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El ficus seco

En el extremo de la ciudad deportiva del Betis, Heliópolis y su émulo Nuevo Heliópolis se alza, como un triste espantapájaros vegetal con sus muñones secos, un enorme ficus ya renegrecido que en su día fue un árbol frondoso en los jardines del Prado. Bajo sus ramas jugaron los niños y en su copa anidaron los pájaros, hasta que un día alguien decidió que estorbaba a la biblioteca universitaria de Zaha Hadid y, para evitar más protestas de vecinos y ecologistas, lo trasplantó a esta tierra extraña.. Se convirtió así en un solitario ejemplar en medio de una pradera de jaramagos que a duras penas verdea en verano. Dijeron no se sabe qué expertos que ninguno de los árboles trasplantados fuera del Prado se había perdido y que la operación fue todo un éxito. Este esqueleto vegetal prueba lo contrario. Quizás murió al verse solo, de la misma tristeza que los naranjos, por no poder oír más las risas infantiles y el trino de las aves. A este ficus seco, al contrario que al olmo de Machado, ya no le brotan ramas reverdecidas, ni espera milagro alguno de la primavera.

Dos tazas de modernidad

El alcalde apareció en la prensa sonriente o incluso aplaudiendo el cartel de las Fiestas de Primavera. Dijo en el salón Colón que en Sevilla no las celebramos para que la gente venga a vernos desde fuera, sino que son para nosotros mismos. Cabría entonces recordarle a Monteseirín por qué pidió en su día a los sevillanos que el jueves de Feria se largaran de una vez a la playa y les dejaran a los turistas su sitio en el real.Y calificó el cartel de milagro y de reflejo simbólico de las cosas que hacemos y de las muchas que amamos. La pintura muestra a la difunta tonadillera Juanita Reina vestida para el Jueves Santo con una sobrina nieta de amazona y a la duquesa de Alba vestida de Feria junto a su hija con túnica de Los Gitanos. Josep Renau, el pintor valenciano, acuñó aquello de que el cartel es ‘un grito pegado a la pared’. El cartel de este año, pues, grita el reflejo simbólico de la Sevilla de Monteseirín. Osea, que si no queríamos estatua de la duquesa en los Jardines de Cristina, ahora tenemos doble ración de ‘modernidad’  según el alcalde.