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Lo que no hizo

El cabeza de lista a perpetuidad del PSOE en Sevilla, Alfonso Guerra, alardea de que fue él quien trajo el AVE a Sevilla contra la opinión de políticos del PP, que supuestamente lo habrían acusado de llevar la alta velocidad hacia Africa en vez de hacia Europa. En ese saco ha metido a “un tal Javier” ahora más conocido que antes (alusión a Arenas) y que cuando se ven en el tren le dice que es magnífico (el AVE, no él). Guerra, en un ejercicio de memoria selectiva, se atribuye lo que se hizo por Sevilla, pero calla lo que no se hizo. Por ejemplo, que se boicoteó un tren-bala que un grupo japonés quería construir entre Sevilla y la Costa del Sol, quizás porque podía ser más veloz que el nuestro. O que, alegando que era un espectáculo para señoritos, se cargó un teatro para la ópera diseñado por Eleuterio Población y cuyas escalinatas besaban el Guadalquivir. Luego, contra el reloj, hubo que recrecer el Maestranza en forma de ‘olla exprés’. Por cierto, el teatro de la ópera vetado por Guerra se iba a alzar donde ahora la torre Pelli. Ironías de la historia.

 

 

 

Enchufes

El (sin) alcalde ha firmado un acuerdo con Endesa para empezar a llenar de enchufes Sevilla en primavera, dentro de su estrategia de movilidad eléctrica global. Sí, hay que moverse eléctricamente en la ciudad con gobierno ‘de progreso’ porque, contrariamente a lo que dijo el Guerra –no el torero, sino Alfonso-, el que no se mueve por los entresijos del Poder sociata no sale en los papeles. Que hablen de mí, aunque sea mal. O ande yo caliente y ríase la gente. Es el caso del sobrino arquitecto de Felipe González, que ha obtenido un contrato a dedo por 63.956 euros de vellón a la sombra de las setas. Anteriormente, otro dedazo municipal lo benefició con 146.740 euros, también en el Parasol sin Metro(pol). Y todavía antes, el valido del (sin), Manuel Marchena, le dio digitalmente y sin concurso público otro contrato. Van tres.Y el Colegio de Arquitectos,  como quien oye llover. ¿Comprenden ahora la importancia del plan de enchufes de Monteseirín? Algunos ni siquiera tienen que esperar al cambio de estación para disfrutarlo. Ya es primavera en la Encarnación.

El espejo de Zoido

A falta de 14 meses para las elecciones municipales, el PSOE parece en una situación muy difícil para revalidar la Alcaldía: Monteseirín es un cadáver político que quiere un cargo para dejar la Casa Grande; no se conoce el nombre del alcaldable, aunque se impone la idea de que sea un desconocido como Juan Espadas; y el partido se da de plazo hasta julio para designar el candidato. Entonces faltarán entre 10 y 11 meses para la cita con las urnas.

La pregunta del millón es si da tiempo para ‘fabricar’ un candidato ganador, con la dificultad añadida, en caso de que fuera Espadas, de su desconocimiento por los electores. La respuesta es afirmativa, y el mejor ejemplo lo tiene el PSOE justo en el PP. Es curioso comprobar la historia paralela de socialistas y populares respecto de la Alcaldía y cómo incluso el PP lo tuvo en su momento peor que el PSOE ahora.

Por estas fechas de 2006, los populares aún no habían despejado la incógnita de su alcaldable, aunque apareciera como candidato ‘in pectore’ el portavoz municipal, Raynaud. Hoy, el PSOE ya ha despejado al menos una de sus incógnitas: Monteseirín no se sucederá a sí mismo. Ha resuelto, pues, la mitad del problema. Sólo le queda la otra mitad: decidir su sustituto, aunque sea desconocido (Espadas ‘suena’ sólo al 9% del electorado).

UNA ENCRUCIJADA

Hagamos un viaje en el túnel del tiempo hasta la primavera de 2006.. Al igual que por entonces el PSOE, en un intento que habría vuelto a repetir ahora sin resultado aún  con Alfonso Guerra, el PP trataba de convencer también a una no tan vieja gloria, Soledad Becerril, para que aceptara volver desde el Senado a la lucha municipal y encabezara su lista. Los sondeos indicaban que Becerril aportaba un plus que no ofrecían otros posibles candidatos, dado que por su perfil y el buen recuerdo de su gestión era capaz de atraer el voto del elector moderado de centroizquierda y robarle sufragios al PSOE, por el   rechazo que siempre ha suscitado Monteseirín.

