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Libertad y proteccionismo

A principios de diciembre, la patronal del comercio sevillano, Aprocom, con el apoyo del Ayuntamiento y de la CES, consiguió una de sus recientes reivindicaciones: que el Consejo Andaluz de Comercio ampliara a todo el casco histórico la declaración de Zona de Gran Afluencia Turística (ZGAT), a efectos de horarios comerciales en diversos periodos temporales desde 2015 a 2018, año en el que se evaluarán los efectos de la medida.

La delimitación de estas ZGAT responde, según el Gobierno andaluz, a la imposición que establecen varias normativas del Gobierno central en la materia, sobre las que la Junta de Andalucía ha presentado dos recursos ante el Tribunal Constitucional, por entender que invaden competencias exclusivas recogidas en el Estatuto de Autonomía sobre regulación y ordenación del sector comercial, entre otros motivos.

En el caso de la capital hispalense, los períodos de ZGAT serán Semana Santa (desde Domingo de Ramos al Sábado Santo, ambos incluidos), así como el domingo anterior a esta celebración y los dos domingos siguientes a la misma.

El área incluida en esta declaración es el casco antiguo, delimitado por  Glorieta Los Marineros, Avenida María Luisa, Glorieta de San Diego, Avenida El Cid, Plaza Don Juan de Austria, Avenida Menéndez Pelayo, Calle Recaredo, Calle María Auxiliadora, Ronda de Capuchinos, Calle Muñoz León, Calle Parlamento de Andalucía, Calle Resolana, Calle Torneo, Calle Arjona, Paseo Cristóbal Colón y Paseo de las Delicias.

GIRO COPERNICANO

La declaración de la ZGAT sólo afecta a los establecimientos que actualmente no tengan autorización de apertura, ya que, una vez reconocida como tal, estos comercios podrán abrir sin limitación alguna durante los periodos establecidos. En este sentido, la Ley autonómica fija plena libertad para los locales de menos de 300 metros cuadrados, tiendas de conveniencia y establecimientos de estaciones y aeropuertos, entre otros.

La presión en el seno de la patronal por parte del sector agrupado en la entidad Alcentro ha provocado un giro copernicano de la posición oficial de Aprocom, ahora favorable a la flexibilización de horarios para todos y en todo el casco antiguo en nombre de la libertad de mercado, cuando hasta hace dos años defendía justamente lo contrario.

Así, el entonces presidente, José Cañete, recordaba que la normativa vigente permite ya al pequeño comerciante libertad «absoluta» para abrir «cuando quiera». Y su sucesor en el cargo, Tomás González, apostillaba: «La ley permite al pequeño comercio con superficie inferior a 300 metros abrir ya los 365 días del año y las 24 horas del día, y si no usan esta posibilidad eso significa que no es necesario». Y añadía: «No es el momento de abordar la declaración de Zona de Gran Afluencia Turística para el centro a efectos de horarios comerciales. Hay muchos argumentos que demuestran que es inviable. El consumo es el que es y no aumentará por abrir más horas. Para reactivar el consumo, la única solución es recuperar los microcréditos, para que los clientes compren a plazos, pero eso depende de los bancos».

EFECTO LLAMADA

Los comerciantes del Centro han inclinado la balanza a su favor con el argumento añadido de que la autorización a abrir durante los festivos previos a la Semana Santa y la Feria a todos los comercios supone que abran también los establecimientos de más de 300 m2, como los grandes almacenes, y que éstos harán de locomotoras para atraer al casco histórico una gran afluencia de público, con lo que así también los pequeños y medianos comercios tradicionales podrán beneficiarse de su efecto de arrastre.

Así pues, el mensaje ha consistido en argumentar que aunque los establecimientos de menos de 300 m2 (la inmensa mayoría) pueden abrir las 24 horas del día durante los 365 días del año, no lo hacen porque en esos días festivos carecen de público comprador y necesitan del estímulo de las grandes firmas y superficies mercantiles con su poder de convocatoria.

CERRADOS POR EL PUENTE

La gran paradoja es que en el puente de la Constitución el centro de la ciudad, según reflejaron todas las crónicas periodísticas y los datos oficiales de ocupación hotelera (94%), estuvo a rebosar de nativos y de turistas pero que el pequeño y mediano comercios no abrió ni el día 6 ni el día 7 de diciembre y sólo lo hizo, en su seguidismo habitual, el 8, cuando las grandes firmas tenían permiso para abrir dentro de su limitado cupo anual y ya los visitantes preparaban las maletas para irse o se estaban yendo.

Quienes se beneficiaron de la avalancha turística fueron los hosteleros (bares y restaurantes), cuyas ventas, según el alcalde, se incrementaron en un 10% en esos días.

