618,17

Marmolejo              364,55              436,62            721,91         1.811,87           1.356,00     1.359,69

El Carpio     491,08              515,47            858,35         1.856,48           1.563,43     2.092,46

Villafranca               620,96              626,12            935,24         2.040,06           1.924,43     1.943,95

Peñaflor              1.008,48           1.075,48        1.385,39         1.730,69            2.141,90     3.144,40

Alcalá                 1.296,31           1.579,52        1.958,93          2.663,46            2.958,76     3.247,37

En este cuadro se reflejan los caudales del río Guadalquivir por diversas presas en las fechas más significativas del temporal anterior (diciembre de 2009, enero y febrero de 2010) y en el actual (8 diciembre 2010). Los datos de ayer se tomaron hacia mediodía. Se comprueba que esta crecida ha sido en los puntos más importantes aún peor que durante el temporal del último invierno.

LAS LLUVIAS QUE DESBORDARON LAS

PREVISIONES DE LA AGENCIA DEL AGUA

(Acumulado del 7 diciembre 2010)

Pluviómetro                                         Litros/m2

Martín Gonzalo                                   148,70

Huesna                                    132,80

Retortillo                                             123,50

Bembézar                                            122,80

Puente Nuevo                                     116,70

Cala                                                    113,70

Melonares                                           113,00

Villafranca                                           112,40

Guadanuño                                          107,20

Cardeña                                              102,40

Venta de Cárdenas                              102,30

La Minilla                                            101,40

Ecija                                                     95,80

Jándula                                      93,00

S. R. Navallana                                     91,60

Yeguas                                      85,90

Fresneda                                               83,10

Fuencaliente                                          81,40

José Torán                                            80,00

Encinarejo                                             79,20

Marmolejo                                          77,30

Castillo de las Guardas            75,40

Carpio                                                74,80

Zufre                                                   69,10

Pintado                                               68,70

Rivera Cala                                         66,30

Zocueca                                              61,70

Vvde. Río                                           60,90

Rumblar                                              60,30

Guadalén                                             59,40

La Junta dio «garantías» contra las inundaciones en Écija

La nueva riada pone en cuestión la eficacia del encauzamiento del Argamasilla, afluente del Genil

La inundación de al menos un tercio del casco urbano de Écija ha destrozado los planteamientos optimistas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y puede obligar a revisar las obras de encauzamiento del arroyo Argamasilla, presentadas por la Administración como la solución definitiva a las continuas riadas que sufre el casco urbano ecijano.

El pasado 8 de noviembre, hace ahora un mes, el consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Juan Díaz Trillo, visitó las obras que su departamento lleva a cabo a través de la Agencia Andaluza del Agua  en el cauce del arroyo Argamasilla, afluente del río Genil, en las que se están invirtiendo 30 millones de euros.

Según destacó la Consejería en un comunicado del que se hizo eco la agencia Europa Press, estas actuaciones, junto con las llevadas a cabo por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en el río Genil, suponen una “garantía” contra las inundaciones que se producen en la localidad astigitana.

La Junta lanzó las campanas al vuelo antes de tiempo, ya que los trabajos, que comenzaron hace un año, no se terminarán al ritmo actual hasta 2012. La intervención se realiza a lo largo de 3.250 metros en el cauce del afluente del Genil, para prevenir riadas y desbordamientos del caudal de este arroyo como consecuencia de fuertes e intensas precipitaciones y Medio Ambiente da así respuesta a una demanda formulada hace años por el Consistorio astigitano.

En Écija confluyen el Argamasilla y el río Genil y ésto ha generado inundaciones frecuentes cada vez que la ciudad era azotada por algún temporal de lluvia y viento. El Pleno del Ayuntamiento astigitano aprobó en diciembre de 2007  asumir ‘motu proprio’ parte de las obras e instalaciones de este plan de encauzamiento del arroyo, dada la frecuencia de las crecidas.

En términos técnicos, el proyecto implica un desvío del arroyo a su llegada al casco urbano y afecta  a 3.250 metros de su cauce, de los cuales 1.302 discurrirán por un nuevo túnel hasta permitir su conexión con la obra de defensa contra las avenidas del río Genil. Tendrá capacidad para asumir la máxima avenida de agua en un periodo de 500 años según las estimaciones oficiales.

Tras la finalización de los trabajos, el Argamasilla tendrá  un nuevo cauce que bordeará Ecija hasta su desembocadura, más allá del conocido como puente de Hierro. El nuevo encauzamiento recogerá además aguas de los arroyos del Físico, Cabrera, Barrero, San Cristóbal y Cementerio.

Según la nota oficial de la Consejería, difundida hace un mes durante la visita a la ciudad de Juan José Díaz Trillo, esta infraestructura cofinanciada por la Unión Europea pondrá fin a las situaciones de alerta que periódicamente sufre el municipio por las avenidas, ya que protegerá a la ciudad frente a caudales de 272,85 m3 por segundo, cuando el encauzamiento actual sólo soporta 15,6.

Ahora bien, según el SAIH del Guadalquivir, el Genil ha llegado a transportar en esta avenida más de 700 m3/segundo, tras unas lluvias acumuladas de 95,7 litros por m2 y haber alcanzado una cota histórica de 7,40 metros de altura, más de un metro superior al récord anterior, por lo que cabe preguntarse si el desvío y encauzamiento del Argamasilla en su confluencia con el río será suficiente para prevenir y/o frenar avenidas futuras a la luz de lo que ha ocurrido en las últimas horas, y ello pese a que también se habían llevado a cabo antes de las grandes precipitaciones de ayer tareas de limpieza del colector de dicho arroyo por primera vez en los últimos años. Del colector se extrajeron más de 300 toneladas de residuos, por lo que sin esta limpieza previa el efecto de la inundación hubiera sido mucho peor.

En su visita de hace un mes a la población, el consejero de Medio Ambiente dijo del encauzamiento del afluente del Genil que era “una obra histórica que va a permitir, con un horizonte de 500 años, resolver un problema, también histórico, que tenía Écija con las inundaciones”.

Según Díaz Trillo, en torno al agua se estaba dando un salto “como nunca se ha hecho en la historia de la ciudad, porque no sólo financiamos esta obra de encauzamiento, sino también lo relacionado con el tratamiento. Se han puesto en marcha –concluyó- 60 millones de euros en apenas cuatro o cinco años”.

Esta es la tercera inundación que sufre Ecija en los últimos cuatro años. En noviembre de 2007, el agua en el cauce del Genil alcanzó 5,51 metros de altura y el río llegó a tener un caudal de 478 m3/segundo. Aquella riada causó daños valorados entonces en unos 8 millones de euros, pese a que las obras de la corta del río tuvieron un efecto amortiguador y el agua no superó el margen de seguridad del nuevo cauce.

En diciembre de 2009, el nivel del río llegó a la cota 5,70 metros y su caudal superó los 450 m3/segundo. Se registraron daños en los cultivos de la isla del Vicario, pedanía que hubo que desalojar parcialmente, y además del Genil se desbordaron los arroyos Cabra, Salado y Blanco.

Según las fuentes consultadas por este periódico, los desembalses ordenados por la Agencia Andaluza del Agua en las últimas horas no habrían influido en las inundaciones de Écija, ya que a excepción del Guadalén, que empezó a desaguar en la noche previa, el resto de pantanos no estaba soltando agua y los desembalses de Tranco, Guadalena, Giriibaile, Negratín, Yeguas, Vadomojón e Iznájar no eran importantes y con ellos la AAA trataba de mantener los niveles al 80% (resguardo obligado en la mayoría de embalses andaluces al 1 de diciembre).

Por tanto, las inundaciones en Écija serían producto de la intensidad de lluvia (casi 100 litros en un día) y un nivel de humedad en el suelo alto, que provoca que gran parte de las precipitaciones se conviertan en escorrentías. En este proceso, se acumulan grandes cantidades de agua en algunos puntos de los cauces, tanto en los ríos principales como en arroyos y vaguadas.

A media tarde de ayer, los embalses del Guadalquivir estaban recibiendo más  de 5.000 m3/s (460 Hm3) y sólo  desembalsaban 500 m3/s (42 Hm3).

