Archivo de la categoría: Turismo

Cruceros

Barcelona recibió el pasado fin de semana 64.000 turistas de cruceros, que se gastaron allí 6 millones de euros. Tal ingente cantidad de cruceristas son cuatro veces más que todos los recibidos en Sevilla en 2012, lo cual indica que hay un crucerismo de Champions League, como habría dicho Zapatero, y otro de andar por casa. Y si se compara el número total de cruceristas arribados a la ciudad catalana el pasado año con los nuestros, la diferencia es de 154 a 1. El éxito barcelonés, merecedor de un estudio de la OMT  para ponerlo como modelo a los países emergentes en turismo, se atribuye en la capital catalana al trabajo conjunto de su Autoridad Portuaria y de los empresarios agrupados en el consorcio Barcelona Turisme y a haber sabido captar el mayor mercado emisor, el de EE UU. Y es que mientras los catalanes instan a los americanos a disfrutar de la vida y de Gaudí en Barcelona, cuando Goro Serrano va a Nueva York lo único que se le ocurre es invitarlos a pegarse una pechada de correr en la maratón de Sevilla. Y ya se sabe qué decía Rogelio sobre eso de correr.

 

Espejismo

Deambulaba por la Avenida de la Palmera cuando juro que lo vi. Bueno, o me pareció verlo, de tan inmenso como se aparentaba ante mis ojos. Me los froté varias veces, y hasta me pellizqué, pero la visión continuaba allí, delante de mí, como si con extender los brazos pudiera casi tocarlo en su inmensidad. Un crucero enorme, que por lo menos debía tener unos 140 metros de eslora y unos 20 de manga, se deslizaba majestuoso sobre la lámina de agua para atracar  en el muelle de las Delicias y parecía responder al nombre de L´Austral. En mi alucinación hasta creí divisar turistas sobre sus varias cubiertas, asomados para contemplar las bellezas de nuestra ciudad, y alguno hasta haciendo señales de saludo con sus manos. Naturalmente, comprendí que se trataba de una ilusión óptica, un engaño de mis sentidos, un espejismo. Y es que atendiendo al discurso de la Plataforma ‘Sevilla por su puerto’, que nadie debe cuestionar so riesgo de ser excomulgado, era imposible que grandes barcos como aquel pudieran remontar el río porque aún no se ha hecho el dragado del Guadalquivir.

 

Miopía

Una ‘spin off’  de Málaga gestiona el clúster empresarial Tourism&Health Spain que, tras tres años de investigación y desarrollo de una moderna plataforma tecnológica, aspira a convertir la capital de la Costa del Sol también en la capital del turismo de salud promocionando la cantidad de centros sanitarios allí existentes, sus hoteles, el clima y los equipamientos. De esta manera, Málaga se va a unir/competir con las 55 ciudades del mundo con programas de este tipo y realizar ahora lo que Sevilla pudo hacer y no hizo veinte años antes.

Démosle a la moviola y viajemos al año 1993, el posterior a la Expo. España, que en plan machada ha organizado simultáneamente en un mismo año la Muestra Universal, los Juegos Olímpicos y la Capitalidad europea de la cultura, cae en una crisis casi tan terrible como la actual, que durará al menos cinco años, y Felipe González se ve obligado a devaluar tres veces la peseta para tratar de devolver competitividad al país.

Los modernísimos hoteles construidos para el 92 se cerraban paulatinamente o estaban casi vacíos. Entre ellos, el Al-Andalus, en la prolongación de la Palmera, el segundo más grande de España, con sus 700 habitaciones. Le sobraban por lo menos la mitad. Y entonces, a su dueño, el empresario balear Antonio Coll, se le encendió una bombilla al saber que turistas británicos acudían en cruceros a operarse de cataratas y otras afecciones oftalmológicas en Gibraltar, como ahora van en aviones a los dentistas polacos, por desconfianza en su sistema de salud, más caro y peor.

Coll, viendo que el sector Sur, en que está el Al-Andalus, es el de los hospitales y clínicas de la ciudad (Virgen del Rocío, Militar, Valme, Fátima, Sagrado Corazón, doctor Infantes Alcón y hasta el Colegio de Médicos), intuye el potencial turístico-sanitario de Sevilla y proyecta la reconversión de la mitad de su hotel en una especie de Incosol para turistas ricos: la clínica Reina Mercedes.

