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Libertad y proteccionismo

A principios de diciembre, la patronal del comercio sevillano, Aprocom, con el apoyo del Ayuntamiento y de la CES, consiguió una de sus recientes reivindicaciones: que el Consejo Andaluz de Comercio ampliara a todo el casco histórico la declaración de Zona de Gran Afluencia Turística (ZGAT), a efectos de horarios comerciales en diversos periodos temporales desde 2015 a 2018, año en el que se evaluarán los efectos de la medida.

La delimitación de estas ZGAT responde, según el Gobierno andaluz, a la imposición que establecen varias normativas del Gobierno central en la materia, sobre las que la Junta de Andalucía ha presentado dos recursos ante el Tribunal Constitucional, por entender que invaden competencias exclusivas recogidas en el Estatuto de Autonomía sobre regulación y ordenación del sector comercial, entre otros motivos.

En el caso de la capital hispalense, los períodos de ZGAT serán Semana Santa (desde Domingo de Ramos al Sábado Santo, ambos incluidos), así como el domingo anterior a esta celebración y los dos domingos siguientes a la misma.

El área incluida en esta declaración es el casco antiguo, delimitado por  Glorieta Los Marineros, Avenida María Luisa, Glorieta de San Diego, Avenida El Cid, Plaza Don Juan de Austria, Avenida Menéndez Pelayo, Calle Recaredo, Calle María Auxiliadora, Ronda de Capuchinos, Calle Muñoz León, Calle Parlamento de Andalucía, Calle Resolana, Calle Torneo, Calle Arjona, Paseo Cristóbal Colón y Paseo de las Delicias.

GIRO COPERNICANO

La declaración de la ZGAT sólo afecta a los establecimientos que actualmente no tengan autorización de apertura, ya que, una vez reconocida como tal, estos comercios podrán abrir sin limitación alguna durante los periodos establecidos. En este sentido, la Ley autonómica fija plena libertad para los locales de menos de 300 metros cuadrados, tiendas de conveniencia y establecimientos de estaciones y aeropuertos, entre otros.

La presión en el seno de la patronal por parte del sector agrupado en la entidad Alcentro ha provocado un giro copernicano de la posición oficial de Aprocom, ahora favorable a la flexibilización de horarios para todos y en todo el casco antiguo en nombre de la libertad de mercado, cuando hasta hace dos años defendía justamente lo contrario.

Así, el entonces presidente, José Cañete, recordaba que la normativa vigente permite ya al pequeño comerciante libertad «absoluta» para abrir «cuando quiera». Y su sucesor en el cargo, Tomás González, apostillaba: «La ley permite al pequeño comercio con superficie inferior a 300 metros abrir ya los 365 días del año y las 24 horas del día, y si no usan esta posibilidad eso significa que no es necesario». Y añadía: «No es el momento de abordar la declaración de Zona de Gran Afluencia Turística para el centro a efectos de horarios comerciales. Hay muchos argumentos que demuestran que es inviable. El consumo es el que es y no aumentará por abrir más horas. Para reactivar el consumo, la única solución es recuperar los microcréditos, para que los clientes compren a plazos, pero eso depende de los bancos».

EFECTO LLAMADA

Los comerciantes del Centro han inclinado la balanza a su favor con el argumento añadido de que la autorización a abrir durante los festivos previos a la Semana Santa y la Feria a todos los comercios supone que abran también los establecimientos de más de 300 m2, como los grandes almacenes, y que éstos harán de locomotoras para atraer al casco histórico una gran afluencia de público, con lo que así también los pequeños y medianos comercios tradicionales podrán beneficiarse de su efecto de arrastre.

Así pues, el mensaje ha consistido en argumentar que aunque los establecimientos de menos de 300 m2 (la inmensa mayoría) pueden abrir las 24 horas del día durante los 365 días del año, no lo hacen porque en esos días festivos carecen de público comprador y necesitan del estímulo de las grandes firmas y superficies mercantiles con su poder de convocatoria.

