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Espadas entró al trapo

Zoido decidió tras acceder a la Alcaldía nombrar como presidente de la Comisión de Sugerencias y Reclamaciones del Ayuntamiento, vulgo Defensor del Ciudadano, a una persona muy singular, con un sentido entre quijotesco y mesiánico de la vida y que para irritación de los políticos no tiene pelos en la lengua, porque dice lo que siente sin pensar en las consecuencias de lo que dice: el comandante de Caballería en la reserva, José Barranca.

Los grupos municipales de PSOE e IU decidieron boicotearlo de inmediato con medidas como no participar en la Comisión y ausentarse de los Plenos en que aquél estuviera institucionalmente presente, por considerarlo un “protogolpista”.

Y es que Barranca, con la impulsividad propia de su carácter y quizás más con un sentido de adhesión personal y lealtad militar al superior jerárquico que otra cosa, tuvo la ocurrencia de enviar a dos periódicos locales una carta para solidarizarse con el teniente general Mena tras ser éste destituido a raíz del discurso que pronunció durante la Pascua Militar del año 2006.

LA CARTA

Mena, general jefe de la Fuerza Terrestre del Ejército, advirtió de su discurso de las consecuencias que para aquélla podría tener la aprobación del nuevo Estatuto de Cataluña y dejó entrever, o más que entrever, que en el caso hipotético de que la Constitución fuera rebasada, el Ejército tendría vía libre para una actuación en defensa de la norma suprema.

Barranca reaccionó enviando la misiva, titulada ‘Mi respetado general’, a los periódicos y en la que, entre otras cosas, decía: “Hacía tiempo que me preguntaba cómo era posible que nadie dijera nada y mirase hacia otra parte ante la ruina moral en que este Gobierno ha sumido a nuestra nación….. Mi general, somos muchos los españoles que pensamos y estamos unidos a usted en estos momentos. Desde estas letras, mi respeto y mi apoyo más sincero….”. Barranca concluía su escrito con una petición de dimisión generalizada del Gobierno por “desleal” con la Constitución y la nación española, “la única hasta la llegada de los progresistas”.

QUEBRADERO DE CABEZA

En los tres años del mandato de Zoido, Barranca se ha convertido en un dolor de cabeza para el gobierno municipal, que lo ha visto más como un aliado de la oposición por el tono de las críticas a la gestión y al estado de la ciudad que como el mero florero que este tipo de cargos son para la clase y el sistema políticos con el fin de aparentar que los ciudadanos tienen valedores independientes y fuera del control del aparato de los partidos.

Barranca es un verso suelto que va por libre y no se somete a nada ni nadie. Además, interpreta de modo muy particular y ‘sui generis’ su función, hasta el punto de que no se limita a recibir, enumerar y transcribir las quejas de los sevillanos en el típico Informe anual que eleva y presenta ante el Pleno, sino que cámara de fotos en ristre se pasea con ojos escrutadores por la ciudad y va tomando notas y recogiendo pruebas sobre lo que ve, para así formarse su propia opinión sobre el funcionamiento de los servicios municipales. El ciudadano José Barranca acaba formulando al Defensor José Barranca sus propias quejas además de o al margen de las que le envían los sevillanos, y luego las incluye en su Informe anual.

Barranca entiende que de esa forma actúa de oficio como Defensor y que está legitimado y tiene autonomía para hacerlo. Sonados son sus enfrentamientos con la Policía Local, a una minoría de cuyos integrantes achaca un comportamiento arrogante, y los taxistas del aeropuerto.

UN PROBLEMA

Al principio, el Defensor del Ciudadano, por su propia rareza, cayó simpático en las filas de un gobierno cómodamente instalado en su mayoría absoluta, pero a medida que se acercan las elecciones municipales y sus quejas sobre el funcionamiento del Ayuntamiento y del estado de la ciudad podían suponer munición para la oposición y calar en los votantes, Barranca pasó a convertirse en un problema. Ha sido sobre todo para el primer teniente de alcalde y presidente del Pleno, Javier Landa, de quien institucionalmente depende y al que por ser un político al que se da por amortizado para las próximas elecciones el PP encomendó la difícil misión de domeñar al rebelde militar.

El catedrático Landa, Reglamento en mano, vetó en primera instancia el Informe anual del Defensor con el argumento de que refleja más, o además, sus opiniones personales que las quejas de los sevillanos. El enfrentamiento entre ambos provocó un retraso en la presentación del Informe anual al Pleno y un principio de crisis al filtrarse a los medios de comunicación. El alcalde se vio entre dos fuegos por no desautorizar a ninguno de los dos y se intentó una solución salomónica que no dejara desairado a nadie.