En vez de crear un ‘clúster’ en torno a la idea, como ahora en Málaga todo el sector, la Asociación de Clínicas Privadas de Sevilla lanza una campaña en contra, levanta también a los vecinos del hotel por el presumible ruido de las ambulancias, y tumba el proyecto. Coll tira la toalla y, simbólicamente, el hotel. Lo pierde. 

La saga de los oftalmólogos Fernández-Vega ha demostrado cómo una ciudad media como Oviedo puede convertirse en meca del turismo sanitario de alto standing, como proyecta Málaga con su ‘Tourism&health Spain’ y Sevilla despreció hace veinte años por….. miopía.

La Síndone

Abro el periódico y junto a una foto de Gregorio Serrano, el multiusos, aparece el siguiente titular: ‘Sevilla lleva a Fitur una muestra sobre la Sábana Santa de Turín’. ¿No es un contrasentido que por muy interesante que sea la exposición sobre la Síndone turinesa  promocionemos algo foráneo en vez de lo sevillano? Aunque con Goro  ya no me extraño de  nada. Recordarán que en unas Jornadas económicas instó a los empresarios sevillanos a invertir en México en vez de al revés. Y mira que el delegado de Turismo podría publicitar en Fitur, por ejemplo, la exposición sobre García Ramos en el Museo de Bellas Artes o incluso ese invento pictórico-textil municipal sobre ‘Santas de Zurbarán: devoción y persuasión’, pero se presenta en la capital como el mejor embajador de Turín en vez de como delegado de Sevilla. Zoido va a tener que imitar a Bilardo, aquel entrenador argentino que tuvieron los palanganas, y a sus instrucciones al médico y los masajistas blancos, y gritarle desde la bancada municipal: “¡Gregorio, que los coloraos, no los de Turín, son los nuestros!”.

La Síndone

Abro el periódico y junto a una foto de Gregorio Serrano, el multiusos, aparece el siguiente titular: ‘Sevilla lleva a Fitur una muestra sobre la Sábana Santa de Turín’. ¿No es un contrasentido que por muy interesante que sea la exposición sobre la Síndone turinesa  promocionemos algo foráneo en vez de lo sevillano? Aunque con Goro  ya no me extraño de  nada. Recordarán que en unas Jornadas económicas instó a los empresarios sevillanos a invertir en México en vez de al revés. Y mira que el delegado de Turismo podría publicitar en Fitur, por ejemplo, la exposición sobre García Ramos en el Museo de Bellas Artes o incluso ese invento pictórico-textil municipal sobre ‘Santas de Zurbarán: devoción y persuasión’, pero se presenta en la capital como el mejor embajador de Turín en vez de como delegado de Sevilla. Zoido va a tener que imitar a Bilardo, aquel entrenador argentino que tuvieron los palanganas, y a sus instrucciones al médico y los masajistas blancos, y gritarle desde la bancada municipal: “¡Gregorio, que los coloraos, no los de Turín, son los nuestros!”.

Autóctono

El Consorcio de Turismo invitó a 400 turoperadores holandeses a que vinieran a llevarse, según las crónicas, otra imagen de Sevilla distinta de la habitual, “en la que apenas hay hueco para otros monumentos que no sean la Giralda, el Alcázar o la Catedral”. Así que les asignaron  guías  y les dieron libertad  para que eligieran lo que quisieran conocer de la ‘otra’ Sevilla. ¿Por qué se interesaron? ¿Por la torre Pelli, que según sus fans iba a captar el exclusivo turismo de rascacielos? ¿Por las ‘setas’ de la Encarnación, que según Monteseirín iban a atraer hacia el norte del casco histórico los flujos turísticos de la Catedral y el Alcázar? La mayoría se decantaron por la Sevilla del 29, la del apogeo de la arquitectura regionalista, por ser autóctona y difícil de hallar en otra parte, y se sintieron impactados por la obra de Aníbal González. Por mucho que pese a quien pese, los holandeses están hartos de ver rascacielos como el cartujano y cubiertas tipo Metropol, como la de aquella gasolinera de Hamburgo, pero Plaza de España sólo hay una y está en Sevilla.