CERRADOS POR EL PUENTE

La gran paradoja es que en el puente de la Constitución el centro de la ciudad, según reflejaron todas las crónicas periodísticas y los datos oficiales de ocupación hotelera (94%), estuvo a rebosar de nativos y de turistas pero que el pequeño y mediano comercios no abrió ni el día 6 ni el día 7 de diciembre y sólo lo hizo, en su seguidismo habitual, el 8, cuando las grandes firmas tenían permiso para abrir dentro de su limitado cupo anual y ya los visitantes preparaban las maletas para irse o se estaban yendo.

Quienes se beneficiaron de la avalancha turística fueron los hosteleros (bares y restaurantes), cuyas ventas, según el alcalde, se incrementaron en un 10% en esos días.

El Ayuntamiento adelantó el encendido del alumbrado de Navidad, en que ha gastado 447.750  euros, al jueves 4 de diciembre con el declarado fin de darle más ambiente y animación al Centro de la ciudad, pero ni siquiera ese sobreesfuerzo presupuestario municipal para llevar público al casco antiguo fue aprovechado por el comercio tradicional, que dio una vez más muestra de su miopía y de su espíritu de contradicción.

En nombre de la libertad de mercado se pide flexibilidad de horarios para todos, grandes y pequeños, con el fin de conseguir público al que vender,  pero cuando el público acude de forma masiva como ocurrió el 6 y 7 de diciembre, el comercio cerró sus puertas.

FIN DE LA MORATORIA

El discurso de la libertad se troca en un canto al proteccionismo por los mismos protagonistas cuando ven que se acerca el 31 de diciembre y vence la moratoria de 20 años dada en 1994 por el Gobierno socialista de entonces, con Borrel como ministro de Fomento, para que el comercio se adaptara a la ley de Arrendamientos Urbanos, una moratoria gracias a la cual buena parte de los comerciantes han pagado hasta ahora los llamados alquileres antiguos. Han tenido unas condiciones ventajosísimas, de las que no se han podido beneficiar el resto de los sectores económicos ni los ciudadanos que vivían y viven de alquiler y a los que les han subido año tras año la renta en función de las condiciones del mercado. Quienes vivían en el centro y no ha podido pagar las rentas exigidas han tenido que irse a los barrios o a otra parte, sin que a nadie le importara.

Aprocom invoca la libertad de mercado para que no se impongan restricciones horarias ni limitaciones de apertura en festivos, pero quiere ahora el proteccionismo del Gobierno y de la Junta de Andalucía para no pagar alquileres conforme a esa misma libertad de mercado. Y la Consejería de Turismo y Comercio la secunda al exigir a Rajoy una prórroga de diez años más para que los comerciantes tengan tiempo suficiente para adaptarse a los precios actuales.

VACAS GORDAS

¿Es que veinte años no ha sido un periodo suficiente? ¿Qué sector de la economía ha gozado del privilegio de una moratoria de 20 años con los precios de las naves industriales, de las oficinas o del suelo congelados para darles tiempo a prepararse para competir en un escenario sin proteccionismo? ¿Se les ha dado acaso una moratoria a los productores e inversores en las energías renovables con  el recorte de primas? ¿A las constructoras, inmobiliarias o  a cualquier sector afectado por el cambio de ciclo económico?

El comercio sabía desde 1994 que en 2014 acababa la moratoria. Ha gozado de la época dorada de la economía española hasta el año 2008, cuando estalló la crisis (seis años de vacas flacas frente a catorce de vacas gordas), años dorados en que los propietarios de locales bien situados no podían alquilarlos a grandes cadenas a precios sin parangón por tenerlos ocupados por sus inquilinos de renta antigua.

DESPREOCUPACIÓN

En todo ese tiempo, los comerciantes tradicionales pudieron haberse preocupado y negociado con los propietarios una actualización progresiva de los alquileres; invertido en la compra de locales alternativos cuando había abundancia de liquidez y créditos bancarios con bajos tipos de interés; modernizado sus prácticas mercantiles (desde centros comerciales abiertos hasta el envío gratuito del género a domicilio para competir con el comercio electrónico y paliar la falta de aparcamientos en el Centro), y adoptado otras medidas preventivas y paliativas, pero ha estado a verlas venir, esperando a que, una vez más, se acuda en su rescate desde las Administraciones con otra moratoria de diez años (serían 30 acumulados) y presentándose como víctimas de la especulación inmobiliaria.

