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La pirámide de la «nueva realidad»

El coronavirus debe obligar a revisar qué es básico para Sevilla y qué no

El casi olvidado Zoosanitario Municipal ha sido vital para desinfectar la ciudad

Se cree que la pandemia del coronavirus va a suponer un antes y un después en las sociedades humanas porque va a obligarlas a revisar gran parte de los supuestos en que se ha basado su organización y su economía y por el temor, como auguran expertos epidemiólogos, a que no será la última, sino que es probable que a partir de ahora estaremos de forma permanente bajo la espada de Damocles de nuevos virus que infecten y/o maten a millones de personas (la mal denominada gripe “española” habría causado al menos 50 millones de muertos en todo el mundo hace un siglo). Por de pronto, el coronavirus ha dejado más de 27.000 muertos en España y un impacto económico estimado inicialmente en 300.000 millones de euros.

Sanitarios protegiéndose del coronavirus con bolsas de basura por falta de equipos

Con motivo de esta crisis, que ha sorprendido a nuestro país sin apenas equipamientos básicos para el sector sanitario (mascarillas, guantes, equipos de protección individual…), creo que es más oportuno que nunca volver a referirme a la jerarquía de las necesidades humanas que acuñó el sociólogo Abraham Maslow, jerarquía  más conocida como la pirámide de Maslow.

CINCO CATEGORÍAS

En esa jerarquía o escala, las necesidades del ser humano definidas por el sociólogo van ascendiendo desde la base hasta el vértice de la pirámide imaginaria. Obviamente, lo primero de todo es la satisfacción de las necesidades básicas: comer, beber, vestirse, calzarse…. Cuando el ser humano satisface en ese primer escalón sus necesidades fundamentalmente biológicas se pasa al segundo nivel en la jerarquía: la seguridad en todos los órdenes de la vida, la personal, la familiar y la social.

En la tercera categoría de la jerarquía aparecen las necesidades que Maslow califica como las sociales, cuya función consiste en trascender la individualidad y no quedar condenado a la soledad, una categoría puesta más de manifiesto que nunca durante el confinamiento por el coronavirus: nos ha privado de la interacción social más allá de hablarnos a distancia desde los balcones (quienes los tengan, ya que el urbanismo depredador y especulativo ha acabado en demasiados inmuebles con este elemento arquitectónico por considerarlo superfluo en su política de ahorro de costes y multiplicación de beneficios). Para no condenarse a la soledad el ser humano procura formar una familia e integrarse en el conjunto de la sociedad a través de colectivos diversos (miembro de un club, de una caseta, de una cofradía…). 

En el cuarto nivel de la pirámide el ser humano busca el reconocimiento social a su actividad y en el último, ya en el vértice, el sociólogo Maslow sitúa la necesidad de trascendencia espiritual una vez que se han satisfecho en los niveles inferiores las necesidades de tipo personal y social.

TRASLACIÓN

Vuelvo aquí y ahora a plantear que la clase política debería hacer el ejercicio de trasladar la pirámide individual de Maslow al ámbito comunitario -ya sea un municipio como Sevilla, una región como Andalucía o un país como España- para colocar en cada nivel de la pirámide colectiva las necesidades del conjunto de la población y a partir del principio de que hasta que no estén satisfechas las necesidades del nivel precedente, empezando por las básicas, no se pueden destinar recursos a los niveles siguientes o destinarlos en muchísima menor proporción.

Un político, un partido, un gobernante…deben ser juzgados y valorados en función de si sus decisiones y el empleo de los recursos colectivos están orientados de forma prioritaria a satisfacer las necesidades básicas de la sociedad  en que se halla o, por el contrario, se destinan al vértice de la pirámide, como si ya estuvieran resueltos todos los problemas y sólo quedaran pendientes aspectos a mayor gloria de los mismos. Un ejemplo de libro lo tenemos en Sevilla, ciudad con siete de sus barrios entre los diez más pobres de España y con 100.000 habitantes en riesgo de exclusión social pero donde Monteseirín se permitió el dispendio de gastar al menos 120 millones de euros en sus faraónicas Setas de la Encarnación, sin funcionalidad alguna.

Monteseirín, orgulloso de haberse gastado más de 120 millones en las Setas de la Encarnación

La crisis del coronavirus debe servir al menos para que la sociedad sevillana se plantee cuál debe ser la jerarquía de necesidades de la ciudad, el orden de prioridades, su particular pirámide de Maslow, partiendo del principio de que los recursos del Ayuntamiento deben destinarse de forma prioritaria a resolver los problemas  insertos en la base de aquélla como condición “sine qua non” antes de poder pasar al siguiente nivel.

ACTIVIDADES ESENCIALES

Tras la declaración del estado de alarma con motivo de la pandemia, que obligó al confinamiento de la inmensa mayoría de los 47 millones de españoles, el Gobierno de la nación aprobó un Real Decreto (el 463/2020, de 14 de marzo) por el que una serie de actividades y servicios fueron declarados esenciales, para que el país pudiera seguir mínimamente funcionando. Esos servicios y actividades esenciales constituirían la base de la pirámide colectiva, a imitación de la individual de Maslow, la primera categoría en el orden jerárquico.

Y bien, ¿qué ha sido esencial para Sevilla durante esta pandemia y volvería a serlo en caso de otras similares en el futuro? ¿Habría sido disponer de más carriles en el puente del Centenario a un coste superior a los 100 millones de euros? ¿Para qué, si sólo han podido circular camiones de suministro de vez en cuando? ¿Habría sido tener un redundante tranvía ampliado hasta la estación de Santa Justa a un coste de 48 millones de euros? ¿Para qué, si el existente circulaba prácticamente vacío, sin demanda que atender?

El tranvía ha circulado prácticamente vacío durante la pandemia del coronavirus

¿Haberle comprado a la Junta de Andalucía un tercio de la sede de la Consejería de Gobernación en la Plaza Nueva por 6 millones de euros y alquilado los dos tercios restantes para concentrar allí los funcionarios municipales? ¿Para qué, si la mayoría han estado confinados y teletrabajando desde sus casas sin necesidad de acudir a  un despacho fuera?

Uno de los servicios que se han demostrado esenciales para Sevilla durante la pandemia ha sido el cuasi olvidado Zoosanitario Municipal, cuya labor ha sido calificada por el propio Ayuntamiento como “vital para frenar la propagación del virus, dada la importancia de la desinfección que, en unión con Lipasam y la Unidad Militar de Emergencias (UME), ha acometido en vías públicas, colegios, mercados y edificios municipales”.