El Ayuntamiento adelantó el encendido del alumbrado de Navidad, en que ha gastado 447.750  euros, al jueves 4 de diciembre con el declarado fin de darle más ambiente y animación al Centro de la ciudad, pero ni siquiera ese sobreesfuerzo presupuestario municipal para llevar público al casco antiguo fue aprovechado por el comercio tradicional, que dio una vez más muestra de su miopía y de su espíritu de contradicción.

En nombre de la libertad de mercado se pide flexibilidad de horarios para todos, grandes y pequeños, con el fin de conseguir público al que vender,  pero cuando el público acude de forma masiva como ocurrió el 6 y 7 de diciembre, el comercio cerró sus puertas.

FIN DE LA MORATORIA

El discurso de la libertad se troca en un canto al proteccionismo por los mismos protagonistas cuando ven que se acerca el 31 de diciembre y vence la moratoria de 20 años dada en 1994 por el Gobierno socialista de entonces, con Borrel como ministro de Fomento, para que el comercio se adaptara a la ley de Arrendamientos Urbanos, una moratoria gracias a la cual buena parte de los comerciantes han pagado hasta ahora los llamados alquileres antiguos. Han tenido unas condiciones ventajosísimas, de las que no se han podido beneficiar el resto de los sectores económicos ni los ciudadanos que vivían y viven de alquiler y a los que les han subido año tras año la renta en función de las condiciones del mercado. Quienes vivían en el centro y no ha podido pagar las rentas exigidas han tenido que irse a los barrios o a otra parte, sin que a nadie le importara.

Aprocom invoca la libertad de mercado para que no se impongan restricciones horarias ni limitaciones de apertura en festivos, pero quiere ahora el proteccionismo del Gobierno y de la Junta de Andalucía para no pagar alquileres conforme a esa misma libertad de mercado. Y la Consejería de Turismo y Comercio la secunda al exigir a Rajoy una prórroga de diez años más para que los comerciantes tengan tiempo suficiente para adaptarse a los precios actuales.

VACAS GORDAS

¿Es que veinte años no ha sido un periodo suficiente? ¿Qué sector de la economía ha gozado del privilegio de una moratoria de 20 años con los precios de las naves industriales, de las oficinas o del suelo congelados para darles tiempo a prepararse para competir en un escenario sin proteccionismo? ¿Se les ha dado acaso una moratoria a los productores e inversores en las energías renovables con  el recorte de primas? ¿A las constructoras, inmobiliarias o  a cualquier sector afectado por el cambio de ciclo económico?

El comercio sabía desde 1994 que en 2014 acababa la moratoria. Ha gozado de la época dorada de la economía española hasta el año 2008, cuando estalló la crisis (seis años de vacas flacas frente a catorce de vacas gordas), años dorados en que los propietarios de locales bien situados no podían alquilarlos a grandes cadenas a precios sin parangón por tenerlos ocupados por sus inquilinos de renta antigua.

DESPREOCUPACIÓN

En todo ese tiempo, los comerciantes tradicionales pudieron haberse preocupado y negociado con los propietarios una actualización progresiva de los alquileres; invertido en la compra de locales alternativos cuando había abundancia de liquidez y créditos bancarios con bajos tipos de interés; modernizado sus prácticas mercantiles (desde centros comerciales abiertos hasta el envío gratuito del género a domicilio para competir con el comercio electrónico y paliar la falta de aparcamientos en el Centro), y adoptado otras medidas preventivas y paliativas, pero ha estado a verlas venir, esperando a que, una vez más, se acuda en su rescate desde las Administraciones con otra moratoria de diez años (serían 30 acumulados) y presentándose como víctimas de la especulación inmobiliaria.

El comercio tradicional, en vez de aprender a competir en pie de igualdad y de saber explotar sus factores diferenciales frente a la impersonalidad de las grandes cadenas, pretende pagar alquileres a los precios de 1994 pero repercute al público en sus mercancías precios de 2014.