El comercio tradicional, en vez de aprender a competir en pie de igualdad y de saber explotar sus factores diferenciales frente a la impersonalidad de las grandes cadenas, pretende pagar alquileres a los precios de 1994 pero repercute al público en sus mercancías precios de 2014.

Contramano

El pasado febrero, Sevilla amaneció durante varios días cubierta por una ‘boina’, una
espesa capa negra contaminante que se atribuyó a la conjunción de las bajísimas temperaturas,
las emisiones del tráfico y las hogueras de los agricultores para salvar la cosecha del
melocotón.
Pero la alta contaminación de Sevilla no es una excepción. Tan sólo cinco meses antes,
un estudio global de la Organización Mundial de la Salud sobre la calidad del aire en 1.100
ciudades de 91 países reveló que las urbes con más contaminación atmosférica de España son
Zaragoza y Sevilla. El estudio analizaba, entre otros parámetros, la concentración de partículas
menores de diez micras conocidas como PM10, que emiten sobre todo las industrias, los
vehículos y las calefacciones. El aire de nuestra ciudad contiene más del doble de PM10 del
límite recomendado por la OMS (20 microgramos por m3). Dada la falta de industria pesada y
en que por nuestro clima tampoco usamos calefacción central con fuel, el agente causante de
esta contaminación, que cada año mata en el mundo a 1.340.000 personas, es el tráfico.
Además, Sevilla es la tercera ciudad española con más contaminación por ozono y ha
habido años en que se ha superado el nivel tolerable durante un centenar de días en el conjunto
de los puntos de muestreo, sobre todo en la zona Sur y en el Centro, debido a la combinación
calor+vehículos.
TRÁFICO RESTRINGIDO
Atendiendo a las recomendaciones de las organizaciones internacionales de medio
ambiente y salud, buena parte de las ciudades más avanzadas vetan o limitan el acceso del
tráfico privado a sus centros históricos. La estrategia de movilidad de la Comisión Europea
preconiza incluso la eliminación de los automóviles impulsados por combustible convencional
(gasolina, gasóleo) en las urbes del Viejo Continente.
Londres introdujo en 2003 un peaje a los vehículos privados que circularan por el
Centro, para reducir la contaminación atmosférica y la acústica, la ocupación de espacio público
y demás efectos perniciosos del tráfico. En 2008 dio una vuelta de tuerca al imponer una tasa
adicional a los vehículos en función de sus emisiones contaminantes. Cuando acabe este año
olímpico, retirará la licencia a los taxis con más de 15 años de antigüedad, responsables de una
cuarta parte de la contaminación, con el objetivo de que todos sean eléctricos en 2020.
En 700 hectáreas del casco histórico de Roma sigue vigente su declaración como zona
de tráfico restringido: sólo circulan los residentes y quienes allí trabajan, previo pago de un pase
anual. París puede, en virtud de una norma que data de 1997, prohibir circular a la mitad de los
