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Comodidad

Decían de Arafat que nunca perdía una oportunidad de perder una oportunidad, en alusión a que cada vez que era factible un acuerdo de paz con Israel daba un paso atrás en vez de al frente. Pues el (sin) alcalde, igual. Cada vez que Monteseirín tiene una oportunidad de desmarcarse de Torrijos, y de paso desmarcar al PSOE de IU ahora que vienen las municipales, la desaprovecha, víctima del síndrome de Estocolmo. Le pasó con el edil piquetero y, ahora, con el propio Torrijos. En plena tormenta por la foto de la mariscada impropia (como esas competencias que dicen asumen los ayuntamientos sin corresponderles) de Bruselas , el (sin) declara que se siente “muy cómodo” gobernando con IU. ¿A qué viene este capotazo? Pues porque, al igual que en el episodio de las uvas del Lazarillo de Tormes, cuando el (sin) se iba de hoteles de cinco estrellas y de viajes transoceánicos a Brasil y al Mundial de Suráfrica, y al Eurobásquet de Polonia, Torrijos guardaba silencio. Por eso el (sin) está tan cómodo. Ha descubierto al cabo que son tal para cual.  Hoy por ti y ayer por mí.

Gañote

La prueba de que Sevilla está sin alcalde -mientras los demás viven en guardia para defenderse con uñas y dientes de los recortes del Gobierno- es que Monteseirín se ha largado tres días con el Sevilla F.C. a la final de la Copa en Barcelona y no se le ha echado en falta. ‘Amar es notar la ausencia’, rezaba el lema de la película ‘Love story’. Si no se nota la ausencia, cabe inferir que hace tiempo que no hay (¿lo hubo alguna vez?) ‘feeling’ entre Sevilla y Alfredo. Bueno, ni entre Alfredo y el PSOE. Y para una vez que estaba justificado el viaje institucional del (sin) con cargo a las arcas municipales para sentarse en el palco junto al Príncipe, va y, como el cartero, mete la pata dos veces. La primera, al decir que iba para representar a los que no se lo podían pagar. Eso es mentar la soga en casa del ahorcado por la crisis. Y la segunda, al confesar que viajaba a gastos pagados por Del Nido. Osea, Turquía segunda edición. Parafraseando lo que se decía de Arafat, Monteseirín nunca pierde la oportunidad de perder la oportunidad de viajar de gañote.