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Chapapote

El informe del Defensor del Ciudadano se hace eco de los parcheos que aplica el Ayuntamiento en calles de la ciudad, donde ataca baches y socavones (impresionante el que para mi sorpresa me encontré en una esquina de la Plaza de la Gavidia) esparciendo asfalto no sólo sobre los adoquines donde éstos aún perviven, caso de la calle Cuna, sino también sobre las aceras, allí donde hasta ahora se reponían las losetas desaparecidas o rotas. He visto extenderse el chapapote municipal por sitios tan distintos y distantes como las aceras de la calle Baños, la Plaza del Duque y la avenida de Holanda, aunque no sé si las continuas lluvias habrán tenido un efecto disgregador sobre estas tortas de capa asfáltica. Mientras que durante la Transición Queraltó liberó del asfalto con que, para uso y abuso del automóvil, habían sido sepultadas plazas como la de San Francisco y les devolvió su aspecto original, con Zoido ha resurgido la marea negra como efecto colateral de su Plan Centro. Al final va a resultar que la micropolítica no eran más que unas cuantas manos de alquitrán.

Una radiografía de Sevilla

Si cada uno cuenta la feria según le va, tras contar en los informes ‘Métodos para el blanqueo de las ilegalidades urbanísticas’ cómo me ha ido en el trato con el Defensor del Pueblo  es fácilmente deducible que después de la confianza inicial me he convertido en un escéptico, en tanto no vea, como santo Tomás, que ocurre:

1) Que el Defensor lleva ante la Justicia a algún alcalde, consejero, gobernante o político, por corrupción o infracción de las leyes.

2) Que, al igual que dicen ocurre en Suecia con la institución equivalente del Ombudsman, todo político o funcionario condenado por el Defensor en su informe al Parlamento, ya sea por acción u omisión, se va ‘ipso facto’ a su casa porque si no, sabe que va a ser fulminantemente destituido por su partido o por su Administración.

Pero si la sociedad, las Administraciones, los partidos y hasta el propio Defensor creen y aceptan que las  condenas de éste son meramente morales y carentes de efecto porque su rol es el de mero florero del sistema, entonces huelga su existencia.

Tras este introito, y aunque no creo que sirva para mucho, hay que destacar el informe elevado al Pleno municipal por el denominado ‘Defensor del ciudadano’, José Barranca, por constituir una radiografía de la Sevilla actual. Por más que la oposición, que persiste en el boicot que le organizó desde el principio, diga que Barranca es el Defensor de Zoido en vez de los sevillanos, se sobreentiende que aquél no habla a título personal, sino que actúa como portavoz y altavoz de los ciudadanos y a partir de los 234 expedientes de queja tramitados durante el último año (con pocas llamadas telefónicas más se permiten algunos medios publicar sondeos de opinión sobre el estado de la ciudad).

Otra cosa es que luego Barranca les dé su impronta a la hora de redactar el informe final y de exponerlo. El Defensor ha subrayado de entre las denuncias de los ciudadanos conductas que están a la vista de todos pero que nadie hasta ahora se había atrevido a colocar con tanta crudeza ante los focos de la opinión pública:

1) Matonismo entre los taxistas: Siempre sin generalizar, pero es de dominio público desde hace años -recuérdense las broncas con delegados municipales como Blas Ballesteros y Francisco Fernández- que hay una minoría que tomando el aeropuerto como base de sus actuaciones trata de monopolizar el transporte de turistas, incurre en abusos, no atiende la petición de entrega de facturas por la carrera realizada, dicen habitualmente tener estropeada la climatización y, en resumen, adoptan una actitud prepotente e intimidatoria que, como refleja la Memoria del Defensor, daña la imagen de todo el gremio y la de Sevilla, por cuanto constituyen  la primera impresión que recibe el turista apenas aterrizar en la ciudad.

2) Trato inadecuado de la Policía Local a los ciudadanos: Muy diplomáticamente, Barranca trata de explicar esta actitud chulesca con el argumento de la falta de formación y de destrezas sociales, por no decir lisa y llanamente falta elemental de educación, pero lo cierto es que hay agentes de la autoridad que se creen, a su manera, la autoridad misma y exhiben unos modales totalitarios inadmisibles en una Democracia.

El presidente de la sección sevillana del Sindicato Profesional de Policías Municipales de España, Manuel Bustelo, ha reaccionado al informe diciendo que los policías no son, ni más ni menos, que un reflejo de la sociedad actual, pero esa sociedad no se reconoce en ellos, pues en tal caso no habría denunciado su comportamiento ante el Defensor.

3) Dueños de bares que se saltan la normativa: Una de mis primeras colaboraciones en El Mundo  llevaba por título ‘La calle es suya’ y versaba sobre cómo cierto restaurador copaba hasta las aceras con los veladores y forzaba a los viandantes a caminar por la calzada, el espacio reservado a los automóviles. Aquella tendencia de colmatar todo el espacio posible con veladores se ha extendido por doquier con la vista gorda del Ayuntamiento, más interesado en hacer caja que en vigilar el cumplimiento de la norma sobre veladores, ruidos y horarios de cierre, tal como recoge Barranca en su informe.

4) Ciclistas que toman el carril-bici, las calles y las aceras: Añado más, porque mi última experiencia en este sentido ha sido ver a ciclistas pasando por encima de la parada elevada del tranvía sita frente al hotel Alfonso XIII, en la calle San Fernando, y a escasos centímetros de quienes estaban esperando la llegada del ‘Metrocentro’. Desgraciadamente, si antes eran los ciclistas los acosados por los conductores cuando pretendían circular junto a ellos en la época sin carril-bici, ahora, con la novelería de la bicicleta y como denuncia el Defensor, son los peatones quienes se sienten amenazados porque demasiados usuarios de las dos ruedas apenas respetan las normas de circulación y consideran que todo el espacio es suyo: carriles-bici, calle y aceras.

El informe se extiende por muchos otros temas, como el de los propietarios de perros que no recogen las heces de sus canes; los vándalos que destruyen el mobiliario urbano y llenan de pintadas edificios y estatuas; cocheros de caballos que aparcan bajo los árboles y en función de los rayos del sol en vez de en sus paradas establecidas…..

Al igual que los Diez Mandamientos podrían resumirse en uno, el informe del Defensor del Ciudadano -que de paso es una enmienda a la pasividad de Zoido- sobre el estado de Sevilla puede resumirse en una sola palabra: incivismo. Nos falta urbanidad y educación.