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El debate

Algunos  se asombran por la discusión aparentemente bizantina en que se halla sumida la ciudad sobre la fecha en que debe comenzar la próxima Feria: si una o dos semanas después de la Semana Santa, o sea, en el mes de abril como siempre y conforme al título oficial del festejo, o en mayo y en contra de la tradición con tal de que los múltiples Cecop que tiene el Ayuntamiento dispongan de más tiempo para los preparativos. El debate, lanzado por el delegado multiusos de Zoido, Goro Serrano, no es baladí, porque tiene muchas implicaciones económicas para hosteleros y hoteleros, los cuales ya andan a la greña por ver quiénes se llevan la mayor parte del futuro negocio. Y, claro, si al progresista arquitecto Antonio Cruz le parecía terrible escuchar apenas acabada la Semana Santa eso de que faltan trescientosnosecuantos días para el Domingo de Ramos, ante la incógnita abierta por el delegado de Fiestas Mayores imaginen lo horroroso que debe de ser para el sector rancio de la ciudad no poder precisar aún los días que faltan para la próxima Feria de Abril.

Pero aquí ¿quién manda?

La lluvia desnuda siempre las carencias y limitaciones de Sevilla. Basta con que llueva un poco  intensamente  para que de inmediato se inunden pasos subterráneos, se formen lagunas en calles, dejen de funcionar semáforos, se colapse el tráfico, la ciudad se convierta en un pequeño caos y al día siguiente leamos el parte de las salidas de los bomberos para achicar agua de sótanos y garajes, retirar ramas y hasta árboles caídos, sanear cornisas y balcones en riesgo de desprendimiento y subsanar muchas otras incidencias provocadas por un fenómeno meteorológico con efectos sobredimensionados por la particular orografía de la ciudad y su histórica ubicación geográfica entre los brazos del río Guadalquivir, afectado por la influencia de las mareas. La ventaja de Sevilla, un don del Guadalquivir como lo es Egipto del Nilo por ser aquélla el único puerto interior de España, se convierte también en su principal inconveniente cuando la meteorología se torna adversa.

Y la lluvia también ha desnudado otras carencias de y en esta Semana Santa, por más que el delegado de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, y el alcalde, Juan Ignacio Zoido, hayan insistido en algunos falsos mitos sevillanos en sendas declaraciones a emisoras radiofónicas: el primero, a la Cope, en el pórtico de la Semana Santa; el segundo, a Radio Nacional, en la mañana del Sábado Santo, cuando aún la Hermandad de la Macarena no había decidido el retorno a paso más que de mudá a su basílica por la nueva amenaza de lluvia.

TÓPICOS CUESTIONADOS

Tanto el delegado como el alcalde destacaron en sus intervenciones la experiencia de Sevilla en la organización de eventos de masas, la sabiduría acumulada por los sevillanos a la hora de moverse en la ingente marea humana que toma las calles….Zoido se había olvidado de la incidencia causada por la Hermandad de Los Panaderos el Miércoles Santo y que, como cuando el pánico colectivo registrado durante la Madrugada del año 2000, ha servido para cuestionar todos esos lugares comunes sobre la capacidad autogestionaria de las hermandades en la Semana Santa. Item más: cuestiona también la propia capacidad organizativa de los organismos e instituciones que participan en el gran evento primaveral sevillano por excelencia junto con la Feria de Abril.

Porque el episodio de Los Panaderos ha puesto de manifiesto lo contrario de lo que se ha pregonado desde que tras las ‘carreritas’ de la Madrugada dde 2000 Monteseirín, inspirándose en la experiencia de El Rocío, copió el Cecop para impedir la repetición de aquellos hechos o similares: nadie ha sabido realmente qué estaba pasando -otra vez, como hace trece años-, quién dictaba las órdenes y a quién había que obedecer.

