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El día en que inauguró el parque Vega de Triana, Zoido hizo un llamamiento contra el vandalismo. En este sentido, serían dignas de imitación las campañas de etiquetado del mobiliario urbano con su precio de adquisición para prevenir actos vandálicos y que, entre otros, han realizado ayuntamientos como el de Pamplona y el de Miajadas (Cáceres). Con el lema ‘Cuidar tu ciudad no te cuesta nada, a Pamplona 1.500.000 euros’, escolares pamplonicas colocaron gigantescas etiquetas que llevaban impreso el coste de bancos, farolas, papeleras….Además, las colocaron, a modo de pegatinas, en las zonas verdes para indicar el desembolso que supone al Lipasam de la ciudad de los sanfermines la retirada de los excrementos de perros, y en paredes y monumentos, para que la gente supiera el importe de  la factura de eliminar las pintadas. Claro que, bien mirado, Zoido ha ido mucho más lejos que sus homólogos de Pamplona y Miajadas: ha inaugurado el nuevo parque Vega de Triana sin bancos, farolas y papeleras. Así también se ha ahorrado el coste de las etiquetas antivandálicas.

 

Imán de madera

En el nuevo capítulo del culebrón sobre los bancos de la Alameda de Hércules que nos está entreteniendo en  esta ‘rentrée’ y que al Ayuntamiento le gustaría fuesen de quita y pon (la delegada Asuidea ‘dixit’) para así contentar a tirios y troyanos, el mobiliario urbano ha sido repuesto pero en un sitio distinto y distante y en menor número que antes, lo que ha sido considerado ‘casus belli’ por una facción del vecindario y garantiza la continuación de esta apasionante telenovela municipal. Además, ha aparecido en escena un nuevo despropósito: cambiar de lado la puerta del parque infantil. Empezamos por los bancos y ya vamos por las puertas. ¿Qué será lo siguiente? ¿Las farolas porque atraen a las polillas? Lo más peregrino es el argumentario para justificar estos viajes de ida y vuelta: esos elementos funcionaban como “un imán de ruidos”. ¡Eureka! ¡Qué gran descubrimiento! El Ayuntamiento ha inventado una figura administrativa nueva. A partir de ahora podrá declarar unas calles  como zonas acústicamente saturadas, y otras,  como zonas saturadas de bancos.

 

 

Muerto el perro

La versión oficial de la delegada del distrito municipal Casco Antiguo, Amidea Navarro, sobre la polémica retirada de los bancos colindantes con un parque infantil en la Alameda de Hércules es que se ha debido a las quejas de otros vecinos, motivadas porque aquéllos eran utilizados durante las noches para la celebración de botellonas y juergas musicales, con lo que los residentes más cercanos necesitaban hasta ingerir pastillas para poder dormir. Insólito. La idea de Amidea es que el causante del problema es el mobiliario urbano y el parque donde juegan los niños en vez de los niñatos de la movida, así que muerto el perro (retirados los bancos), se acabó la rabia. Como el Ayuntamiento de Zoido es incapaz de obligar a cumplir la ley antibotellona aprobada por el Parlamento andaluz en tiempos de Evangelina Naranjo de consejera de Gobernación (Zoido empieza a parecerse en esto peligrosamente a Monteseirín) y de imponer el orden público en la Alameda, la toma contra los objetos en vez de contra los incívicos y los vándalos. Como  los bancos no votan, son botados.

Farolas, bancos y catenarias

El sino de Zoido parece estar ligado al mobiliario urbano. Si preparó su asalto al Poder elevando a razón de estado desde el banco de Bellavista hasta la basura de El Vacie, ya como alcalde electo ha vuelto a situar en el centro de la escena política los elementos funcionales/decorativos de las plazas al anunciar su intención de retirar paulatinamente las  popularmente conocidas como farolas-ducha y bancos-Ikea que Monteseirín instaló en la Alfalfa, Pan y Pescadería por el proyecto de ‘La piel sensible’, eufemísticamente denominado de recuperación de estos espacios  cuando significó su completa transformación estética y un gasto global, incluyendo cambio del pavimento, superior a los 3 millones de euros.

El nuevo alcalde  cree hacerse eco de la opinión de gran parte de los sevillanos –sus veinte concejales avalan el refrendo mayoritario a sus postulados- al expresar su propósito de “recuperar la coherencia y la armonía en el casco histórico tras las improvisaciones” del gobierno PSOE-IU, por lo que repondrá las clásicas farolas fernandinas y los bancos de forja, bien cuando haya disponibilidad presupuestaria, bien cuando el deterioro de este mobiliario –muy acusado en el caso de los bancos de madera, material inapropiado para nuestro clima salvo que sea objeto de un mantenimiento continuo- así lo aconseje.

