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La roncha

Todavía no ha hecho Zoido su anunciada auditoría ‘de infarto’ y ya afloran como setas las ronchas ocultas por Monteseirín bajo las alfombras. De momento se ha descubierto una lápida de 21 millones de euros en Urbanismo, de los que al menos 15 millones son imputables al imputado Marchena, de sus tiempos como gerente. Y eso que disfrutó de lleno la época de las vacas gordas, cuando del ladrillo manaba leche, miel y langostinos a mayor satisfacción del valido, conocido por su gran afición a las pinceladas al centro a costa del contribuyente o del especulador de turno. Monteseirín le puso un sueldo de 170.000 euros con la excusa de que era un gran gestor, y dijo que aún le parecía poco. El ‘cienmileurista’ ha multiplicado ciento por uno, pero con signo negativo, cada euro cobrado a los contribuyentes, pero ni se inmuta. Al igual que su jefe decía que no entendía de leyes porque era médico, él podrá alegar que de números y contabilidad no entiende porque, al fin y al cabo, es sólo un geógrafo ‘bon vivant’ que se dedicó a cartografiar los restaurantes de Sevilla.

 

La auditoría

El (sin) alcalde saliente y ya (ex) alcalde, al que cuando sólo le quedaban dos telediarios todavía estaba lanzando sus cargas de profundidad a babor y estribor, ha dicho  que el anuncio de Zoido sobre  una auditoría al Ayuntamiento al margen del interventor es una prevaricación. Vamos a la moviola. Cuando Monteseirín ganó por mayoría simple las elecciones del ‘urbanismo bajo sospecha’ a sus socios del PA, él y/o el PSOE anunciaron una auditoría en la Gerencia. Aquello ¿no era prevaricación? No la hizo porque habría sido tanto como auditarse a sí mismo, ya que como alcalde del gobierno coligado era él el máximo responsable de todo, del urbanismo y también de la sospecha. Lo sospechoso ahora es el pánico del (ex) a una auditoría externa al margen del interventor. Un interventor nombrado bajo su mandato,  que confesó que se la habían dado con queso en el caso Mercasevilla y al que Monteseirín se la ha colado una y otra vez con facturas millonarias sin consignación presupuestaria. Seguro que aunque saliera una auditoría de infarto, el (ex) diría que él no tiene nada que ver, a pesar de ser médico.

 

La mesa camilla de Mercasevilla

Torrijos reconoce que los gerifaltes de Mercasevilla (Mir y Maymó) han decidido saltarse a la torera el acuerdo de la Ejecutiva de una  auditoría en la empresa de los escándalos por ser muy costosa y no aportar nuevos datos. Así, dos señores en una mesa camilla deciden en Mercasevilla (perdón por el pareado, pero es que Torrijos me lo ha puesto a huevo) digan lo que digan los demás (como cantaba Raphael) y pida lo que pida la juez; y al vicepresidente tan amante de las formalidades (el propio Torrijos) le parece de perlas. Y también de perlas que previamente Maribel Montaño hubiera hecho el paripé de correr  sin siquiera despeinarse al Juzgado a entregarle a la magistrada en sobre lacrado un documento que ni es auditoría ni es ‘ná’. No hay un euro para auditorías, no vayan a resultar  de infarto, pero sí para, como diría Lopera, la ‘tonta’ del alcalde, Giralda TV. Y no hay auditorías porque Torrijos es tan preclaro que ya sabe el resultado. Osea que prejuzga la realidad, y al prejuzgar asume el rol de la juez en plan Charles Bronson: “Yo soy la Justicia”.

Un derecho de 700.000 sevillanos

Zoido denuncia que se ha silenciado una reunión de la Ejecutiva de Mercasevilla y, maliciándose que hubiera visto la auditoría encargada a Deloitte a raíz del escándalo de las comisiones y la venta de suelo por 56 millones menos de la cuenta, le pide a Monteseirín una copia. Maribel Montaño hace honor a su apelativo de la ‘portacoz’ del gobierno y con cajas destempladas dice que Zoido “no tiene derecho alguno” a exigirla. ¿Cómo que no? Mercasevilla es empresa pública municipal y como tal sus dueños son los sevillanos. El Ayuntamiento, pues, debe rendir cuentas no sólo a Zoido, sino a cualquiera de nosotros y ser una casa de cristal por transparente. Si no tuviera nada que ocultar no tendría reparo incluso en colgar el documento en Internet, pero como es deliberadamente opaco ha dejado fuera de las empresas municipales a la Oposición. Ya puestos, Zoido, que ganó las elecciones, tiene más derecho que la Montaño a ver la auditoría: él fue elegido por los sevillanos mientras que ella fue nombrada a dedo por Monteseirín y se limita a ser ‘la voz de su amo’.