Contramano

El pasado febrero, Sevilla amaneció durante varios días cubierta por una ‘boina’, una
espesa capa negra contaminante que se atribuyó a la conjunción de las bajísimas temperaturas,
las emisiones del tráfico y las hogueras de los agricultores para salvar la cosecha del
melocotón.
Pero la alta contaminación de Sevilla no es una excepción. Tan sólo cinco meses antes,
un estudio global de la Organización Mundial de la Salud sobre la calidad del aire en 1.100
ciudades de 91 países reveló que las urbes con más contaminación atmosférica de España son
Zaragoza y Sevilla. El estudio analizaba, entre otros parámetros, la concentración de partículas
menores de diez micras conocidas como PM10, que emiten sobre todo las industrias, los
vehículos y las calefacciones. El aire de nuestra ciudad contiene más del doble de PM10 del
límite recomendado por la OMS (20 microgramos por m3). Dada la falta de industria pesada y
en que por nuestro clima tampoco usamos calefacción central con fuel, el agente causante de
esta contaminación, que cada año mata en el mundo a 1.340.000 personas, es el tráfico.
Además, Sevilla es la tercera ciudad española con más contaminación por ozono y ha
habido años en que se ha superado el nivel tolerable durante un centenar de días en el conjunto
de los puntos de muestreo, sobre todo en la zona Sur y en el Centro, debido a la combinación
calor+vehículos.
TRÁFICO RESTRINGIDO
Atendiendo a las recomendaciones de las organizaciones internacionales de medio
ambiente y salud, buena parte de las ciudades más avanzadas vetan o limitan el acceso del
tráfico privado a sus centros históricos. La estrategia de movilidad de la Comisión Europea
preconiza incluso la eliminación de los automóviles impulsados por combustible convencional
(gasolina, gasóleo) en las urbes del Viejo Continente.
Londres introdujo en 2003 un peaje a los vehículos privados que circularan por el
Centro, para reducir la contaminación atmosférica y la acústica, la ocupación de espacio público
y demás efectos perniciosos del tráfico. En 2008 dio una vuelta de tuerca al imponer una tasa
adicional a los vehículos en función de sus emisiones contaminantes. Cuando acabe este año
olímpico, retirará la licencia a los taxis con más de 15 años de antigüedad, responsables de una
cuarta parte de la contaminación, con el objetivo de que todos sean eléctricos en 2020.
En 700 hectáreas del casco histórico de Roma sigue vigente su declaración como zona
de tráfico restringido: sólo circulan los residentes y quienes allí trabajan, previo pago de un pase
anual. París puede, en virtud de una norma que data de 1997, prohibir circular a la mitad de los
vehículos: un día los de matrícula par, otro los de matrícula impar.
¿NUEVAS TENDENCIAS?
En este contexto, sorprende que Zoido invoque “las nuevas tendencias de
peatonalización” (¿?) en los centros históricos para tratar de justificar la modificación del PGOU
y construir así un gran aparcamiento rotatorio en la Alameda y, ojo, también ya en cualquier otro
punto del Casco Antiguo. Las “nuevas tendencias” por él inventadas consisten, según sus
propias palabras, en que se pueda llegar al Centro en coche privado para luego desplazarse allí
por otros medios, cuando lo que rige en las ciudades avanzadas es justo lo contrario:
desplazarse al Centro en otros medios que no sean el coche particular, que o no se usa para tal
fin o se deja aparcado en la periferia.
Y sorprende también que su delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, diga que el
parking estaba en el programa electoral del PP. En tal caso podría ilustrar a la opinión pública
mostrando la página concreta de esa promesa electoral que nadie parece haber advertido antes
que él, pues el discurso oficial de Zoido frente a Monteseirín, al que acusaba de haber impuesto
su Plan Centro de tráfico sin diálogo con los sectores afectados, fue siempre el de que él
actuaría de forma opuesta y consensuaría con los vecinos medidas alternativas.
SIN CONSENSO
El diálogo ha brillado por su ausencia (las promesas electorales se las lleva el viento al
día siguiente de las elecciones) y el anuncio del gran parking rotatorio, pensado al servicio de
los comerciantes del Centro antes que como respuesta a una demanda vecinal jamás planteada
en los últimos años, ya ha suscitado una fuerte oposición de parte de los residentes.
Estos temen que se vuelva a abrir en canal la Alameda por otra larga temporada, tras
haber sufrido durante meses las obras de la desafortunada remodelación actual a un coste
oficial de entre 7 y 10 millones de euros (dinero que ahora se tiraría a la basura), y que el
antiguo bulevar y la calle Calatrava de acceso al mismo se conviertan en la nueva versión de la
Gavidia y Baños, por el efecto llamada del aparcamiento, al igual que sucede con el de El Corte
Inglés.
MINIMA OCUPACIÓN
Si el alcalde se molestara en consultar la página web de la empresa municipal
Aparcamientos Urbanos de Sevilla (Aussa) y viera la Memoria Económica allí colgada (la de
2008), comprobaría que los índices de ocupación de los aparcamientos rotatorios que gestiona
en el Centro y su periferia son los siguientes: El Arenal, 230 plazas y un 20,8% de ocupación
(13,69% en 2009, según datos oficiosos); Triana, 150 plazas y un 31% de ocupación; José
Laguillo (éste es de carácter mixto), 523 plazas y un 5,1% de ocupación.
A la vista de estos datos oficiales, que probablemente podrían extrapolarse a los
parkings de las empresas privadas, ¿pueden decir el Ayuntamiento y Aprocom que los
sevillanos no van a comprar al Centro porque no encuentran donde aparcar y que por éso hace
falta el estacionamiento de la Alameda?

