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Zoido entra en campaña

Las próximas elecciones municipales se celebrarán en la primavera de 2015. Falta todavía más de un año y medio, pero Zoido ha dado a finales de noviembre el pistoletazo de salida de la campaña electoral al retomar la confrontación política con la Junta de Andalucía (si es que alguna vez la dejó) con el anuncio en la víspera de que llevaría al Pleno municipal del mes pasado una moción en la que se reclamaba al Gobierno autónomo que ejecute cuanto antes las líneas pendientes del Metro (2, 3 y 4), cuyo último coste estimado es de 3.700 millones de euros.

En plena crisis económica, con recortes a la inversión en obras públicas por doquier debido a  las órdenes del Gobierno de España de reducir como sea el déficit público, el alcalde es perfectamente consciente de que exigir una inversión de 3.700 millones de euros de la Junta en Sevilla capital, cantidad que supera en diez veces el presupuesto de la Consejería de Fomento para las ocho provincias de Andalucía, equivale a pedir la Luna de Valencia. Todo da igual, en aras de mantener el discurso de que la Junta maltrata a Sevilla.

OPORTUNISMO POLÍTICO

“No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos -volvió a decir el alcalde-. No voy a pedir imposibles ni exijo a nadie que haga promesas a sabiendas de que no va a poder cumplirlas. Pero sí reclamo que se atienda al Metro como la prioridad que es, porque no se le puede dar la espalda a Sevilla y su futuro. He sido muy prudente -añadió-, quizás más de lo aconsejable. No he querido abrir ninguna confrontación política. He tenido paciencia. Tanta que hace casi un año de mi reunión con la anterior consejera de Obras Públicas, pero Sevilla y los sevillanos no pueden esperar más”.

¡Qué casualidad! El oportunismo político de Zoido se demuestra una vez más cuando disfraza de prudencia y paciencia lo que no ha sido más que silencio calculado para no hablar del Metro a lo largo del casi año y medio en que ha ejercido también como presidente regional del PP y con el fin de no malquistarse con los alcaldes de Málaga y Granada, militantes  del PP, que aspiran a ver concluidas las obras de sus primeras líneas de Metro. Si tan defensor de Sevilla se proclama ahora, cabe preguntarse cómo no ha tenido arrestos desde julio de 2012 de enfrentarse a Málaga hablando de discriminación a Sevilla por los dineros consignados en los Presupuestos para la capital de la Costa del Sol. Sólo recupera ese discurso una vez que ya se asume por él mismo, su partido y la opinión pública que deja la Presidencia regional del PP para centrarse en exclusiva en la Alcaldía de Sevilla y le da igual lo que puedan pensar en la zona oriental de la comunidad autónoma porque ya no tiene que obrar con disimulo alguno.

SIN VISIÓN DE ANDALUCÍA

Desgraciadamente, tenemos unos políticos (y no sólo en Sevilla, sino en toda la región) tan localistas y sin visión integral de Andalucía como un todo que el mensaje de Zoido no puede ser más desvertebrador e inclusive peligroso para los propios intereses de Sevilla, ya que contribuye a alimentar el tópico del centralismo sevillano y la imagen acaparadora de nuestra ciudad en detrimento del resto de las provincias y urbes andaluzas.

Zoido trata de sembrar la idea de que sufrimos un agravio en comparación con Málaga y por causa del Gobierno autónomo cuando dice que “una cosa es limitar la inversión y otra, reducirla al cero más absoluto, mientras el Metro de Málaga recibió este año 90 millones de euros de la Junta y en 2014 tendrá 70 millones”.

Lo que calla el alcalde de Sevilla es que son las partidas necesarias para acabar la primera línea del Metro malagueño, al igual que las destinadas a rematar también la obra de la primera línea del suburbano de Granada, mientras que Sevilla lleva disfrutando de su línea 1 desde el año 2009 y la Junta ha destinado 658 millones de euros a su construcción y 48 millones en cada ejercicio desde entonces (200 millones en números redondos) en subvencionar la explotación para que a los sevillanos les cueste más barato el billete de su Metro.

Cuando Sevilla lleva cinco años y 858 millones de euros de ventaja con el Metro a Málaga y Granada, plantear la exigencia de que hay que destinar 3.700 millones a acometer las tres líneas siguientes, porque si no ello equivale a ser menos que Málaga, transmite un mensaje insolidario al resto de Andalucía y alimenta el antisevillanismo en detrimento de la propia Sevilla, que al menos debería esperar a que las otras capitales cuenten con su primera línea de Metro inaugurada para plantear el inicio de una nueva ronda de obras ferroviarias, máxime no habiendo dinero en las arcas públicas.

