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Cigarras y hormigas

Cuentan al hispánico modo que la OCDE ha desmontado el ‘falso tópico’ de que los españoles trabajamos menos que los alemanes. Se basan en un estudio según el cual nosotros laboramos el pasado año 1.690 horas, frente a 1.413 de los alemanes. La diferencia a nuestro favor (o en contra, según se mire la famosa maldición bíblica por el pecado de nuestros primeros padres) es de 277 horas. Si las distribuimos en jornadas de 8 horas, el resultado es que nos hemos pasado en el tajo, currelo, oficina, etcétera, 34 días más que los germanos.

El estajanovismo de los españoles no sólo arrolla a los teutones, sino también al resto de nuestros socios europeos, siempre según la OCDE.

Así, resulta que echamos más horas que los fineses, suecos, británicos, luxemburgueses, austriacos, belgas, daneses, franceses y holandeses, amén que los extracomunitarios suizos y noruegos. En el ránking europeo del doblarla o no doblarla, los habitantes de los Países Bajos, que viven bucólicamente entre tulipanes y molinos de viento, figuran como los menos hacendosos de todos, y los españoles como los más laboriosos. Sin embargo, en el ránking mundial aún estamos a gran distancia de México, que -conforme a la famosa frase de uno de sus políticos- por estar tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos condena a sus habitantes a no levantar cabeza durante 2.250 horas anuales.

Algo, empero, no cuadra en la estadística de la OCDE. ¿No resulta raro que un país como España, donde supuestamente se trabaja 277 horas más que en Alemania, 311 más que en Holanda y más también que en el resto de la UE salvo Grecia (2.032 horas/año) acabe siendo rescatado por los ‘vagos’ de Europa, que a la postre son mucho más ricos que nosotros? ¿Es que acaso se ha invertido la moraleja de la fábula de la cigarra y las hormigas?

La clave radica en el reportaje rodado con cámara oculta que emitió una Tv extranjera y que mostraba la otra cara de España: empleados leyendo el periódico en la oficina, secretarias de cháchara mientras sonaban los teléfonos, funcionarios de compras y cafelitos a media mañana, diputados en el bar del Parlamento y los escaños vacíos…. La clave es la productividad. Todas las horas de los holandeses, alemanes y compañía son netas de trabajo. Las nuestras…. bueno, las nuestras son en parte laborales, en parte meramente presenciales o incluso, valga el palabro, ‘ausenciales’.

El español es de los pocos idiomas con verbos diferentes para distinguir ser y estar. Todavía nos falta distinguir entre estar y hacer.