El caudal del Genil se multiplicó

por 7 en sólo 13 horas

El domingo fue un día plácido en Écija meteorológicamente hablando, tal como revelan los registros horarios del caudal del río Genil a su paso por la ciudad astigitana. Fluía con una regularidad pasmosa, sin alteraciones: 22,02 m3/segundo durante todo el día, como si latiera a un ritmo constante. Sólo al filo de la medianoche registró un leve incremento en sus ‘pulsaciones’ hidráulicas, nada alarmante por otra parte: 29,21 m3/segundo.

Sin embargo, durante la noche del lunes 6 de diciembre, Día de la Constitución, el volumen del agua fue creciendo cada vez más, hasta el punto de que la jornada amaneció con los astigitanos viendo cómo el cauce transportaba cinco veces más caudal que el día anterior, pero aún lejos de los niveles de alarma: 108 m3/segundo a las 10 de la mañana.

A partir de ese momento, el día fue complicándose a cada hora que pasaba. De los 100 m3/segundo a las 10 de la mañana se pasó a los 200 a las 16 horas; 300 a las 17 horas; 400 a las 19 horas; casi 500 a las 20 horas; 600 a las 21 y más de 700 a las 23 horas. Una media de 100 m3 por segundo más cada 60 minutos. En tal sólo trece horas el Genil se había multiplicado por siete y su cauce ya no daba abasto para contener tanta agua, que acabó derramándose por un tercio de la ciudad de las torres.

Radiografía del Guadalquivir

El Guadalquivir necesita cuatro veces más

agua para frenar la salinidad y la turbidez

Transporta una media de 63 m3/segundo y precisa de 250 m3, aunque lo ideal serían 1.000 m3.

El comité de expertos concluye que todos los planes sobre el río tienen un impacto negativo salvo el de inundar los llanos mareales de Doñana

Dragar el río hasta -8 metros para que lleguen a Sevilla barcos más grandes provocaría  la erosión de las márgenes

Ampliar el arrozal implicaría más demanda de agua, reduciría aún más  la biodiversidad y multiplicaría los episodios tóxicos

El río ha perdido el 85% de sus llanuras mareales y un 60% de los aportes de agua dulce por las presas para el regadío

El Guadalquivir se ha convertido en un foco emisor de CO2 y de fitoplancton tóxico para la cadena alimentaria

El dictamen científico aboga por una autoridad única que gestione los recursos y el mantenimiento del dragado actual

El comité de expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de universidades andaluzas que durante dos años ha estudiado el impacto ambiental que causarían en el Guadalquivir una serie de proyectos, como el dragado para incrementar en dos metros la profundidad del canal de navegación a Sevilla, y la ampliación del arrozal, ha llegado a la conclusión de que todos tendrían consecuencias negativas salvo, y con matices, eliminar las barreras para permitir inundaciones mareales en Doñana. Los expertos abogan por una gestión integral del estuario y dictaminan que el río no lleva agua suficiente para mantener el ecosistema.

El río Grande de Andalucía cada vez es menos río porque ha perdido caudal a chorros como consecuencia de la intervención humana y ésa es la causa última de la mayor parte de sus males: incremento de la salinidad, turbidez, erosión, menor biodiversidad, episodios de toxicidad, cegamiento de los canales…Las actividades humanas han ido colonizando y compartimentando el estuario del Guadalquivir (110 kilómetros de longitud desde la presa de Alcalá) para acoger la agricultura intensiva bajo invernadero y el cultivo de arroz; la navegación comercial, pesquera y deportiva; las pesquerías, la acuicultura y las salinas; los desarrollos urbanos y sus infraestructuras; una amplia red de carreteras, caminos, canales de riego y de desagüe, y las actuaciones para controlar las descargas del propio río y las mareas en Doñana (los llanos mareales se han reducido en un 85% por usos agrícolas y ganaderos, vertido del dragado en las márgenes y ampliación del propio espacio natural).

La circulación de la masa de agua del río depende principalmente de su propio caudal, de la onda de marea, de las condiciones atmosféricas del mar y del viento. Estos agentes naturales unidos a la acción humana son tan variables que se produce una amplísima gama de situaciones, pero con el denominador común de una gestión heterogénea y descoordinada por parte de las Administraciones y del sector privado y de una cada vez mayor demanda de recursos o un uso aún más intensivo: incremento de los dragados, del arrozal, desmantelamiento del muro en Doñana, crecimiento de los núcleos urbanos….

El aumento de la presión humana sobre el río símbolo de Andalucía está dejando al Guadalquivir sin agua. Los expertos reflejan que entre la construcción de pantanos (desde 1950 al año 2000 se ha pasado de almacenar 1.646 a 6.554 Hm3 de agua) y el desarrollo de grandes áreas de regadío (incremento del 181% en los últimos 70 años) los aportes de agua dulce al estuario han descendido en un 60%, al pasar de una media de 5.000 Hm3/año (en  el periodo 1931-1981) a sólo 2.000 (en el periodo 1981-2000), unos valores aún más bajos en los ciclos de sequía.

El volumen de agua dulce en el estuario es vital para frenar la salinidad y la turbidez y mantener los niveles de oxígeno. Cuando ese volumen persiste durante un tiempo, el ecosistema reacciona y sienta las bases para la recuperación del río. Según los expertos, se necesitaría  que el río transportara al menos 250 m3/segundo e, idealmente, algo más de 1.000 m3; la realidad es que más del 80% de los días del año el caudal de agua dulce es inferior a 100 m3/segundo (el promedio general anual es de 63,31 m3/segundo), lo que se traduce en que en vez de mandar el río sobre la dinámica del estuario, mandan las mareas y se incrementa la intrusión salina, la turbidez y la erosión.

Debido a la poca velocidad del agua dulce –de uno a cinco centímetros cada segundo- cuando es escasa(la mitad de los días el río no transporta más de 25 m3/seg) y a la pérdida de llanos mareales y marismas, la marea favorece la colmatación del estuario, tiende a desarrollar meandros y erosiona las márgenes ayudada por el paso de los barcos y los dragados. El avance de los arenales de Doñana ha empujado las mareas contra la ribera izquierda y desestabilizado el canal de navegación.

SALINIDAD Y TURBIDEZ

Los aportes salinos llegan al estuario desde el océano con la propagación de la onda de marea y su penetración y concentración está en función del caudal del río. Con caudales medios y con avenidas del Guadalquivir, las aportaciones salinas se mantienen cerca de la desembocadura y en forma de cuña. Con caudales bajos, la salinidad avanza en forma de media campana y 40 kilómetros río arriba (Punta de la Mata) y su valor máximo es de 1,75 gramos/litro aproximadamente (menos del 5% del registro en la desembocadura).

Desde allí a la presa de Alcalá, la salinidad es prácticamente despreciable. En mareas vivas, la intrusión salina puede alcanzar hasta la Punta del Verde (80 kilómetros río arriba). En promedio se producen de cuatro a seis episodios de cuña salina (generación, evolución y desaparición) en un año en el estuario y su duración media es del orden de 5 a 7 días.

Los sólidos en suspensión, que provocan la turbidez, dependen de numerosos factores, siendo uno de ellos las descargas de agua desde la presa de Alcalá del Río, si bien son amplificados por la propia dinámica del estuario. En el 10% de los casos, se registra una concentración de 900 miligramos de sedimentos por litro de agua.

La fuente principal de sedimentos es la erosión de una capa “flotante” del lecho del río que tiene un metro de espesor aproximadamente y que flota debido principalmente a la acción de las mareas, si bien no hay una norma fija, ya que todo depende del agua dulce que transporte el río, los vientos y otros elementos.

Desde principios del siglo XX el estuario ha sufrido varios episodios de turbidez extrema de larga duración y en toda su longitud. La recuperación parcial de la normalidad por decantación de los sedimentos puede durar meses y es posible acortar el plazo gestionando bien los desembalses de la presa de Alcalá.

El informe de los expertos subraya que el tránsito de buques hacia el puerto de Sevilla condiciona la turbidez y la calidad de las aguas, ya que provoca la resuspensión de sedimentos (principalmente de la capa flotante) y, eventualmente, la erosión de las márgenes, al igual que la política de dragados.

Las elevadas concentraciones de sólidos en suspensión limita de forma severa la penetración de la luz y afecta enormemente al fitoplancton: es 20 veces menor que en otros estuarios similares y en primavera, hasta 40 veces menor. La falta de luz, unida a la turbidez de las aguas y a la elevada concentración de materia orgánica priva de buena parte de oxígeno a áreas extensas, y en la zona de Don Isaías se mantuvo en un 90% del tiempo por debajo del nivel crítico.

