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Perspectiva

Ahora que Zoido ha puesto de moda la Plaza de España con su petición de que sea Patrimonio de la Humanidad es cuestión de ver cómo en Sevilla se desprecia desde el paisaje (a la torre Pelli me remito) hasta los más pequeños detalles, al contrario que en otras urbes. El espectador que en París se coloque ante la pirámide del Louvre podrá observar perfectamente alineados, sin que rompa la maravillosa visión obstáculo alguno, los arcos del Carrusel, el Triunfo y la Defensa ¡a lo largo de 10 kilómetros!. En la Plaza de España, a Monteseirín (quién si no) se le ocurrió colocarle una estatua a Aníbal de forma tal que destroza la completa panorámica que del monumento se tenía a lo largo del eje que a través del Parque lo conecta con la Avenida de La Palmera. Y ya en ésta, un bloque blanco al fondo rompe el horizonte y la sensación de infinitud, como también rompe la visión que de la Puerta de Jerez se tenía desde el puente de San Telmo la marmórea fuente de los poetas, promovida asimismo por el anterior alcalde. La asignatura pendiente de Sevilla se llama perspectiva.

 

Sin cabeza

Zoido dice que habrá que prever nuevas medidas para evitar que los vándalos vuelvan a decapitar la estatua alegórica de Híspalis en la fuente de la Puerta de Jerez. ¿Cómo que nuevas? Habría bastado con prever alguna tan antigua como el vallado perimetral del monumento, igual que en otras ocasiones en que el Sevilla o la Selección conquistaron algún título, pero esta vez el alcalde se quedó ‘in albis’ y fue pasado por encima por el ‘desmadre’ en la bulla por ‘La Roja’. Gobernar es prever y en una ciudad donde los estudiantes han empaquetado en plan Christo (el artista norteamericano de origen búlgaro) la estatua de Santa Angela de la Cruz y los vándalos habituales robado el violín a la de Mozart a las puertas del Maestranza y embadurnado de pintura las de Curro Romero y Cayetana de Alba, habría que haber previsto medidas de seguridad para la fuente de Brackembury, pero para eso no se puede estar yendo de la Ceca a la Meca y hay que tener la cabeza puesta en Sevilla y no tanto pensando en la FEMP, las Cinco Llagas y las ‘peleítas’ malagueñas en el seno del PP.

La estatua

Hacía tiempo que no iba a la Catedral. Aquel día, sin prisas, se presentó la ocasión y entré de nuevo en esa maravilla. Me percaté de que al pie de una de las enormes pilastras, no muy lejos de la tumba de Colón, había una escultura de Juan Pablo II. Era la esculpida por  Miñarro, que ha sido ubicada de forma imaginaria en diversos puntos del entorno catedralicio: debajo del magnolio que el canónigo Gil Delgado quería cortar por miedo a sus raíces (propuesta fracasada, a Dios gracias);  al lado de la Casa de la Moneda; en la Puerta de Jerez, compitiendo con la fuente; en la Plaza de la Contratación y, ahora, junto al convento de la Encarnación como si fuera cosa hecha aunque la Junta lo desmiente. No comprendo esta obsesión, que frisa en campaña, por ocupar la calle como sea con la estatua del Pontífice. A mí me pareció perfecta su ubicación en el interior del tercer mayor templo de la Cristiandad. Si las esculturas de Papas y santos abundan empotradas en las columnas de la basílica de San Pedro en Roma no veo por qué Sevilla habría de enmendarle la plana al Vaticano.

El nuevo Parque Temático

Con todos mis respetos por su persona, ¿qué más  méritos que otros recordados por  Antonio Zoido y  Sevilla Abierta ha hecho la duquesa de Alba para merecer una estatua por decisión de quienes, dentro del Ayuntamiento, intentan pasar por modernos cuando en el fondo se pirran por pelotear a los adalides de esa Sevilla ‘rancia’ a la que tanto critican de boquilla porque en el fondo anhelan ser parte de ella?  Y con todos mis respetos por el artista, Sebastián Santos, discrepo de su idea de crear otro Parque Temático, cuando ha dicho que con la estatua de la duquesa junto al conjunto de Susillo en San Telmo  podría configurarse el germen de “un futuro paseo de esculturas” hasta Triana pasando por Paseo de Colón. ¿Cuántos toreros, flamencos y nobles cabrían aún en ese eje para simbolizar la modernización de Sevilla por Monteseirín? Dice el Ayuntamiento que la efigie de la duquesa permitirá dar vida a los Jardines de Cristina. Ni esta estatua, ni las de Castelar y Del Valle, le dan vida, sino los pájaros y los niños. Y éstos sólo necesitan árboles y columpios.

Dos tazas de modernidad

El alcalde apareció en la prensa sonriente o incluso aplaudiendo el cartel de las Fiestas de Primavera. Dijo en el salón Colón que en Sevilla no las celebramos para que la gente venga a vernos desde fuera, sino que son para nosotros mismos. Cabría entonces recordarle a Monteseirín por qué pidió en su día a los sevillanos que el jueves de Feria se largaran de una vez a la playa y les dejaran a los turistas su sitio en el real.Y calificó el cartel de milagro y de reflejo simbólico de las cosas que hacemos y de las muchas que amamos. La pintura muestra a la difunta tonadillera Juanita Reina vestida para el Jueves Santo con una sobrina nieta de amazona y a la duquesa de Alba vestida de Feria junto a su hija con túnica de Los Gitanos. Josep Renau, el pintor valenciano, acuñó aquello de que el cartel es ‘un grito pegado a la pared’. El cartel de este año, pues, grita el reflejo simbólico de la Sevilla de Monteseirín. Osea, que si no queríamos estatua de la duquesa en los Jardines de Cristina, ahora tenemos doble ración de ‘modernidad’  según el alcalde.