vehículos: un día los de matrícula par, otro los de matrícula impar.
¿NUEVAS TENDENCIAS?
En este contexto, sorprende que Zoido invoque “las nuevas tendencias de
peatonalización” (¿?) en los centros históricos para tratar de justificar la modificación del PGOU
y construir así un gran aparcamiento rotatorio en la Alameda y, ojo, también ya en cualquier otro
punto del Casco Antiguo. Las “nuevas tendencias” por él inventadas consisten, según sus
propias palabras, en que se pueda llegar al Centro en coche privado para luego desplazarse allí
por otros medios, cuando lo que rige en las ciudades avanzadas es justo lo contrario:
desplazarse al Centro en otros medios que no sean el coche particular, que o no se usa para tal
fin o se deja aparcado en la periferia.
Y sorprende también que su delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, diga que el
parking estaba en el programa electoral del PP. En tal caso podría ilustrar a la opinión pública
mostrando la página concreta de esa promesa electoral que nadie parece haber advertido antes
que él, pues el discurso oficial de Zoido frente a Monteseirín, al que acusaba de haber impuesto
su Plan Centro de tráfico sin diálogo con los sectores afectados, fue siempre el de que él
actuaría de forma opuesta y consensuaría con los vecinos medidas alternativas.
SIN CONSENSO
El diálogo ha brillado por su ausencia (las promesas electorales se las lleva el viento al
día siguiente de las elecciones) y el anuncio del gran parking rotatorio, pensado al servicio de
los comerciantes del Centro antes que como respuesta a una demanda vecinal jamás planteada
en los últimos años, ya ha suscitado una fuerte oposición de parte de los residentes.
Estos temen que se vuelva a abrir en canal la Alameda por otra larga temporada, tras
haber sufrido durante meses las obras de la desafortunada remodelación actual a un coste
oficial de entre 7 y 10 millones de euros (dinero que ahora se tiraría a la basura), y que el
antiguo bulevar y la calle Calatrava de acceso al mismo se conviertan en la nueva versión de la
Gavidia y Baños, por el efecto llamada del aparcamiento, al igual que sucede con el de El Corte
Inglés.
MINIMA OCUPACIÓN
Si el alcalde se molestara en consultar la página web de la empresa municipal
Aparcamientos Urbanos de Sevilla (Aussa) y viera la Memoria Económica allí colgada (la de
2008), comprobaría que los índices de ocupación de los aparcamientos rotatorios que gestiona
en el Centro y su periferia son los siguientes: El Arenal, 230 plazas y un 20,8% de ocupación
(13,69% en 2009, según datos oficiosos); Triana, 150 plazas y un 31% de ocupación; José
Laguillo (éste es de carácter mixto), 523 plazas y un 5,1% de ocupación.
A la vista de estos datos oficiales, que probablemente podrían extrapolarse a los
parkings de las empresas privadas, ¿pueden decir el Ayuntamiento y Aprocom que los
sevillanos no van a comprar al Centro porque no encuentran donde aparcar y que por éso hace
falta el estacionamiento de la Alameda?