En estas circunstancias, el Guadalquivir ha acabado convertido en una fuente de emisión de dióxido de carbono a la atmósfera y creando ‘zonas muertas’ en la costa que condiciona el desarrollo de los recursos naturales. Las condiciones están abonadas para el desarrollo de fitoplancton tóxico como cianobacterias que se concentran en la cadena alimentaria, como moluscos (coquinas) y peces. Algunos de éstos registran concentraciones tan elevadas como para ponerlos al borde de la muerte y los episodios de mortandad acaecidos en Doñana desde 2001 se debieron a cianobacterias tóxicas de agua dulce.

EL DRAGADO

La dinámica mareal es incapaz de mantener el calado actual de 5-6 metros para la navegación (referido a la bajamar) del tramo Tarfia-Esclusa, por lo que la tendencia es a que se sedimente el cauce y se reduzca a su calado natural de 3-4 metros. El calado necesario para la navegación (los 5-6 metros en bajamar) se consigue mediante dragados y descargas de agua dulce superiores a 500 m3/segundo, pero a costa de crear una capa flotante de sedimentos en las proximidades del lecho del río que vuelve a quedar en suspensión con la acción de la marea.

Cuando este sedimento se extrae mediante dragados o por transporte hacia la desembocadura, la marea erosiona las márgenes y se vuelve a la situación anterior.

Según los expertos, si la dinámica mareal es incapaz de mantener el canal de navegación a la cota de -6 metros, menos lo hará con un dragado hasta -8 metros. Se entraría en una espiral sin fin: la extracción del material del dragado creará por parte del río nuevo material sedimentario que necesariamente saldrá de la erosión de las márgenes.

Aunque el dragado tendría efectos positivos en algunos aspectos (mejora de la capacidad de circulación de las avenidas, reducción del riesgo de inundaciones, amortiguación de los efectos de los barcos de menor porte en riberas y lecho, penetración de la luz…), el comité no lo recomienda expresamente (deja la decisión a los órganos políticos) tanto por sus consecuencias erosionadoras como porque no mejoraría la situación frente a episodios extremos tan habituales en el río (turbidez, salinidad) y porque sería complejo identificar sus efectos directos para, en su caso, exigir responsabilidades.

Del dictamen, relativamente ambiguo en los puntos conflictivos, se colige que los expertos abogan por mantener el ‘statu quo’ (dragado actual), crear una autoridad única del Guadalquivir, no dar luz verde a los proyectos nuevos y recuperar los llanos mareales de Doñana.

DICTAMEN DE LOS EXPERTOS SOBRE LOS

PROYECTOS EN EL ESTUARIO DEL RÍO

PROYECTO                    POSITIVO                 NEGATIVO                      DICTAMEN

Ampliación del             –                      Incremento de la    NO RECOMENDABLE

Arrozal                                                demanda de agua,

Que si se extrae del

Río  reduce aún más

La biodiversidad,

Favorece los episodios

De toxicidad e impide

Controlar la turbidez

Levantamiento  Potencia la                   Saliniza algunos            RECOMENDABLE

Del muro del río           inundación de               entornos que hoy

Algunos llanos  son dominio del

Mareales,                    agua dulce

Corrige el

Desequilibrio de

La desembocadura

Y aumenta volumen

En ciclos de marea

Dique en la margen                  –                      Colabora en la      NO RECOMENDABLE

Izquierda                                                    “canalización” y el

Control del flujo de

Descarga por aquella

Margen y favorece la

Profundización

Asimétrica del canal

De navegación

Dragado del canal de

Navegación a -8 metros    Mejora la                  La dinámica mareal   NO RECOMENDA.

Circulación de         no será capaz de

Las avenidas,             mantener el calado,   MANTENER LAS

Reduce riesgo de      la extracción de         LABORES DEL

Inundaciones,             material erosionará    DRAGADO

Amortigua efectos    las márgenes, será     ACTUAL

Barcos de menor       complejo identificar

Porte, reduce             sus efectos directos      GESTIÓN

Sólidos que van a       en las curvas de           INTEGRAL DEL

La superficie,             salinidad y turbidez    ESTUARIO

Mejora la

Transmisión de

La luz.

La Agencia Andaluza del Agua

Los funcionarios se encierran durante 24 horas en contra de su paso a la nueva Egmasa

Denuncian que el Gobierno andaluz les impondrá una cadena de mando privada

Historiadores, veterinarios y biólogos han acabando al mando de los pantanos en vez de los ingenieros

Los casi 1.700 empleados públicos de la Agencia Andaluza del Agua protagonizan desde ayer un encierro de 24 horas en todas las sedes provinciales de este organismo para protestar contra su fusión con Egmasa, que proyecta la Junta para la integración de ambas en la Agencia Pública Empresarial de Medio Ambiente y Agua de Andalucía.

Según denuncian los encerrados, esta operación política propiciará el desembarco en la gestión del agua de miles de empleados de Egmasa, en detrimento de funcionarios y de otro personal público, que accedieron a sus puestos a través de una oposición o concurso.

La creación de la Agencia Empresarial de Medio Ambiente y Agua como otro eslabón más de la Administración paralela de la Junta supone el último episodio del desmantelamiento de la tradicional estructura administrativa articulada en torno a las confederaciones hidrográficas y el principio de la unidad de cuencas.

En el año 2005, el Gobierno central transfirió a la Junta de Andalucía la Confederación Hidrográfica del Sur así como las cuencas del Odiel, Tinto, Piedras, Guadalete y Barbate, con las que se creó la Agencia Andaluza del Agua, organismo autónomo adscrito a la Consejería de Medio Ambiente.

Todos los funcionarios transferidos, la mayoría de nivel 26 por oposición, fueron convertidos automáticamente en la nueva relación de puestos de trabajo (RTP) en nivel 26 pero de libre designación. Así fue liquidada una estructura basada en el concurso de méritos y en la capacitación profesional, ya que cualquiera de los transferidos podía ser relevado de su puesto.

Quienes no habían consolidado aún su nivel 26 podían ser catalogados en el 22 (el puesto de salida de los opositores de la Junta), y no se tenía en cuenta la antigüedad de los transferidos cuando concursaban a otra plaza.

Así, por ejemplo, si un ingeniero de Caminos que llevaba 20 años como jefe de explotación de un embalse aspiraba a la misma plaza en otro pantano, su antigüedad no reconocida le suponía cero puntos, con lo que cualquier funcionario de la Junta con tan sólo un año de experiencia ganaba el concurso. Además, como se eliminó el requisito de la titulación específica, cualquier licenciado podía presentarse como jefe de explotación de una presa o como director de una obra hidráulica.

La consecuencia de esta política fue ver a licenciados en Historia como subdirectores de infraestructuras hidráulicas, a veterinarios ocupando plazas similares y a biólogos como jefes de explotación de pantanos.

LA CONFEDERACIÓN DEL GUADALQUIVIR

Tras transferirse el 1 de enero de 2009 la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CGH) a la Junta de Andalucía, a los funcionarios que tenían el nivel 26 les privaron del personal a sus órdenes y aterrizaron nuevos niveles 28, en su mayoría sin perfil técnico, que tomaron el mando sobre los miembros de toda la vida de la CHG. Se llegó al extremo de relegarlos aun a costa de duplicar las plazas: junto a un funcionario del Estado era colocado otro de libre designación puesto a dedo.

Al frente de cada provincia andaluza (en la CHG estaba un funcionario de nivel 28) fueron colocados delegados políticos sin perfil técnico (cuando hasta entonces solían ser ingenieros), siguiendo en la estructura de mando un gerente también de carácter político y varios niveles 28, todos nombrados a dedo. La consecuencia fue el quebrantamiento del principio de profesionalidad y unidad de cuenca en la gestión del Guadalquivir, como se puso de manifiesto en la descoordinación de los desembalses durante las últimas inundaciones en Andalucía por el temporal de lluvias del pasado invierno.

Este verano, con la excusa de reducir organismos para ahorrar por la crisis, la Junta ha avanzado aún más en esta estrategia con la creación de un ente empresarial que sustituya al organismo autónomo: la Agencia Pública Empresarial de Medio Ambiente y Agua de Andalucía, cuya base es Egmasa, compuesta por personal ajeno a la función pública. Esto supone la eliminación por absorción de la Agencia Andaluza del Agua y la ‘dilución’ de los funcionarios y personal laboral procedentes de la antigua CHG y que habían accedido a sus puestos tras superar unas oposiciones.

