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Zoido y el gatopardo

Los politólogos han acuñado los términos  ‘lampedusiano’ y ‘gatopardista’ para describir a los gobernantes que prometen un cambio radical de la realidad pero que a la hora de la verdad sólo realizan modificaciones cosméticas y superficiales que dejan las cosas tal como estaban. Pura apariencia. Los adjetivos derivan de la novela del italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa titulada ‘El gatopardo’, en la que relata el fin de una época y el advenimiento de un nuevo orden y que se resume en una frase que pone en boca de uno de los personajes: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

Zoido se ha apuntado al ‘gatopardismo’ en Lipasam (y no sólo) con la Bolsa de Empleo Temporal en esta sociedad municipal. Como es de dominio público y causa vergüenza ajena, ya que no en los empleados y sindicalistas que han propiciado este sistema discriminatorio, nepotista y de corte feudal en pleno siglo XXI, los puestos de trabajo se han estado ‘heredando’ entre los familiares cuando un empleado se jubilaba y la Bolsa de Empleo no se abría para ningún ciudadano que no formara parte del círculo de Lipasam o fuera ajeno a las centrales sindicales con mando en el comité de empresa.

LA HUELGA DE ENERO

Tras la huelga de enero, que duró una decena de días, los sindicatos hicieron concesiones menores al Ayuntamiento para poner fin al conflicto. Entre ellas, la apertura de la Bolsa Temporal, para que dejara de ser un nido de ‘enchufados’. Aunque el poderoso aparato de propaganda del Consistorio ‘vendió’ los acuerdos como una victoria del alcalde, por su aparente firmeza, en el balance real y global los huelguistas cedieron menos que la empresa municipal.

Recuérdese que la huelga se convocó porque el Gobierno local pretendía reducir los costes en Lipasam mediante la ampliación de la jornada de trabajo semanal de la plantilla a 37,5 horas y un recorte del 5% en los gastos de personal a partir de enero de 2013.

La mayor parte de ese ahorro lo quería lograr acabando con los 1.250 contratos temporales que se firmaban a los 466 eventuales inscritos en la Bolsa de Trabajo, gran parte de ellos vinculados por entonces a UGT. Para ello era condición ‘sine qua non’ que la plantilla, en vez de prolongar la jornada laboral hasta completar las 37,5 horas semanales, trabajara durante Semana Santa, Feria y Navidad. El plan fue rechazado de plano por el comité y fue la causa que desencadenó la huelga y que las calles de Sevilla se llenaran de miles de toneladas de basura.

CESIONES MENORES

Después del acuerdo que puso fin al conflicto la plantilla ha seguido sin trabajar durante los periodos festivos; el recorte salarial no fue del 5%, sino del 3,6%, pero, ojo, compensándolo con una subida del 0,75% en 2014 y del IPC en 2015; el Ayuntamiento se ahorrará temporalmente 2,6 millones en vez de 3,3 millones de euros en gastos de personal y la Bolsa de Trabajo Temporal para eventuales se ha mantenido, si bien se dijo en enero que quedaría abierta a partir de entonces a todos los sevillanos y no sólo a familiares y ‘enchufados’. ¿Quién cedió más, Lipasam o los huelguistas?

Nada menos que nueve meses ha tardado el Ayuntamiento en comunicar la apertura de la Bolsa de Trabajo Temporal  a todos los ciudadanos, con anuncios en la prensa y la amplificación mediática oficial correspondiente para transmitir la idea de que Zoido ha acabado con el ‘enchufismo’ en la empresa municipal.

Se ha publicado que el presidente del comité de empresa, Antonio Bazo (CCOO) no ocultaba su satisfacción después de meses de trabajo y continuas reuniones de la mesa encargada de dar forma al proceso de selección de personal para los talleres. Esta satisfacción ya es suficientemente indicativa.

Si se analizan las bases de esta convocatoria -puede descargarse desde la página web de Lipasam- limitada sólo a 100 plazas para el taller y un contrato de un máximo aun en periodos discontinuos de 180 días a lo largo de un año no natural, se comprenderá la reacción sindical por, en la práctica, haberle dado la vuelta a la tortilla en el aspecto que les faltaba de los acuerdos de enero.

EXPERIENCIA PREVIA

La convocatoria es sólo para parados y, atención, eventuales de Lipasam en este momento. O sea, los que ya están dentro de la Bolsa de Trabajo. De entrada, habiendo miles de parados en Sevilla (de un total de 88.639) sin siquiera prestación alguna, se les exige el pago de 12 euros para poder realizar el examen de ingreso.

Requisito básico es que los aspirantes cuenten, como mínimo, con 24 meses de experiencia laboral en la actividad propia de un taller relacionado con electromecánica, electricidad del automóvil, calderería, herrería, chapa y pintura o estar en posesión de una titulación relacionada con estas habilidades. Sólo con esta exigencia se deja ya fuera a los 11.715 sevillanos, generalmente los más jóvenes y egresados de las aulas, englobados en la categoría de ‘Sin empleo anterior’.

Obviamente es presumible que los eventuales que ya están dentro de la Bolsa de Empleo cumplen esta condición ‘sine qua non’. Además, en el proceso de selección se valorará con 0,2 puntos a los candidatos por cada mes de servicio prestado en talleres de empresas del sector de la limpieza pública ( como es el caso de Lipasam) y sólo con 0,1 puntos la experiencia en otro tipo de talleres.

La convocatoria, pues, favorece claramente a los eventuales de Lipasam que ya han disfrutado en exclusiva estos años de la Bolsa de Empleo para que sigan dentro de la misma, aunque las fanfarrias municipales pregonen el aparente fin del ‘enchufismo’.

Era necesario que todo cambiara para que todo siga igual.

Cobardía

Ante la amenaza de huelga en Lipasam y Mercasevilla, el Ayuntamiento amaga con divulgar los abusos en las empresas municipales. Y filtra algunos botones de muestra: desde horarios laborales que acaban a las 13 horas los viernes hasta el derecho (¿?) de que un pariente ‘herede’ el empleo de un jubilado en Lipasam, en plan feudal, como si se tratara de una monarquía sindical hereditaria. De Juzgado de Guardia. Y, sin embargo, el gobierno local dice que no va a revelar estos privilegios, a costa de los contribuyentes y pese a la que está cayendo,  “por responsabilidad y por facilitar el diálogo”. ¿Responsabilidad? ¡Cobardía!,  para no enfrentarse a los sindicatos, cómplices de este régimen contrario a la igualdad de derechos de todos los ciudadanos para optar a un empleo público, como ya dictaminó el Defensor del Pueblo  en el caso de Tussam. El gobierno de los 20 concejales no tiene el valor de acabar con estos abusos y prefiere seguir haciendo la vista gorda. ¿En qué consistía el cambio de Zoido? Como en ‘El Gatopardo’, de Lampedusa, en que todo siga igual.