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La Campana y el Laredo

La Campana presume de haber sobrevivido a todos los regímenes pero amenaza con el cierre por 11  veladores

Robles pagará cuatro veces más por el Laredo en competencia con Starbucks y mantiene  su plantilla

 

Los dueños de la confitería La Campana le están echando un nuevo pulso al Ayuntamiento con la colocación de una gran pancarta, presuntamente ilegal, a lo ancho de la fachada del edificio con la leyenda: “La eliminación total de la terraza de veladores por la Gerencia de Urbanismo sin causa justificada, ha sentenciado el futuro de este establecimiento fundado en 1885, que para muchos sevillanos forma parte del patrimonio cultural de su ciudad. Una injusticia que mandará al paro a los 40 trabajadores de su plantilla. Te necesitamos!!!”.

Asimismo, el gerente ha conseguido 9.158 adhesiones hasta ahora en la plataforma Change.org a su campaña de “que vuelvan los veladores a la confitería La Campana”, confundiendo de forma interesada a los firmantes, ya que los veladores no están ni  han estado en la confitería, sino en una plaza pública que es propiedad de todos los sevillanos.

En su escrito afirma que llevaba operando los once veladores desde hace más de 25 años (¿?); que el futuro de la centenaria cafetería, con cerca de 40 trabajadores, estaría seriamente comprometido; que no es difícil vaticinar que casi con toda seguridad se instalará en su lugar otra de las prolíferas franquicias que minan el casco antiguo de Sevilla, porque la confitería está siendo víctima de una decisión irracional, desproporcionada, demagógica e injusta y que en ningún momento el Ayuntamiento abrió una vía de diálogo ni les solicitó propuesta alguna.

A ello se han unido declaraciones de empleados expresando su temor a que sean víctimas de un expediente de regulación de empleo y de ediles como María del Mar Sánchez Estrella (PP), que pide ahora que se aplique a “establecimientos históricos y emblemáticos” una excepción, la que no aplicó su partido cuando gobernaba Zoido y redactó la Ordenanza reguladora.

 

EL NEGOCIO

 

Es obvio que los dueños de la confitería amenazan con el despido de los trabajadores (en la pancarta se lee “mandar al paro a los 40 trabajadores de su plantilla”) con el fin de que el gobierno de Espadas ceda a su presión para, con la ayuda de PP y Cs, seguir ocupando en condiciones privilegiadas con veladores el espacio público de todos los sevillanos que es la plaza de la Campana.

Como se recordará el gerente declaró a Radio Sevilla que esos 11 veladores le reportaban unos ingresos diarios de 1.500 euros, por lo que al año serían 547.500. A cambio, pagaba al Ayuntamiento una tasa anual de 1.900 euros. Dicho de otro modo, por cada velador abonaba 172,70 euros anuales y cada uno le generaba un ingreso de 49.772 euros. Aun descontando los gastos de personal en el supuesto de que cada velador estuviera atendido por un camarero con contrato fijo acogido al convenio del sector de la hostelería (Anexo II. Tablas Salariales. Nivel tercero. Camarero o Sumiller. Cafetería de máxima categoría: 1.111,56 euros/mes) o al de Confitería (no existe la figura de camarero y según la Tabla Salarial del Anexo I el sueldo más alto es, en el área de fabricación, de 1.008,40 euros/mes), y considerando también el coste de las consumiciones, podría estimarse que cada velador dejaría un beneficio cercano a los 30.000 euros.

 

CONTRADICCIONES

Omiten en su pancarta que sólo les han retirado los veladores de la parte delantera de la confitería y que junto a los del cercano Burger King habían colmatado la plaza y convertido en una carrera de salvar mesas, sillas y sombrillas el tránsito por la misma. El Ayuntamiento les ha mantenido los veladores en la parte trasera, donde tenían el restaurante La Reja gracias a un contrato de renta antigua.

Ya en octubre de 2016, el gerente declaró a ABC: “Si nos quitan los veladores nos veremos abocados al cierre”. El 23 de febrero de 2017, el suplemento gastronómico del mismo medio publicaba una crónica titulada “La Campana estrena obrador para seguir 132 años más”, en la que se reflejaba que el motivo del traslado del antiguo obrador había sido adaptarse a la nueva normativa sanitaria. En ese acto, al contrario de lo que podría interpretarse en el texto de Change.org, el gerente dio las gracias a las entidades bancarias que facilitaron la financiación para la compra y ejecución de las instalaciones.

Según la crónica, Borja Hernández presumió de una empresa “más antigua que la torre Eiffel y que la estatua de la Libertad;  que ha sobrevivido -añadió- a Alfonso XII, Alfonso XIII, la Segunda República, la Dictadura de Franco, a Juan Carlos I y al inicio de Felipe VI”.

Sorprende, por tanto, el doble mensaje, según el momento y el sitio, del gerente. Si la empresa ha sobrevivido al menos 107 años sin veladores en la plaza y a monarquías, repúblicas y dictaduras, ¿va a echar el cierre porque Espadas no le renueva el permiso para once veladores?

