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Melómano

Apenas llegar al Teatro de la Maestranza para asistir al Concierto de Año Nuevo que iba a ofrecer la Real Orquesta Sinfónica, sorpresa: casi me doy de bruces con Alfonso Guerra que, si no me equivoco, iba acompañado por su hijo ‘Pincho’. Me sorprende la asistencia de ‘El Canijo’ a un concierto cuyo programa se basaba íntegramente en composiciones de la familia Strauss -aunque Pedro Halffter dirigió entre las propinas una magnífica obertura de ‘La fuerza del destino’, de Verdi, por su bicentenario-, tan alejados estilísticamente los reyes de los valses de Gustav Mahler, del que Guerra pasa por ser su exégeta en España. Y sorpresa añadida porque cuenta la leyenda, no sé si negra o blanca, que Guerra se opuso a la construcción de un teatro de la ópera en la Expo -con diseño de Eleuterio Población- porque a su juicio era un espectáculo para señoritos, por lo que cuando al final se rectificó la única forma de hacerlo a tiempo fue recreciendo el Maestranza para convertirlo también en teatro lírico a costa de ese remonte que le confirió el mote de ‘la olla exprés’.

 

Lo que no hizo

El cabeza de lista a perpetuidad del PSOE en Sevilla, Alfonso Guerra, alardea de que fue él quien trajo el AVE a Sevilla contra la opinión de políticos del PP, que supuestamente lo habrían acusado de llevar la alta velocidad hacia Africa en vez de hacia Europa. En ese saco ha metido a “un tal Javier” ahora más conocido que antes (alusión a Arenas) y que cuando se ven en el tren le dice que es magnífico (el AVE, no él). Guerra, en un ejercicio de memoria selectiva, se atribuye lo que se hizo por Sevilla, pero calla lo que no se hizo. Por ejemplo, que se boicoteó un tren-bala que un grupo japonés quería construir entre Sevilla y la Costa del Sol, quizás porque podía ser más veloz que el nuestro. O que, alegando que era un espectáculo para señoritos, se cargó un teatro para la ópera diseñado por Eleuterio Población y cuyas escalinatas besaban el Guadalquivir. Luego, contra el reloj, hubo que recrecer el Maestranza en forma de ‘olla exprés’. Por cierto, el teatro de la ópera vetado por Guerra se iba a alzar donde ahora la torre Pelli. Ironías de la historia.