Como a la nueva Egmasa, que es en el fondo esta Agencia Empresarial, se le otorgan potestades administrativas aun troceando los procedimientos, la Junta elude así los efectos de la sentencia del Tribunal Supremo, que dictaminó que Egmasa asumía competencias propias de los funcionarios.

Los encerrados en protesta por esta nueva estructura administrativa del agua en Andalucía denuncian que en la nueva Egmasa se llegará al extremo de que cualquier contratado externo podrá elevar informes en contra de funcionarios a los que se le incoe un procedimiento sancionador.

Es la primera vez en la historia que funcionarios procedentes de las antiguas confederaciones hidrográficas protagonizan encierros y manifestaciones, algo que no hicieron ni siquiera cuando las transferencias o cuando los orillaron en sus puestos o dejaron de computarles la antigüedad a la hora de los concursos.

Su protesta cuenta con el apoyo de los sindicatos CCOO, UGT, USO, CSIF, USTEA y SAFJA.

La nueva esclusa de Sevilla

Dos tercios de la flota mundial de transporte marítimo

podrán acceder a Sevilla a partir  de ahora

El puerto podrá acoger buques de hasta 20.000 toneladas y 290 metros de eslora

La Autoridad Portuaria anunció hace unos días la entrada en servicio de la nueva esclusa del Guadalquivir, la más grande de Europa y quinta del mundo, en cuya construcción se han invertido unos 200 millones de euros y que permitirá sustituir progresivamente a la actual, inaugurada hace 61 años y condenada a la demolición, si bien aún sigue regulando el tráfico fluvial hasta que antes de fin de año se rematen todas las infraestructuras de la nueva.

Con la nueva esclusa se cumple una antigua aspiración de la sociedad sevillana, la cual se percató casi de inmediato de la insuficiencia de las instalaciones que va a sustituir. Así, ya en 1953 el V Consejo Económico Sindical de la provincia afirmaba: “Se impone un acondicionamiento general del puerto de Sevilla y de su acceso para que sea capaz de recibir buques de 30 pies de calado, contra la limitación actual de 17”.

Según una ponencia presentada en su día por Manuel Martín, profesor de la Hispalense, con la vieja esclusa al puerto de Sevilla sólo podían acceder el 23% de la flota mundial de graneleros, el 12% de los portacontenedores y el 40% de la flota mundial de Ro-Ro. Por otra parte, un estudio elaborado hace veinte años por la Junta de Andalucía puso de manifiesto la progresiva reducción del área de influencia (hinterland) del puerto hispalense a favor de Cádiz y Huelva y la creciente competencia de Algeciras y Málaga.

Si medio siglo antes el hinterland del puerto sevillano era de 80.000 Km2 y se extendía hasta Jaén, Salamanca y provincias de Castilla-La Mancha, a finales del siglo XX las mejoras acometidas en todos los puertos del Sur de la Península habían ido provocando el repliegue de su área de influencia hacia unos límites casi exclusivamente provinciales, como demostraba el hecho de que los tráficos portuarios con origen y destino en Sevilla suponían casi el 91% del total.

CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA

El tráfico de mercancías se movía en el orden de entre 4 y 5 millones de toneladas y la participación del puerto sevillano en el tráfico conjunto de los puertos andaluces se reducía al 5%, debido a la competencia del puerto de Huelva en graneles,m del gaditano en contenedores y del algecireño en todos los tráficos.

La Autoridad Portuaria estimó como una cuestión de pura supervivencia la construcción de la nueva esclusa, so pena de perder en el futuro un tercio del movimiento de mercancías, equivalente a 1.400.000 toneladas. El Plan de potenciación del puerto gracias a la obra recién puesta en servicio prevé un considerable aumento del transporte marítimo a corta distancia, que podría alcanzar en el futuro hasta los 12 millones de toneladas, cantidad que más que duplica las cifras actuales.

Ello supondría, según cálculos de las empresas constructoras de la nueva esclusa, suprimir 15.000 trasiegos de carreteras, ahorrar 14 millones de euros  de combustible al año, reducir las emisiones de NOX y CO2 en 350 y 250 toneladas, respectivamente, crear 15.000 empleos en el próximo decenio y garantizar la protección de Sevilla frente a las avenidas del río Guadalquivir.

Con la nueva esclusa, el acceso de la flota mundial de graneleros al puerto sevillano podrá incrementarse del 23% actual en un 43% más, con lo que sólo quedarán fuera un 34%. En portacontenedores se pasará del 12% actual al 53% (quedan sin acceso posible el 47%), y el tráfico RO-RO se podría incrementar en un 31% desde el 40% actual, con lo que sólo el 29% es inaccesible para el puerto. Estas cifras demuestran bien a las claras el incremento de potencial marítimo-fluvial que supone la ingente obra acometida, la mayor esclusa de Europa.

CANAL DE PANAMÁ

Para su diseño y ejecución se ha contado con los proyectistas que redactaron el acceso de la vertiente Pacífica al canal de Panamá y se ha desarrollado o incorporado tecnología europea en capítulos como válvulas, sistemas hidráulicos, puertas (construidas en los astilleros de Sevilla) y puentes.  Las puertas se deslizan mediante dos carretones, uno superior y otro inferior. Los tres puentes móviles se levantan mediante un paralelogramo articulado, con lo que se evita la necesidad de cámaras estancas, al situar los contrapesos en una situación superior.

La construcción de la nueva esclusa obligó a crear un recinto impermeable y a realizar una excavación de 23,5 metros de profundidad. El recinto así formado se dotó de diversas rampas de acceso para la introducción de maquinaria y materiales, así como de una pantalla de cierre que se empotró en los estratos impermeables del subsuelo. Una vez eliminada el agua del interior, se continuó la excavación hasta alcanzar la cota final.

La nueva esclusa funciona bajo el mismo principio que la actual: se trata de un recinto delimitado por puertas que permite a los barcos salvar los diferentes niveles entre el río Guadalquivir y el puerto. El funcionamiento es parecido al de un ascensor: el barco se sitúa entre las puertas, se modifica el nivel del agua, el buque sube o baja y, finalmente, con la apertura de la puerta, el barco sale con el nuevo nivel. La esclusa sevillana también tiene otra función: dotar a la ciudad de un muro de defensa para prevenir inundaciones. Durante una crecida del Guadalquivir, la esclusa se cerrará para evitar riadas.

LA NUEVA ESCLUSA DEL GUADALQUIVIR

-Inversión:                                                                  200 millones de euros

-Longitud:                                                                   450 metros

-Altura:                                                                       20 metros

-Manga útil:                                                                35 metros

-Buques que pueden acceder:                                     De hasta 20.000 TPM y 290 mts.

de eslora

-Solera:                                                                      Cota de -11 metros.

-Calado canal navegación aguas abajo:                        Cota de -9 metros

-Calado canal navegación aguas arriba:                       Cota de -7,70 metros

-Puertas del lado del río:                                             42 metros de anchura

23,30 metros de altura

6      metros de espesor

-Puertas del lado del puerto:                                        42 metros de anchura

17,50 metros de altura

5     metros de espesor

-Distancia entre los paramentos

interiores de las puertas:                                            293,65 metros

-Dos puentes móviles para carretera:                           44 mts. de largo x 12 ancho

-Un puente móvil para ferrocarril:                                44 mts. de largo x   6,10 de ancho

-Dos muelles de apoyo:                                               Tablestacas de 173 mts. de longitud

-Vía férrea de acceso:                                                 3.350 metros de longitud

-Superficie viales de acceso:                                        110.000 m2

-Total urbanizado:                                                       690.000 m2

-M3 de hormigón usados:                                           300.000

-Kilos de acero:                                                          31.500.000

-Horas de ingeniería:                                                   16.000

La muralla ‘china’ de Sevilla

Más de 100 kilómetros de muros artificiales construidos a lo largo de siglo y medio defienden la ciudad contra las inundaciones de sus ríos

Los muros llegan hasta la cota 12 metros para poder contener una avenida de 9.000 m3/segundo, no registrada en tiempos modernos

La nueva muralla defensiva se complementa con 31,5 kilómetros de cortas para alejar de la ciudad los cauces fluviales

Merced a las cortas y eliminación de codos en el Guadalquivir la distancia navegable hasta Sanlúcar se ha reducido en 45 kilómetros

La inversión en obras de defensa contra las inundaciones equivale casi a todo lo gastado en la Cartuja para celebrar la Expo-92

Los trabajos de protección contra las riadas han permitido multiplicar por 21,5 la superficie urbana de Sevilla

Pocos sevillanos son conscientes de que Sevilla sigue siendo una ciudad amurallada como hasta el siglo XIX, salvo que ahora esas murallas están integradas en el paisaje, carecen de almenas y de sillares y sobre su cota de coronación discurren en muchos casos parte de las rondas de circulación o de circunvalación de la ciudad por las que transitan los automovilistas. Esas nuevas murallas son los muros de defensa contra las inundaciones de los ríos y arroyos que fluyen por Sevilla y que se han ido levantando desde que a partir de 1858 comenzó el derribo de las murallas históricas, las cuales también ejercieron la función de dique de contención de las avenidas.

