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Sin coartada

Trillo en Ecija

Trillo en Ecija

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha emitido un informe sobre el  temporal en Sevilla y Andalucía. Recordarán que el ministrillo andaluz de Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo, dijo tras las inundaciones de Écija, Lora y demás que no se debían a los desembalses, sino a unas lluvias inusuales que habían dejado más agua que nunca. Pues ahora la Aemet lo deja sin coartada. Según su informe, el temporal fue significativo pero en ningún caso excepcional porque no se superaron los datos históricos de diciembre. De hecho, hasta en la cuenca minera de Huelva, la tierra del ministrillo de la Ecología, llovió más que en Écija y la Sierra Norte sevillana. Tener de consejero de Medio Ambiente a un poeta  implica que hable con hipérboles y que equipare un temporal normal al diluvio universal. Pero cuando los agricultores y la Oposición le piden que a cuenta de la gestión de los pantanos depure responsabilidades en la Agencia Andaluza del Agua, conocida en los ambientes como ‘la triple A’, el ministrillo se hace el sordo. Como si oyera llover. ¿Será por lluvias?

Llueve sobre mojado

Un principio de la Física dice que si un hecho se repite no se debe a la casualidad, sino que probablemente obedece a una ley. En buena parte de Sevilla y de Andalucía se han repetido inundaciones como las de febrero. Dos riadas en sólo diez meses, con la misma secuencia: primero llueve con intensidad y, luego, los desembalses contribuyen a la crecida del Guadalquivir y a los daños en pueblos y cultivos.

Como parte interesada, el consejero de Medio Ambiente, Díaz Trillo, defiende la política de desembalses de la Agencia Andaluza del Agua, sustituta de la Confederación Hidrográfica desde el traspaso a la Junta  de las competencias sobre el río. Sostiene el consejero que “desde hace mucho tiempo las decisiones se toman de acuerdo con un rigor que viene avalado por la profesionalidad y la capacidad de los directores de presa, ingenieros y más de 200 técnicos”

EL PODER DE DECISION

La cuestión es quién toma la última decisión en materia de aguas desde que la Junta politizó una gestión que hasta entonces se regía por criterios técnicos. Cabe recordar  que los funcionarios transferidos a la Agencia, la mayoría de nivel 26 tras superar unas oposiciones, fueron convertidos en la nueva relación de puestos de trabajo en nivel 26 pero de libre designación. Así fue liquidada una estructura basada en el concurso de méritos y en la capacitación profesional, ya que cualquiera de los transferidos podía ser relevado de su puesto. Quienes no habían consolidado aún su nivel  podían ser catalogados en el 22 (el puesto de salida de los opositores de la Junta), y no se tenía en cuenta su antigüedad cuando concursaban a otra plaza.

Así, si un ingeniero que llevaba 20 años como jefe de un embalse aspiraba a la misma plaza en otro pantano, su antigüedad no reconocida le suponía cero puntos, con lo que cualquier funcionario de la Junta con sólo un año de experiencia le ganaba el concurso. Además, como se eliminó el requisito de la titulación específica, cualquier licenciado podía presentarse para jefe de explotación de una presa o como director de una obra hidráulica.

La consecuencia ha sido ver a licenciados en Historia como subdirectores de infraestructuras hidráulicas, a veterinarios ocupando plazas similares y a biólogos como jefes de explotación de pantanos. Díaz Trillo debería preguntarse si no es la politización esa constante que buscarían los físicos a la hora de explicar estas riadas.

SISTEMA FALIBLE

El consejero dice que los desembalses “se apoyan en un sistema automático de información hidráulica que permite averiguar con 72 horas de antelación  las avenidas que pueden producirse”. Si ese sistema permite prever con tres días las riadas, ¿cómo es que la Junta no actuó para evitar las inundaciones teniendo tan amplio margen de maniobra?

Una de dos, o el sistema no es tan perfecto o son demasiado imperfectos quienes lo usan. Díaz Trillo ha insistido en que “se han llevado a cabo los desembalses oportunos de acuerdo con las lluvias que han ido cayendo”. El problema ha radicado, a su juicio, en que “en la historia de Andalucía nunca había llovido tanto”. Ni que hubiera caído el diluvio. Habrá que recomendarle la ‘Historia crítica de las riadas o grandes avenidas del Guadalquivir en Sevilla”, en que Borja Palomo data más de cien grandes inundaciones entre 1297 y 1877. Y más recientemente, en la de 1996 hubo cuatro muertos y daños valorados en más de 420 millones de euros. Si habrá llovido más que ahora….

