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Crónica de un cargo anunciado

El viceconsejero de Salud, Martín Blanco García, publicó en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía del pasado viernes 4 de marzo, página 79, una resolución por la que nombra al exalcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, subdirector de la Inspección de Servicios Sanitarios de la Consejería.

El lector no avisado se sorprenderá al conocer en marzo la publicación de una resolución fechada el 26 de febrero sobre un nombramiento oficial cuando gran parte de los medios de comunicación locales ya difundió esa «noticia» con casi un mes de antelación y la opinión pública tenía, por tanto, la sensación de que el exalcalde llevaba ya todo este tiempo desempeñando esa nueva función tras su obligado exilio político en Madrid.

Salvando las distancias, el caso de Monteseirín recuerda a las tácticas de un equipo de fútbol suramericano famoso por sus marrullerías antideportivas. Antes de que en la final del trofeo Carranza del año 1962 el directivo del Cádiz Rafael Ballester inventara las tandas de penalties para resolver por la vía rápida los partidos que habían quedado empatados, éstos se decidían por las más variadas fórmulas, hasta la de la mano inocente de un niño extrayendo un papelito del fondo de una copa.

Una de las más habituales era el lanzamiento por el árbitro de una moneda al aire tras haber elegido los capitanes de los equipos respectivos cara o cruz. Este sistema se empleaba hasta entonces en torneos veraniegos españoles en los que participaban equipos suramericanos que solían venir con el tiempo justo, para volverse de inmediato a su país o hacer una minigira por España, saltando de un torneo a otro casi sin solución de continuidad, por lo que no podía organizarse un partido de desempate 24 ó 48 horas más tarde.

Cuenta la leyenda que en un trofeo disputado en el Norte de España se llegó al momento fatídico de que el árbitro lanzara la moneda al aire para dilucidar quién, en función de que saliera cara o cruz, se alzaba con la copa en disputa. Pues bien, antes de que la moneda tocara siquiera el césped, el capitán y los jugadores del equipo suramericano saltaron con los brazos en alto dando alaridos de júbilo, como si la suerte ya les hubiera otorgado la victoria, y se lanzaron corriendo a alzar el trofeo que esperaba al borde del terreno de juego.

Nadie, ni el árbirtro, ni el capitán, ni los jugadores del equipo contrario se atrevió a cuestionar el triunfo previamente cantado de aquella manera, aunque hubiera salido la cara contraria de la moneda.

La misma táctica

Monteseirín, con la inhibición y/o connivencia de la Junta de Andalucía, ha hecho lo mismo que aquellos expertos futbolistas marrulleros: ha alzado los brazos antes de tiempo con el montaje de una campaña en la que aparecía como adjudicatario de “pleno derecho” del cargo, de modo que ningún posible rival pudiera disputarle un nombramiento que se le habría prometido de antemano.

Recuérdese cómo tras el desastre electoral del PSOE en las elecciones municipales de mayo de 2011, en que hasta barrios tradicionalmente de izquierdas prestaron su voto a Zoido (20 ediles) hartos de los escándalos de los gobiernos de Monteseirín y de su derroche megalómano en las Setas de la Encarnación (desvió el dinero del PGOU para pagar los más de 100 millones de euros que costaron), el exalcalde, por ende alineado políticamente entonces contra Susana Díaz y Viera por el control del PSOE sevillano, se había convertido no en el valioso jarrón chino del que habla Felipe González en su condición de exgobernante, sino en el símbolo de la peor etapa del gobierno socialista local y en un obstáculo para las aspiraciones de Espadas de recuperar la Alcaldía si su presencia, y hasta su sombra, se proyectaban sobre él.

Así pues, la mejor solución política era quitarlo del medio directamente: cuanto más lejos de Sevilla, mejor. Antes de las elecciones generales de noviembre de 2011 que ganó el PP de Rajoy, con Zapatero todavía en la Moncloa, la Junta de Andalucía y el Gobierno socialista firmaron un convenio ‘ad hominem’ para que Monteseirín, médico funcionario, ocupara una plaza de investigador principal en el Instituto Carlos III de la capital de España. Un cargo a su medida en exclusiva, a dedo, para justificar su exilio político.