Trabajadores del Zoosanitario de Sevilla, en labores de desinfección del coronavirus

En la primera semana del estado de alarma, el equipo del Zoosanitario desinfectó más de medio centenar de inmuebles públicos, todos los parques de bomberos, las comisarías de la Policía Local, las plazas de abasto, las sedes de los distritos, las unidades de trabajo social y 40 vehículos de los bomberos, la Policía y otros servicios, los entornos de los hospitales, las residencias de ancianos y las calles peatonales. Además, repartió 1.125 mascarillas y 27.700 guantes de protección entre los empleados del Ayuntamiento, a fin de que pudieran trabajar en condiciones de seguridad.

ABANDONADO

Ha quedado claro que el Zoosanitario es esencial y debería formar parte de la base de la pirámide colectiva de Sevilla en que se insertan las actividades que constituyen la primera de las jerarquías. Sin embargo, el Zoosanitario ha estado abandonado a su suerte desde hace demasiado tiempo. En 2017, el PP denunció que por su falta de medios y personal tenía más de cien avisos sobre enjambres de abejas sin atender; sólo había operativos dos de los cinco equipos de desratización y desinsectación prometidos por el gobierno local, carecía de teléfonos móviles para que los operarios pudieran coordinarse entre ellos y el camión plataforma para realizar tratamientos a más de tres metros de altura llevaba más de un año averiado.

Manifestación en protesta por la situación del Zoosanitario de Sevilla

En septiembre de 2018, varios centenares de personas se manifestaron desde la Puerta de Jerez hasta la Plaza Nueva para protestar por la “crítica situación del Zoosanitario”, que achacaban a su falta de medios y de personal. Y el pasado 30 de enero, los ediles Susana Serrano y Daniel González Rojas, del grupo Adelante Sevilla, denunciaron las vacantes de personal sin cubrir y la precariedad de sus instalaciones, que a su juicio incumplen la Ley de Protección Animal de Andalucía,la cual  se aprobó en 2011.

Esta es la situación de un Servicio que ha sido y está siendo esencial durante la pandemia del coronavirus  pese a hallarse bajo mínimos. Y al igual que el Zoosanitario podríamos citar  otras áreas sin cuya actividad Sevilla no habría podido funcionar durante las semanas de mayor confinamiento por causa del virus. Cuando se instaure la “nueva normalidad” de que habla el presidente del Gobierno, ¿resolverá Espadas las carencias del Zoosanitario y de otros servicios auténticamente  fundamentales o, por el contrario,  seguirá creyendo  que es más importante  gastarse 48 millones de euros en ampliar de forma redundante el tranvía? ¿Dónde colocará sus prioridades el alcalde, en la base de la pirámide colectiva de Sevilla, la ciudad con los barrios más pobres de España y cien mil sevillanos en riesgo de exclusión social,  o bien en el vértice, por pensar, como Monteseirín con las Setas, que debe hacer algo que se asocie para siempre con su figura y con sus mandatos?

Tranvía: Pimentel, ahora tampoco

Ciudadanos habla del tranvía como derroche pero sólo si lo pagan los sevillanos en vez de la UE

Con la doble ampliación el tranvía costaría 141 millones, un dinero que nunca se halla para los barrios pobres

Gaesco también aprovecha el tranvía para situarse contra Miguel Rus, como ya hizo con el puente de la SE-40

Se aprobará la ampliación del tranvía sin el dinero de la UE como se hizo el estadio Olímpico sin Olimpiadas y la esclusa sin luz verde al dragado

El portavoz del grupo municipal Ciudadanos, Álvaro Pimentel, ha tratado de justificar el veletazo naranja sobre el proyecto de ampliación del tranvía que impulsa Espadas con, entre otros, los siguientes argumentos, que voy a transcribir en letra negrita, y a continuación mi comentario:

Ahora sí es el momento. Ciudadanos siempre se ha mantenido firme en que para respaldar esta ampliación era necesario que cambiaran las circunstancias (….). Ahora sí es el momento, porque al fin este equipo de gobierno empezaría a tomarse en serio los problemas de movilidad en Sevilla con la presentación del avance del Plan de Movilidad Urbana Sostenible que este grupo municipal lleva reclamando desde 2016.

-Ciudadanos nunca supeditó la ampliación del tranvía a la presentación de ese Plan, como demuestra que el anterior portavoz municipal, Javier Millán, nunca lo mencionó cuando votó en contra de la misma hace trece meses. Millán expresó que la ampliación del tranvía “no es una prioridad de Sevilla” y que la “necesidad” de la ciudad es el Metro. El predecesor de Pimentel (Álvaro, que no Manuel) destacó el coste del proyecto, “una inversión de 48 millones de euros que saldrán de los bolsillos de todos los sevillanos para un recorrido que une dos intercambiadores, las estaciones de Santa Justa y de San Bernardo que ya están doblemente conectadas, por superficie con la red de autobuses, y bajo tierra con los trenes de cercanías”.

Por tanto, lo que han cambiado no son las circunstancias, ya que las estaciones de San Bernardo y Santa Justa siguen igual de interconectadas que antes por varias líneas de autobuses de Tussam en superficie y , bajo tierra, por los trenes de Cercanías de Renfe; el que ha cambiado es Pimentel (Álvaro, que no Manuel).


Y en cuanto a su argumento de que el Plan de Movilidad Sostenible (encargado por Espadas, que es el padre de la ampliación ) avala la ampliación del tranvía, sobre la seriedad de este tipo de planes y metaplanes basta recordar un precedente demostrativo de todo lo contrario. Monteseirín también justificó la anterior ampliación del tranvía desde el Prado hasta San Bernardo (que elevó el coste del mismo a 93 millones de euros) invocando un estudio según el cual gracias a dicha ampliación el tranvía pasaría a transportar una media de 18.400 pasajeros diarios y un total por consiguiente de 6.716.000 al año. La auténtica realidad es que el tranvía transporta hoy un millón de pasajeros menos que hace nueve años y que su media ha caído a 10.082 viajeros/día.