El donativo

El efecto Copa Davis, inducido por el dinero de los sevillanos que el Ayuntamiento gastó en organizar la final siguiendo la senda iniciada por el visionario Rojas Marcos (la del estadio y la de los grandes eventos deportivos), ha llenado las cajas registradoras de comerciantes, hoteleros y hosteleros. Los hoteleros, de suyo siempre llorones y pesimistas, están ahora más contentos que unas pascuas, nunca mejor dicho, porque las pernoctaciones en sus establecimientos se han incrementado en un 10% tirando por lo bajo. Los hosteleros (con ‘s’) confiesan que sus ventas han crecido en un 30%. Estupendo. Extraordinario. Todos nos alegramos por ellos. Ahora, aprovechando que todavía no están cerradas las cuentas de la Davis, esperamos anhelantes el donativo que en justa reciprocidad van a entregar a la ciudad Manuel Otero, Pedro Sánchez Cuerda y José Cañete en nombre de sus respectivas patronales para contribuir a la factura de la Copa, conforme a eso que dicen -quienes lo dicen, claro- de “devolver a la sociedad parte de lo mucho que nos ha dado”. (No caerá esa breva).

Gratis total

Todos los alcaldes que en Sevilla han sido –y Zoido no iba a ser la excepción- han justificado la organización, cueste lo que cueste, de eventos de todo tipo por los beneficios que reportan al sector turístico de la ciudad: hoteles, bares, restaurantes, tiendas de ‘souvenirs’…. Ha sido ése también el motivo invocado para pedir la final de la Copa Davis: el Ayuntamiento paga un canon de un millón de euros porque el tenis va a reportar 30 millones. Zoido ha pasado luego entre las empresas el platillo con el barniz de los patrocinios para que aflojen la tela. Han sacado la cartera veintinueve, que han apoquinado en conjunto incluso más pasta de la que supone el canon, de lo que se colige el olfato mercantil del alcalde, desarrollado en la pastelería de su pueblo adoptivo. Leo la lista de los patrocinadores y entre multinacionales de todo cordaje sólo hay una empresa turística, Abades, que además lo es sólo en especie y no en metálico. Toda una ciudad trabaja para un sector, el turístico, que siempre está llorando y que a la hora de la verdad no se retrata nunca.

La escapada

Cada 52 días, un viaje al extranjero en el peor año de la crisis. Ese es el promedio del (sin) alcalde, émulo del capitán Tan en sus periplos a lo largo y ancho de este mundo. Ahora se ha empotrado en una expedición a Argentina organizada por la Cámara de Comercio para que los productores audiovisuales acudan a un encuentro de cine. De cine se lo monta el (sin) para largarse de la Sevilla de los 70.000 parados. ¿No le ordenó el PSOE un apagón informativo? Pues si Viera y Susana no quieren caldo, que tomen dos tazas. Ya van siete escapadas al extranjero en este curso, con cualquier motivo, porque el (sin) es tan jaranero que toca todos los palos. Lo mismo aterriza en Río, por más que a ZP le diera corte por aquello de la crisis, que en Suráfrica por el Mundial de fútbol o en Turquía la de las tuberías (de Marchena) por el Mundobásquet. El caso es viajar a costa del contribuyente, aunque en Buenos Aires cante para disimular el ‘No llores por mí, Argentina’: “Debéis creerme,/ mis lujos son sólo un disfraz,/ un juego burgués nada más/, las reglas del ceremonial”.

Siete Puertas

Si introducimos en ‘Google’ las palabras ‘Almacenes siete puertas’ veremos que aparecen 3.200.000 registros. Y si tecleamos ‘Siete puertas’ a secas aparecen 290.000. Casi da igual una cifra que otra porque está comprobado que los usuarios de Internet no pasan de la primera o segunda páginas que les ofrecen los navegadores en sus búsquedas en ese infinito océano que es la Red de redes, de ahí la pugna para  aparecer en la primera pantalla que muestra Google, dado su valor mercantil. Más allá es como si nada existiera.

He chequeado las diez primeras páginas de cada texto citado al principio y he encontrado referido a ‘Siete Puertas’ un restaurante barcelonés que data de 1836 y tiene, una página de magnífica factura; un colectivo de arte de Navarra; una canción de Pedro Guerra; referencias a otro restaurante, esta vez de Llanes, y hasta la sinfonía que Penderecki dedicó con el sobrenombre de ‘las siete puertas’ a Jerusalem por su trimilenario, plena de alegorías referidas al número siete, tan importante en la cultura hebrea.

BARCELONA Y SEVILLA

He hallado también bastantes referencias al cierre de los tradicionales almacenes sevillanos ‘Siete Puertas’, una de las noticias más comentadas de este verano, pero ninguna página propiamente dicha de ese histórico comercio al modo del ‘Restaurant 7 Portes’ catalán, por más que el consejero delegado de Google haya advertido de que “todo lo que en algún momento haya sido colgado en Internet permanece, aunque quizás en un lugar más recóndito de la Red’.

Es muy posible, pues, que ‘Siete Puertas’, fundado en 1923, ni siquiera haya tenido un escaparate en Internet desde el que promocionar sus productos, e incluso venderlos a través de una tienda electrónica, a un mundo globalizado de 6.000 millones de personas. No es una excepción. Se estima que más de la mitad de las empresas sevillanas y andaluzas carece aún de página web. Por contraste, el ‘Sete Portes’ catalán, que es casi cien años más antiguo que su cerrado homónimo comercio sevillano, dispone de una estupenda página en Internet  en la que de paso cuenta cómo dedica sillas a los ilustres visitantes que ha tenido a lo largo de su casi bicentenaria historia: los Reyes, Lorca, Picasso, Dalí, Alberti, Fleming, García Márquez, María Callas, Orson Welles, Kraus, Cela, Serrat…..