DESCOORDINACIÓN

Prácticamente todos los medios de comunicación han coincidido en destacar lo que reflejaba ABC con este resumen periodístico de aquella jornada: “Del Miércoles Santo se va a recordar el espectáculo dado por Los Panaderos que, debido a un chaparrón que arreció a las diez y media de la noche, decidió regresar a su capilla pero se quedó a hacer su propia carrera oficial, a ritmo de marchas, en la Campana, dejando a la Hermandad de La Lanzada encerrada en la calle Cuna. Una actuación inclasificable que devolvió la ciudad a años en los que no existían ni el Consejo de Cofradías ni el Cecop, cuya sensatez y autoridad brilló anoche por su ausencia.

La pitada del numerosísimo público a la cofradía de la calle Orfila rubricó lo que un sector cada vez mayor de Sevilla está pensando: los integrantes y la composición de la Semana Santa fallan, se desmoronan, no son lo que debían ser…..”.

Subrayemos justamente la evidencia de que “la ciudad volvió a los años en que no existían ni el Consejo de Cofradías ni el Cecop”, hasta el punto de que los policías que acudieron a tratar de poner paz y orden entre Los Panaderos y La Lanzada no sabían a qué atenerse porque carecían de un protocolo de actuación ante una situación como aquella y si era el Consejo General de Cofradías o el Cecop quien debía disponer al respecto.

También se produjo otra situación colateral sin precedentes: el público abucheó los pasos de Los Panaderos como protesta por recrearse en la Campana como si no estuviera ocurriendo nada -tardó 45 minutos en recorrer los 200 metros que la separaban de su capilla- y por obstaculizar por tanto el tránsito por la calle Cuna de La Lanzada hacia su templo, en busca de refugio por la lluvia. Esos abucheos derivaban de que la gente conocía a través de las redes sociales y de las emisiones radiofónicas qué estaba ocurriendo en tiempo real en las calles de Sevilla.

EN LA INOPIA

En llamativo contraste, cuando se repasan las declaraciones realizadas por los teóricamente responsables de la organización de la Semana Santa lo que más destaca es justamente lo contrario, ya que todos coinciden en señalar que carecían de información para haber actuado en consecuencia.

El delegado de Seguridad Ciudadana, Demetrio Cabello, que reconoció que gracias a la presencia de la Policía Nacional se evitó que pasaran a mayores “algún pequeño forcejeo entre miembros de las dos hermandades”, dijo: “La meteorología no es ningún problema. El problema es la falta de información. Si hubiéramos tenido información de lo que pensaban hacer Los Panaderos no habría ocurrido. Se les habría obligado a dar la vuelta sobre sus pasos y no por Martín Villa y se hubiera ahorrado tiempo”.

El delegado diocesano de Hermandades, Manuel Soria Campos, iba en la delantera del paso de la Virgen de Regla, junto con el hermano mayor, y declaró que no se había enterado de que La Lanzada estaba esperando en la calle Cuna hasta que varios nazarenos se dirigieron a ellos para comunicarles lo que estaba pasando.

El hermano mayor de Los Panaderos, Ildefonso Martínez, manifestó por su parte: “Cuando se nos da permiso para ir de La Campana a Orfila se nos dice que La Lanzada está entrando en Cuna, pero no era así, porque al llegar nos encontramos la cruz de guía. Está claro que si el Consejo lo hubiese sabido, tampoco se nos hubiera permitido hacerlo”

Por su parte, le hermano mayor de La Lanzada, José Antonio Pérez, declaró que cuando entraron en la calle Cuna no sabía que se encontraría con Los Panaderos y que primero les dijeron que sólo iba el primer paso, pero que luego vieron el palio, por lo que ya no pudieron maniobrar.

El Consejo de Cofradías tampoco sabía nada de lo que estaba ocurriendo y, según Demetrio Cabello, tuvo que ser informado por el Cecop del inminente choque entre las dos cofradías en la desembocadura de la calle Cuna.

DESINFORMACIÓN

Si tras los sucesos de la Madrugada de 2000 se acuñó para definir lo ocurrido la frase “nadie conoce a nadie”, en alusión al título de la película homónima inspirada en una premonitoria novela de Juan Bonilla, el denominador común de los sucesos del Miércoles santo ha sido el “nadie conoce nada”, pese a que Los Panaderos actúa no en el Polígono de San Pablo o en El Cerro, lugares alejados del centro, sino en las mismas barbas del palquillo del teórico gobierno de la Semana Santa, en la Campana.