¿Y qué decir de la seriedad del estudio justificativo de Ayesa en que se basa el proyecto de ampliación de Espadas y en el que, entre otras cosas, se omitió el dato de la caída de viajeros para así presentar una realidad ficticia acorde con los deseos del alcalde? Remito a mi análisis de dicho informe, por el que no cobré ninguna millonada, al contrario que Ayesa:

-Pero nuestro sí a la ampliación del tranvía lleva aparejadas unas exigencias que persiguen el éxito del proyecto. Ciudadanos tiene claro que esta obra tiene que costar lo mínimo a los sevillanos, que no deben consentir más derroches económicos. Por eso es fundamental que el alcalde pelee por la consecución de los fondos europeos necesarios para financiar la obra.

-Pimentel (Álvaro, que no Manuel) se pone él solo en evidencia cuando se refiere a la ampliación del tranvía en términos de derroche económico que los sevillanos no deben consentir pero del que él sí se va a hacer consentidor y cómplice. En Europa causa asombro el derroche de Monteseirín de gastarse 93 millones de euros en una línea de tranvía que en sus tres cuartas partes tiene un trazado que se solapa en superficie con el de la línea 1 del Metro y que en la cuarta parte restante (Puerta de Jerez-Plaza Nueva) el tramo es tan corto que se llega incluso antes andando. ¿Y no es otro derroche, como bien dice Pimentel (Álvaro, que no Manuel), gastarse otros 48 millones de euros en seguir ampliando esa línea de tranvía redundante por el mismo tramo que ya sirven, y de forma mucho más barata, los autobuses de Tussam y el Cercanías de Renfe?

Objetivamente la ampliación es un despilfarro económico a costa del contribuyente, pero para Pimentel (Álvaro, que no Manuel) el derroche no es tal si lo pagan los europeos en vez de los sevillanos, como si la calificación de una obra dependiera no de su naturaleza, sino de quien la costeara, un paupérrimo argumento que deberían tener muy en cuenta los tecnócratas de Bruselas. En el colmo de los contrasentidos, el portavoz del grupo naranja dice haber puesto como condición a Espadas para la ampliación del tranvía que éste logre fondos europeos para su financiación. ¿Condición? En realidad le ha dado un cheque en blanco, sin condiciones, porque Espadas, sin garantía alguna de que Bruselas libre alguna subvención, ya le ha comprado a Pimentel (Álvaro, que no Manuel) su veletazo y se ha apresurado a llevar a la Gerencia de Urbanismo el próximo 12 de febrero la aprobación del proyecto, el mismo que tumbó Ciudadanos hace trece meses, cuando lo dirigía Javier Millán.

-Nuestra prioridad es la red completa de Metro.

-Prioridad, según el Diccionario de la Real Academia, significa “anterioridad de algo respecto de otra cosa, en tiempo o en orden”. Si la prioridad de Ciudadanos es el Metro, entonces carece de sentido gastarse otros 48 millones de euros en el tranvía redundante, que sumados a los 93 millones derrochados por Monteseirín elevarían la factura a 141 millones, un dinero que se podría haber destinado a pagar parte de lo que le corresponde al Ayuntamiento de la futura línea 3 del Metro, a renovar por completo con modernos autobuses ecológicos la flota de Tussam, a mejorar el servicio en las barriadas del Centro o a otros usos alternativos como a mejorar las condiciones de vida de los más de 100.000 sevillanos que viven en zonas desfavorecidas. ¿Habrá alguna vez 48 millones para el Polígono Sur, Los Pajaritos, etcétera?  Con su apoyo a la ampliación del tranvía, Pimentel (Álvaro, que no Manuel) convierte en prioritaria no la suya, sino la prioridad política de Espadas, y además sin exigir nada a cambio ni obtener contrapartidas. ¿Cuánto tiempo lleva Ciudadanos exigiendo el autobús rápido a Los Bermejales y Bellavista? Pues desde el mandato anterior, y Espadas, ni caso. Y qué decir de su exigencia de la conexión entre el aeropuerto y Santa Justa, que lleva el mismo tiempo sin avance alguno.

En conclusión, Pimentel (Álvaro, que no Manuel) dice tener claro que va a seguir tendiendo la mano a Espadas para desbloquearle otros asuntos,  y políticamente en plan gratis total, porque Espadas no ha hecho ni siquiera amago de desbloquearle proyecto alguno a los naranjas como signo al menos de agradecimiento por su veletazo.

GAESCO, TAMBIÉN

Otra que se ha subido en las últimas horas al tranvía de Espadas es la patronal de la construcción, Gaesco. Según el “lobby” del ladrillo, el proyecto de ampliación del tranvía es “complementario a las diferentes alternativas de tráfico actualmente existentes”. Y añade: “El proyecto tiene un carácter estratégico y prioritario junto con el Metro para la mejora de la movilidad en la ciudad”. 

Como hemos visto hasta la saciedad, el proyecto no es complementario, sino REDUNDANTE, pero Gaesco aplica el “principio de la esclusa”. ¿En qué consiste? Como se recordará, las fuerzas vivas sevillanas se llevaron años y años clamando por el dragado del río Guadalquivir y presionaron para que el puerto, sin tener ninguna garantía de recibir luz verde por parte de la Administración española y de los organismos internacionales, construyera la esclusa para tener así un hecho consumado con que inclinar la balanza a su favor, aunque ello supusiera un gasto de unos 200 millones de euros que ha dejado hipotecada a la Autoridad Portuaria (debe aún del orden de 100 millones, cuyo abono se come el 40% de su presupuesto anual) hasta el año 2035.

En esta tierra en la que no impera la lógica ni la racionalidad sino la ilógica, la irracionalidad y los intereses políticos y económicos, se hizo la esclusa antes de tener permiso para el dragado, como se hizo el estadio ‘Olímpico’ antes de obtener unas Olimpiadas y está previsto (12 de febrero en la Gerencia de Urbanismo) aprobar la ampliación del tranvía antes de obtener los fondos de la Unión Europea, esa condición que Pimentel (Álvaro, que no Manuel) dice haber puesto a Espadas.

Cuenta la leyenda que a raíz del fiasco del dragado, algunos empresarios dijeron lo siguiente: “Lo importante no era que la esclusa fuera o no necesaria, sino que se hiciera y que el dinero nos lo lleváramos nosotros”. 

Con la ampliación del tranvía se aplica ahora el mismo principio que con la esclusa: la cuestión no es si se necesita o es redundante con la línea del Cercanías y perfectamente sustituible y de forma más barata por una plataforma reservada para autobuses de Tussam (como ha hecho Toscano en Dos Hermanas al sustituir el tranvía por un ‘Metrobús’ : tres kilómetros a un coste de 3,1 millones de euros, frente a los 48 millones de euros para 2,1 kilómetros del tranvía de Espadas), sino que se van a gastar 48 millones de euros, un pastel demasiado goloso como para que Gaesco entre en otro tipo de disquisiciones sobre el coste de oportunidad.