SIN EVOLUCION

¿Significa acaso que Siete Puertas ha cerrado por carecer de página web? Obviamente, no. Su cierre se habrá debido a un cúmulo de circunstancias, pero no debería atribuirse en exclusiva a la reduccionista excusa de la peatonalización o de los problemas de acceso al Centro, como se ha presentado de forma generalizada. De hecho, hasta donde mi memoria alcanza porque he sido vecino de esa collación, ‘Siete Puertas’ ha estado siempre en una zona peatonal, donde hay una silenciosa pero más frecuente de lo que parece renovación del tejido comercial por el mismo principio darwinista de la selección natural: el que no se adapta a los nuevos tiempos desaparece y su ‘nicho vacío’ es ocupado por otro establecimiento. Hoy es un bazar chino, pero ayer pudo ser un local de cintas de vídeo, una tienda de pantalones vaqueros, una sucursal de una multinacional o hasta una de productos dietéticos, según evolucionaran las modas y las costumbres.

Evolucionan modas y costumbres, pero los comercios tradicionales de Sevilla deben preguntarse si evolucionan en paralelo o se quedan anclados en el tiempo y en sus cada vez menores, por puro efecto biológico, clientelas de siempre; y si reaccionan o no a esas nuevas circunstancias del tráfico en la ciudad, que teóricamente deben favorecerles más que perjudicarles, como generalmente ocurre con las calles peatonales en las grandes ciudades europeas.

CULPA DE TERCEROS

La carencia de página web es sólo un síntoma más de otros muchos que podrían detectarse en un chequeo. Por ejemplo, ¿desde cuándo no veíamos un anuncio de ‘Siete Puertas’ en la prensa o en la radio tras su clásico ‘Siete, siete, siete Puertas. Usted tiene la ventaja’?. ¿Había expedido tarjetas de fidelización a sus clientes? ¿Les enviaba ‘newsletters’ sobre sus promociones? ¿Encargaba encuestas sobre el grado de satisfacción de su clientela? ¿Renovaba sus colecciones y escaparates cada temporada? ¿Organizó algún desfile o acto promocional para el gran público? ¿Se integró en el centro comercial abierto planteado en su día para su zona? ¿Creó, por sí o en asociación con otros un servicio de envío gratis a domicilio a partir de determinado importe de compra para contrarrestar las dificultades de acceso al Centro? ¿Regaló minutos de aparcamiento en los alrededores? ¿Qué hizo para atraer a un público joven que camina con el Ipod en los oídos y que asocia la calle Puente y Pellón con tiendas de viejo?

Y así podríamos seguir preguntándonos ‘ad infinitum’, tanto para ‘Siete Puertas’ como para muchos comercios tradicionales, cuyos dueños aún no han leído la fábula de Spencer Johnson ‘¿Quién se ha llevado mi queso?’ o no han comprendido que, como cantaba Dylan, ‘los tiempos están cambiando’. Para ellos, culpar de su crisis exclusivamente a  las peatonalizaciones es la coartada más fácil, porque les permite eludir cualquier atisbo de responsabilidad propia en su situación. La culpa siempre será de un tercero o del Ayuntamiento.

Comenté con alguien mucho más joven que yo la noticia del cierre de ‘Siete Puertas’. Cosa rara, aún le sonaba el nombre, y me respondió: ‘Ah, ¿pero no hacía tiempo que había cerrado ya?’.