El donativo

El efecto Copa Davis, inducido por el dinero de los sevillanos que el Ayuntamiento gastó en organizar la final siguiendo la senda iniciada por el visionario Rojas Marcos (la del estadio y la de los grandes eventos deportivos), ha llenado las cajas registradoras de comerciantes, hoteleros y hosteleros. Los hoteleros, de suyo siempre llorones y pesimistas, están ahora más contentos que unas pascuas, nunca mejor dicho, porque las pernoctaciones en sus establecimientos se han incrementado en un 10% tirando por lo bajo. Los hosteleros (con ‘s’) confiesan que sus ventas han crecido en un 30%. Estupendo. Extraordinario. Todos nos alegramos por ellos. Ahora, aprovechando que todavía no están cerradas las cuentas de la Davis, esperamos anhelantes el donativo que en justa reciprocidad van a entregar a la ciudad Manuel Otero, Pedro Sánchez Cuerda y José Cañete en nombre de sus respectivas patronales para contribuir a la factura de la Copa, conforme a eso que dicen -quienes lo dicen, claro- de “devolver a la sociedad parte de lo mucho que nos ha dado”. (No caerá esa breva).

Gorrillas

Rojas Marcos acabó aplicando el clásico adagio de ‘si no puedes con tu enemigo, únete a él’ y trató de integrarlos en el sistema con la creación de los ‘Vovis’. Monteseirín cambió de estrategia y aprobó contra ellos una normativa municipal que los comerciantes han tachado de “inoperativa” y “carente de eficacia” porque sus destinatarios son insolventes y carecen de domicilio conocido, motivo por el cual da igual que se les multe o se les envíe a ‘su’ casa.. Me refiero a ese invento genuinamente sevillano de los gorrillas, que no han podido erradicar ninguno de los ayuntamientos de la Democracia. Sin embargo, leo que la Policía ha realizado en los últimos días intervenciones que se han saldado con la expulsión de los gorrillas más conflictivos de la Gavidia. ¡Y decían que no había manera de meterle mano al problema! Pues se ve que cuando se quiere y hay voluntad política, se puede quitar a los molestos y extorsionadores gorrillas del medio. Supongo que en Bami todos los vecinos habrán recortado ya la página del periódico. Para ellos es la noticia del verano.

Segunda estación

El (sin) alcalde que no iba a alegar al proyecto del Metro por –decía- haberlo pactado todo previamente con la consejera de Obras Públicas le ha roto ahora los esquemas a la Junta al alinearse con la inmensa mayoría que pide una segunda estación en el centro aparte de la prevista en la plaza del Duque. Por más que los técnicos digan que los cimientos de las setas impiden excavar la parada en la Encarnación, el (sin) propugna un pozo de bolsillo con dos bocas: una al Antiquarium y otra dentro del Parasol para hacer honor a su nombre de Metropol. Si se admite la tesis de Alfredo, que para más ‘inri’ reconoce que no es suya cuando dice que se trata de “imitar a Barcelona” (¿será algún día al revés?), la Junta ya no tendrá argumentos para encastillarse en paradas cada 1.400 metros, porque el Duque y la Encarnación sólo distan 250. Más que nunca, como sostienen los comerciantes, se justificaría la gran estación central en Plaza Nueva, situada a 500 metros del Duque y donde no hay problemas técnicos para excavar porque el pozo lleva veinticinco años esperando.

El simulador

Un lector de Triana aporta su testimonio sobre los efectos de la peatonalización de San Jacinto y los cambios de dirección en San Vicente de Paul, Clara Jesús Montero y Santa Cecilia. Cuenta cómo los comerciantes han notado una caída de ventas porque no se ha previsto dónde aparcarían los visitantes al arrabal; cómo los mayores se quejan porque sus hijos que viven fuera ya no pueden venir a verlos con la frecuencia de antaño ante las restricciones al tráfico; cómo lo máximo que ha visto al extinto autobús C-7 es circulando con tan sólo dos personas….Todo esto y más se lo traslada al delegado de su distrito, Alberto Moriñas, y al de (in)Movilidad, Francisco Fernández, y he aquí la respuesta de este último: el simulador de tráfico es quien lleva la razón. Así pues, la simulación de la realidad se impone a la realidad misma, aun cuando en nada se parezca a ella. El Ayuntamiento vive instalado en una Sevilla virtual y de ficción en donde hasta el alcalde cree que va a seguir siendo alcalde aun cuando el PSOE ya ha metido otros nombres en su propio simulador.