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Obras no son amores

Espadas invierte 100 millones en obras pero sufre una rebelión en los barrios

Los vecinos demandan más medidas sociolaborales y menos infraestructuras

 

El gobierno de Espadas, según la previsión realizada al inicio del presente curso político, cerrará el año 2018 con una inversión de 100 millones de euros en números redondos en los once distritos de la ciudad, siendo el que habitualmente pasa por ser el más desfavorecido de todos, Sur, el segundo más beneficiado, con más de 16 millones recibidos.

 

Fuentes municipales indicaron que las obras en numerosos barrios no se iban a parar una vez terminado el verano y el buen tiempo: estaba preparado un “otoño caliente” de trabajos en calles, infraestructuras y patrimonio, con 102 proyectos ya licitados o adjudicados.

Sin ir más lejos, hace unos días el gobierno local anunció una inversión de 456.109 euros en la mejora de los accesos a las Tres Mil Viviendas y la conexión de los carriles-bici de dos calles. Unos días antes presentó el proyecto de la primera fase de la reurbanización integral de la barriada Juan XXIII, en Cerro Amate.

 

Esos 100 millones en obras en los distritos y diversos barrios no han sido óbice para que hace una semana unos 2.500 vecinos de la periferia, convocados por la plataforma Interdistritos Barrios Hartos, se manifestaran por el Centro hasta las mismas puertas del Ayuntamiento en la Plaza Nueva en protesta contra lo que calificaron de olvidos municipales.

 

REPROCHES

 

Acudieron a la marcha residentes de Torreblanca, Bellavista, Pino Montano, Begoña, Tres Barrios, Su Eminencia, Palmete, Polígono Sur, Cerro Amate, San Jerónimo, Valdezorras, Aeropuerto Viejo, Macarena y Casco Antiguo Norte. Reprocharon al alcalde que, en su opinión, gobierne “para una minoría y para los turistas”, y denunciaron la inseguridad, el paro, la precariedad laboral y los recortes que dijeron sentir en servicios sociales, salud y educación.

La presencia junto a los manifestantes de los portavoces de los grupos municipales de Participa Sevilla, Susana Serrano, y de Izquierda Unida, Daniel González Rojas, sirvió para que “sotto voce” desde el gobierno local se acusara a la extrema izquierda de estar detrás de esa protesta, que fue descalificada formalmente por el alcalde con el argumento de que no había ninguna asociación vecinal “reconocible” entre los convocantes, con lo cual trataba de restarle credibilidad y legitimidad.

 

Así pues, a Espadas le parece más sustancial el quién o quiénes que el qué: lo importante no es si ese sentimiento vecinal de abandono se corresponde con la realidad, sino quiénes han tenido el poder de convocarlos al margen de los cauces vecinales controlados por el gobierno local y/o el partido que lo sustenta.

Curiosamente, mientras Espadas y su equipo niegan legitimidad a una plataforma capaz de movilizar a 2.500 personas no tienen el menor reparo en plegarse a las exigencias de asociaciones que en conjunto sólo representan a 2.000 taxistas a la hora de decretar el cierre del Casco Antiguo a los vehículos de transporte concertado (VTC).

La protesta vecinal de hace una semana hunde sus raíces en el conflicto desatado el pasado verano en Pino Montano tras el apuñalamiento sufrido por dos vecinos a manos de unos delincuentes y las posteriores declaraciones de miembros del Ayuntamiento y de la Delegación del Gobierno en Andalucía diciendo que en el barrio no había inseguridad, sino únicamente “sensación de inseguridad”. Esas palabras provocaron un profundo malestar e incrementaron en el vecindario el sentimiento de estar abandonados a su suerte por parte de las autoridades.

 

Y fue a partir de entonces cuando los vecinos de Pino Montano empezaron a hacer cuentas sobre las promesas incumplidas del programa electoral de Espadas, como la creación de la Policía de barrio, y sus protestas encontraron eco en otros barrios que sentían la misma “sensación” de inseguridad, como Bellavista. Y de la inseguridad brotó un rosario de quejas por todo lo demás.

 

El 18 de septiembre, con casi mes y medio de antelación, los descontentos de la periferia, que se sienten preteridos por lo que califican como la Sevilla turística del Centro, acordaron en una asamblea manifestarse el 28 de octubre por las calles de la Sevilla “oficial”, para que se oyera “la voz acallada de los barrios”.

 

ESCUELAS-TALLER

 

Destacaron entonces que mientras en el año 2011, con Zoido de alcalde y en plena crisis económica, había 12 escuelas-taller y/o talleres de empleo en los barrios, ahora, pese a la recuperación, hay solamente cinco (en realidad la Junta de Andalucía únicamente le aprobó cuatro en enero al Ayuntamiento de Sevilla), pese a que en la ciudad están tres de los barrios más pobres de España y siete entre los diez con menos recursos económicos, y con tasas de paro juvenil superiores al 55%.

 

El diagnóstico de aquella asamblea de la que surgió la Plataforma Interdistritos Barrios Hartos fue que la inseguridad no era la causa última de todo, sino la consecuencia del abandono que sufren, del que deriva el incremento de los problemas sociales.

Así pues, por más que Espadas pueda esgrimir esos 100 millones de euros invertidos en los barrios sólo este año, sin remontarnos al resto del mandato, resulta que le estalla una rebelión vecinal allende la ronda del Tamarguillo que no valora el esfuerzo inversor del Ayuntamiento. Y es que estos vecinos están dando prioridad a la situación sociolaboral y no al arreglo de las aceras, por simplificar la cuestión, algo de lo que el alcalde debería extraer las oportunas consecuencias ahora que aún quedan siete meses para las elecciones municipales.

 

CONOCIMIENTO

 

Dicen los sociólogos que los españoles somos poco dados a protestar por la calidad de los servicios que prestan (más bien cobran) la banca, las telecos, las aseguradoras, etcétera, y que antes que quejarnos nos damos  de baja y nos mudamos a otras compañías de la competencia esperando que nos vaya mejor, con lo cual las empresas afectadas ignoran las razones de la pérdida de clientes.

 

Por eso, dicen los estudiosos, un cliente que en vez de irse a otra parte protesta escribiendo una carta o llamando por teléfono es en realidad un tesoro, porque permite a las empresas saber en qué están fallando o en qué creen sus abonados que fallan, aunque aquéllos no tengan razón, para así corregir sus actuaciones y retenerlos.

 

Trasladando la situación al ámbito local y político, es como si esos 2.500 manifestantes de hace una semana le hubieran escrito una carta o hecho una llamada de socorro al alcalde. Y, ¿qué ha hecho Espadas? Todo lo contrario de lo que aconsejan los manuales. En vez de atender las quejas de sus “clientes”, tengan o no razón, las ha desoído con el argumento de que no las han canalizado por cauces “conocidos”. Y desde su gobierno se las descalifica por -se dice- haber sido promovidas por la izquierda “marginal”, la extrema izquierda.

 

Olvida Espadas que esa extrema izquierda en la que desde el Ayuntamiento se engloba a Participa e IU obtuvo en las últimas elecciones municipales cinco concejales y 48.110 votos, casi la mitad que el PSOE, y que si él es alcalde es gracias a esos cinco ediles, los cuales proclamaron en el Pleno de investidura que votaban a su favor para que diera “un giro a las políticas sociales del Ayuntamiento”.

Políticas sociales u obras, esa es la cuestión.