Anti-bocata

El alcalde de Roma, Gianni Alemano, ha hecho honor a su apellido tan poco mediterráneo prohibiendo que los turistas coman bocadillos al aire libre so pena de multas de hasta 500 euros. La excusa para esta medida contra los turistas-mochileros es que degradan áreas tan emblemáticas como la Plaza de España y la Fontana di Trevi. Algunos han saludado con alborozo el denominado bando ‘anti-panino’ (‘pan’ en italiano) y consideran que Zoido debería emularlo en Sevilla.

De un tiempo a esta parte observo una ofensiva general contra los despectivamente denominados ‘turistas de alpargata’ o ‘de mochila’, pero ¿quién no lo ha sido alguna vez? Y ¿quién que lo fue no ha vuelto luego de otra manera a los sitios que aprendió a amar de esta forma? A ver si vamos a repetir el error de Coral, la central de reservas de la Expo, pensando en que todo el monte del turismo era orégano con precios hoteleros prohibitivos que estigmatizaron  Sevilla con la fama de ser la ciudad más cara de Europa.

Sin recurrir a esta humilde forma de viajar, ni yo ni muchos otros habríamos conocido otras ciudades del mundo, Roma entre ellas. He comido bocadillos y pizzas en todos los lugares ahora prohibidos por el alcalde romano: desde a la sombra de los pinos del Capitolio hasta bajo la columnata de Bernini en el Vaticano. Y sin dejar nunca un papel o una botella en el suelo, porque la humildad no está reñida con el respeto y la limpieza.

Curiosamente, el bando de Alemano ignora otro fenómeno similar al que sufrimos en Sevilla y que es tan perjudicial para los espacios nobles como el turismo de los pobres: la invasión de las plazas públicas por los veladores, que allí denominan ‘mesas salvajes’. Los restaurantes de, por ejemplo, la plaza Navona cada vez abarcan más sitio para ofrecer a los turistas que pueden permitírselo sus platos de pizza como aquí los de paella, incrementando de paso la presión sobre las tres maravillosas fuentes existentes. El Ayuntamiento, sin embargo, hace la vista gorda. Pasar o no pasar por caja, ésa es la cuestión y no tanto el celo por el patrimonio.

Miremos a nuestro alrededor: a nuestras calles, plazas, parques, jardines en temporada baja turística, y a los entornos de los estadios de fútbol cada domingo, no frecuentados precisamente por visitantes foráneos pero que devienen en basureros al aire libre. Si Zoido tuviera que emular a su homólogo romano no sé yo si se impondrían más multas por ensuciar la vía pública a los nativos de Sevilla o a los turistas mochileros.

 

Quite

Si aún no se hubieran fallado los premios de la temporada taurina, sin duda alguna el delegado de Urbanismo, Max Vílchez, sería uno de los candidatos al del quite providencial, con la singularidad de que se lo ha hecho a sí mismo y no a un tercero. No de otra forma que un autoquite cabe interpretar la convocatoria urgente el otro día de una rueda de prensa para informar de que Fran Rivera y Carlos Herrera habían presentado mejor oferta que sus rivales para el mercado gourmet del Barranco…. aunque el concurso no se fallaba hasta una semana después. Se trataba de eclipsar el escándalo de la subida de tasas que preparaba Urbanismo y que le reventó el PSOE, porque ¿desde cuándo se convoca una rueda de prensa para informar sobre unas ofertas en vez de sobre la adjudicación propiamente dicha? Pero bien mirado, si en su tiempo se hubiera informado previa y públicamente ante los medios de que la oferta de Noga superaba en 62 millones de euros a la de de la filial de Sando en el concurso convocado a tal efecto quizás nos habríamos ahorrado el escándalo Mercasevilla.

Cruceristas

El Ayuntamiento anuncia con trompeterío triunfalista la reactivación de su nuevo invento, el ‘Cecop de cruceros’, con motivo de la próxima arribada al puerto de un barco con turistas. Habrá un despliegue de la Policía Municipal  en los extremos del muelle de las Delicias, en la apertura del puente levadizo y alrededor del buque, cuyos pasajeros gozarán de un servicio de vigilancia especial durante sus movimientos por la ciudad, así como de un trato VIP en el Prado de San Sebastián para sus conexiones con el aeropuerto y de una parada reservada  de taxis en el Paseo de las Delicias. Asimismo, habrá un zafarrancho de limpieza para dejar Sevilla en estado de revista a su paso. Ante tanta alfombra roja pensé que desembarcarán miles y miles de turistas, pero resulta que son tan sólo 400. Vamos, que cabrían en únicamente  siete autocares y serán muchísimos menos visitantes que los que celebran en un fin de semana el Día de cualquier pueblo en Isla Mágica, pero al Ayuntamiento ni se le ocurre barrer la puerta del Parque Temático. Como no se les llama cruceristas…..