El veletazo de Gaesco es tan clamoroso como el de Ciudadanos, ya que hasta ahora había seguido la doctrina oficial marcada por el órgano superior al que pertenece, la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES) y el presidente de esta última, Miguel Rus, el cual también lo fue de Gaesco. En las últimas asambleas anuales de la CES, Rus ha dicho y repetido que la ampliación del tranvía “no es prioritaria en estos momentos para la ciudad porque su recorrido ya está cubierto de forma suficiente por tres líneas de Cercanías y por los autobuses de Tussam”.

La disidencia de Gaesco respecto de la línea marcada por Miguel Rus en la CES demuestra que éste no dejó atada y bien atada su sucesión en la patronal del ladrillo, en la cual parece que se está gestando un núcleo opositor a su figura y gestión que puede disputarle el liderazgo de la patronal sevillana. Y es que en los últimos tiempos Gaesco hace alarde de llevarle la contraria públicamente a Rus. Así, su eterno gerente y que en realidad es quien manda, Juan Aguilera, contradijo a Rus respecto de la idoneidad de sustituir los túneles de la SE-40 por un puente. A nadie se ocultó que para tratar de llevar al hombre fuerte de Gaesco al redil, la CES le concedió pocos días después uno de sus Premios Empresariales. 

Miguel Rus, en el centro, con Juan Aguilera (izquierda) y Rafael Sánchez Alcalá (derecha)

Ni por esas. Ahora, Gaesco aprovecha de nuevo la ocasión para darle con la ampliación del tranvía una patada en el trasero a Miguel Rus, el cual había vuelto a reiterar hace unos días que la prioridad de Sevilla debe ser el Metro y no el tranvía del alcalde. Así pues, las infraestructuras se han convertido en campo de batalla interno en el seno del empresariado sevillano, que habla ya con dos voces distintas y en el que se han creado dos facciones a cuenta de la SE-40 y del tranvía.

Y mientras, Espadas viendo cómo los planetas se alinean en torno a él. Nunca fue más fácil gobernar en minoría en Sevilla. De hecho Espadas parece que lleva gobernando con mayoría absoluta, la que no tiene, desde hace más de cuatro años al aprovecharse de la fragmentada oposición existente en el Ayuntamiento y también de la (inexistente) sociedad civil sevillana.

Ciudadanos, en plan veleta, da un viraje político para apoyar el tranvía de Espadas que bloqueó hace 13 meses

El 19 de diciembre de 2018, el gobierno de Espadas llevó al Consejo de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, en el punto cuarto del orden del día, la siguiente propuesta de acuerdo para elevarlo al Pleno municipal: Aprobación definitiva del Plan Especial de la Plataforma Reservada del Metro Ligero en superficie. Tramo San Bernardo-Santa Justa. Como se recordará, a Espadas le traicionó el inconsciente cuando en unas declaraciones periodísticas se refirió por primera vez al que iba a ser su proyecto estrella de su primer mandato al frente del Consistorio sevillano aseveró que “algo había que hacer para las próximas elecciones municipales”. Por tanto, Espadas carecía de argumentos técnicos para justificar la ampliación del tranvía, a un coste superior a los 48 millones de euros, y desvelaba en plan freudiano que eran razones puramente electoralistas las que le llevaban a seguir con el sucedáneo socialista de Metro lanzado, con la misma motivación, en su día por Monteseirín, de ahí la misma denominación del punto planteado en la Gerencia: “Metro ligero en superficie”. El eufemismo Metro ligero trataba de ocultar que en el fondo se trataba de un mero tranvía.

La oposición en bloque tumbó la propuesta del PSOE con similares argumentos a los que dio el entonces portavoz de Ciudadanos, Javier Millán, el cual expresó que la ampliación del tranvía “no es una prioridad de Sevilla” y que la “necesidad” de la ciudad es el Metro. Millán destacó el coste del proyecto, “una inversión de 48 millones de euros que saldrán de los bolsillos de todos los sevillanos para un recorrido que une dos intercambiadores, las estaciones de Santa Justa y de San Bernardo que ya están doblemente conectadas, por superficie con la red de autobuses, y bajo tierra con los trenes de cercanías”.

Tan sólo trece meses después, el grupo municipal de Ciudadanos, por boca de su nuevo portavoz, Álvaro Pimentel, ha dado un viraje en toda regla a su posición y se ha subido al tranvía de Espadas al anunciar que apoya el proyecto del alcalde socialista. Como en el chiste de la madre del recluta, que hablaba de lo bien que desfilaba su niño porque era el único que no llevaba el paso cambiado, el portavoz del partido veleta naranja afirma que no es Ciudadanos el que ha cambiado, sino las circunstancias: “Ciudadanos no ha cambiado de posición (¿?), sino que ha habido un cambio de circunstancia: los avances en el Plan de Movilidad Sostenible de la ciudad. No se daban antes las circunstancias ni los requisitos. Y si la Junta está apostando por desbloquear la movilidad en Sevilla con la línea 3 (del Metro) y el tranvía de Alcalá, este Ayuntamiento se tiene que sumar”. 

Más claro, agua. El bandazo de Ciudadanos se produce justo al día siguiente de la foto en que el Gobierno de Espadas da su apoyo a la instalación de la Ciudad de la Justicia en Palmas Altas, el proyecto estrella del partido naranja para Sevilla desde la Consejería de la que es titular el líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín. Así pues, sólo hay razones puramente políticas, que no técnicas, en el cambio de posición del grupo municipal, porque las estaciones de San Bernardo y de Santa Justa siguen estando igualmente de interconectadas en superficie y bajo rasante que hace trece meses, cuando lo decía Javier Millán, y el coste de más de 48 millones de euros de ampliar el tranvía no sólo no se habrá rebajado sino que lo más probable es que acabe incrementándose.

Nos hallamos, pues, ante un trueque político, un “do ut des” conforme a la máxima de la antigua Roma: tú me apoyas mi proyecto estrella, la Ciudad de la Justicia, y yo te apoyo el tuyo, la ampliación del tranvía, total si la factura no la vamos a pagar ni tú ni yo, sino los sufridos contribuyentes. La addenda a este matrimonio de conveniencia será probablemente el apoyo de Espadas a que la línea 3 del Metro discurra en superficie a partir de la avenida de la Palmera para que la Junta se ahorre el coste de hacerla en subterráneo, tal como estaba proyectado inicialmente, y así se reedite el antiguo tranvía a Heliópolis bajo el mismo eufemismo de “Metro ligero en superficie”.

