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Perspectiva

Ahora que Zoido ha puesto de moda la Plaza de España con su petición de que sea Patrimonio de la Humanidad es cuestión de ver cómo en Sevilla se desprecia desde el paisaje (a la torre Pelli me remito) hasta los más pequeños detalles, al contrario que en otras urbes. El espectador que en París se coloque ante la pirámide del Louvre podrá observar perfectamente alineados, sin que rompa la maravillosa visión obstáculo alguno, los arcos del Carrusel, el Triunfo y la Defensa ¡a lo largo de 10 kilómetros!. En la Plaza de España, a Monteseirín (quién si no) se le ocurrió colocarle una estatua a Aníbal de forma tal que destroza la completa panorámica que del monumento se tenía a lo largo del eje que a través del Parque lo conecta con la Avenida de La Palmera. Y ya en ésta, un bloque blanco al fondo rompe el horizonte y la sensación de infinitud, como también rompe la visión que de la Puerta de Jerez se tenía desde el puente de San Telmo la marmórea fuente de los poetas, promovida asimismo por el anterior alcalde. La asignatura pendiente de Sevilla se llama perspectiva.

 

Gaudí versus Aníbal

Antonio Gaudí es el máximo exponente del modernismo catalán. Aníbal González, el de la arquitectura regionalista andaluza. Mientras que Barcelona ha sabido convertir a Gaudí en un mito universal y en una marca turística que le reporta ingentes beneficios, Sevilla ha sido incapaz de proyectar a su arquitecto más reconocido a un estrellato internacional que por su categoría, sin duda, merece. Y éso que, en contraste con Aníbal, Gaudí fue repudiado por los arquitectos catalanes posteriores. De ese olvido temporal no tardó demasiado en pasar a la canonización artística e incluso a ser objeto de un proceso de beatificación por su acendrado catolicismo.

El dispar tratamiento que Sevilla y Barcelona otorgan a sus dos máximos arquitectos es otra muestra de las diferencias entre ambas ciudades. Veamos algunas razones de por qué hoy Gaudí, cuyo genialidad es indiscutible, es un arquitecto mundialmente reconocido mientras que Aníbal se ha quedado constreñido a los límites de Sevilla.

CREACIÓN DEL MITO

En Barcelona se creó hace 61 años una Asociación de Amigos de Gaudí y cuatro años después una Cátedra Gaudí (a la que el Rey Juan Carlos otorgó en 1987 el título de Real) en la Universidad Politécnica de Cataluña , ambas con el fin de estudiar, preservar y divulgar la obra del arquitecto, labor que influyó en que el Gobierno declarara 17 de sus trabajos como monumentos nacionales, rompiendo la tradición de la época de que esta distinción no se otorgara hasta pasado al menos un siglo desde su ejecución.

En 1976, por el cincuentenario de su muerte, Asuntos Exteriores organizó una gran muestra Gaudí, que fue paseada por el mundo como tarjeta de presentación de la España predemocrática tras la muerte de Franco.

La capital catalana aprovechó el 150 aniversario del nacimiento del arquitecto de Reus para convertir 2002 en el Año Gaudí, con un programa de 300 actividades que atrajo a Barcelona a 5,8 millones de turistas.

Su figura se exprimió al máximo, con exposiciones como ‘Universo Gaudí’, llevada a Madrid (302.000 visitantes); ‘Gaudí, arte y diseño’ (217.894 visitantes) y ‘Gaudí. La búsqueda de la forma’ (155.000). Se compuso y representó un musical ‘Gaudí’, cual si se tratara de ‘Evita’, y se crearon los premios con su nombre para distinguir a las mejores películas del cine catalán. Asimismo, se editaron 90 libros sobre su vida y obra, se publicaron 3.500 reportajes en prensa y se emitieron 300 entrevistas radiofónicas y 50 horas de televisión, con un valor de 29 millones de euros si hubiera habido que pagarlos como publicidad.

UNA MARCA TURÍSTICA

Gracias al Año Gaudí, las visitas a los monumentos que proyectó crecieron entre un 21% y un 50%. En la Sagrada Familia se superaron los 2 millones de turistas y en La Pedrera se aproximaron al millón. En resumen, se consolidó una industria turística  en torno al arquitecto y su obra en continuo crecimiento (3,23 millones de visitantes a la Sagrada Familia en 2012), con un impacto  de decenas de millones de euros en la ciudad, hasta el punto de que el Ayuntamiento calificó el evento como “el de mayor incidencia internacional después de los Juegos Olímpicos de 1992”. Barcelona se propuso, además, que toda la obra gaudiniana fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Va camino de lograrlo, porque ya hay siete edificios que han recibido tal distinción.

Frente a este apabullante despliegue, ¿qué amigos y cátedras tiene Aníbal González? Sevilla ha perdido todas las oportunidades posibles con su figura: el centenario de su nacimiento (1976), y el cincuentenario (1979) y septuagésimo quinto aniversario (2004) de su muerte.

EL CENTENARIO

Ahora se presenta una ocasión de reparar estos olvidos porque en 2014 se cumplirán 100 años desde el inicio de su obra emblemática, la Plaza de España, y de la inauguración del Parque de María Luisa, cuya Plaza de América lleva también la impronta de nuestro genial artista con el Pabellón Real y los museos Arqueológico y de Artes y Costumbres Populares.