Javier Arenas primero y Mariano Rajoy después trataron de convencer a la antigua alcaldesa, pero al cabo de un tiempo de meditación su respuesta fue negativa. Como ella misma ha dicho años después, consideró que su tiempo para la política  municipal ya había pasado y que el partido debía buscar caras nuevas. Salvando las distancias (no es lo mismo sacrificar un alcalde que un portavoz municipal), Arenas se vio en la misma tesitura de Griñán: relevar como cabeza de cartel a Raynaud, el líder del grupo en el Ayuntamiento y que había liderado durante años la oposición contra Monteseirín, para lanzar como alcaldable a un hombre de su plena confianza pero, pese a ser secretario regional,  tan desconocido para la opinión pública como hoy Juan Espadas y, curiosamente, hasta de cierto parecido físico: el juez Juan Ignacio Zoido.

JUAN IGNACIO ¿QUÉ?

Ese fue el factor más llamativo y que más subrayó la prensa en su momento al hacerse eco de la decisión: Zoido –decían los medios- parte con la clara desventaja de ser poco conocido. Cuando el entonces presidente provincial del PP, Ricardo Tarno, dio cuenta de la decisión, la pregunta que hubo de responder fue si el partido iba a realizar una campaña para promocionarlo. La respuesta de Tarno fue que  la campaña que tenían  en mente era “para ganar las elecciones, no para dar a conocer al candidato”, de lo que, según dijo, “ya se encargarán los propios medios por su cuenta”.  Y Javier Arenas, al que le insistieron con lo mismo, llegó a afirmar sobre el desconocimiento de Zoido: “Eso se arregla”.

Aquella decisión la adoptó el PP un 29 de junio, es decir, prácticamente con el mismo calendario (julio) que ahora se plantea el PSOE para nombrar a su alcaldable y con el paréntesis del verano por delante. El PSOE atacó a Zoido por ese punto que presuponía más vulnerable, el de ser un desconocido que además ignoraba los aspectos de la política municipal. Así, por ejemplo, el delegado de Cultura, Marset, se preguntó irónicamente “qué conocimiento indirecto tendrá el candidato popular de la vida y la política cultural sevillana, porque directo me consta que no tiene ninguno”. Marset le animaba con sorna  a “seguir por esta tarea de buscar información y formación para poder apreciar la cultura debidamente”, y hasta se ofreció a “ayudarle a esta introducción, de la cual está muy necesitado”.

VICTORIA FINAL

Zoido hizo como Soledad Becerril en la etapa previa a su elección como alcaldesa: patearse Sevilla, con la diferencia de que no rehuyó cruzar la Ronda del Tamarguillo para darse a conocer en los barrios, considerados hasta entonces por populares y socialistas como un coto vedado de la izquierda. A falta de seis días para las elecciones del 27 de mayo de 2007, un sondeo del Instituto Opina decía que Monteseirín rozaba la mayoría absoluta. A la hora de la verdad, el recién llegado Zoido se impuso al alcalde de los dos mandatos consecutivos por más de 4.000 votos de diferencia y sólo el pacto PSOE-IU le arrebató la Alcaldía. Poco antes, otro sondeo realizado por Insomer revelaba que sólo el 54,8% de los sevillanos conocía a Zoido cuando llegó la hora de votar, mientras que Monteseirín era conocido por el 92,5%.

Quién le iba a decir al líder del PP sevillano que su ejemplo puede servir de estímulo al PSOE para colocarle de rival a alguien  tan desconocido hoy como lo era él entonces y que puede imitar su metodología de la ‘micropolítica’ en los barrios para echarle el pulso por la Alcaldía.

Un cadáver en la Casa Grande

Cinco minutos después de que Griñán se lo quitara del medio contando diplomáticamente  que le había trasladado su deseo de no continuar, Monteseirín confirmó con la cara lívida que no repetirá como candidato a la Alcaldía “para beneficiar al PSOE”, con lo que reconocía que resta votos a la marca socialista. Por ironías del destino, el anuncio por Griñán del final de la década ominosa de Monteseirín trascendió el mismo día en que se publicaba la noticia de la ratificación por el Supremo de penas de cárcel para el asesor y el escolta del alcalde en el caso de las facturas falsas.