OLVIDO DEL GOBIERNO CENTRAL

Resalta el hecho de que Zoido sólo le reclama la inversión a la Junta de Andalucía y no al Gobierno que preside su correligionario Mariano Rajoy pese a que, según la Ley del Metro de Sevilla de 1975, el Ejecutivo de la nación debe financiar el 100% de la infraestructura ferroviaria que se construya en nuestro término municipal. Así se respetó y así se plasmó en el acuerdo de septiembre de 2005 entre el Gobierno central y el autonómico, en virtud del cual el primero pagó el 100% del trazado de la línea 1 del Metro a su paso por Sevilla (176 millones de euros) y el 33% de los tramos que se extienden hasta Dos Hermanas y el Aljarafe (42 millones), sin contar el material móvil.

El alcalde ha dicho sin mucho énfasis que “también” reclamará ayuda a Rajoy, pero subrayando a modo de excusa que el Gobierno central ya colabora con Sevilla en proyectos como la SE-35, cuando resulta que la colaboración prevista para esta carretera en los Presupuestos Generales del Estado para 2014 es de tan sólo un millón de euros. O sea, que mientras se conforma con un millón de euros de Madrid, a la Junta le exige que inicie tres líneas de Metro que cuestan 3.700 millones.

CONFIANZA DEL MERCADO

El tercer argumento de Zoido ha sido el de que la Junta debe ir de la mano con el Ayuntamiento porque aunque el Gobierno andaluz carece de dinero para obras públicas por causa de los recortes a la inversión, hay que aprovechar “la confianza y garantía que despierta el Ayuntamiento de Sevilla” para captar inversores privados que apuesten por la construcción de las tres líneas de Metro que faltan. Según Zoido, “un Metro en Sevilla es muy atractivo, siempre que no pase lo mismo que con la línea 1, en la que no se parecían en nada el proyecto y el resultado final”.

Tanta confianza suscita el Ayuntamiento entre los inversores privados que Zoido ha sido incapaz de encontrarlos para los concursos públicos que ha tenido que declarar desiertos en los casos de los aparcamientos subterráneos de Martín de Porres y el Prado de San Sebastián (unos 6 millones de euros cada uno), Museo de las Tradiciones (retirado), el Costurero de la Reina (25.000 euros anuales), la Plataforma Digital para Emprendedores (59.290 euros) y 220 VPO en la Hacienda del Rosario (3,8 millones de euros).

MODELO DE CIUDAD

Cuando se debatió en el Pleno de noviembre la moción del PP para exigir a la Junta de Andalucía el desbloqueo del Metro de Sevilla, el portavoz del PSOE, Juan Espadas, le pidió a Zoido que primero se aclare él mismo con el modelo de Metro que pretende, para luego poder elevarlo al Gobierno andaluz, al margen de que el alcalde siga sin convocar la comisión mixta Gobierno local-oposición que para el tema del Metro se acordó en septiembre de 2012 con el fin de llevar una propuesta unitaria.

Y es que después de que la Junta se gastara 17 millones de euros en la redacción de los proyectos constructivos de las líneas 2, 3 y 4, en los que intervinieron 560 profesionales de tres consorcios consultores y cuya documentación y planos ocupan 128.378 páginas contenidas en 91 cajas archivadoras, Zoido ha dado un nuevo bandazo y ha pasado de exigir la construcción de las tres líneas en subterráneo y simultáneamente a admitir ahora, consciente de que no hay dinero, que el suburbano se construya en superficie, mucho más barato.

Pero un tren en superficie no es, ni mucho menos, lo mismo que un tren bajo tierra.

Lo segundo es un Metro y lo primero, con lo que ahora se conforma el alcalde, es lisa y llanamente un tranvía.

El humo del Metro

El Consejo del Agua de la Demarcación del Guadalquivir aprobó el miércoles, tras cinco años de trabajos, el nuevo Plan Hidrológico de la cuenca hidrográfica, que ha de sustituir al vigente desde 1998. En el documento previo se contemplaba una inversión de 4.106 millones de euros, ahora reducidos a 1.738. De un plumazo, Andalucía, y sobre todo Sevilla, sufre un recorte de 2.368 millones de euros. El presidente de la Confederación Hidrográfica , Manuel Romero, dependiente del Gobierno central, ha justificado esta drástica reducción de las inversiones (un 60% menos) “por realismo” y “para adaptarse a la nueva situación económica”. Nadie ha dicho nada hasta ahora de este tijeretazo, a pesar de que su cuantía es dos veces superior al coste estimado de la línea 3 del Metro (Pino Montano-Los Bermejales).
Ese mismo día, la prensa económica adelantaba el sacrificio que Hacienda impondrá al Ministerio de Fomento en los Presupuestos Generales: una caída de la inversión en infraestructuras de entre el 15% y el 17%. No habrá dinero para nuevas carreteras ni  tampoco para el mantenimiento integral de las existentes. En el capítulo ferroviario, los esfuerzos se concentrarán sólo en la alta velocidad, uno de los pocos campos en que España exporta tecnología al mundo.
Este es el panorama real de un país al que Zapatero dejó con una deuda de 900.000 millones de euros y que está a punto  de pedir un segundo rescate.