Existe, sin embargo, el riesgo de que la efemérides se convierta en motivo de bochorno, porque la Plaza de España, en cuya restauración se invirtieron hace dos años cerca de 10 millones de euros, vuelve a ser objeto del vandalismo. Para paliar sus efectos y honrar la memoria de Aníbal González, su familia ha propuesto la creación en los bajos del monumento de un museo a él dedicado al gran arquitecto, a la arquitectura regionalista sevillana y a la Exposición de 1929.

UN MUSEO

Estiman los descendientes que si cada turista del millón que visita la Plaza cada año pagara un euro por entrar en el museo se recaudarían un millón de euros con que sufragar la vigilancia del recinto, amén de la Plaza de América y del Parque de María Luisa, al tiempo que se crearían puestos de trabajo y se dotaría a Sevilla (la visita de los sevillanos sería gratuita) de otro atractivo cultural y turístico.

Barcelona, una vez más, se nos adelanta con su proyecto de acotar la parte monumental del Parque Güell, obra de Gaudí, para cobrar después del verano las visitas turísticas al precio de 8 euros, con una estimación de ingresos de 140.000 euros diarios.

Un museo sobre el arquitecto sevillano en la Plaza de España sería sólo una muestra de lo que podría hacerse (rutas, puesta en valor del resto de su obra, exposiciones, libros….) dentro de todo un ‘Año Aníbal’ en 2014 y que bien podría comisariar Benito Navarrete, tras su experiencia con las ‘Santas de Zurbarán’, o Víctor Pérez Escolano, con el objetivo de vindicar y potenciar la obra y la figura del Gaudí sevillano.

 

Sin (2)

Crónicas periodísticas han reflejado la visita de Zoido al Parque de María Luisa, previamente sometido a un zafarrancho de limpieza y a un lavado de cara,  en los términos que a continuación se exponen. El alcalde anunció un plan para rehabilitar el Parque de cara al centenario de su cesión por la Infanta a la ciudad, que se conmemorará en 2014, pero sin ofrecer detalles sobre cómo y de dónde saldrán los fondos. El alcalde anunció que el Parque será escenario de actividades culturales, deportivas y escolares, sin precisar ninguna de ellas. El alcalde volvió a anunciar el programa para la vigilancia del recinto y de la Plaza de España, pero sin aportar fechas ni desarrollo pese a que los destrozos vandálicos vuelven a ser  visibles en la obra de Aníbal González.  O sea, lo mismo que ocurre en tantos otros aspectos y ocurrió en el reciente debate sobre el estado de la ciudad: anunció una rebaja generalizada de los impuestos pero sin concretar en qué cuantía. Me da la impresión de que en Sevilla hemos pasado de un sin alcalde (Monteseirín) a un alcalde sin (Zoido).

Autóctono

El Consorcio de Turismo invitó a 400 turoperadores holandeses a que vinieran a llevarse, según las crónicas, otra imagen de Sevilla distinta de la habitual, “en la que apenas hay hueco para otros monumentos que no sean la Giralda, el Alcázar o la Catedral”. Así que les asignaron  guías  y les dieron libertad  para que eligieran lo que quisieran conocer de la ‘otra’ Sevilla. ¿Por qué se interesaron? ¿Por la torre Pelli, que según sus fans iba a captar el exclusivo turismo de rascacielos? ¿Por las ‘setas’ de la Encarnación, que según Monteseirín iban a atraer hacia el norte del casco histórico los flujos turísticos de la Catedral y el Alcázar? La mayoría se decantaron por la Sevilla del 29, la del apogeo de la arquitectura regionalista, por ser autóctona y difícil de hallar en otra parte, y se sintieron impactados por la obra de Aníbal González. Por mucho que pese a quien pese, los holandeses están hartos de ver rascacielos como el cartujano y cubiertas tipo Metropol, como la de aquella gasolinera de Hamburgo, pero Plaza de España sólo hay una y está en Sevilla.

Excusatio

El (sin) alcalde inauguró las obras (nunca mejor dicho, porque están sin acabar) de la Plaza de España y se vanaglorió de que recupere el aspecto original concebido por Aníbal González, su estampa en  la Expo del 29, conforme a “fotos muy antiguas”. Y el (sin)  dijo: “Nunca hemos destruido nada antiguo por hacer algo nuevo. Sólo lo hemos hecho en zonas destruidas o deterioradas, como la Encarnación o la Alameda”. Tal como reza la locución, ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’. ‘La piel sensible’, la biblioteca a costa de jardines del Prado, la Alameda….Pero, hombre, Alfredo, ¿con qué cara puedes decir que no te has cargado nada? Aunque hubiera estado destruida, que no era el caso, el estado de la Alameda no justificaba que la hayas convertido de paseo romántico en el remedo del paseo marítimo de Islantilla. Deberías haberla recuperado conforme a esas estampas antiguas que citas. ¿Por qué lo que vale para la Plaza de España no valía  para la Alameda? Te has cargado paisajes urbanos y, con ellos, parte de la memoria histórica y sentimental de Sevilla.