Esta mácula sobre la gestión municipal en la era de Monteseirín, que tiene a cinco ediles imputados por la Justicia, se une al escándalo de Mercasevilla y a otras situaciones bajo sospecha, por decirlo en su propio argot, como el presunto caso de información privilegiada desde Urbanismo a una inmobiliaria malagueña para que  redactara las bases del concurso del frustrado proyecto de la Ciudad del Empleo siendo ella misma aspirante a la adjudicación. Osea, juez y parte con la complacencia municipal. Marchena ni siquiera se cuidó de guardar las formas.

Por si todo esto no hubiera sido suficiente para Griñán, una reciente encuesta del PSOE confirmaba los peores temores del presidente: el PP obtendría ahora 17 concejales (mayoría absoluta); el PSOE caería hasta los 12 ediles e IU ganaría uno  a costa de los socialistas.

EL ‘TEMPO’ POLÍTICO

En sus declaraciones, Monteseirín dejó un par de perlas, como que ha ganado tres elecciones (mentira reiterada en plan goebbelsiano, ya que sólo ganó una y por mayoría relativa) y que quería que acabara la cacería mediática contra su persona y su proyecto, cuando ha sido al revés: su Ayuntamiento ha realizado una cacería sin precedentes contra los medios, los periodistas y hasta los críticos musicales, como bien puede atestiguar Ramón María Serrera.

Monteseirín ya no es ni siquiera un ‘pato cojo’, metafórica figura con la que la prensa americana define a los mandatarios sin posibilidad de ser reelegidos, sino un cadáver político del que el PSOE necesita desprenderse para que entre aire nuevo en el viciado ambiente de la Casa Grande, donde huele demasiado a podrido. Si Griñán ha anunciado ahora la decisión de aceptarle esa retirada que presentó sin deseo alguno de que le tomaran la palabra, no será para dejar expuesto su cadáver político durante 14  meses en el Ayuntamiento. Lo contrario sería un clamoroso error, ya que el PSOE necesita foguear a un candidato nuevo que devuelva la ilusión a sus votantes y quitarse a un alcalde sitiado por escándalos como el de Mercasevilla.

Lo más probable es que Monteseirín no agote el mandato, aunque Griñán y Viera digan ahora lo contrario, pero  que tampoco se vaya de la noche a la mañana. Por medio queda el congreso del PSOE y  rige la consigna de Zapatero de no provocarle ninguna crisis, por doméstica que sea, durante su presidencia europea, que concluye en junio. Griñán sabe que antes del verano debe resolver los asuntos pendientes y para entonces el PSOE aún tendría 11 meses para lanzar al futuro candidato, aunque no fuera necesariamente alcalde en sustitución de Monteseirín, pero mejor si estuviera dentro del Ayuntamiento.

OPCIONES

Se abre un escenario con estas posibilidades:

1)      Celis alcalde. Sería como continuar el Monteseirinato sin Monteseirín, ya que éste no se ha recatado en postularlo como su sucesor para frenar cualquier intento del partido de renovar a fondo el Ayuntamiento y para asegurarse un peón de cara al futuro, ya que, tal como lo definió su otrora padrino, Caballos, Monteseirín es un ‘glotón de la política’ en todos los sentidos del término, que necesita de la política para vivir mejor y que confiado a su proverbial buena suerte no renuncia a ninguna aspiración. Es dudoso que Celis cumpla su aserto de que “cuando se vaya Monteseirín, me iré con él”, pero la Ejecutiva provincial, a la que últimamente se ha acercado tácticamente, no se fía de él, reconvertido en griñanista de última hora. Viera sostiene que quien ha formado parte del problema no puede ser la solución.

2)      Que Juan Espadas, consejero de Vivienda, deje la Junta y sea nombrado edil por designación directa, previa dimisión de uno de los dos ‘dediles’ del PSOE (Maribel Montaño, portavoz, y Emilia Barroso, delegada de Bienestar Social). Espadas sería delegado de Presidencia y alcalde ‘in pectore’ y Rosamar Prieto sería la alcaldesa nominal hasta las elecciones como única superviviente en la cabeza de lista del PSOE –era la número tres- tras las dimisiones de Monteseirín (necesaria para este supuesto), Viera y Carrillo.