Según Zoido, en ningún caso se va a derrochar un solo euro, porque los elementos sustituidos se aprovecharán en otras zonas de la ciudad más acordes con su diseño vanguardista.

 

CASI 400.000 EUROS

 

 

Espadas, el líder de la Oposición, ha calificado el anuncio del nuevo alcalde de “despilfarro” porque a su juicio supone la sustitución de algo que no está en mal estado, cuando hay que atender otros asuntos más urgentes. Asimismo, ha criticado a Zoido por querer trasladar a otras zonas el mobiliario urbano que no le guste para el casco antiguo, con lo que está practicando una política “de escaparate”.

Las farolas y bancos objeto de esta controversia fueron instalados hace tan sólo cuatro años, pese a lo cual los segundos ya muestran evidentes señales de un acusado desgaste.

El gobierno saliente ha filtrado que sólo las 17 farolas-ducha y otros tantos bancos-Ikea en las tres plazas  costaron 390.000 euros, IVA incluido, un precio aparentemente excesivo para el escaso número de unidades adquiridas y su cuestionable calidad.

 

FAROLAS POR CATENARIAS

 

Espadas  ha olvidado la existencia de un precedente en la era de Monteseirín, el mismo que en otro de sus funambulismos políticos incumplió el rompedor proyecto de ‘La piel sensible’ cuando por miedo a las opiniones adversas que ya estaba suscitando la transformación de las plazas del centro decidió mantener la estética tradicional de la del Salvador.

En la primavera de 2008, Monteseirín, igualmente receptivo a las críticas por el impacto visual que causaban los rechonchos soportes en que se apoyaban las catenarias del tranvía a su paso por la Avenida, dio orden a Tussam de que los desmontara y sustituyera por unas farolas fernandinas  más altas de lo habitual y que merced a una ingeniosa idea del gerente, Carlos Arizaga, permitían el camuflaje de los cables del ‘Metrocentro’

El entonces vicepresidente de Tussam, Guillermo Gutiérrez, destacó que la empresa municipal de transportes había cumplido el mandato del alcalde “con mucha dificultad”, ya que “se ha tenido que reponer la cimentación en muchas de las farolas que ya lucen en este tramo (desde la Plaza Nueva hasta la catedral)”. Y añadió: “Desde el punto de vista estético hemos ganado bastante”.

Según Gutiérrez, los postes sustituidos se iban a reutilizar en el proyecto de ampliación del tranvía entre el Prado y San Bernardo primero, y, posteriormente, hasta Santa Justa, una reutilización de la que no se ha tenido noticia hasta ahora (para empezar, los nuevos postes son incluso de distinto color que los antiguos).

El coste de aquella operación de reposición de farolas en el Centro por razones exclusivamente estéticas y no por el deterioro de un material completamente nuevo fue de 700.000 euros, es decir, un 80% más caro de la que propugna Zoido tres años después para cambiar las farolas-ducha y los bancos-Ikea de tres plazas del casco antiguo.

 

MUTISMO HASTA HOY

 

¿Qué dijo entonces Espadas, correligionario de Monteseirín, y qué dijeron los adalides del diseño rupturista de ‘La piel sensible’ sobre esta sustitución de postes en perfecto estado por farolas  tradicionales? Absolutamente nada. Guardaron un total mutismo y no tacharon los trabajos de despilfarro, política-escaparate, agravio comparativo a los barrios por trasladarles en el futuro los postes que no se querían para el Centro ni aludieron a las necesidad  de atender con esos 700.000 euros otras prioridades más urgentes.

Tampoco dijo ni mú el delegado de Cultura, Bernardo Bueno, que ahora arguye  que para cambiar las farolas y los bancos hay que pedirle permiso a la Comisión de Patrimonio, la misma que estuvo igual de silente cuando Monteseirín cambió las farolas clásicas de la Avenida junto a la catedral (patrimonio de la Humanidad) por los horrendos soportes del tranvía primero y deshizo la operación después. ¿Cuándo vulneró la ley de Patrimonio, al principio o al final?

Estamos ante dos operaciones urbanísticas semejantes por criterios meramente estéticos. Por tanto, si no se condenó la primera, no hay razones objetivas para hacerlo con la segunda, salvo que se actúe por una sinrazón política.