Según Pimentel, Álvaro que no Manuel, en el nuevo Plan de Movilidad Urbana Sostenible se contempla el tranvía como proyecto “importante” y “complementario” de la red de Tussam y de los trenes de Cercanías. ¿Y eso justifica el veletazo de Ciudadanos? ¿Cómo no va a calificarlo de tal manera si se redacta por encargo del Gobierno de Espadas, que es el padre de la criatura? ¿Puede considerarse serio un partido que cambia de criterio sólo porque en el Plan se califique la ampliación del tranvía como “importante”? ¿Dónde están las razones técnicas, urbanísticas y económicas? Salta a la vista, como bien lo veía Javier MIllán, que la ampliación del tranvía no es complementaria del Cercanías de Renfe, sino REDUNDANTE, ya que cubriría en superficie el mismo trayecto que ya cubren en subterráneo los trenes de Renfe y que utilizan decenas de miles de sevillanos al cabo del año, pero como quien paga es el contribuyente, da igual gastarse ahora más de 48 millones de euros en ampliar en 2,16 kilómetros en superficie el tranvía (que ha perdido más de un millón de viajeros en el último decenio, como prueba de su frascaso) que realiza el mismo viaje que bajo tierra el Cercanías. Así se despilfarra el dinero de los sevillanos.

Esta apuesta por la ampliación del tranvía en Sevilla contrasta con la decisión, mucho más lógica y económica, del Ayuntamiento socialista de Dos Hermanas de sustituirlo en su término municipal por una plataforma reservada para autobuses que por esa afición del PSOE por los eufemismos ha sido denominada “Metrobús ecológico”, plataforma reservada que se podría hacer igualmente en Sevilla con cualquiera de las actuales líneas de autobús de Tussam que dan servicio al tramo San Bernardo-Santa Justa.

Con una longitud de 4,6 kilómetros, la plataforma para autobuses ecológicos de Dos Hermanas conectará la línea 1 del Metro en Olivar de Quintos con el núcleo nazareno. Los cruces se salvarán gracias a un sistema semafórico automático que permitirá a los autobuses circular a una velocidad máxima de 60 kilómetros/hora. Esta obra se realizará en tres fases, de las cuales la primera (ya acabada) y la tercera (de tres kilómetros de longitud y con un presupuesto de 3,1 millones de euros) las acometerá el Ayuntamiento que preside el histórico socialista Francisco Toscano, mientras que la segunda fase será financiada por la Junta de Andalucía.

Y atención al dato: tres kilómetros de plataforma reservada para autobuses ecológicos cuestan 3,1 millones de euros, mientras que 2,1 kilómetros de la ampliación del tranvía proyectada por Espadas costarán más de 48 millones de euros y para cubrir el mismo trayecto que ya bajo tierra cubre el Cercanías de Renfe, el cual se conecta con la línea 1 del Metro en la estación de San Bernardo.

¿Dónde queda, pues, la racionalidad técnica y económica en el proyecto de Espadas y en el viraje de Ciudadanos?.

El bus del aeropuerto bate récord mientras el tranvía de Sevilla sigue cuesta abajo (primer semestre 2019)

INCREMENTO

El autobús especial transportó 121.204 viajeros más que en el mismo periodo de 2018

CAÍDA

El tranvía ha perdido 15.948 viajeros en la comparación semestral

SE DISPARA

De enero a junio el EA ha dado servicio a casi 700.000 pasajeros

La empresa municipal de transporte (Tussam) ha logrado durante el primer semestre del año en curso la mejor cifra de viajeros del último decenio, con 42.280.076 (incremento de 1.168.947, del 2,71%) transportados. La línea que proporcionalmente más ha contribuido a esta marca ha sido la especial al aeropuerto, denominada EA, con un crecimiento intersemestral del 21,60%. En el lado opuesto se encuentra el tranvía, que sigue cuesta abajo al perder 15.948 usuarios (el 0,81%).

 

En el periodo enero-junio de 2019 la línea especial de Tussam al aeródromo de San Pablo ha transportado un total de 682.130 pasajeros, lo que significa 121.204 más que en el primer semestre del año pasado y un incremento del 21,60%.

 

El aumento de viajeros en comparación con el mismo periodo del año pasado ha sido sostenido en todos y cada uno de los seis primeros meses, con un pico de 24.941 más en marzo y un valle de 13.442 más en mayo.

Proporcionalmente, el mes con mayor crecimiento ha sido enero, con un 30,20% más de afluencia a esta línea especial de autobús. Hace dos años “sólo” transportó 399.612 viajeros durante el primer semestre, que ahora se han convertido en los citados 682.130, lo que significa 282.518 más.

 

No hay mes en las comparaciones intermesemestrales de 2017, 2018 y 2019 en que no se haya registrado un notable aumento de las cifras de usuarios transportados.

El crecimiento de la línea especial del aeropuerto puede decirse que va en paralelo al de aquél, con el fin también de atender sus continuos récord de viajeros. En el primer semestre del año en curso el número de pasajeros por el aeropuerto ha sido de 3.720.344, cifra que ha supuesto una subida del 21,4% en comparación con el mismo periodo de 2018. Así pues, el autobús de Tussam ha superado ligeramente el crecimiento aeroportuario: 21,6% frente a 21,4%.

 

EVOLUCIÓN DEL TRANVÍA

 

La cruz o arena de la estadística récord de Tussam en este primer semestre sigue siendo el tranvía, con una continuada caída en su demanda. Cierra este periodo con un acumulado de 1.962.279 viajeros, lo que supone una pérdida de 15.948 en comparación con el mismo periodo del año anterior (-0,81%).

 

El panorama es todavía más negativo cuando se compara con el primer semestre de 2017, cuando aún se superaron los dos millones de viajeros, ya que la disminución ha sido de 89.461. Así pues, entre el primer semestre de 2017 y el actual el tranvía ha perdido un total de 105.461, queda por debajo de los dos millones semestrales y la proyección, salvo cambio de tendencia en la segunda mitad del año, apunta a menos de cuatro millones.

La media mensual ha ido en descenso en estos primeros semestres de los últimos años: 344.614 en 2017; 329.704 en 2018 y 327.046 en 2019.