Segunda estación

El (sin) alcalde que no iba a alegar al proyecto del Metro por –decía- haberlo pactado todo previamente con la consejera de Obras Públicas le ha roto ahora los esquemas a la Junta al alinearse con la inmensa mayoría que pide una segunda estación en el centro aparte de la prevista en la plaza del Duque. Por más que los técnicos digan que los cimientos de las setas impiden excavar la parada en la Encarnación, el (sin) propugna un pozo de bolsillo con dos bocas: una al Antiquarium y otra dentro del Parasol para hacer honor a su nombre de Metropol. Si se admite la tesis de Alfredo, que para más ‘inri’ reconoce que no es suya cuando dice que se trata de “imitar a Barcelona” (¿será algún día al revés?), la Junta ya no tendrá argumentos para encastillarse en paradas cada 1.400 metros, porque el Duque y la Encarnación sólo distan 250. Más que nunca, como sostienen los comerciantes, se justificaría la gran estación central en Plaza Nueva, situada a 500 metros del Duque y donde no hay problemas técnicos para excavar porque el pozo lleva veinticinco años esperando.

Siete Puertas

Recordarán que Manuel Rey, el delegado de Urbanismo inventor de las pastillas Macabeo, se sacó de la chistera un estudio en la línea del innombrable (para Monteseirín) Emilio Carrillo en que cuantificaba en ‘cienes’ y ‘cienes’ de miles de millones y de empleos el impacto económico de las setas de la Encarnación. Pues menos lobos. El centenario comercio de ‘Las siete puertas’, uno de los teóricos beneficiarios del Parasol sin Metro(pol), ha hecho honor a su nombre y nos ha dado con la puerta en las narices. Vamos, que ha echado el cierre. Su propietario  culpa de su desgracia a las setas del cuento de la lechera del (sin) alcalde. Dice que en vez de ser el  “balón de oxígeno” para el comercio prometido por el Ayuntamiento, el Parasol ha convertido el área de la Encarnación “en un desierto”. ¿Ven cómo va a ser verdad que Sevilla acabará siendo similar al desierto de Tucson, en Arizona, conforme al augurio de los meteorólogos? El pronóstico le va a venir de perlas a Monteseirín, Marchena, Rey and Cía. La culpa no la tendrán las setas, sino el cambio climático.

Descontrol

La Cámara de Comercio y hasta los trabajadores de la empresa  piden  al Gobierno que “evite el ridículo” de que Airbus suspenda los ensayos del avión militar de transporte europeo A400M y se lo lleve a Toulouse por falta de controladores aéreos en Sevilla. Es mucho peor que ridículo;  es una incompetencia del principio de Peter  que afecta a la imagen y al bolsillo de España y de Sevilla ante nuestros socios y ante el mundo y pone en peligro la continuidad del programa aeronáutico justo en la mayor crisis económica contemporánea. Esta carencia de controladores, por improvisación u otras razones, es la prueba del nueve de lo lejos que estamos de ser el tercer polo aeronáutico del continente junto a Hamburgo y Toulouse, como viene sosteniendo triunfalmente la Asociación Oficial de Propagandistas de la Modernidad, con el (sin) alcalde al frente. No hay controladores, no, pero si nos vamos al catálogo de ocupaciones laborales de difícil cobertura del Ministerio de Trabajo (2º trimestre), dice que en Sevilla lo que de verdad hacen falta son….. patrones de yate.

El simulador

Un lector de Triana aporta su testimonio sobre los efectos de la peatonalización de San Jacinto y los cambios de dirección en San Vicente de Paul, Clara Jesús Montero y Santa Cecilia. Cuenta cómo los comerciantes han notado una caída de ventas porque no se ha previsto dónde aparcarían los visitantes al arrabal; cómo los mayores se quejan porque sus hijos que viven fuera ya no pueden venir a verlos con la frecuencia de antaño ante las restricciones al tráfico; cómo lo máximo que ha visto al extinto autobús C-7 es circulando con tan sólo dos personas….Todo esto y más se lo traslada al delegado de su distrito, Alberto Moriñas, y al de (in)Movilidad, Francisco Fernández, y he aquí la respuesta de este último: el simulador de tráfico es quien lleva la razón. Así pues, la simulación de la realidad se impone a la realidad misma, aun cuando en nada se parezca a ella. El Ayuntamiento vive instalado en una Sevilla virtual y de ficción en donde hasta el alcalde cree que va a seguir siendo alcalde aun cuando el PSOE ya ha metido otros nombres en su propio simulador.