En la era de Internet, los GPS, Twitter, otras redes sociales, Whatsapp, los teléfonos inteligentes y otros dispositivos tecnológicos y en un radio de 200 metros resulta que nadie se entera de lo que está sucediendo hasta que ya no tiene remedio, no existe la exigida coordinación entre el Cecop, el Consejo de Cofradías y las dos cofradías involucradas en la incidencia como consecuencia de la lluvia, con decenas de miles de personas en las calles.

Cabe preguntarse entonces qué habría podido ocurrir en caso de un incidente grave o si se hubieran repetido los sucesos de la Madrugada de 2000 con un ataque de pánico colectivo. Al recordar hace siete años aquella histeria generalizada, el entonces director del Centro de Coordinación Operativa del Ayuntamiento, Rafael Pérez, afirmaba lo siguiente: “Hoy, las consecuencias de aquel suceso serían diferentes porque tenemos un órgano centralizado que es los ojos, el oído, el tacto y el gusto de todos los dispositivos municipales. El Cecop garantiza una única voz…..”.

Pues los ojos, los oídos, el tacto y el gusto del Ayuntamiento fueron incapaces el Miércoles Santo de evitar el encontronazo entre Los Panaderos y La Lanzada y de reaccionar a tiempo posteriormente. Como reflejaron las crónicas periodísticas, ocurrió todo como en los tiempos en que este organismo no existía y los hechos pusieron en solfa la extendida leyenda de la capacidad autogestionaria de Sevilla con su Semana Santa.

Los medios recogieron también una frase reveladora: “Seguimos sin saber lo que ha pasado”.

O sea, lo mismo que se dijo tras la Madrugada de 2000.

Impacto de la Semana Santa

El arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, previno en su día contra la vertiente crematística de la Semana Santa al subrayar que debe predominar su dimensión espiritual, porque se trata “de actualizar y revivir -dijo- la Pasión del Señor”. Pero eso no significa que el pontífice de la Iglesia sevillana no comprenda ni valore la dimensión económica de estas fechas religiosas, tan señaladas para los creyentes, siempre que no sea “un fin en sí mismo, sino -según sus palabras- una consecuencia del corazón”.

Un mes antes del pleno ejercicio de su responsabilidad como arzobispo de Sevilla (noviembre de 2009), para lo que hubo de esperar a la renuncia efectiva del cardenal Amigo Vallejo, y siendo aún administrador apostólico de la diócesis de su procedencia (la de Córdoba), el actual prelado de los sevillanos tuvo la oportunidad de comentar un estudio realizado por Analistas Económicos de Andalucía -perteneciente a Unicaja- en que se llegaba a la conclusión de que el impacto de la Semana Santa en la capital de la mezquita era de 42 millones de euros y que contribuía a generar o mantener el equivalente a 1.682 puestos de trabajo.

Monseñor Asenjo expresó su alegría por que la Semana Santa contribuyera al sustento de tantas familias y aprovechó la oportunidad para asegurar que “la Iglesia da a la sociedad mucho más de lo que recibe de los poderes públicos”. Según el arzobispo de Sevilla, la contribución eclesial debe valorarse doblemente, no sólo por esa ayuda material derivada de la conmemoración de la Pasión y Muerte de Cristo, sino también por “la formación de buenos cristianos, que siempre serán buenos ciudadanos”.

Que recordemos, ésa ha sido la única oportunidad en que el titular de la Archidiócesis de Sevilla se ha pronunciado públicamente sobre la repercusión económica de la Semana Mayor. Si saludó con alborozo el estudio de Unicaja sobre la de Córdoba y su evaluación de los 42 millones de euros, cabe imaginar qué habría pensado cuando medio año antes un estudio similar cifró el impacto en Sevilla en 240,3 millones de euros, casi sesi veces más que la cordobesa.

En el año 2005, un equipo de trabajo de la Universidad Hispalense compuesto por Luis y María Luisa Palma Martos, Antonio García Sánchez y Gloria Franco Casillas realizó una propuesta metodológica para la evaluación del impacto económico de las fiestas de primavera en la ciudad de Sevilla, cuya última cuantificación se produjo, si no recordamos mal, en el año 2010.