Muralla en la Macarena

Muralla en la Macarena

Desde entonces, según los datos estadísticos facilitados por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, la ciudad se ha rodeado de un perímetro defensivo contra las crecidas de sus cauces fluviales de 104 kilómetros de longitud, una distancia como la de Sevilla a Huelva.

En una de las paredes del Ayuntamiento que da a la Plaza Nueva existe una placa de metal con el dato de la altura a la que se encuentra ese punto de Sevilla en relación con el nivel del mar medido en la ciudad de Alicante: 9,1 metros. La altura media del conjunto de la ciudad es de unos 7 metros y hay zonas aun nivel inferior, como la Alameda de Hércules, a sólo 4,30 metros. Dado que históricamente las crecidas del Guadalquivir y/o de los otros cursos que fluyen por el término municipal (Guadaira, Tagarete, Tamarguillo, Ranillas) elevaban el nivel del agua hasta los 10 metros en una llanura aluvial como la que ocupa la ciudad y sometida además al influjo de las mareas del océano Atlántico, distante sólo 80 kilómetros en la desembocadura del Guadalquivir por Sanlúcar de Barrameda, la historia de Sevilla ha estado marcada por la necesidad de defenderse de las inundaciones a que es tan propensa por su entorno hidrológico y el carácter torrencial que en poco tiempo pueden adoptar sus ríos y arroyos.

Según el informe ‘Lucha contra las inundaciones en Sevilla, compilado por la  Confederación Hidrográfica,  históricamente la ciudad se defendía de las avenidas cerrando a cal y canto sus murallas y preservando su casco urbano –con 260 hectáreas, uno de los más grandes de Europa-, salvo el arrabal de Triana y, posteriormente, los barrios de San Benito y San Bernardo, que quedaban extramuros.

Inundación de 1947 en el Paseo Colón, junto a la Torre del Oro

Inundación de 1947 en el Paseo Colón, junto a la Torre del Oro

Estos dos últimos sufrían además los embates del Tagarete, Tamarguillo y Guadaira. En tales circunstancias, se cerraban y reforzaban las puertas y los husillos de desagüe, con lo que las aguas sólo podían penetrar en el interior por rotura o negligencia, o a través del terreno por sifonamiento. Rodeada totalmente por el agua, la ciudad se convertía en una isla, sin poder evacuar sus aguas negras ni las de la lluvia, que producían inundaciones en las zonas más bajas. Sevilla sólo se comunicaba con el mundo exterior por una calzada elevada que, partiendo de la Puerta de la Carne, cruzaba el Tagarete y llegaba hasta Alcalá de Guadaíra, la cual la surtía de víveres por ese conducto.

DERRIBO DE LAS MURALLAS

Tras el derribo de las murallas en el siglo XIX, la defensa contra las riadas se encomendó a malecones de tierra, a ataguías provisionales con las que se cerraban las calles que daban al campo y los terraplenes elevados sobre los que se construyeron carreteras y ferrocarriles, en particular los que unían la ciudad con Huelva y que se alzaron en perpendicular al Guadalquivir para servir de freno a sus aguas pero sólo parcialmente, ya que Triana seguía indefensa ante las avenidas.

Así, según el catedrático Borja Palomo en su ‘Memoria histórico-crítica sobre las riadas (siglo XV-1877)’, en diciembre de 1876 una crecida del río destruyó a la altura de la Macarena más de 70 metros del malecón de tierras protector de la ciudad y las aguas inundaron dos tercios del caserío de Sevilla, y del arrabal trianero sólo dos casas quedaron en seco.

Estas catástrofes naturales motivaron la redacción de proyectos de obras públicas para proteger la ciudad de las inundaciones y mejorar las condiciones del puerto, trabajos que se han realizado entre 1909 (corta de Tablada) y 1980 (corta de la Cartuja) y de los que aún queda pendiente el desvío del Tamarguillo hacia el Norte, previsto en el PGOU de 2006  para la protección de la zona del aeropuerto viejo, Miraflores y el área construida en la margen derecha del arroyo, junto al que se ha proyectado un gran parque lineal que debe cerrar el conjunto de actuaciones de restauración del medio natural. Este proyecto ya ha sido objeto de un convenio entre el Ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica. Se necesitará, pues, más de un siglo para completar el cierre del anillo defensivo de Sevilla desde el inicio de la primera corta.

UN SIGLO DE OBRAS

En síntesis, los trabajos realizados en este periodo de tiempo han sido los siguientes:

-Corta de Tablada (1909-1926): Consistió en la apertura de un cauce recto de 6 kilómetros de longitud entre la Punta de las Delicias y la Punta del Verde para eliminar varios codos del río y construir 800 metros de muelle y el puente basculante de hierro.

-Unión de los arroyos Tagarete y Tamarguillo cerca de la huerta de Ranillas para que desembocaran en el Guadaira aguas arriba del puente ferroviario Sevilla-Cádiz.

-Nuevos malecones de tierra completados por el Oeste con la elevación de la calle Torneo, Plaza de Armas, calle Arjona y paseos de Colón y las Delicias. La superficie defendida de la ciudad pasó de las 260 ha comprendidas entre las murallas históricas a 1.579, al quedar dentro del perímetro de malecones los barrios de San Benito, San Bernardo y San Sebastián , el Prado, el Parque de María Luisa y terrenos sin urbanizar al Norte y Este. Siguieron indefensos Triana, San Jerónimo y el cementerio.

-Creación de la dársena (1926-1948): La Junta de Obras del Puerto convirtió el puerto sevillano en una dársena libre de la influencia del río y de sus crecidas que hasta entonces inundaban los muelles, destruían las mercancías y ponían en peligro incluso los barcos. Para ello hubo que desviar el cauce del Guadalquivir desde Chapina hacia el Oeste, alzar un muro de defensa que rodeaba Triana, Los Remedios y la base aérea de Tablada  y desviar el Guadaira, para que no desembocara en el interior de la dársena, hacia la Punta del Verde, aguas debajo de la esclusa. Así quedó defendida Triana y se incrementó en 885 hectáreas el área urbana protegida.

-Desvío del Tamarguillo y del Ranillas (1961-1963): La expansión urbana acabó invadiendo el cauce de avenidas del arroyo Tamarguillo y reduciendo a poco más de la mitad su capacidad de evacuación, por lo que según la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir  el arroyo llegó a ser una verdadera pesadilla en los inviernos lluviosos. En 1948 destrozó el malecón de defensa por cinco puntos e inundó Heliópolis, por lo que tras otra inundación en 1961 y la catástrofe subsiguiente se procedió a separar los arroyos del Tamarguillo y de Ranillas de la ciudad y a dotarlos de cauces capaces de evacuar sus máximos caudales previsibles. Con estas obras y los nuevos muros de defensa se duplicó la superficie protegida de Sevilla, que pasó a ser de 4.880 ha.

-Corta de la Punta del Verde (1963) para eliminar un codo del Guadalquivir que había quedado desde las obras de la dársena.

-Nuevo cauce del Guadaira (1967-1977): Rectificación del cauce del Guadaira a lo largo de 23 kilómetros y en paralelo al futurible canal Sevilla-Bonanza, con una sección capaz de desaguar hasta 2.000 m3 por segundo.