CAMBIO DE ESTRATEGIA

En este contexto se celebró hace unos días el Pleno en que el Defensor presentaba su Informe correspondiente a 2013. Los ediles de IU, coherentes con su posición de rechazo a Barranca, abandonaron sus puestos y se fueron. Sin embargo, en vez de hacer lo mismo en línea con lo acaecido en años anteriores, los socialistas de Espadas permanecieron en sus escaños. ¿Por qué modificaron su estrategia? Quizás porque esperaban contemplar -y sacar partido del mismo- el enfrentamiento entre Barranca y Landa.

Craso error. Espadas, en vez de quedarse sentado,  entró al trapo de las acusaciones de Barranca de que PSOE e IU actúan de forma conjunta con la Junta para boicotear a Sevilla. Y entonces el portavoz socialista continuó con una especie de cuerpo a cuerpo dialéctico con el Defensor del Ciudadano para acusarle de ejercer “un control político”  sobre la oposición pese a carecer de competencias para ello, recordarle que el PSOE no participaría en su Comisión y exigirle a Zoido su destitución.

El Pleno se convirtió, episodios con Landa aparte, en un rifirrafe entre Espadas y Barranca, para regocijo del PP, que pasó de presunto censor a presentarse como paladín de la libertad de expresión cuando Juan Bueno se permitió el lujo de acusar a Espadas de querer taparle la boca al Defensor mientras que el PP -dijo- escucha sus opiniones aunque no las comparta.

Los 265 expedientes de queja de los sevillanos por las multas, el ruido de los veladores, el vandalismo, la suciedad, etcétera, que habrían ocupado la sesión y los titulares de la prensa al día siguiente desaparecieron del debate y de la perspectiva de los sevillanos porque a Espadas se le ocurrió cambiar de estrategia política e ir al Pleno para decir que no cambiaría de estrategia pero entrando a la vez en un cuerpo a cuerpo con Barranca, por lo que los medios de comunicación transmitieron la imagen de un Pleno convertido en una bronca entre el Defensor y Espadas.

Así fue como Barranca dejó de ser el problema de Zoido y del PP para proyectarse como el problema de Espadas y del PSOE.

Barranca

La Dirección General de Movilidad del Ayuntamiento ha impuesto una sanción de 700 euros a un taxista que le cobró nueve euros más que la tarifa oficial aprobada a un usuario por una carrera realizada entre el aeropuerto de San Pablo y el hotel Zénit (calle Pagés del Corro), le insultó y sometió a vejaciones cuando aquél le pidió la factura y acabó entregándole un recibo no oficial, que no tenía ni el escudo municipal ni el troquelado de la licencia y estaba indebidamente cumplimentado. Si a esta noticia se le suma la fotografía que se hicieron los dos policías locales con el fajo de multas que se habían cobrado durante la Feria de Abril y haciendo con los dedos la señal de la victoria, ¿qué cuadro tenemos? Pues ni más ni menos que la demostración empírica del último informe del Defensor del Ciudadano, el cual destacó la falta de formación y de habilidades sociales de la Policía Municipal y matonismo en un sector del taxi. Ambos gremios, por más que pusieron el grito en el cielo tras conocer el documento, se han empeñado en demostrar que Barranca tenía razón.

Chapapote

El informe del Defensor del Ciudadano se hace eco de los parcheos que aplica el Ayuntamiento en calles de la ciudad, donde ataca baches y socavones (impresionante el que para mi sorpresa me encontré en una esquina de la Plaza de la Gavidia) esparciendo asfalto no sólo sobre los adoquines donde éstos aún perviven, caso de la calle Cuna, sino también sobre las aceras, allí donde hasta ahora se reponían las losetas desaparecidas o rotas. He visto extenderse el chapapote municipal por sitios tan distintos y distantes como las aceras de la calle Baños, la Plaza del Duque y la avenida de Holanda, aunque no sé si las continuas lluvias habrán tenido un efecto disgregador sobre estas tortas de capa asfáltica. Mientras que durante la Transición Queraltó liberó del asfalto con que, para uso y abuso del automóvil, habían sido sepultadas plazas como la de San Francisco y les devolvió su aspecto original, con Zoido ha resurgido la marea negra como efecto colateral de su Plan Centro. Al final va a resultar que la micropolítica no eran más que unas cuantas manos de alquitrán.

Una radiografía de Sevilla

Si cada uno cuenta la feria según le va, tras contar en los informes ‘Métodos para el blanqueo de las ilegalidades urbanísticas’ cómo me ha ido en el trato con el Defensor del Pueblo  es fácilmente deducible que después de la confianza inicial me he convertido en un escéptico, en tanto no vea, como santo Tomás, que ocurre:

1) Que el Defensor lleva ante la Justicia a algún alcalde, consejero, gobernante o político, por corrupción o infracción de las leyes.