La zapata de Triana

El delegado de Empleo, Economía, Fiestas Mayores y Turismo (no sé si me he dejado alguna competencia más en el tintero) del Ayuntamiento de Sevilla, Gregorio Serrano, ha criticado la “hipocresía” de la Junta de Andalucía en relación con el polémico proyecto del alicatado con un mural cerámico de la zapata de Triana, por “dejar ahora en manos del Ayuntamiento toda la responsabilidad (del proyecto) cuando tiene el liderazgo del plan turístico”.

Según Serrano, para el que la ubicación del lienzo de azulejos “depende del proceso de diálogo con vecinos y entidades”, el mural “fue una obra licitada y consentida por la Junta en el marco del Plan Turístico de Sevilla y no entendemos -añadió- que antes se estuviera de acuerdo y ahora no”.

El mural en el malecón trianero se ha convertido en toda una metáfora del proceder político del Ayuntamiento presidido por Juan Ignacio Zoido, más atento al afán de protagonismo inmediato y a hacerse la foto que a atender a otras consideraciones de índole cultural y económica.

AL MARGEN DE LA JUNTA

Si ahora resulta que es la Junta de Andalucía la que tiene el liderazgo político del Plan Turístico de Sevilla, en cuyo marco se habría aprobado la instalación de este gran mural que desfiguraría la imagen tradicional que ofrece la calle Betis desde hace un par de siglos, ¿cómo es que nada menos que tres delegados municipales, el propio Serrano; Francisco Pérez, ‘alcalde’ de Triana, y Maximiliano Vílchez, responsable de Urbanismo, lo presentaron a bombo y platillo la pasada primavera y sin participación de ningún representante del Gobierno andaluz? ¿Cómo debería calificarse entonces la iniciativa del Ayuntamiento? ¿Deslealtad institucional? ¿Afán de protagonismo? ¿No habría puesto Gregorio Serrano el grito en el cielo en caso de que la Junta hubiera dado un golpe de mano como el suyo y hubiera presentado en solitario a los medios de comunicación un proyecto cuyo liderazgo correspondiera al Consistorio?

Aunque fuera verdad lo que ahora, que no desde el principio ni a lo largo de estos meses de polémica, ha dicho Gregorio Serrano, su tesis es inaceptable desde el minuto uno, o sea, desde el momento en que el Ayuntamiento le arrebató el proyecto a la Junta de Andalucía e hizo bandera del mismo ante la opinión pública pensando en que la idea iba a ser tan aplaudida en Triana y en el resto de Sevilla como el ‘mapping’ que proyectó en Navidad sobre la fachada de las Casas Consistoriales.

Aunque fuera verdad que la Consejería de Turismo aprobó, como reconoce, el presupuesto del Plan Turístico de Sevilla pero no más, y en cuyo capítulo de señalética se habría incluido esta innecesaria y costosa -máxime en los tiempos de gravísima crisis económica que estamos viviendo- rotulación en Triana, el proyecto tiene una afección al patrimonio histórico-artístico tan obvia hasta para el más profano que escapa a la competencia de la Consejería de Turismo y que ha de someterse al dictamen previo (subráyese lo de previo) de la Comisión Provincial del Patrimonio de la Consejería de Cultura, un trámite que el Ayuntamiento soslayó desde el principio en una práctica que recuerda los peores vicios de la etapa de Monteseirín.

PARADOJA

Por tanto, puede producirse perfectamente la paradoja, incomprensible para Gregorio Serrano, de que el consejero de Turismo Luciano Alonso no vetara desde la perspectiva de su Departamento que se incluyera Triana en el plan señalético-turístico y que, posteriormente, el mismo Luciano Alonso, ya investido con la responsabilidad de la Cultura andaluza, objete la adulteración del paisaje tradicional de la calle Betis y la zapata con la instalación de este mural, primero de una serie, de gran tamaño.