 

En el primer semestre de este año sólo ha habido dos meses en que el tranvía ha transportado más viajeros que en sus homólogos del año anterior: marzo y abril. En los cuatro restantes la cifra ha sido inferior.

 

La media diaria queda en 10.841, cuando hace ocho años el entonces alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, anunció para tratar de justificar la ampliación de la línea desde el Prado de San Sebastián hasta San Bernardo que merced a la misma habría una demanda de 18.400 viajeros cada día.

Demanda de viajeros del autobús especial del aeropuerto

(Enero-Junio)

Año 2017 2018 2019

Enero 56.885 81.929 106.677

Febrero 57.778 85.043 105.070

Marzo 67.509             92.875 117.816

Abril 75.569           101.057 120.335

Mayo 75.207           104.862 118.304

Junio 66.664 95.160 113.928

TOTAL         399.612         560.926 682.130

Media/día       2.207   3.099     3.768

Demanda de viajeros del tranvía

(Enero-Junio)

Año 2017 2018   2019

Enero 333.553 319.749 314.939

Febrero 321.939 315.109 307.199

Marzo 398.140 354.674           356.591

Abril 367.896 325.573           331.258

Mayo 329.605 359.867 350.202

Junio 316.555 303.255 302.090

TOTAL         2.067.688         1.978.227           1.962.279

Media/día       11.423   10.929 10.841

La pirámide electoral

De los 63.435 edificios sin ascensor apenas se habla en la campaña electoral

Beltrán Pérez incluye en su programa climatizar todos los colegios al mismo coste que el tranvía

 

Espadas declaró al inicio de la campaña electoral que una de las quejas de los vecinos que más le duele cuando va a Los Pajaritos o a otros barrios con carencias es la falta de ascensores y el encierro de los mayores, imposibilitados por ello de salir de las viviendas, en sus “pisos-cárcel”.

Por su parte, el alcaldable del PP, Beltrán Pérez, se refirió durante la ola de calor registrada en la primera quincena de mayo a la falta de climatización de la inmensa mayoría de los colegios sevillanos, una carencia que a su juicio es un factor limitante “si queremos una educación pública de calidad que pueda competir con otro tipo de educación y de la que nos podamos sentir orgullosos; de la que padres y madres de la ciudad podamos decir que es una educación de primera”.

Ahora más que nunca, en plena campaña para las elecciones municipales del próximo día 26 y para evitar que el bosque de las promesas nos impida ver los árboles de la realidad, quiero referirme de nuevo a uno de mis sociólogos de cabecera, el estadounidense Abraham Maslow y a su teoría sobre la jerarquía de las necesidades humanas, conocida como la pirámide de Maslow.

En la escala de prioridades definidas por el sociólogo, las cuales van ascendiendo desde la base hasta vértice final, el ser humano necesita ante todo la satisfacción de sus necesidades básicas: alimentarse, beber, vestirse, dormir…. En el segundo nivel aparece la seguridad en todos los órdenes de la vida (personal, familiar y social). En el tercer escalón figuran las que podrían calificarse como necesidades sociales para trascender la individualidad y no quedar condenado a la soledad: formar una familia e integrarse en la sociedad a través de grupos (socio de un club, militante de un partido, miembro de una cofradía…). En el cuarto nivel de la pirámide el ser humano busca el reconocimiento social a su actividad y, por último, al final de la escala,  Maslow sitúa en el vértice de la pirámide la necesidad de la trascendencia espiritual una vez que se han satisfecho en los niveles inferiores las necesidades de índole personal y social.

 

TRASLACIÓN

 

He planteado alguna vez que nuestra clase política debería hacer el ejercicio de trasladar la pirámide digamos individual de Maslow a la esfera social, al ámbito de Sevilla ciudad, para colocar en cada nivel de la misma los problemas que tenemos como sociedad y ver si sus promesas, programas y prioridades se centran primero en satisfacer las necesidades más básicas o, por el contrario, se orientan de inmediato hacia el vértice de la pirámide al hablar de grandes infraestructuras de coste multimillonario, como el ornamento sin funcionalidad de las Setas erigidas por Monteseirín en la Encarnación (coste de al menos 120 millones de euros), mientras la ciudad aún tiene siete de los diez barrios más pobres de España, ancianos presos en sus propios bloques de pisos sin ascensor y niños en aulas-sauna por falta de climatización pese al tremendo calor característico de esta tierra y a la amenaza del cambio climático.

Recordemos que en el estudio elaborado para el Plan Municipal de la Vivienda 2018-2023 se detectaron 63.435 edificios de cuatro o más plantas carentes de ascensor, una carencia que según el equipo constructor Praysa afecta a más de 100.000 sevillanos, de los cuales 10.500 sufren algún tipo de incapacidad y más de 7.000, problemas de movilidad.

Hay constancia de que durante el mandato de Espadas el Ayuntamiento  hizo una convocatoria en el año 2016 dotada con 850.000 euros para subvencionar la instalación de ascensores en bloques de viviendas; otra del orden de un millón de euros en el año 2017, y una más en 2018 por valor de 2,1 millones de euros. Salvo error u omisión, en total se han destinado unos 4 millones de euros, que a razón de unos 37.000 euros (precio mínimo) por ascensor deben haber permitido instalar unos 108 en comunidades de vecinos, pero partimos de 64.435 edificios sin este equipamiento básico.

En uno de los debates de esta campaña electoral, los candidatos mencionaron de pasada esta necesidad fundamental no satisfecha y estuvieron de acuerdo en que había que dotar de más ascensores para paliar el problema de los “pisos-cárcel”, pero no se trata ni mucho menos de una promesa-estrella de los partidos, que tampoco hablan de cantidades económicas para afrontarlo. Sólo Espadas prometió  luego en Pino Montano el refuerzo del plan de ayudas a la instalación de ascensores según el modelo de que el Ayuntamiento redacte el proyecto, ejecute la obra y financie en gran parte la instalación del elevador, pero haría falta multiplicar la inversión de este mandato en tal capítulo al menos por diez para liberar a muchos más sevillanos de sus “pisos-cárceles”.

