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La contaminación en Sevilla se redujo a la mitad durante el confinamiento por el coronavirus

En el periodo de la pandemia marzo-octubre ha disminuido en un 34%, cuatro puntos menos que la media nacional

Hubo picos de dióxido de nitrógeno en julio, septiembre y octubre por una mayor movilidad que influyó, al igual que en el resto del país, en la segunda ola del Covid

Ecologistas en Acción pide más espacio urbano para la movilidad peatonal y que se potencie el uso de la bicicleta

La contaminación ambiental en Sevilla por NO2 (dióxido de nitrógeno, que junto al óxido nitroso o NO es uno de los principales contaminantes de las grandes urbes, por causa generalmente del tráfico) durante el confinamiento decretado por el Gobierno tras la aparición del coronavirus se redujo en más de la mitad según el estudio ‘Efectos de la crisis del Covid 19 sobre la calidad del aire urbano en España’, realizado por Ecologistas en Acción con datos de las 26 principales ciudades del país.

Ocho meses después de que la emergencia sanitaria debida a la COVID-19 fuera elevada a pandemia internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 11 de marzo de 2020, la crisis sin precedentes que produjo sigue presente, y sus efectos en la actividad económica y, por tanto, en la movilidad, siguen notándose.
De la profunda y aguda crisis inicial, que llevó a restricciones en la libertad de circulación vía declaración del estado de alarma por parte del Gobierno central (Real
Decreto 463/2020, de 14 de marzo, en vigor hasta el 21 de junio tras sucesivas prórrogas), se pasó a una desescalada relativamente rápida, con el objetivo de salvar la campaña turística de verano.

Avenidas desiertas en Sevilla durante el confinamiento por el Covid 19

Esto condujo a un nuevo aumento de los casos a finales del estío, lo que a su vez llevó
a las autoridades autonómicas a establecer, de nuevo, varias limitaciones de carácter local o autonómico, pero en todo caso de menor alcance que el inicial confinamiento domiciliario general.

Uno de los muchos efectos de esta serie de políticas ha sido la reducción generalizada del transporte y, en menor medida, de la actividad industrial y la generación de electricidad, fuentes principales de la emisión de los contaminantes a la atmósfera. El efecto ha sido mucho más claro en los dos meses y medio de restricciones severas. Sin embargo, la suma de cambios en hábitos sociales, modificaciones laborales como el teletrabajo y, en gran medida, el cierre o suspensión de actividad de numerosas empresas en sectores de gran impacto como el turismo, han contribuido a
que esta disminución de las emisiones contaminantes se prolongue el tiempo.

Esta tendencia llevó a caídas de hasta el 90% en el tráfico en grandes ciudades en algunos días, y a descensos medios superiores al 70% en las primeras semanas del estado de alarma. La otra cara ha sido el descenso en el uso del transporte
público urbano, que superó el 90% en las cercanías ferroviarias y en los autobuses urbanos.

Labores preventivas del coronavirus en el interior de un autobús de Tussam

Teniendo en cuenta que el tráfico motorizado es el principal factor que influye en la calidad del aire urbano, un descenso tan marcado de la circulación y de sus emisiones a la atmósfera ha incidido en una mejora muy significativa de la calidad del aire que respiramos, aunque se deba a circunstancias tan excepcionales como éstas. Así lo están poniendo de manifiesto algunas instituciones y centros de investigación, y especialmente numerosos medios de comunicación estatales y locales, a partir de la comparativa de imágenes de satélite y mediciones de estaciones de vigilancia de la calidad del aire, utilizando series de datos en ocasiones muy dispares, para periodos muy cortos y poco homogéneos, dada la todavía escasa perspectiva que tenemos.

Según los estudios del equipo de Julio Díaz y Cristina Linares, del Departamento de Epidemiología y Bioestadística del Instituto de Salud Carlos III, la mortalidad atribuible por la exposición a corto plazo a las partículas, el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono, por causas naturales, respiratorias y circulatorias, ascendería en conjunto en España a una media de 10.000 muertes anuales. Pequeñas reducciones en los niveles de estos contaminantes pueden ser determinantes para salvar vidas, en el corto plazo.


PRINCIPALES CIUDADES

Intentando dar una visión de conjunto y a la vez más precisa de la situación actual, Ecologistas en Acción ha adaptado la metodología que viene utilizando desde hace década y media en sus informes anuales sobre la calidad del aire. El análisis se ha limitado en esta ocasión al NO2, por ser la sustancia más directamente relacionada con el tráfico urbano, frente a otros contaminantes con fuentes alternativas como las partículas PM10 y PM2,5 (inferiores a 2,5 micras). Se han recogido los datos oficiales de 129 de las 600 estaciones de medición de este contaminante existentes en España, correspondientes a las redes de las 26 principales ciudades.