REACCIÓN SIN PREVENCIÓN

Las palabras de Díaz Trillo son reveladoras del proceder de la Junta: “se desembalsa conforme a las lluvias que van cayendo”. Ahí radica una de las claves de la catástrofe. Debería desembalsarse conforme a las lluvias que van a caer, no cuando caen o  después. En este sentido, toda España estaba pendiente del tiempo para el ‘puente’ y  los meteorólogos  alertaban de fuertes precipitaciones hasta el día 8. Si se habían decretado alertas amarillas y naranjas, ¿por qué el temporal sorprendió a la Agencia del Agua manejándose con sus protocolos habituales, osea, como si no fuera a llover?

Tras esta segunda gran inundación el consejero se  ha convencido de uno de los pronósticos científicos sobre el cambio climático: “Lo que está claro es que los regímenes de lluvia están cambiando; parece que cada vez llueve más en menos tiempo”. Pero, pese a lo padecido, no hay motivo de alarma, porque según Trillo la Junta está estudiando estos escenarios de pluviometría “a muchos años vista,  para que Andalucía pueda estar perfectamente preparada para los acontecimientos que hemos vivido estos días”. ¿Y no hubiera sido mejor haber estado preparados ahora, después de haber presentado a bombo y platillo en 2002 la  ‘Estrategia andaluza ante el cambio climático’, en vez de a muchos años vista?

REFLEJOS POLITICOS

En 2002, en Alemania, el canciller socialista Schroeder, perdía en todas las encuestas frente a su rival de la Derecha, Stoiber. Sin embargo, en unas inundaciones como éstas de Andalucía, se metió en el fango para solidarizarse con los afectados mientras Stoiber se quedaba en su casa. Tras aquel gesto, Schroeder acabó ganando las elecciones.

A las 24 horas de la riada, Arenas ya estaba en Écija, mientras que Griñán, falto  de reflejos,  no salía de San Telmo. En Andalucía, los papeles están cambiados: Arenas, que gana en las encuestas, hace como el socialista Schroeder; Griñán, que pierde en los sondeos, como el derechista Stoiber. Quien ignora la historia está condenado a repetirla.

La Junta dio «garantías» contra las inundaciones en Écija

La nueva riada pone en cuestión la eficacia del encauzamiento del Argamasilla, afluente del Genil

La inundación de al menos un tercio del casco urbano de Écija ha destrozado los planteamientos optimistas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y puede obligar a revisar las obras de encauzamiento del arroyo Argamasilla, presentadas por la Administración como la solución definitiva a las continuas riadas que sufre el casco urbano ecijano.

El pasado 8 de noviembre, hace ahora un mes, el consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Juan Díaz Trillo, visitó las obras que su departamento lleva a cabo a través de la Agencia Andaluza del Agua  en el cauce del arroyo Argamasilla, afluente del río Genil, en las que se están invirtiendo 30 millones de euros.

Según destacó la Consejería en un comunicado del que se hizo eco la agencia Europa Press, estas actuaciones, junto con las llevadas a cabo por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en el río Genil, suponen una “garantía” contra las inundaciones que se producen en la localidad astigitana.

La Junta lanzó las campanas al vuelo antes de tiempo, ya que los trabajos, que comenzaron hace un año, no se terminarán al ritmo actual hasta 2012. La intervención se realiza a lo largo de 3.250 metros en el cauce del afluente del Genil, para prevenir riadas y desbordamientos del caudal de este arroyo como consecuencia de fuertes e intensas precipitaciones y Medio Ambiente da así respuesta a una demanda formulada hace años por el Consistorio astigitano.

En Écija confluyen el Argamasilla y el río Genil y ésto ha generado inundaciones frecuentes cada vez que la ciudad era azotada por algún temporal de lluvia y viento. El Pleno del Ayuntamiento astigitano aprobó en diciembre de 2007  asumir ‘motu proprio’ parte de las obras e instalaciones de este plan de encauzamiento del arroyo, dada la frecuencia de las crecidas.

En términos técnicos, el proyecto implica un desvío del arroyo a su llegada al casco urbano y afecta  a 3.250 metros de su cauce, de los cuales 1.302 discurrirán por un nuevo túnel hasta permitir su conexión con la obra de defensa contra las avenidas del río Genil. Tendrá capacidad para asumir la máxima avenida de agua en un periodo de 500 años según las estimaciones oficiales.

Tras la finalización de los trabajos, el Argamasilla tendrá  un nuevo cauce que bordeará Ecija hasta su desembocadura, más allá del conocido como puente de Hierro. El nuevo encauzamiento recogerá además aguas de los arroyos del Físico, Cabrera, Barrero, San Cristóbal y Cementerio.

Según la nota oficial de la Consejería, difundida hace un mes durante la visita a la ciudad de Juan José Díaz Trillo, esta infraestructura cofinanciada por la Unión Europea pondrá fin a las situaciones de alerta que periódicamente sufre el municipio por las avenidas, ya que protegerá a la ciudad frente a caudales de 272,85 m3 por segundo, cuando el encauzamiento actual sólo soporta 15,6.

