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El veládromo

El colega Eduardo Barba ha revelado que el propietario de tres establecimientos del entorno, y que probablemente será aquel en quien la mayoría estamos pensando, ha propuesto al Consorcio de Turismo un proyecto “bastante completo” para la colocación de veladores en la Plaza de San Francisco.

La Asociación de Hosteleros califica la propuesta como “una ocupación lógica del espacio”, o sea, en la misma línea de lo acaecido en la calle San Fernando, en la Avenida y en cada vez más vías oficialmente públicas pero privatizadas con los dichosos veladores por el Ayuntamiento en beneficio mutuo de la Hacienda municipal y de los dueños de los bares, mas en detrimento de los sevillanos.

La Avenida es el mayor exponente del peor urbanismo con la falsa coartada de la peatonalización: un desbarajuste en el que entre el tranvía, el doble carril bici formado por tachuelas cada vez más desmochadas y peligrosas, los expositores de fotos a modo de gigantescas fichas de dominó intercaladas entre los naranjos deformes de La Algaba trasplantados a tierra hostil y los veladores hasta acotados con pequeñas mamparas sintéticas, los peatones carecen de espacio propio para moverse si no es sorteando esta carrera de obstáculos y a riesgo de ser atropellados por el pseudo Metro al Centro, los ciclistas o los patinadores. Este es el paradigma de que, al contrario de la falsa proclama de Monteseirín, Sevilla se ha convertido en la ciudad de cualquier cosa menos de las personas.

El barroquismo sevillano, su ‘horror vacui’, se llena ahora con la ambición de los hosteleros por colonizar cualquier m2 en su provecho y con la connivencia del gobierno local. En el manual urbanístico del PP, las plazas ya no son espacios para la convivencia, el paseo, el descanso, la conversación, la lectura o el juego de los niños, sino terrazas privativas de los bares. Negocio en vez de ocio. Por esa misma lógica de la ocupación, que no de la ocupación lógica, de San Francisco habría que plantar veladores en la Plaza Nueva, la Magdalena, el Duque, la Campana y hasta en la explanada de San Telmo. Así como Monteseirín privatizó la Encarnación en beneficio (o hasta perjuicio, quién sabe) de Sacyr, Zoido se apresta a convertir San Francisco en su (o de ellos) particular Encarnación, sin ‘Setas’ pero con ‘mapping’ de temporada, el nuevo cine de verano pero en invierno.

Monteseirín pensaba que la solución para Sevilla era un ‘botellódromo’. Zoido lo ha retuiteado en un ‘veládromo’: la Disneylandia de los veladores.