Las 26 ciudades evaluadas suman una población de 13,6 millones de habitantes, el 29,0% de la empadronada en España, y resultan representativas de la contaminación a que se halla expuesta la población urbana en general, por lo que las conclusiones obtenidas pueden extrapolarse a otras ciudades de menor tamaño sin redes de medición suficientemente desarrolladas para el adecuado control del NO2.

Sevilla, durante un episodio de contaminación

El periodo de recopilación de la información ha comprendido entre el 1 de marzo y el 31de octubre de 2020 y los mismos meses de los diez años anteriores (2010 a 2019), con el fin de reducir los sesgos meteorológicos debidos a las variaciones del tiempo. Se trata además de un intervalo temporal en el que por efecto de la crisis económica de 2008 los niveles de contaminación han sido en general más bajos que en la década anterior.

Dentro de este periodo, que permite observar la variación de la calidad del aire a lo largo de ocho meses de 2020 y de la década anterior (media de los años 2010 a 2019), se han analizado y comparado con los correspondientes promedios de los últimos diez años tres periodos separados, en el conjunto de las redes y en la estación orientada al tráfico más significativa de cada ciudad, por su mayor concentración de NO2 y/o por su posición central. Estos periodos han sido: a) 14 de marzo al 21 de junio (primavera y estado de alarma), b) 22 de junio a 31 de agosto (verano y vacaciones escolares, en las que suele haber menos actividad) y c) 1 de septiembre a 31 de octubre (vuelta al colegio e inicio del otoño).

RESULTADOS

Como resultado de las medidas de confinamiento social y limitación de la movilidad derivadas del estado de alarma y meses posteriores, en el periodo comprendido entre el 14 de marzo y el 31 de octubre de 2020 se ha producido una reducción muy importante de los niveles de NO2 en las redes de medición de las 26 ciudades consideradas, por comparación con el promedio del mismo periodo de los diez años anteriores. En el conjunto de las 129 estaciones evaluadas, la reducción se cuantifica en un 38% de los niveles habituales para el total del periodo, mientras que durante el primer estado de alarma (14 de marzo a 21 de junio) la reducción fue del 52%.

Por lo que se refiere a Sevilla capital, la contaminación por NO2 se redujo en similar proporción que la media nacional durante el confinamiento, pero a medida que se fueron relajando las restricciones y se incrementó el volumen de tráfico el dióxido de nitrógeno presente en la atmósfera sevillana también fue creciendo y, en consecuencia, disminuyendo la reducción de la contaminación, que aun así fue significativa: un 20% menos en los meses de verano y un 23% inferior durante el otoño. Globalmente, entre marzo -el mes en que se decretó el confinamiento- y octubre, ambos incluidos, la contaminación por NO2 ha caído en Sevilla en un 34%, menos que la media de las 26 ciudades analizadas, donde la caída ha llegado al 38%.

Ecologistas en Acción también ha analizado las variaciones que se han registrado en estaciones más orientadas al tráfico rodado, como es en Sevilla el caso de la situada en la calle Torneo.

En este caso la reducción de la contaminación ha sido entre dos y tres puntos superior a la que se ha producido en el conjunto de la ciudad, pero no tanto como en estaciones similares del resto de España, donde la contaminación ha disminuido una media del 42%.

La gráfica referida a los valores diarios medios de dióxido de nitrógeno en los periodos comparados (años 2010-2019, en color rojo y de marzo a octubre de 2020, en color azul) para la estación situada en la calle Torneo demuestra cómo en julio, tras el confinamiento y por las vacaciones de verano, y en octubre de 2020 se registraron picos de contaminación superiores a los que se produjeron en el decenio anterior, por una mayor movilidad.

Este comportamiento, común al conjunto del país, influyó en el advenimiento de la segunda ola de la pandemia y obligó al Gobierno a decretar el estado de alarma el 25 de octubre.

Los picos de contaminación en el conjunto de la red sevillana también se produjeron en septiembre y a principios de octubre en comparación con el decenio precedente.

RECOMENDACIONES VERDES

Ecologistas en Acción afirma que en general, es necesario mantener algunas “buenas prácticas” de la crisis que limitan la necesidad de desplazamientos, adaptadas a un escenario de paulatina normalización, como son la compra de proximidad, el teletrabajo como opción laboral voluntaria, una administración electrónica más eficiente o el escalonamiento de los horarios laborales. Se trata de opciones compatibles con el distanciamiento social que permitirían manejar de forma
más racional el acceso de la ciudadanía a los servicios y a ciertos trabajos.