Borja Hernández no deja de contradecirse a sí mismo. En octubre de 2016 declaró a ABC que los 11 veladores sitos junto al quiosco producían el 70% de la facturación de su negocio y que cada tres veladores suponían un puesto de trabajo. Conforme a sus palabras, la supresión de los once veladores tendría que afectar, teóricamente, a 3,6 empleos, pero en su pancarta dice en tono catastrofista que 40 trabajadores (toda la plantilla) acabará en el paro.

Item más, el pasado día 17, el medio citado recogía que según los cálculos del dueño de la confitería, la facturación ha disminuido en un 30% desde que en abril Urbanismo ordenó retirar los veladores. Pero, ¿no decía en octubre que los veladores le generaban el 70% del negocio? La supuesta afección, siempre según sus propias declaraciones, habría sido un 40% menor.

EN PRECARIO

 

El empresario no puede supeditar su negocio a los veladores cuando sabe perfectamente que están regulados por una Ordenanza según la cual tanto los de la confitería como los de cualquier local de Sevilla están en precario, porque la norma dispone que la instalación de terrazas en la vía pública es una decisión discrecional del Ayuntamiento y que su autorización se ajusta a criterios de minimización del uso privado frente al público, debiendo prevalecer en caso de conflicto la utilización pública de espacio y el interés general del ciudadano. Las licencias se conceden siempre en precario  y estarán sujetas a las modificaciones que pueda decidir el Ayuntamiento, que se reserva el derecho a dejarlas sin efecto, limitarlas o reducirlas en cualquier momento, si existiesen causas razonadas que así lo aconsejasen. Tendrán en todo caso carácter temporal, limitado a un máximo de doce meses de duración, finalizando en cualquier caso el 31 de Diciembre del año en curso y podrán ser renovables.

El dueño de la confitería afirma que su negocio es centenario y representativo del comercio tradicional y del patrimonio cultural de la ciudad y que se corre el riesgo de que su lugar lo ocupe una franquicia. Independientemente de que el alcalde ha declarado que sigue esperando que le presente una propuesta jurídica razonada que justifique “un régimen diferenciado” para la confitería en la Ordenanza de Veladores, ¿se puede invocar la antigüedad o un carácter pretendidamente cultural (¿?) para arrogarse un tratamiento especial y no someterse a las mismas reglas del libre mercado ni a la igualdad de derechos que se proclama en nuestra Constitución? ¿Por qué la confitería debe tener veladores en la plaza y no Burger King? ¿Por qué la franquicia Burger King no debe instalarse en Sevilla y la franquicia sevillana de autobuses turísticos City Sightseeing sí puede expandirse a un centenar de ciudades de todo el mundo?

 

EL LAREDO

 

Y ahora vayamos al otro extremo de la calle Sierpes. Juan Robles, colega de Borja Hernández, no ha invocado ni tradición, ni antigüedad, ni patrimonio cultural con el bar Laredo, sito en un edificio municipal, sino que ha competido en buena lid con una compañía multinacional como Starbucks.

Hace un decenio, Robles se adjudicó el bar Laredo a cambio de pagarle al Ayuntamiento un canon de 30.000 euros anuales (2.337 euros al mes más IVA). Al expirar el contrato, el gobierno local convocó un nuevo concurso con un canon de salida de 30.000 euros anuales. Starbucks ofreció 114.000 euros (IVA aparte). Robles ha ejercido su derecho preferente e igualado la oferta de la multinacional, por lo que continuará explotando el Laredo durante 15 años más pero pagando un canon de 9.500 euros mensuales (IVA aparte). Así pues, las denostadas franquicias han tenido el efecto de que el Ayuntamiento va a ingresar por el Laredo cuatro veces más, lo cual no ha sido óbice para que Robles mantenga los 15 trabajadores en plantilla y siga haciendo negocio con el local.

El debate, por tanto, no hay que centrarlo tanto en los veladores como en el espacio público de todos que ocupan y a cambio de qué precio (172 euros anuales por un velador en la Campana), unas cantidades tan bajas que han permitido grandes plusvalías a unos  empresarios que se erigen a sí mismos como patrimonio histórico cultural de Sevilla,  sin que esos espacios dejen  ingresos significativos en las arcas municipales que destinar a paliar las muchas carencias que sufre la ciudad.

La Campana paga 1.900 euros por unos veladores que le dejan 547.000

La tasa que abona al Ayuntamiento es de 173 euros al año por cada uno de sus 11 veladores

Cada velador le genera una facturación anual de unos 50.000 euros

La confitería tiene impuestas dos multas por exceso de veladores y sombrillas sin licencia

 

La rebelión de los dueños de la confitería La Campana contra el Ayuntamiento por la orden de retirada de los veladores que tenía en la vía pública una vez terminada la Semana Santa  ha permitido que la opinión pública conozca el enorme negocio que hay detrás de las terrazas instaladas por los bares y locales sitos en las zonas más turísticas de Sevilla. Más que ciento por uno, los veladores, al menos en el caso de La Campana, rinden casi trescientos.

