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Metamorfosis

Zoido hizo muy bien al recibir en el Ayuntamiento y confortar en nombre de los sevillanos a los padres de Marta en el tercer aniversario de su muerte y desaparición. A partir de entonces, el también alcalde de Sevilla, magistrado en excedencia y exdecano de los jueces cometió el garrafal error de ponerse al frente de la manifestación que reprobó la sentencia dictada por sus colegas conforme a la ley existente y a las (falta de) pruebas en el juicio. En la marcha avalada por el también alcalde con su presencia se corearon gritos como ‘¡Aquí no hay Justicia; esto es una mafia!’, ‘¡Esta sentencia es una vergüenza!’ y ‘¡Jueces y abogados, os habéis equivocado!’ ¿Por qué Zoido, todo un juez, se integró entre quienes cuestionaban a gritos a la Justicia en un Estado de Derecho? Decía Agnelli, patrón de la Fiat: “Cuando un peatón se sube a un coche, ya no piensa como peatón, sino como conductor”. Zoido, subido al carro del Poder, no vio 40.000 manifestantes desde las ventanas del Ayuntamiento, sino 40.000 votantes. Zoido ya no piensa como juez, sino como político.

La metamorfosis de Torrijos

Con la verborrea salpicada de demagogia que le caracteriza cuando le interesa, Torrijos insiste en el ‘Pacto por Mercasevilla’ para que recupere su imagen corporativa “deteriorada por ser centro de un debate partidario”. No te confundas ni trates de confundirnos, Antonio. El debate político y democrático es la lógica consecuencia, que no la causa, tras el deterioro de esa imagen corporativa, motivado por las comisiones ilegales, la presunta venta fraudulenta del terreno con un menoscabo de miles de millones de las antiguas pesetas y demás cuentas de un rosario de escándalos, como el reparto de las cestas con 23 kilos de mariscos por Navidad. Giovanni Agnelli, el patrón de la Fiat, decía que el peatón que se sube a un coche ya no piensa como peatón, sino como conductor. El discurso de Torrijos obedece a esa misma metamorfosis: la que sufren quienes cuando estaban en la Oposición exigían “luz y taquígrafos” a las primeras de cambio y ahora, en cuanto se suben al coche oficial, piden pactos de silencio escudándose en “la responsabilidad institucional”.