El transporte público es la columna vertebral de la movilidad urbana y de él depende una gran parte del transporte suburbano e interurbano, por lo que su buen funcionamiento es imprescindible en un modelo de movilidad sostenible. Por otro lado, la movilidad peatonal necesita una mayor amplitud de espacios, para garantizar el distanciamiento físico. Al mismo tiempo, surge la oportunidad de potenciar la bicicleta como una forma de movilidad activa segura, sostenible y saludable.

Tussam ha sufrido especialmente la caída de viajeros por causa del coronavirus

La distribución del espacio público urbano debe ser consecuente con las prioridades sanitarias de la desescalada, fomentando una movilidad ciudadana compatible con la salud. Para ello hay que ampliar los espacios reservados a la movilidad activa ciclista y peatonal, priorizando estos modos de transporte en las calles e intersecciones.

Teniendo en cuenta lo anterior, se deben ejecutar de forma urgente medidas para potenciar los medios de transporte sostenibles y limitar el uso del automóvil privado. Para su aplicación en la “nueva normalidad”, Ecologistas en Acción propone las siguientes:

Gestión de la demanda de movilidad

-Reducir las necesidades de transporte, fomentando el teletrabajo, la compra de proximidad y la administración electrónica.
-Reducir al máximo la aparición de horas punta, flexibilizando los horarios y escalonando la entrada y salida a los puestos de trabajo y servicios.
-Campañas a favor de los desplazamientos caminando y en bicicleta en trayectos de
menos de 6 kilómetros.
-Ampliar la extensión de zonas verdes en todas las ciudades para evitar aglomeraciones
en parques y jardines y reducir desplazamientos a lugares de recreo.

Fomento de los desplazamientos a pie

-Ampliación de aceras para facilitar el distanciamiento físico. Se puede realizar a costa del espacio de la calzada o de las bandas de aparcamiento.
-Establecimiento de calles compartidas (sin separación calzada-acera) y zonas con prioridad peatonal, en las calles en las que no se puedan ampliar las aceras, donde las personas tendrán prioridad para caminar por la calzada.
-Ubicación de terrazas, contenedores y aparcamiento de motos preferentemente en la
calzada y no en la acera.

Transeúntes por una calle de Sevilla


-Reducir los límites de velocidad de circulación en las ciudades, generalizando las calles a 30, 20 y 10 km/h para facilitar la movilidad activa.
-Restricción de la circulación de vehículos a motor en torno a los centros docentes, en las horas de entrada y salida del alumnado.
-Programación semafórica para reducir los tiempos de espera en los pasos de peatones, evitando las aglomeraciones de personas.

Fomento de los desplazamientos en bicicleta


-Implantar redes y corredores ciclistas permanentes, y consolidar los de emergencia que se pusieron en marcha durante la desescalada.
-Establecer líneas de financiación estatales, autonómicas y locales para estas infraestructuras ciclistas.

Carril bici en Sevilla junto a la torre del Oro


-Promover aparcamientos seguros en puntos estratégicos (intercambiadores de transporte público, edificios administrativos, estaciones de tren).
-Implantar estacionamientos de bicicletas en los centros de trabajo.
-Plan de ayudas para la adquisición y reparación de bicicletas por particulares.
-Programas de aprendizaje para montar y circular en bicicleta.
-Facilitar y potenciar la intermodalidad, permitiendo viajar con bicicleta en el transporte
público.

Potenciar el transporte público

-Ampliar el número y dimensión de los carriles bus en las zonas urbanas y priorizarlos
semafóricamente.
-Habilitar carriles bus en todas las autovías y autopistas de acceso a las grandes ciudades.
-Ley de financiación del transporte público que garantice su viabilidad, con medidas de
financiación de urgencia.
-Moratoria en la ampliación de autopistas y autovías, destinando su presupuesto para
implementar medidas que favorezcan el transporte público.
-Facilitar sistemas de protección frente a la COVID-19 a las personas que viajen en el
transporte colectivo.