EJERCICIO DE REALISMO

Y en este contexto se está produciendo el politizado debate posterior al anuncio de la consejera de Fomento, Elena Cortés, de que no quiere engañar a nadie con proyectos que no se pueden hacer y que por ahora queda aparcada la ampliación del Metro de Sevilla: “Hay que actuar en las infraestructuras -ha dicho- conforme al contexto económico que tenemos y a los recortes que nos imponen, que hacen que esas nuevas líneas se vayan a tener que aparcar de momento”.
Su segundo anuncio fue que, entre los transportes, tendrán prioridad las obras en ejecución, esto es, los Metros de Málaga y Granada y el tranvía de la costa de Cádiz. Si se analizan sus palabras sin prejuicios, se observa que coincide con las líneas maestras del nuevo plan de obra pública que prepara Fomento en Madrid, salvo que a última hora y por intereses políticos fuercen a Ana Pastor a cambiar sus prioridades: rematar los proyectos en ejecución y abstenerse de licitar nuevos. Por una vez, la Junta y el Gobierno coinciden en algo, aunque ello no ha evitado que el PP y el PSOE andaluces hayan acabado tirándose los trastos a la cabeza.

AGRAVIADO
Si Zoido le dio balas a Griñán cuando dijo en el Parlamento aquello de que Andalucía necesita es un rescate político, el presidente de la Junta ha hecho otro tanto con el alcalde al expresar de forma desafortunada en relación con el Metro que Sevilla era la tercera prioridad del Gobierno autónomo, por detrás de Málaga y Granada. En los ojos y oídos sólo quedó este titular y no lo que también dijo a continuación: “Los únicos que ya tienen Metro son los sevillanos”.
Como no cabe pedirles racionalidad y sentido de Estado ( y sobre todo de los dineros públicos) a unos políticos que distan mucho de aquellos de la Transición, Zoido tradujo estas palabras presidenciales en términos de discriminación a Sevilla, sin reparar en su otra condición de líder andaluz del PP que ha de comprender también la situación del resto de territorios de la comunidad y de que iba a levantar ampollas en el seno de sus propias filas en Oriente: “Ya está bien de agravios con Sevilla, de relegarla y de que se le dé la espalda. Debe recibir el mismo trato que las demás ciudades”.

RECELOS ANTISEVILLANOS

Este tipo de declaraciones sólo contribuye a alimentar la leyenda del centralismo sevillano y los recelos contra Sevilla, porque la discriminación radica en el trato igual a los desiguales. Invirtamos, siquiera en hipótesis y por un momento, la situación: si Málaga tuviera ya en funcionamiento desde hace tres años la única línea de Metro de Andalucía en la que se hubieran invertido 658 millones de euros; si la Junta hubiera dicho que sólo había dinero para rematar los suburbanos de Sevilla y Granada; y si el alcalde de Málaga hubiera montado en cólera y exigido que se licitara al mismo tiempo otra línea para la capital de la Costa del Sol porque en caso contrario se crearía un agravio comparativo, ¿qué opinaríamos en Sevilla?
Se puede objetar todo lo que se quiera, que la línea 1 de nuestro Metro se construyó con 30 años de retraso y que la red completa consta de cuatro y no sólo de una, pero la realidad es la que es, como decía el presidente de la Confederación Hidrográfica al anunciar su tijeretazo de 2.368 millones de euros. La alternativa de una colaboración público-privada como la propuesta por Zoido, que ahora suspira por que se construya siquiera un tramo de la línea 3 cuando antes exigía todas a la vez, parece difícil en un escenario donde no fluye el crédito. Y, además, tras las múltiples incidencias en las obras de la línea 1, construida por este sistema, la Junta perjuró que nunca más.
El escándalo no radica en que la consejera haya dicho la verdad de que no hay dinero para el Metro, como antes se confesó el consejero Llera con la Ciudad de la Justicia (y hasta fue aplaudido por no seguir con las falsas promesas), sino en eso de que cuando ha mirado en los cajones en busca de los nuevos proyectos no ha encontrado nada, cuando en la precampaña electoral la Junta urgía a Zoido a que eligiera cuál de las tres futuras líneas se empezaba a construir primero.
O sea, que tras aquellos anuncios sólo había humo.