 

ESCUELAS DE CALOR

 

Los cerca de 40 grados de temperatura máxima de días pasados nos han retrotraído a la primavera de 2017, cuando durante una ola de calor similar unas doscientas asociaciones de madres y padres de alumnos (Ampas) de Sevilla organizaron la campaña de protesta “Escuelas de calor. Aulas, sí; saunas, no”. Se hicieron mediciones y en un aula de un instituto se habían alcanzado 35 grados a las 13:30 horas. Hubo manifestaciones a las puertas de organismos de la Junta de Andalucía, protestas secundadas en otras ciudades de la región, a las que padres y alumnos acudieron con sombrillas, trajes de baño, abanicos y similares en demanda de la climatización general de los colegios sevillanos y andaluces.

Puesta en jaque de esta forma, la Junta de Andalucía anunció un denominado Plan de Climatización Sostenible, pero no con carácter universal por su coste económico (nunca cuantificado, por otra parte), sino para aplicarlo sólo en algunos colegios de las provincias más calurosas: Sevilla, Córdoba y Jaén.

Han pasado dos años desde aquel anuncio y el alcaldable del PP, Beltrán Pérez, le ha puesto números a esta necesidad que estaría en la base de la pirámide de Maslow: de los 110 colegios públicos que hay en Sevilla capital, sólo están climatizados un total de ocho (el 7%), por lo que los alumnos de los 102 restantes quedan en una situación de clara desigualdad y desventaja. En este gran grupo, 72 no tienen ningún tipo de climatización y en 30 hay alguna instalación de aire acondicionado, pero limitada al comedor, la sala de profesores o algunas aulas aisladas.

 

AFECTADOS

 

En conjunto, según Beltrán Pérez, más de 25.000 niños y centenares o miles de miembros de la comunidad educativa (profesores, administrativos, bedeles…) han de soportar las altas temperaturas existentes en nuestra ciudad mientras los despachos del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía están equipados  para defenderse de las inclemencias meteorológicas.

Y aquí el PP sí ha actuado en sintonía con la pirámide de Maslow al dar prioridad en su programa electoral al “objetivo estratégico” de climatizar todos y cada uno de los colegios de Sevilla. La inversión media necesaria por centro educativo es de 450.000 euros, con lo cual harían falta 46 millones a razón de 11,5 millones por año durante el próximo mandato.

Es una inversión equivalente a la de la primera ampliación del tranvía (entre San Bernardo y Santa Justa) propuesta por Espadas. La pregunta, por tanto, es cuál de las dos inversiones es más prioritaria para la ciudad y cuál se sitúa más cerca de la base o del vértice de la pirámide de Maslow, un prisma a través del que analizar las promesas y programas para estas elecciones municipales.

El Metrominuto

El historiador Ramón Carande fue el precursor de las caminatas por las calles de Sevilla

El Metrominuto es la demostración de que el Metrocentro de Monteseirín era innecesario

 

El delegado de Seguridad y Movilidad, Juan Carlos Cabrera, presentó con motivo de la Semana de la Movilidad el denominado Metrominuto, definido en la página web oficial de su Delegación como “una representación esquemática del mapa de tu ciudad en la que se representan (sic) las principales calles y avenidas de Sevilla así como aquellos puntos de centralidad (equipamientos, plazas, parques, centros de barrio) junto con las distancias que los separan expresadas en metros y en minutos. ¿Para qué sirve? Su finalidad es poner en evidencia la proximidad entre lugares reconocibles de la ciudad: si conocemos el tiempo empleado en desplazarnos a pie a un sitio determinado es más fácil elegir este medio que si lo concebimos como un lugar lejano”.

Con el Metrominuto el Ayuntamiento propone un conjunto de itinerarios peatonales con un tiempo real aproximado de recorrido de entre uno y veinte minutos. Dicho de otro modo, el gobierno del socialista Espadas considera que tiene mucho más sentido recorrer a pie itinerarios en los que no se tarde más de veinte minutos (los cálculos se han hecho a partir de una velocidad media caminando de 5 kilómetros a la hora) que utilizar el coche.

“Sotto voce”, o incluso sin el “sotto”, desde la oposición y por parte de algunos cronistas se ha interpretado la iniciativa municipal poco menos que como una tomadura de pelo o un simple sucedáneo ante la falta de nuevas líneas de Metro que lleven hasta el Centro o conecten entre sí otros barrios de la ciudad. El contramensaje difundido desde estos sectores es que como no hay visos en el horizonte, tras casi un decenio de espera, de que se construya ni siquiera la media línea 3 del Metro, Espadas invita a los sevillanos a que vayan de un sitio a otro andando.

 

EL EJEMPLO DE CARANDE

 

Andar es muy saludable, como también de forma genérica recuerda la web de la Delegación de Movilidad, y además Sevilla es la ciudad ideal para hacerlo, como lo demostraba con su ejemplo el insigne catedrático e historiador económico Ramón Carande, recordado por, entre otros, su libro ‘Carlos V y sus banqueros’. Don Ramón defendía la evidencia de que Sevilla era llana como la palma de la mano y por lo tanto idónea para desplazarse a pie de un sitio a otro, costumbre que él practicaba a diario con su particular Metrominuto “in mente” y con su melena blanca al viento cuando no se cubría con una gorra o sombrero.

 

El eminente y andarín historiador se convirtió con sus caminatas en un personaje típico de las calles de Sevilla, un paladín de los caminantes en la Transición, como de los ciclistas era la ucedista Carmen Llopart. A Carande le vinieron tan bien sus caminatas por la ciudad que vivió hasta los 99 años y sólo le faltaron ocho meses para haber cumplido el siglo.

La literatura médica está llena de informes sobre los beneficios de andar al menos veinte minutos diarios. Y lo mejor de todo es que caminar es gratis: no hay que pagar billete alguno de medios de transporte ni repostar gasolina o gasóleo.

La Universidad de Harvard hizo un estudio sobre cien personas que acostumbraban a caminar veinte minutos al día durante cinco días a la semana y comprobó que padecían un 43% menos de resfriados y gripe y que si contraían estas enfermedades se recuperaban luego antes de lo habitual. Por su parte, la Universidad de Exeter concluyó que caminar 15 minutos al día producía un efecto ansiolítico que frenaba la ansiedad por ingerir alimentos azucarados.

Item más, el Hospital del Mar de Barcelona recomendaba andar para reforzar las rodillas y las caderas (las articulaciones más atacadas por la artrosis) así como el cuádriceps, por lo que se reducen los dolores y se retrasa la evolución de esta enfermedad. La lista de los beneficios de un paseo diario es enorme: mejora la salud cardiovascular y el estado físico en general, quema grasas, elimina colesterol, mejora la resistencia, calma la ansiedad….