‘Mutatis mutandis’, el delegado de Economía del Ayuntamiento de Sevilla, Gregorio Serrano, se entusiasmaría ante la posibilidad de que una gran multinacional ofreciera una cantidad multimillonaria por que se la autorizara a colocar su publicidad en el Real de la Feria de Abril, pero el delegado de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, casualmente también Gregorio Serrano, vetería la propuesta sin caer en la esquizofrenia, sabedor de que vulneraría la Ordenanza de la Feria, cuya aplicación es de su competencia.

CONTUMACIA

El segundo aserto de Gregorio Serrano, ése de que “la ubicación del mural depende del proceso de diálogo con vecinos y entidades”, es una burla a la inteligencia. El Ayuntamiento no ha dialogado con nadie: lo suyo ha sido un monólogo. Si hubiera dialogado previamente, y vuelvo a subrayar lo de previamente, le habría bastado con constatar el rechazo de amplios sectores ciudadanos y culturales de la ciudad, opuestos a que se altere la visión tradicional de Triana, para haber renunciado a la iniciativa, bienintencionada pero errónea. Y no habría pasado nada. Al revés: más que probablemente se habría ganado el aplauso general (el consejero Llera hasta recibió parabienes por reconocer que no había un euro para seguir mareando la perdiz con la Ciudad de la Justicia) por haber sabido rectificar a tiempo y escuchado la opinión ciudadana.

Sin embargo, la soberbia de los políticos es tal que la mayoría prefiere la contumacia en el error antes que dar su brazo a torcer. Para aparentar el inexistente diálogo, hasta todo un profesor universitario como el delegado trianero, Francisco Pérez, se inventó unas Jornadas patrimoniales en que sólo dio voz a la parte interesada en el proyecto y alineada con las tesis municipales. ¿Diálogo o monólogo?

HECHOS CONSUMADOS

En una política de hechos consumados, sin tener en cuenta el posible dictamen negativo de la Consejería de Cultura ni atender los miles de firmas en contra del proyecto, el Ayuntamiento encargó bajo cuerda a una fábrica de Castellón los azulejos para el mural supuestamente trianero, con lo cual ha incurrido en un nuevo despropósito y dejado en evidencia su argumento de que con este proyecto también pretendía realzar la artesanía cerámica tradicional del arrabal. El mural ni siquiera está hecho en Triana, y en vez de fomentar la artesanía local hemois acabado fomentando la de Castellón de la Plana.

Gregorio Serrano, pues, ha aludido a un supuesto proceso de participación ciudadana para decidir sobre el mural cerámico que no es más que un paripé, una pantomima, pues ya estaba todo atado y bien atado y los azulejos, traídos desde Castellón y almacenados aquí a la espera de su colocación final, prevista para este mes de septiembre.

SEÑALÉTICA SIN IMPACTO

Ahora, para salvar la cara pero para demostrar que el mural se va a colocar en Triana pese a quien pese, Zoido se muestra dispuesto a buscar un emplazamiento alternativo al malecón, lo cual no hace más que ratificar la innecesariedad de un proyecto con un presupuesto global de 180.000 euros y en el que ya se habrían gastado 60.000. ¿Acaso no saben los turistas dónde está Triana, aunque no haya mural alguno en la zapata? ¿Necesita Roma colocar un mural de gran tamaño en el malecón del Tíber para indicar dónde está el Trastevere? ¿O París en el malecón del Sena para señalizar el Barrio Latino o cualquier otro? ¿Y por qué no instalar en justa correspondencia otro gran mural cerámico en la pared del Paseo Alcalde Marqués del Contadero, para indicarles a los turistas ‘trianeros’ dónde está Sevilla?

Por el contrario, lo que sí necesitan Triana y Sevilla es que se rotulen cuantos más tramos de avenidas y calles en sus intersecciones con otras vías públicas, mejor, como, por ejemplo, hace de forma modélica Salamanca, para que los turistas no se confundan y nuestro nomenclátor responda a lo que viene en los mapas. Serían pequeñas actuaciones, baratas y de grandísima utilidad para nuestros visitantes, pero, claro, no permitirían a los políticos de turno hacerse la foto como la que se harían ante un mural de gran tamaño como el que desfiguraría el paisaje histórico de Triana y cuya única función sería señalizar lo obvio.