La corta de la Cartuja, a la izquierda, generó la isla de la Cartuja, que aparece en la imagen durante las obras preparatorias de la Expo 92

La corta de la Cartuja, a la izquierda, generó la isla de la Cartuja, que aparece en la imagen durante las obras preparatorias de la Expo 92

-Corta de la Cartuja (1975-1980): La gran avenida de 1963, cuando el río alcanzó casi 6.000 m3/segundo por el Patrocinio, puso de manifiesto el riesgo de inundación que seguía corriendo Sevilla a través del meandro de San Jerónimo  y la socavación del malecón de defensa por el agua, que estuvo a punto de destruir la traída de La Algaba a Sevilla, la línea ferroviaria a la altura de San Jerónimo y las cimentaciones de los postes de alta tensión que suministraban energía eléctrica a la ciudad. Los estudios realizados demostraron que la única solución consistía en suprimir el ataque del río mediante la eliminación de los codos de San Jerónimo y Chapina y la rectificación del cauce mediante lo que sería la corta de la Cartuja, de 5,5 kilómetros de longitud.

La conclusión de esta obra, a falta de la de menor envergadura del Tamarguillo en Miraflores, supuso el fin del peligro de inundaciones para Sevilla, puesto que el perímetro defensivo formado por esos 104 kilómetros de muros que llegan hasta la cota 12 sobre el nivel del mar  (cota 9 en algunas zonas con nivel de suelo más elevado) ha sido calculado para soportar una avenida máxima de 8.000 a 9.000 m3/segundo (se produciría teóricamente una cada 500 años), que nunca se ha producido en épocas recientes en la ciudad.

Para que se registrase un caudal de estas características debería llover de forma torrencial y generalizada en toda la cuenca del Guadalquivir durante un largo periodo de tiempo. Los muros de defensa incluso sirven de soporte a rondas de tráfico. La SE-30 discurre sobre unos 15 kilómetros del muro Camas-San Juan de Aznalfarache y la avenida de Carlos III en la isla de la Cartuja aprovecha el malecón de Triana (1950), el de la corta de la Cartuja y el del Tamarguillo.

El conjunto de actuaciones realizadas en Sevilla a lo largo de estos cien años ha supuesto una inversión de unos 1.500 millones de euros, casi equivalente a lo invertido por España y los países y empresas participantes en la isla de la Cartuja para la celebración de la Exposición Universal de 1992, una isla fruto justamente de las obras para defender la ciudad de las avenidas del Guadalquivir.

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UN MURO DE DEFENSA COMO

DE SEVILLA HASTA HUELVA

Muro                                                              kilómetros

– Miraflores-Tamarguillo                                             8

-Ranillas                                                                     6

-Guadaíra                                                                 50 (25+25)

-Guadalquivir                                                            30

-Otros diques no operativos                                      10

Total                                                                       104

MAS DE 30 KILÓMETROS DE CORTAS EN EL RÍO

–         Corta Merlina (1795), situada frente a Coria del Río, de 600 metros de longitud. Evita un rodeo de 10 kilómetros por el Guadalquivir.

–         Corta Fernandina (1816), aguas arriba de la Isla Menor. Con 1.600 metros, sustituyó un recorrido de 16 Kms. del cauce natural.

–         Corta de Los Jerónimos (1888). Situada también en la Isla Menor, en la zona conocida como ‘La Mínima’. Mide 6,6 Kms. y ahorra 13 Kms. del recorrido del cauce natural.

–         Corta de Tablada (primer cuarto del siglo XX). Situada entre Sevilla y la Punta del Verde, mide 6 Kms. Actualmente ha quedado dentro de la dársena, entre el puente de Los Remedios y la esclusa.

–         Corta de La Punta del Verde, con 3 Kms. de longitud.

–         Corta de Olivillos y La Isleta (1971-1972), con 4,4 Kms. y 3,8 Kms, respectivamente. Con ellas se consigue un acortamiento de casi un kilómetro en el recorrido de las embarcaciones.

–         Corta de la Cartuja (1980). Mide 5,5 Kms. Previene de inundaciones tras la eliminación de la curva de San Jerónimo.

–         Longitud total de las cortas: 31.500 metros.

Todas estas cortas, excepto la de la Cartuja –realizada exclusivamente para la laminación de inundaciones-, además de proteger a la ciudad de los desbordamientos favorecen el acceso de los barcos a la esclusa y facilitan el desagüe del río. La distancia entre Sevilla y el Brazo del Este era de 81 Kms. y ha pasado a 36 Kms., de los que dos tercios son fruto de las obras. La distancia entre Bonanza  (Sanlúcar de Barrameda) y la esclusa es de 79 Kms. y se ha reducido para la navegación un total de 45 kilómetros.

MAS DE 5.000 HAS. GANADAS PARA LA EXPANSIÓN URBANA

-En el siglo XIX, la zona protegida por las murallas de la ciudad era de 260 Has.

-En 1930, una vez ejecutadas las obras del primer cuarto del siglo XX, la superficie protegida de inundaciones asciende a 1.500 Has (se incorporan San Benito, San Bernardo, el Prado de San Sebastián y el Parque de María Luisa, entre otras zonas).

-En 1950 se añaden al perímetro protegido (la superficie asciende a 2.460 Has.) Triana, Los Remedios y la base de Tablada.

-En 1963, tras ejecutarse las actuaciones de protección de los arroyos Tamarguillo y Ranillas, el área protegida se eleva a 4.880 Has. y se incluyen Miraflores, Bami, La Corza y Ciudad Jardín, entre otros.

-En 1980, tras la ejecución de la Corta de la Cartuja, se incorporan 500 Has. más a Sevilla y 230 al Aljarafe al protegerse parte de la Vega de Camas y San Juan de Aznalfarache. Quedan defendidos San Jerónimo, La Pañoleta y la isla de la Cartuja.

-Actualmente Sevilla tiene 5.500 Has. protegidas de inundaciones gracias a los muros de defensa y a las cortas en el río.

NUEVOS CAUCES ARTIFICIALES PARA DESVIAR LOS RÍOS

-En el plano de la ciudad correspondiente al año 1930 se observa cómo los arroyos de Miraflores, Ranillas y Tamarguillo, que anteriormente atravesaban la ciudad, se desvían hacia el río Guadaira.

-En el año 1950 se desvía el Guadaira, que pasa de desembocar en la zona de Heliópolis a la de la Punta del Verde. Además, durante este periodo se construye el tapón de Chapina. En este momento Sevilla queda protegida por la zona portuaria.

-Entre 1967 y 1970, el Guadalquivir está relativamente controlado. Los arroyos son ahora lo más conflictivo.

-Nuevas inundaciones en 1962. Los malecones construidos no son suficientes para contener las avenidas, por lo que al año siguiente (1963) se desvían el arroyo Tamarguillo y el de Miraflores, que vuelven a desembocar en el Guadalquivir a la altura de San Jerónimo.

-El arroyo Ranillas se aleja de la ciudad pero continúa desembocando en el Guadaira.

-A finales de los años 70 se ejecuta el desvío del río Guadaira a lo largo de 23 kilómetros  hacia lo que actualmente se conoce como nuevo cauce del Guadaira, que cuenta con un malecón a cada lado del cauce.

-Se construye la corta de la Cartuja (1980).

Las Cruces se ahoga

El nivel del agua en el fondo de la corta sigue subiendo incluso en ausencia de lluvias

El sistema de  tratamiento del agua contaminada ha quedado desbordado

La extracción de mineral  queda interrumpida al menos hasta mediados de abril

La compañía realiza sondeos dentro de la misma corta en cotas próximas al acuífero

El nivel del agua en el fondo de la corta de la mina de Las Cruces ha seguido subiendo desde que desvelé en El Mundo  a finales de enero la inundación que sufre el yacimiento y ya ha subido entre tres y cuatro metros, tal como atestiguan las fotografías aéreas tomadas por Ecologistas en Acción en un nuevo vuelo realizado el pasado día 13 de marzo, por lo que el volumen de líquido acumulado en el interior de la mina se ha incrementado en unos veinte mil metros cúbicos pese a los continuos bombeos realizados por Cobre las Cruces (CLC) en este último mes y medio.

Si a finales de enero la compañía trataba de minimizar la situación creada inicialmente por el temporal de lluvias de diciembre y expresaba que en quince días se reanudaría la extracción de mineral, ahora la previsión es de acceder al fondo de la corta a mediados de abril.