Contramano

El pasado febrero, Sevilla amaneció durante varios días cubierta por una ‘boina’, una
espesa capa negra contaminante que se atribuyó a la conjunción de las bajísimas temperaturas,
las emisiones del tráfico y las hogueras de los agricultores para salvar la cosecha del
melocotón.
Pero la alta contaminación de Sevilla no es una excepción. Tan sólo cinco meses antes,
un estudio global de la Organización Mundial de la Salud sobre la calidad del aire en 1.100
ciudades de 91 países reveló que las urbes con más contaminación atmosférica de España son
Zaragoza y Sevilla. El estudio analizaba, entre otros parámetros, la concentración de partículas
menores de diez micras conocidas como PM10, que emiten sobre todo las industrias, los
vehículos y las calefacciones. El aire de nuestra ciudad contiene más del doble de PM10 del
límite recomendado por la OMS (20 microgramos por m3). Dada la falta de industria pesada y
en que por nuestro clima tampoco usamos calefacción central con fuel, el agente causante de
esta contaminación, que cada año mata en el mundo a 1.340.000 personas, es el tráfico.
Además, Sevilla es la tercera ciudad española con más contaminación por ozono y ha
habido años en que se ha superado el nivel tolerable durante un centenar de días en el conjunto
de los puntos de muestreo, sobre todo en la zona Sur y en el Centro, debido a la combinación
calor+vehículos.
TRÁFICO RESTRINGIDO
Atendiendo a las recomendaciones de las organizaciones internacionales de medio
ambiente y salud, buena parte de las ciudades más avanzadas vetan o limitan el acceso del
tráfico privado a sus centros históricos. La estrategia de movilidad de la Comisión Europea
preconiza incluso la eliminación de los automóviles impulsados por combustible convencional
(gasolina, gasóleo) en las urbes del Viejo Continente.
Londres introdujo en 2003 un peaje a los vehículos privados que circularan por el
Centro, para reducir la contaminación atmosférica y la acústica, la ocupación de espacio público
y demás efectos perniciosos del tráfico. En 2008 dio una vuelta de tuerca al imponer una tasa
adicional a los vehículos en función de sus emisiones contaminantes. Cuando acabe este año
olímpico, retirará la licencia a los taxis con más de 15 años de antigüedad, responsables de una
cuarta parte de la contaminación, con el objetivo de que todos sean eléctricos en 2020.
En 700 hectáreas del casco histórico de Roma sigue vigente su declaración como zona
de tráfico restringido: sólo circulan los residentes y quienes allí trabajan, previo pago de un pase
anual. París puede, en virtud de una norma que data de 1997, prohibir circular a la mitad de los
vehículos: un día los de matrícula par, otro los de matrícula impar.
¿NUEVAS TENDENCIAS?
En este contexto, sorprende que Zoido invoque “las nuevas tendencias de
peatonalización” (¿?) en los centros históricos para tratar de justificar la modificación del PGOU
y construir así un gran aparcamiento rotatorio en la Alameda y, ojo, también ya en cualquier otro
punto del Casco Antiguo. Las “nuevas tendencias” por él inventadas consisten, según sus
propias palabras, en que se pueda llegar al Centro en coche privado para luego desplazarse allí
por otros medios, cuando lo que rige en las ciudades avanzadas es justo lo contrario:
desplazarse al Centro en otros medios que no sean el coche particular, que o no se usa para tal
fin o se deja aparcado en la periferia.
Y sorprende también que su delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, diga que el
parking estaba en el programa electoral del PP. En tal caso podría ilustrar a la opinión pública
mostrando la página concreta de esa promesa electoral que nadie parece haber advertido antes
que él, pues el discurso oficial de Zoido frente a Monteseirín, al que acusaba de haber impuesto
su Plan Centro de tráfico sin diálogo con los sectores afectados, fue siempre el de que él
actuaría de forma opuesta y consensuaría con los vecinos medidas alternativas.
SIN CONSENSO
El diálogo ha brillado por su ausencia (las promesas electorales se las lleva el viento al
día siguiente de las elecciones) y el anuncio del gran parking rotatorio, pensado al servicio de
los comerciantes del Centro antes que como respuesta a una demanda vecinal jamás planteada
en los últimos años, ya ha suscitado una fuerte oposición de parte de los residentes.
Estos temen que se vuelva a abrir en canal la Alameda por otra larga temporada, tras
haber sufrido durante meses las obras de la desafortunada remodelación actual a un coste
oficial de entre 7 y 10 millones de euros (dinero que ahora se tiraría a la basura), y que el
antiguo bulevar y la calle Calatrava de acceso al mismo se conviertan en la nueva versión de la
Gavidia y Baños, por el efecto llamada del aparcamiento, al igual que sucede con el de El Corte
Inglés.
MINIMA OCUPACIÓN
Si el alcalde se molestara en consultar la página web de la empresa municipal
Aparcamientos Urbanos de Sevilla (Aussa) y viera la Memoria Económica allí colgada (la de
2008), comprobaría que los índices de ocupación de los aparcamientos rotatorios que gestiona
en el Centro y su periferia son los siguientes: El Arenal, 230 plazas y un 20,8% de ocupación
(13,69% en 2009, según datos oficiosos); Triana, 150 plazas y un 31% de ocupación; José
Laguillo (éste es de carácter mixto), 523 plazas y un 5,1% de ocupación.
A la vista de estos datos oficiales, que probablemente podrían extrapolarse a los
parkings de las empresas privadas, ¿pueden decir el Ayuntamiento y Aprocom que los
sevillanos no van a comprar al Centro porque no encuentran donde aparcar y que por éso hace
falta el estacionamiento de la Alameda?