Durante la sentada organizada hace una semana para impedir inicialmente la retirada de los veladores por técnicos de la Gerencia de Urbanismo, agentes de la Policía Local y operarios del Ayuntamiento, el gerente y copropietario de la confitería La Campana, Borja Hernández, declaró a Radio Sevilla que para su negocio el uso de los (once) veladores en la calle supone unos ingresos de 1.500 euros diarios y que la pérdida de los mismos pone en peligro 40 puestos de trabajo.

Tras la revelación de este dato, se colige que los veladores generan 547.500 euros al año a la confitería, un pingüe negocio si se tiene en cuenta que por ocupar con el permiso del Ayuntamiento el espacio público de todos los sevillanos con esas once mesas y sus correspondientes sillas la empresa abona una tasa anual de tan sólo 1.900 euros.

Así pues, por cada velador paga una media de 173 euros anuales en números redondos, y cada uno de esos veladores le reporta ventas por valor de unos 50.000 euros (concretamente, siempre según la cifra revelada por el gerente y copropietario del negocio, 49.772 euros).

Según fuentes municipales, el establecimiento tenía una terraza con cinco veladores y sólo recientemente los incrementó hasta un total de once. El Ayuntamiento nunca le dio permiso para que instalara sombrillas.

En 2016, el gobierno local impuso a la empresa propietaria de la confitería dos multas coercitivas por vulnerar la Ordenanza Reguladora de las Terrazas de Veladores: una, por exceso de veladores en el angosto acceso por la calle Sierpes hasta la plaza y por la colocación de dos sombrillas; otra, por multiplicar por tres el número de sombrillas (de dos a seis), para lo cual tampoco contaba con autorización municipal.

Item más, algunas sombrillas incluso lucían publicidad de una conocida marca de cervezas, no sevillana precisamente, lo cual habría supuesto otra presunta vía de ingresos añadido para la confitería a cuenta de los veladores.

Pese a estos antecedentes, el portavoz de Ciudadanos, Javier Millán, ha declarado en relación con este caso que “el fundamental problema con los veladores de Sevilla es garantizar el cumplimiento de la Ordenanza, sancionando a quienes no respetan la norma, algo que este gobierno (por el de Espadas) no tiene como prioridad, dedicándose por el contrario a matar moscas a cañonazos en vez de trabajar en una solución sensata”.

 

ACTITUDES OPUESTAS

La actitud rebelde y provocativa del gerente y copropietario de la confitería ante los agentes de la autoridad el pasado lunes contrastó con la pacífica reacción de los responsables del cercano local de McDonald’s, los cuales también habían vuelto a instalar en la vía pública, una vez acabada la Semana Santa y pese a la prohibición municipal, sus ocho mesas y 32 sillas. Aquéllos, pese a que habían presentado la misma alegación que los empresarios de La Campana contra la decisión del Ayuntamiento, acataron la orden pero no dejaron de señalar el agravio comparativo y la contradicción que habría supuesto que una orden similar no se aplicara también contra la confitería, que hacía ostentación de mantener los veladores, incluso con una sentada de los empleados para obstaculizar la acción de los técnicos, policías y operarios y a riesgo de provocar una alteración del orden público.

Los enviados del Ayuntamiento estuvieron dialogando una hora y media con el gerente y copropietario de La Campana, de forma infructuosa, ya que éste nunca depuso su actitud y hacía alarde de estar dispuesto a que se lo llevaran por la fuerza y aunque fuera sólo a él. Ante el cariz que estaban los acontecimientos y para evitar males mayores, los agentes del Consistorio se retiraron.

Posteriormente, hacia las 16 horas y cuando la presencia de público en las calles era mucho menor, una amplia dotación policial rodeó la confitería y bloqueó las puertas del establecimiento, y se procedió a la retirada de los veladores.
La Ordenanza Municipal estipula que Los veladores están en precario
La Ordenanza Reguladora de las Terrazas de Veladores del Ayuntamiento de Sevilla estipula, entre otros extremos, lo siguiente:

-La implantación de las terrazas de veladores requiere la previa obtención de la licencia municipal en los términos previstos.

-Tendrán en todo caso carácter temporal, limitado a un máximo de doce meses de duración, finalizando en cualquier caso el 31 de Diciembre del año en curso y podrán ser renovables.

-Se concederán siempre en precario y estarán sujetas a las modificaciones que pueda decidir el Ayuntamiento, que se reserva el derecho a dejarlas sin efecto, limitarlas o reducirlas en cualquier momento, si existiesen causas razonadas que así lo aconsejasen.

-La instalación de terrazas en la vía pública es una decisión discrecional del Ayuntamiento, que supone la utilización especial de un espacio público, por lo que su autorización deberá supeditarse a criterios de minimización del uso privado frente al público, debiendo prevalecer en los casos de conflicto la utilización pública de dicho espacio y el interés general del ciudadano.