La conclusión del equipo universitario fue que sólo la Semana Santa tenía un impacto económico en la ciudad de los citados 240,3 millones de euros. En comparación con el estudio de Unicaja, realizado casi por las mismas fechas para Córdoba, la Semana Santa sevillana tiene mucho más potencial que la que reflejan esas cifras. Con tan sólo algo más del doble de población (702.000 habitantes frente a 328.000, en números redondos) la repercusión económica de la fiesta primaveral hispalense no duplica, sino que sextuplica a la cordobesa, pese a estar las dos ciudades ribereñas del Guadalquivir separadas únicamente por 120 kilómetros y al también enorme valor patrimonial de la capital califal.

Estos datos demuestran que Sevilla ha sabido rentabilizar, en mayor proporción que el que teóricamente le correspondería por su peso demográfico, la Semana Santa en comparación con el resto de Andalucía y aun de España. Y es que, según el estudio universitario citado, la conmemoración de la Pasión de Cristo que se organiza en nuestra ciudad llega a congregar 909.000 personas, de las que 215.000 vienen de fuera de la capital y de su área metropolitana.

El perfil mayoritario del sevillano que participa o está presente en los actos de la Semana Mayor es el de un varón de entre 20 y 29 años o mayor de 50, con estudios superiores y ocupado en el sector servicios, con una renta inferior a los 3.000 euros y cuatro días de asistencia. El perfil dominante entre los forasteros es el de una mujer de similares tramos de edad, formación y sector ocupacional, pero con un día menos (tres) de asistencia.

El informe del equipo de investigadores de la Hispalense revela también la importancia para el sector turístico local de la fiesta religiosa, por cuanto el gasto medio de los turistas que se alojan en los hoteles asciende a 230 euros.

Con estas magnitudes no es de extrañar que los hosteleros sevillanos se levantaran en pie de guerra en las vísperas de esta Semana Santa contra el Ayuntamiento por el horario de los veladores, que ya viene siendo motivo de discordia a lo largo del mandato de Zoido y, especialmente, tras la redacción de la nueva Ordenanza contra el Ruido.

Pese a que el delegado de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, declaró en la emisora de radio de la Conferencia Episcopal Española que todo estaba listo para la Semana Santa de este 2013 con un despliegue en los servicios de varios millares de personas, porque según dijo existe una larga experiencia en su organización, la Asociación de Hosteleros montó en cólera contra el Consistorio al conocer a última hora del Viernes de Dolores la orden de que debía retirar el Domingo de Ramos los veladores de las calles a partir de las 13 horas, con el fin de dejar expedito el terreno ante el paso de las cofradías y una posible evacuación en caso de emergencia, y el resto de la Semana Santa a partir de las 16 horas.

Los hosteleros llegaron a calificar la notificación municipal de “puñalada” a sus negocios y criticaron por boca de su vicepresidente, Antonio Palomino, la “falta de seriedad y de coordinación absoluta” en el seno del gobierno local, especialmente entre el Cecop, Urbanismo y la Policía Municipal.

Y es que mientras en años anteriores se realizaba, según la Asociación de Hosteleros, un análisis previo para ver si había que hacer algunos cambios, como retirada puntual de veladores o retranqueos, este año le ha costado más tiempo de lo normal reunirse con los distintos departamentos municipales. Cuando cada propietario de bar había tomado sus decisiones en materia de contratación de personal para atender a los veladores que tenía previsto, a las 7 de la tarde del Viernes de Dolores llegaron las notificaciones sobre los nuevos horarios, después de una semana “sin que nadie cogiera el teléfono -aseveró Palomino- ni responder a nuestros correos electrónicos”.

Al final ha tenido que ser el alcalde, tan solícito siempre a las demandas de comerciantes, hoteleros y hosteleros, quien le ha enmendado la plana a su equipo para mantener el ‘statu quo’ en los horarios de los veladores, a fin de que propietarios de algunos establecimientos no perdieran, según las estimaciones de la patronal, hasta el 80% de los ingresos previstos en estas fechas de Semana Santa, la temporada alta para el sector y que aporta el 1,22% del producto Interior Bruto de Sevilla capital.