CLC trata siempre de vincular la causa del problema a lluvias extraordinarias, pero lo cierto es que el tiempo ha dado una generosa tregua durante el mes de marzo, un periodo teóricamente más que suficiente para haber reabierto la mina conforme a aquella previsión de quince días formulada en enero.

La realidad, sin embargo, es que la compañía canadiense aún no ha conseguido acceder hasta el fondo de la corta ni llegar hasta los dos grupos de bombeo situados en zonas más profundas. Asimismo, la excavadora de cadenas que va abriendo camino se encuentra en la rampa de acceso a treinta metros de la parte más baja de la mina  (en la que los últimos diez metros están completamente inundados).

Los derrumbes generalizados de las bermas de los bancos y la elevación del nivel del agua han sumergido y enterrado el grupo de bombeo más profundo de los que fueron instalados en la corta y lo han dejado inutilizado.

La cantidad de agua acumulada en  la corta en este momento es de aproximadamente unos 70.000 (setenta mil) metros cúbicos. Contribuye además a esta acumulación de agua la parada que ha efectuado la Planta de Tratamiento, que deja de consumir unos 1.000 metros cúbicos diarios procedentes de las Aguas de Drenaje Ácido de la mina, por lo que este volumen seguirá  incrementándose muy probablemente.

EL PROBLEMA DE FONDO

El grave problema al que se enfrenta Cobre Las Cruces es que los aportes de agua que se acumulan en fondo de la Corta procedentes del acuífero Niebla-Posadas supondrían  una detracción del mismo mucho mayor que la autorizada y, además, superarían con creces la capacidad de tratamiento del  sistema existente. Quizás sea por eso –y para minimizar estos aportes hídricos antes de que se contaminen como agua de contacto- por lo que la empresa está haciendo sondeos de captación dentro de la misma corta, en cotas inmediatas (-130 metros) a la de ubicación del acuífero (-140 metros) .

La acumulación de agua durante casi tres meses ya, pese a la ausencia de lluvias en las últimas semanas, denotaría que el SDR –Sistema de Drenaje Reinyección- ideado por FRASA  para Cobre las Cruces no estaría siendo  capaz de cumplir los objetivos previstos de deprimir suficientemente el nivel piezométrico del acuífero Niebla-Posadas en el entorno de la explotación minera.

Se iban a detraer unos 5 litros/segundo pero el aporte de agua a la corta estaría ya por encima de los 60 litros/segundo. Además, la empresa no ha podido impedir hasta ahora que el agua llegue a la explotación a cielo abierto tal como se comprometió  en su Plan Global de Gestión de Aguas, presentado en Septiembre de 2008, mientras estaban suspendidas las autorizaciones de operación (el parón duró un año).

Tampoco ha funcionado tal como se preveía el Plan de Gestión de Aguas de Contacto diseñado por MP MEDIOAMBIENTE y presentado en Enero de 2009.  La capacidad de tratamiento de las aguas contaminadas mediante el Sistema de Ósmosis Inversa se ha mostrado completamente insuficiente a la vista de la situación existente. El Plan preveía un máximo de 90 m3/hora cuando los responsables de la mina deben enfrentarse a un flujo de 220 m3/hora, volumen que más que duplica la capacidad de tratamiento de la planta.

CONSECUENCIAS

Todos estos problemas están afectando gravemente al proyecto minero, cuya puesta en producción de régimen  comercial estándar estaba prevista para el presente mes de Marzo, según reflejó en su página web INMET MINING, la multinacional canadiense propietaria del 70% de Cobre Las Cruces. La situación real es de casi tres meses de parada de la mina por causas de fuerza mayor y con una dudosa perspectiva de recuperación inmediata cuando los volúmenes de aguas ácidas existentes se van incrementando día a día en lugar de disminuir.

Técnicos independientes consideran que la situación de incapacidad de extracción de mineral en la Corta en condiciones de abastecimiento regular para la Planta Hidrometalúrgica puede prolongarse un mínimo de dos a tres meses más (CLC estima internamente al menos un mes), lo que resulta especialmente crítico para la empresa cuando el stock de mineral extraído antes de la llegada de las lluvias en Diciembre de 2009 se encuentra drásticamente reducido al día de hoy,  casi a nivel de limitar la puesta en marcha nuevamente de las instalaciones mineralúrgicas.

La compañía minera ha anunciado que contratará a más de 500 personas durante quince días para realizar tareas de mantenimiento y ajuste de los procesos de producción en el marco de una parada anual previamente programada y a un coste cercano a los 3 millones de euros.

Melonares se llenó contra el protocolo de seguridad

La presa sevillana alcanzó su máxima capacidad en sólo 4 días

Iznájar desembalsó en plena situación de alerta en Ecija por la crecida del Genil

El temporal de lluvias y la crecida de los ríos han dejado en evidencia los pésimos resultados de la transferencia de las competencias sobre la cuenca hidrográfica del Guadalquivir a la Junta de Andalucía, ya que la Agencia Andaluza del Agua ha cometido significativos errores en la gestión de embalses que han provocado un gran malestar entre los alcaldes de los municipios afectados por la riada y entre los regantes que han visto sus campos anegados.

Probablemente el desbordamiento del Guadalquivir habría sido igual de inevitable, pero el efecto de la inundación no habría sido el mismo con un mejor manejo de la situación por parte de la Agencia del Agua, cuyo modelo de organización, descentralizado y con primacía de criterios políticos sobre los técnicos, se ha demostrado ineficaz en graves situaciones de riesgo como las sufridas en Andalucía

Los alcaldes afectados por las inundaciones de sus términos municipales (casas o tierras de cultivo)  que se reunieron a puerta cerrada en Palma del Río el pasado sábado durante la visita del presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, y la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, expresaron en privado fuertes críticas a la gestión de los pantanos y de la crecida del Guadalquivir por parte de la Agencia Andaluza del Agua, aunque decidieron no hacer público su malestar para no enturbiar aún más el ambiente y porque consideraron prioritario resolver la situación creada por las inundaciones y atender a las necesidades de centenares de afectados, ya fueran propietarios de viviendas desalojadas o de campesinos que han perdido sus cosechas.

Aunque los responsables políticos de la Agencia Andaluza del Agua, que por primera vez se han enfrentado a una riada tras las transferencias de las competencias sobre el Guadalquivir, han preferido mantenerse en silencio y los andaluces no tenían ningún referente al que mirar en busca de orientación o información durante el temporal y las posteriores inundaciones, poco a poco van trascendiendo datos que ponen en cuestión su proceder en las últimas semanas.

Así, por ejemplo, la presa de Melonares se dejó llenar completamente en tan sólo cuatro días de la segunda quincena de febrero en contra del protocolo de seguridad para un pantano recién construido y que debe ser probado de forma gradual para verificar que no existen fisuras en el muro y funcionan todos sus sistemas. Este protocolo no es gratuito, ya que se han dado casos de aparición de grietas en pantanos durante su período de pruebas (en la provincia de Madrid, sin ir más lejos), por lo que el muro no habría aguantado la presión del agua a plena capacidad.

Mientras los puentes se verifican colocando encima camiones de gran tonelaje repletos de cemento, arena, rocas o cualquier otro material de elevado peso para comprobar su grado de resistencia, los pantanos se prueban  mediante su llenado/vaciado a diferentes cotas, y jamás deben llenarse sin interrupción.

IMPRUDENCIA

A finales de enero, el agua alcanzó en Melonares los 72 metros de altura y un volumen de 83,1 Hm3 (el 46% de su capacidad total, estimada en 180 Hm3), por lo que se procedió a realizar una nueva prueba de carga, con desembalse al río Viar. La siguiente prueba debía realizarse cuando el agua llegara a la cota 78, y la última, cuando alcanzara los 82 metros y la máxima capacidad.

En vez de abrir y cerrar gradualmente la presa, la Agencia Andaluza del Agua cerró las válvulas y permitió que durante el temporal de lluvias de febrero el patano pasara en tan sólo cuatro días del 50% de su capacidad al 104%, con lo que Melonares empezó a desembalsar y, por tanto, a agravar la situación de una cuenca hidrográfica ya de por sí desbordada por el vertido de agua de 60 presas simultáneamente.