2) Que, al igual que dicen ocurre en Suecia con la institución equivalente del Ombudsman, todo político o funcionario condenado por el Defensor en su informe al Parlamento, ya sea por acción u omisión, se va ‘ipso facto’ a su casa porque si no, sabe que va a ser fulminantemente destituido por su partido o por su Administración.

Pero si la sociedad, las Administraciones, los partidos y hasta el propio Defensor creen y aceptan que las  condenas de éste son meramente morales y carentes de efecto porque su rol es el de mero florero del sistema, entonces huelga su existencia.

Tras este introito, y aunque no creo que sirva para mucho, hay que destacar el informe elevado al Pleno municipal por el denominado ‘Defensor del ciudadano’, José Barranca, por constituir una radiografía de la Sevilla actual. Por más que la oposición, que persiste en el boicot que le organizó desde el principio, diga que Barranca es el Defensor de Zoido en vez de los sevillanos, se sobreentiende que aquél no habla a título personal, sino que actúa como portavoz y altavoz de los ciudadanos y a partir de los 234 expedientes de queja tramitados durante el último año (con pocas llamadas telefónicas más se permiten algunos medios publicar sondeos de opinión sobre el estado de la ciudad).

Otra cosa es que luego Barranca les dé su impronta a la hora de redactar el informe final y de exponerlo. El Defensor ha subrayado de entre las denuncias de los ciudadanos conductas que están a la vista de todos pero que nadie hasta ahora se había atrevido a colocar con tanta crudeza ante los focos de la opinión pública:

1) Matonismo entre los taxistas: Siempre sin generalizar, pero es de dominio público desde hace años -recuérdense las broncas con delegados municipales como Blas Ballesteros y Francisco Fernández- que hay una minoría que tomando el aeropuerto como base de sus actuaciones trata de monopolizar el transporte de turistas, incurre en abusos, no atiende la petición de entrega de facturas por la carrera realizada, dicen habitualmente tener estropeada la climatización y, en resumen, adoptan una actitud prepotente e intimidatoria que, como refleja la Memoria del Defensor, daña la imagen de todo el gremio y la de Sevilla, por cuanto constituyen  la primera impresión que recibe el turista apenas aterrizar en la ciudad.

2) Trato inadecuado de la Policía Local a los ciudadanos: Muy diplomáticamente, Barranca trata de explicar esta actitud chulesca con el argumento de la falta de formación y de destrezas sociales, por no decir lisa y llanamente falta elemental de educación, pero lo cierto es que hay agentes de la autoridad que se creen, a su manera, la autoridad misma y exhiben unos modales totalitarios inadmisibles en una Democracia.

El presidente de la sección sevillana del Sindicato Profesional de Policías Municipales de España, Manuel Bustelo, ha reaccionado al informe diciendo que los policías no son, ni más ni menos, que un reflejo de la sociedad actual, pero esa sociedad no se reconoce en ellos, pues en tal caso no habría denunciado su comportamiento ante el Defensor.

3) Dueños de bares que se saltan la normativa: Una de mis primeras colaboraciones en El Mundo  llevaba por título ‘La calle es suya’ y versaba sobre cómo cierto restaurador copaba hasta las aceras con los veladores y forzaba a los viandantes a caminar por la calzada, el espacio reservado a los automóviles. Aquella tendencia de colmatar todo el espacio posible con veladores se ha extendido por doquier con la vista gorda del Ayuntamiento, más interesado en hacer caja que en vigilar el cumplimiento de la norma sobre veladores, ruidos y horarios de cierre, tal como recoge Barranca en su informe.

4) Ciclistas que toman el carril-bici, las calles y las aceras: Añado más, porque mi última experiencia en este sentido ha sido ver a ciclistas pasando por encima de la parada elevada del tranvía sita frente al hotel Alfonso XIII, en la calle San Fernando, y a escasos centímetros de quienes estaban esperando la llegada del ‘Metrocentro’. Desgraciadamente, si antes eran los ciclistas los acosados por los conductores cuando pretendían circular junto a ellos en la época sin carril-bici, ahora, con la novelería de la bicicleta y como denuncia el Defensor, son los peatones quienes se sienten amenazados porque demasiados usuarios de las dos ruedas apenas respetan las normas de circulación y consideran que todo el espacio es suyo: carriles-bici, calle y aceras.

El informe se extiende por muchos otros temas, como el de los propietarios de perros que no recogen las heces de sus canes; los vándalos que destruyen el mobiliario urbano y llenan de pintadas edificios y estatuas; cocheros de caballos que aparcan bajo los árboles y en función de los rayos del sol en vez de en sus paradas establecidas…..

Al igual que los Diez Mandamientos podrían resumirse en uno, el informe del Defensor del Ciudadano -que de paso es una enmienda a la pasividad de Zoido- sobre el estado de Sevilla puede resumirse en una sola palabra: incivismo. Nos falta urbanidad y educación.