El desencuentro temporal entre el Ayuntamiento y la Asociación de Hosteleros demuestra que el gobierno de Zoido, en el segundo año en que organiza la Semana Santa (el Consistorio se remite a que, en puridad, el organizador es el Consejo General de Cofradías y Hermandades, pero éste no regula el horario de los veladores), sigue sin estar completamente rodado y que el Cecop, o bien no ha empezado haciendo honor a su nombre de Centro de Coordinación Operativa o bien ha quedado desautorizado por el alcalde con tal de complacer a uno de los poderes fácticos de la ciudad.

 

Cruceristas

El Ayuntamiento anuncia con trompeterío triunfalista la reactivación de su nuevo invento, el ‘Cecop de cruceros’, con motivo de la próxima arribada al puerto de un barco con turistas. Habrá un despliegue de la Policía Municipal  en los extremos del muelle de las Delicias, en la apertura del puente levadizo y alrededor del buque, cuyos pasajeros gozarán de un servicio de vigilancia especial durante sus movimientos por la ciudad, así como de un trato VIP en el Prado de San Sebastián para sus conexiones con el aeropuerto y de una parada reservada  de taxis en el Paseo de las Delicias. Asimismo, habrá un zafarrancho de limpieza para dejar Sevilla en estado de revista a su paso. Ante tanta alfombra roja pensé que desembarcarán miles y miles de turistas, pero resulta que son tan sólo 400. Vamos, que cabrían en únicamente  siete autocares y serán muchísimos menos visitantes que los que celebran en un fin de semana el Día de cualquier pueblo en Isla Mágica, pero al Ayuntamiento ni se le ocurre barrer la puerta del Parque Temático. Como no se les llama cruceristas…..

Austeridad

Espadas ha anunciado que presentará en el Pleno un plan de choque contra el paro basado en pedir: 1) compensaciones para las familias que han agotado todas sus prestaciones, “casas donde no entra ningún salario”; 2) contratos para personas en situación de emergencia social en barrios donde el Presupuesto Municipal (el que hizo Monteseirín, el de las ‘setas’) ha contado con menos recursos. Sin embargo, cuando atacó a Zoido por la falsa noticia del desmantelamiento del Cecop, dijo que el ahorro de 700.000 euros que habría supuesto la medida ‘fantasma’ no estaba justificado en términos de austeridad. ¿Sabe Espadas cuánto cobra un parado que haya cotizado prácticamente lo máximo a la Seguridad Social durante 30 años? Mil euros/mes en números redondos. Así que con el dinero que teóricamente se iba a ahorrar en el Cecop habrían comido no ya 700 familias de otros tantos desempleados, sino hasta el doble. Que no olvide Juan Espadas que toda austeridad municipal -porque muchos pocos ahorros hacen un mucho-  está más que justificada en la Sevilla de los 70.000 parados.

 

 

Primer error

Como esos parlamentarios que hacen en las Cortes preguntas al Gobierno de la nación basándose únicamente en  recortes de prensa sin preocuparse de su verificación previa (¿será ése también su caso en el Senado?), Espadas ha tratado de montarle la primera escandalera al nuevo alcalde a cuenta de la posible limitación del Cecop a los grandes eventos de la ciudad, supuesto que ha calificado como “el  primer error de Zoido”.  Pues va a ser el primer error del líder de la Oposición, porque el regidor del cambio tranquilo ha dicho tan ídem que no hay caso y que lo único que han cambiado en el  Cecop ha sido a su director, nombrado ‘in illo tempore’ a dedo por Monteseirín. Esto le pasa a Espadas por arrimarse demasiado al brigada Rafael y desconocer su innata capacidad para la intriga, que tanto han soportado los plumillas. Y aunque fuera el Cecop el coordinador o dejara de serlo en beneficio de los guindillas, a los ciudadanos esas luchas internas de poder nos traen al pairo. Como decía Deng Xiao Ping, gato blanco o gato negro no importa, siempre que cace ratones.