El regreso

Así estaba hasta que el pasado 28 de diciembre de 2015 escribió el siguiente texto en su cuenta de Twitter: “Tras 4 intensos años en Madrid como investigador en salud, creo que ha llegado la hora de volver a mi Sevilla, de nuevo con Alcalde socialista”. No era una inocentada, sino la revelación de la operación en marcha y por la que Monteserín tenía la completa seguridad de su regreso a la capital de Andalucía una vez que reconquistada la Alcaldía, perdida por su causa, el PSOE le levantaba el castigo.

La operación brazos en alto cantando victoria antes de tiempo de Monteseirín se inició públicamente el día 8 de febrero, cuando se filtró convenientemente a la Cadena SER la “noticia”, que el exalcalde se apresuró a subir a su cuenta de Twitter: “Alfredo Sánchez Monteseirín, exalcalde de Sevilla, nuevo subdirector de la Inspección de Servicios Sanitarios de Andalucía”.

Sin embargo, ese nombramiento no se había producido, porque habría sido ilegal. Lo único que había existido era la publicación en el Boja, el 4 de febrero (página 22), de una resolución de la Viceconsejería de Salud por la que se anunciaba la convocatoria pública para cubrir un puesto de trabajo, próximo a quedar vacante, de libre designación.

Este puesto era el de subdirector de la Inspección de Servicios Sanitarios, al mismo podía presentarse cualquier funcionario que cumpliera los requisitos establecidos y hacerlo durante el plazo legal estipulado de 15 días hábiles, o sea, hasta el 25 de febrero. Así pues, se podían presentar candidatos hasta final del mes pasado, pero Monteseirín sabía ya dos meses antes, el 28 de diciembre según su cuenta de Twitter, que iba a salir esa plaza y que estaba a él destinada, porque le iban a remover el obstáculo que se interponía en su camino.

Al inspector que la ocupaba desde hacía un decenio le comunicaron su destitución por la supuesta necesidad de darle al cargo “un cambio de orientación”. Más bien un cambio de titular con nombre y apellidos claramente reconocibles.

Amplificación mediática

La filtración de la “noticia” a la Cadena SER fue amplificada por numerosos medios de comunicación, de forma que todo el mundo entendió el “nombramiento” como oficial y consumado. A través de las redes sociales el exalcalde empezó a recibir felicitaciones y buenos deseos en su nueva etapa. Monteseirín no sólo no aclara que se trata de una mera convocatoria pendiente de resolución, sino que abunda en la idea y cuelga en su cuenta la siguiente frase sobre la foto de una ventana con una maceta de geranios en el alféizar: “Vuelvo de buen talante y buena gana. Se fueron las arrugas de mi ceño. Por fin puedo creer en lo que sueño. Estoy en mi ventana”.

La estrategia de difusión del “nombramiento” para ocupar la plaza previamente desalojada por la Junta cumple plenamente su objetivo en tan sólo cinco días, porque la asociación que engloba a los inspectores de servicios sanitarios de Andalucía, es decir la organización en la que están quienes podrían ser los máximos rivales para disputarle el puesto, ya asume el 12 de febrero que el cargo es para el exalcalde, al publicar en su página de Facebook el siguiente texto: “Alfredo Sánchez Monteseirín, nuevo subdirector de Inspección de Servicios Sanitarios en Andalucía”.

Y lo acompaña hasta de su biografía: “Nacido en 1957, en La Rinconada, una ciudad situada a pocos kilómetros de Sevilla….”. Todo como si se tratara de la referencia oficial de un Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, por lo que ante esta unanimidad generalizada, ¿quién iba a osar a presentarse al concurso si ya se estaba viendo claramente quién era el elegido?.

Ascenso

Por esa seguridad, el exalcalde no tuvo empacho en escribir en Twitter: “Y ahora dirigiendo la Inspección de los Servicios Sanitarios de Andalucía”. El mismo se autoasciende a director de la Inspección, pese a que esa competencia, en virtud del Decreto 208/2015, de 14 de julio, firmado por Susana Díaz y por el que se establece la estructura orgánica de la Consejería de Salud, es del secretario general técnico.

Se dice claramente en el artículo 7.2: “Corresponde a la persona titular de la Secretaría General Técnica la dirección y coordinación de la Inspección de Servicios Sanitarios de la Junta de Andalucía”.

Sin título para ello, el exalcalde se presenta sin el menor rubor con un rango superior al que realmente le corresponde, pero ya sabemos en Sevilla que Monteseirín tiene un elevado concepto de sí mismo.