Los técnicos de las empresas constructoras de Melonares (Ferrovial y Sando) se echaron las manos a la cabeza al ver la imprudencia temeraria de completar el llenado del pantano en tan sólo cuatro jornadas y sin cumplir el protocolo de seguridad. Si hubieran aparecido fisuras en el muro, poco se hubiera podido hacer ante la presión de una ingente cantidad de agua como la que se había dejado acumular y la que en avalancha venía desde la cuenca alta del río.

Los regantes acusan a la Agencia Andaluza del Agua además de no coordinarse con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, ya que simultáneamente hubo que aliviar el pantano del Pintado, hecho que habría contribuido a agravar aún más la situación de Melonares.

ABIERTO EN VEZ DE CERRADO

Otro caso de manejo desacertado de la situación ha sido el del pantano de Iznájar, situado en el tramo medio del río Genil y considerado por su capacidad de 981 Hm3 como el lago de Andalucía. En foros de Internet se reflejaba la preocupación ciudadana con diálogos como éstos:

-Hola, yo hablo desde la ignorancia, pero ¿no sería mejor que soltasen ya agua de Iznájar? En Ecija el río ahora no llega a los dos metros y el Iznájar está al 90% y subiendo. ¿A qué esperan para desembalsar agua?

-Comprendo la preocupacion en localidades como Ecija, Puente Genil o Palma del Río, pero mirad: las imágenes de Lora son acojonantes. Esperemos que el nivel del Guadalquivir baje al menos entre hoy y mañana y entonces que desembalsen agua de Iznájar. No creo que los encargados de la red hidrográfica sean tan torpes.

-Pues los encargados de Iznájar deberían dejarse de tonterías y empezar a desembarsar yaaa!!!!! Luego les entraran las prisas y empezarán a desembalsar más de lo que el río permite y nos inundaremos en todos los pueblos ribereños. Esto es por una gravísima falta de previsión, sabiendo desde enero que llovería sin parar durante todo el mes de febrero y no dieron largas poco a poco.

Y pasó lo que temían en los municipios ribereños con el río, ya que el Iznájar no fue aliviado cuando la situación era más propicia y, sin embargo, empezó a desembalsar  cuando aún se encontraba al 82% de su capacidad pero con el río Genil llevando 700 m3 de agua por segundo a su paso por Ecija, que se encontraba en estado de máxima alerta por la crecida del río. Este desembalse, que llegó a ser de 60 m3/segundo, agravó la situación río abajo, cuando debió haberse actuado justo al revés: reteniendo agua, ya que aún quedaba margen de llenado (un 18%). La Agencia Andaluza del Agua se percató de su error y trató de corregirlo mediante la posterior reducción del caudal de desembalse a 10 m3/segundo.

LA AGENCIA ANDALUZA DEL AGUA NO

ALIVIÓ PANTANOS CUANDO AÚN TENÍA TIEMPO

La Consejería de Medio Ambiente, de la que depende la Agencia Andaluza del Agua, trató de justificar el desembalse del Iznájar con Écija en estado de alerta (lo lógico habría sido lo contrario) con un argumento que deja en evidencia su actuación en la semanas previas a la reactivación del temporal durante la segunda quincena de febrero. Según Medio Ambiente, si desembalsó de forma controlada 50 m3/segundo del Iznájar, fue como medida de prevención ante la posibilidad de que en días posteriores continuaran las precipitaciones intensas y para evitar riadas en municipios como Puente Genil y Écija.

Justamente la falta de desembalses cuando el tiempo dio una tregua a partir de mediados de enero es de lo que acusaron a la Agencia del Agua alcaldes y regantes que se dieron cita en Palma del Río durante la visita de Griñán y Fernández de la Vega para conocer los daños de las inundaciones. Las mediciones del caudal del Guadalquivir por la presa de Alcalá del Río indican que hasta el 16/17 de enero se registraron unas medias de alrededor de 2.000 m3/segundo (1.800 m3 en estas fechas; 1.959 m3 hacia la festividad de Reyes), pero que entre el 21 de enero y el 15 de febrero aproximadamente el caudal medio descendió de forma muy acusada, con una media incluso inferior a los 300 m3/segundo (416 m3 el día 20 de enero; 112 el día 27).

Aun así, los embalses se hallaban al 75% -80% de su capacidad (en función de cómo se contabilice el de La Breña) y la previsión meteorológica indicaba un nuevo temporal con fuertes lluvias a partir de la segunda quincena de febrero. La Subdelegación del Gobierno en Sevilla envió por entonces al Ejecutivo central a Madrid un informe en que preveía que el Guadalquivir alcanzaría los 3.000 m3/segundo a su paso por Sevilla, pero estos datos no fueron tenidos en cuenta por la Agencia Andaluza del Agua, responsable de la gestión del río tras la transferencia de las competencias, la reivindicación estrella de Chaves durante su última etapa al frente de la Junta.

La Agencia Andaluza tuvo una bonanza climática de veintinco días para haber acompasado los desembalses de pantanos, entonces al 75% de su capacidad en previsión de la segunda gran oleada de lluvias, pero cuando quiso reaccionar ya era tarde. El día 16 de febrero vuelve a llover con intensidad. Para el 20 de febrero, de los 92 embalses de la comunidad autónoma, 52 estaban al 90% de su capacidad, 27 se habían llenado completamente y hubo que aliviar agua de 60 presas, pero ya el caudal del Guadalquivir iba enormemente crecido, hasta el punto de que el día 25 se registraba una media de 2.958 m3/segundo por la presa de Alcalá.

Probablemente el río se hubiera desbordado, pero si la Agencia hubiera sido más previsora, en línea con las estimaciones del Gobierno central y de la Agencia Estatal de Meteorología, las consecuencias de la inundación hubieran sido menos graves, pero los pantanos ya no tenían apenas capacidad de regulación y la de laminación había quedado agotada.

LA JUNTA ACABÓ CON EL MANDO

ÚNICO SOBRE EL GUADALQUIVIR

El modelo organizativo para la gestión de la cuenca hidrográfica del Guadalquivir que a través de la Agencia Andaluza del Agua ha impuesto la Junta de Andalucía una vez conseguidas las tranferencias sobre el río, que históricamente había depositado el Gobierno de la nación en la Confederación Hidrográfica, ha impedido paliar las desastrosas consecuencias del desbordamiento del río durante este temporal de lluvias al faltar un mando único que actuara en tiempo real tomando decisiones y coordinando todo el aparato administrativo.

Históricamente, desde su creación en 1927, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir fue un organismo eminentemente técnico, compuesto por experimentados ingenieros que hicieron del conocimiento y dominio del gran río de Andalucía su ‘leit motive’ con el objetivo de evitar las desastrosas consecuencias de sus desbordamientos y su máximo aprovechamiento para el abastecimiento urbano y los regadíos agrícolas.

Todos actuaban por criterios de eficacia y bajo un mando único nombrado por el Gobierno de la nación pero que se regía por el principio de la profesionalidad. Estos ingenieros fueron los que construyeron los pantanos, las cortas y los muros de defensa y se convirtieron en auténticos expertos en el manejo del río.

La Junta liquidó este sistema para imponer otro descentralizado en que el máximo poder lo ostentan las Delegaciones Provinciales de Medio Ambiente, al margen incluso de los Servicios Centrales en Sevilla, y en que una superestructura de cargos políticos sin acreditada experiencia ha sido colocada por encima de unos ingenieros a los que incluso se les ha prohibido relacionarse con los alcaldes y los regantes, con quienes compartían hasta entonces el día a día de la cuenca hidrográfica en su calidad de servidores públicos.

Las inundaciones han demostrado la ineficacia de la nueva organización, ya que la crecida del río y de los pantanos exigía una coordinación máxima y una capacidad de decisión sobre la marcha de un mando único conforme al principio de unidad de cuenca, que ha sido una de las aportaciones de España al mundo y un modelo imitado en todos los países.

La estructura provincializada y descentralizada se ha demostrado como una rémora a la hora de la toma de decisiones y en estas situaciones el tiempo es oro. La Agencia Andaluza del Agua ha estado además “desaparecida en combate” ante la opinión pública, sin presencia alguna durante el temporal, cuando siempre la Confederación Hidrográfica era el referente natural a la que se volvían los ojos de los andaluces e informaba antes, durante y después de cuanto acaecía en el río. Las deficiencias organizativas pueden taparse en el día a día, pero quedan en evidencia en los momentos críticos, como los que ha vivido la cuenca con este temporal.