3)      Ni Celis ni Espadas. Se activa la solución Rosamar en espera de una tercera vía externa al Ayuntamiento. La hipótesis de Alfonso Guerra no está descartada, ni la de Viera.

4)      Mantenimiento del ‘statu quo’ municipal. El candidato es externo al Ayuntamiento pero Monteseirín se queda de figura decorativa, probando durante 14 meses la misma medicina que él le aplicó a Borbolla.

Monteseirín quiere una salida para él, su valido y gente de confianza, pero aún  no tiene garantías. En su día se pensó en darle Agesa como refugio, pero en el seno del PSOE hay una corriente que propugna enviarlo lo más lejos posible de Sevilla, por si en el futuro estalla un nuevo escándalo ligado a su gestión que no se le visualice cerca del hipotético alcalde. El PSOE no quiere que Alfredo, al contrario que el Cid, le cause derrotas después de muerto (políticamente, se entiende).

Desecho de tienta

Una bofetada sin manos a Monteseirín. Así hay que interpretar la confirmación por Griñán de que el PSOE intentó que Guerra fuera su candidato a la Alcaldía en 2007. El propio Griñán fue tocado. Quizás también otros, pero todos rechazaron el caramelo envenenado, por el tufo a derrota que emanaba de las encuestas y por temor a verse en el mismo dilema de Luis Yáñez: chupar el banquillo de la oposición durante cuatro años o dar la ‘espantá’ a las primeras de cambio. Ya saben la historia: el alcalde repitió mandato, pero merced al apoyo ortopédico de Torrijos, el ATS de IU. Ahora ya todos saben públicamente que Monteseirín fue, digamoslo con todo el respeto en lo personal pero con un símil taurino, un candidato de desecho de tienta. Esta revelación, ahora,  no es gratuita. Griñán espera que el alcalde capte el mensaje y obre en consecuencia. Cuando dice que Guerra “es un grande de la política para un ayuntamiento grande como el de Sevilla” está diciendo que Monteseirín es un hombre pequeño de la política al que le viene grande el ayuntamiento de Sevilla.

Divorcio a la sevillana

Durante su matrimonio de conveniencia con el PA, Monteseirín adoptó una frase de San Agustín para definir los principios de aquella coyunda que acabó como el rosario de la aurora: “Unidad en lo fundamental; en lo discutible, libertad, y en todo lo demás, solidaridad”. ¿En qué categoría entra el conflicto con su nueva pareja, IU, por la banda de las Cigarreras? Alfredo dice que ha ordenado a Torrijos que la reponga en los bajos del Contadero. Torrijos, “el socio” de la novela de Grisham, o alega que no ha recibido orden alguna (¿será todo un paripé del alcalde para aparentar que manda?) o aplica la desobediencia civil al reprocharle al regidor en minoría que actúa “en este clima en que cada cual va a su libre albedrío”. Son como esas parejas que ya no comparten el mismo lecho pero que por causa de la crisis económica se ven forzadas a vivir bajo el mismo techo. Lo suyo, como antes lo del PSOE con el PA, es ya un divorcio a la sevillana: se dan patadas bajo la mesa pero sin romper el vínculo porque, como diría Guerra, fuera del poder hace mucho frío.

falseadas y ‘maquilladas’ mediante la inclusión de ingresos de varios años en un solo ejercicio o la omisión de gastos de otros para tapar el agujero de un déficit que ni se sabe a cuánto asciende. Vamos, que los gestores de la empresa municipal de los escándalos eran fans de Mecano e interpretaban al pie de la letra su canción ´Maquillaje´: “No me mires, no me mires, déjalo ya, que hoy no me he puesto maquillaje y mi aspecto externo es demasiado vulgar. Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate….Mira ahora, mira ahora, puedes mirar, que ya me he puesto maquillaje y si ves mi imagen te vas a alucinar”. Lo peor es que la empresa presidida por Monteseirín, el mismo que en cuanto ha olido chamusquina se ha quitado del medio como hace siempre en casos donde hay que dar la cara, presentó en esos años auditorías favorables. Y el alcalde, Torrijos, Marchena y compañía sin enterarse de que en el mercado de abastos se la estaban dando con queso. ¿Quién vigila a los vigilantes?