Ahora bien, según el SAIH del Guadalquivir, el Genil ha llegado a transportar en esta avenida más de 700 m3/segundo, tras unas lluvias acumuladas de 95,7 litros por m2 y haber alcanzado una cota histórica de 7,40 metros de altura, más de un metro superior al récord anterior, por lo que cabe preguntarse si el desvío y encauzamiento del Argamasilla en su confluencia con el río será suficiente para prevenir y/o frenar avenidas futuras a la luz de lo que ha ocurrido en las últimas horas, y ello pese a que también se habían llevado a cabo antes de las grandes precipitaciones de ayer tareas de limpieza del colector de dicho arroyo por primera vez en los últimos años. Del colector se extrajeron más de 300 toneladas de residuos, por lo que sin esta limpieza previa el efecto de la inundación hubiera sido mucho peor.

En su visita de hace un mes a la población, el consejero de Medio Ambiente dijo del encauzamiento del afluente del Genil que era “una obra histórica que va a permitir, con un horizonte de 500 años, resolver un problema, también histórico, que tenía Écija con las inundaciones”.

Según Díaz Trillo, en torno al agua se estaba dando un salto “como nunca se ha hecho en la historia de la ciudad, porque no sólo financiamos esta obra de encauzamiento, sino también lo relacionado con el tratamiento. Se han puesto en marcha –concluyó- 60 millones de euros en apenas cuatro o cinco años”.

Esta es la tercera inundación que sufre Ecija en los últimos cuatro años. En noviembre de 2007, el agua en el cauce del Genil alcanzó 5,51 metros de altura y el río llegó a tener un caudal de 478 m3/segundo. Aquella riada causó daños valorados entonces en unos 8 millones de euros, pese a que las obras de la corta del río tuvieron un efecto amortiguador y el agua no superó el margen de seguridad del nuevo cauce.

En diciembre de 2009, el nivel del río llegó a la cota 5,70 metros y su caudal superó los 450 m3/segundo. Se registraron daños en los cultivos de la isla del Vicario, pedanía que hubo que desalojar parcialmente, y además del Genil se desbordaron los arroyos Cabra, Salado y Blanco.

Según las fuentes consultadas por este periódico, los desembalses ordenados por la Agencia Andaluza del Agua en las últimas horas no habrían influido en las inundaciones de Écija, ya que a excepción del Guadalén, que empezó a desaguar en la noche previa, el resto de pantanos no estaba soltando agua y los desembalses de Tranco, Guadalena, Giriibaile, Negratín, Yeguas, Vadomojón e Iznájar no eran importantes y con ellos la AAA trataba de mantener los niveles al 80% (resguardo obligado en la mayoría de embalses andaluces al 1 de diciembre).

Por tanto, las inundaciones en Écija serían producto de la intensidad de lluvia (casi 100 litros en un día) y un nivel de humedad en el suelo alto, que provoca que gran parte de las precipitaciones se conviertan en escorrentías. En este proceso, se acumulan grandes cantidades de agua en algunos puntos de los cauces, tanto en los ríos principales como en arroyos y vaguadas.

A media tarde de ayer, los embalses del Guadalquivir estaban recibiendo más  de 5.000 m3/s (460 Hm3) y sólo  desembalsaban 500 m3/s (42 Hm3).

El caudal del Genil se multiplicó

por 7 en sólo 13 horas

El domingo fue un día plácido en Écija meteorológicamente hablando, tal como revelan los registros horarios del caudal del río Genil a su paso por la ciudad astigitana. Fluía con una regularidad pasmosa, sin alteraciones: 22,02 m3/segundo durante todo el día, como si latiera a un ritmo constante. Sólo al filo de la medianoche registró un leve incremento en sus ‘pulsaciones’ hidráulicas, nada alarmante por otra parte: 29,21 m3/segundo.

Sin embargo, durante la noche del lunes 6 de diciembre, Día de la Constitución, el volumen del agua fue creciendo cada vez más, hasta el punto de que la jornada amaneció con los astigitanos viendo cómo el cauce transportaba cinco veces más caudal que el día anterior, pero aún lejos de los niveles de alarma: 108 m3/segundo a las 10 de la mañana.

A partir de ese momento, el día fue complicándose a cada hora que pasaba. De los 100 m3/segundo a las 10 de la mañana se pasó a los 200 a las 16 horas; 300 a las 17 horas; 400 a las 19 horas; casi 500 a las 20 horas; 600 a las 21 y más de 700 a las 23 horas. Una media de 100 m3 por segundo más cada 60 minutos. En tal sólo trece horas el Genil se había multiplicado por siete y su cauce ya no daba abasto para contener tanta agua, que acabó derramándose por un tercio de la ciudad de las torres.