 

MÁS VISIBILIDAD

 

El Metrominuto con sus itinerarios para caminantes se puede descargar en formato PDF desde las webs de Movilidad y de la Red de Ciudades que Caminan. El Ayuntamiento ha anunciado otras posibilidades, como códigos QR y reparto de folletos y trípticos pero echo de menos iniciativas digamos más visuales como paneles informativos, ahora que se gasta un buen dinero (1,1 millones de euros) en instalar sólo los que indican si los aparcamientos de la ciudad tienen o no plazas libres.

En Estocolmo, por ejemplo, hay paneles exteriores que indican al viandante la distancia que puede recorrer andando en un tiempo dado y en un radio a partir del punto en que se encuentra (marcado como un círculo), una medida que recuerda la famosa isocrona tan publicitada durante la Expo-92. Aquí se limitan a remitirnos a Internet.

El Metrominuto de Cabrera tiene una lectura política y económica en la que el gobierno de Espadas no ha reparado y que supone la desautorización del tranvía que a modo de sucedáneo del Metro (de ahí su denominación de Metrocentro) se sacó de la chistera su antecesor y correligionario Monteseirín en 2007 para conectar la Plaza Nueva con el Prado de San Sebastián.

COMPARACIÓN

Y es que el delegado de Movilidad sólo invita a los sevillanos a que comparen el tiempo que tardan en sus desplazamientos en vehículo privado con el tiempo que tardarían en recorrer esa misma distancia andando, pero ¿qué pasa cuando la comparación se establece no sólo con el coche sino también con el tranvía de Monteseirín?

Según el Metrominuto, entre la Plaza Nueva y la Catedral hay 350 metros que se pueden recorrer en 4 minutos a pie. Luego ofrece una información confusa entre la Catedral y la Puerta de Jerez al intercalar el Alcázar como hito intermedio y dar el doble dato de 250/300 metros y de 3 minutos. No se sabe bien si un dato se refiere al Alcázar y otro a la Puerta de Jerez, es la prolongación del anterior o hay que sumarlos. Y desde la Puerta de Jerez a la estación de autobuses del Prado de San Sebastián/terminal original del tranvía especifica que hay 550 metros que se tarda en recorrer 7 minutos.

En total, conforme al documento el tramo del tranvía desde el Prado hasta la Plaza Nueva que construyó Monteseirín mide 1.200 metros en números redondos (Google Maps le atribuye 1.280 metros, pero también depende de qué punto de la Plaza Nueva se tome como referencia), que se pueden recorrer andando en 14 minutos, luego el “Metrocentro” queda por debajo de los 20 minutos, el tiempo recomendado por el Ayuntamiento para hacer un itinerario a pie antes que en un medio de transporte.

Por decirlo de otra manera, el Metrominuto es la demostración inconsciente de Cabrera y Espadas de que fue innecesario haberse gastado en tiempos de Monteseirín 80 millones de euros en el tranvía entre la Plaza Nueva y el Prado porque esa asequible distancia de 1.200 metros se podía y se puede  recorrer a pie en menos de veinte minutos. Tan innecesario fue que desde entonces los gobiernos locales socialistas no piensan en otra cosa que en gastarse más millones en llevarlo más lejos, a costa de ignorar autobuses, Metro y Cercanías, a ver si así logran justificarlo de una vez ante los sevillanos, que a la postre lo pagan todo con sus impuestos.

Más Metrominuto y menos Metrocentro.

Tranvía a Los Pajaritos

Hay que reconocerle a Rus su sensibilidad social al ofrecer el apoyo de la CES para regenerar Los Pajaritos

Con la mitad del coste de la ampliación del tranvía se podría evitar que el barrio se convierta en otro gueto

 

En la reciente asamblea general de la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES) pasó prácticamente inadvertido un pasaje de gran calado social del discurso que pronunció su presidente, Miguel Rus, el que dedicó a la situación de Los Pajaritos. Rus se expresó en los siguientes términos: “Debemos cortar de raíz la degradación de la barriada de Los Pajaritos para que no se convierta en un gueto inaccesible como el existente en una parte del Polígono Sur. Los reportajes con los que la prensa nos ha hecho conocer la verdadera realidad del problema demuestran los límites de una degradación en donde los clanes de la droga están haciéndose fuertes en esta zona.

El problema -continuó- no debe ir a más y es fundamental el papel que, en este terreno, tiene que jugar y liderar el propio Ayuntamiento, y para ello puede contar con la colaboración del empresariado, dispuesto a trabajar en un plan de choque, reurbanización y recuperación de esta zona. A medida que pase el tiempo, más difícil será la solución. Ya tenemos experiencia.

Desde la Confederación de Empresarios de Sevilla nos negamos a instalarnos en la comodidad o en la autocompasión.

No se nos puede achacar inmovilismo o que no pasemos a la acción en muchos de los problemas planteados y en numerosos de los frentes que tenemos aún abiertos”.

Por más que pueda decirse que Rus, como empresario de la construcción barre para casa al proponer un plan de reurbanización y de recuperación de Los Pajaritos para evitar que más pronto que tarde se convierta en otro gueto de la ciudad como las Tres Mil Viviendas, hay que reconocerle que haya dado este ejemplo de sensibilidad social cuando podía haberse ahorrado perfectamente sus palabras sobre este barrio degradado y concentrado únicamente en las reivindicaciones habituales de los empresarios en materia de obras e infraestructuras, que no dejó de citar: el Metro, la SE-40, el dragado del Guadalquivir…

 

NO A LA AMPLIACIÓN

 

A esta sensibilidad social hay que unir la sensatez al pronunciarse en contra del plan del alcalde de gastar 48 millones de euros (prácticamente los 50 millones del superávit acumulado por el Ayuntamiento por las restricciones económicas durante la crisis y que ahora le permitirá gastar el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro) en la ampliación del tranvía hasta Santa Justa. “Una obra de gran envergadura, pero en nuestra opinión -aseveró Miguel Rus- no prioritaria en estos momentos para Sevilla. Opinión que ya hicimos pública el 14 de junio de 2016, como acuerdo de nuestra Junta Directiva”.

Y añadió el presidente de la patronal sevillana: “Como ya apuntamos en aquel momento, y recogen algunos medios de comunicación, ese recorrido está lo suficientemente cubierto ya por las líneas de trenes de Cercanías C-1, C-4 y C-5, que ofrecen una más que amplia alternativa desde San Bernardo a Santa Justa con frecuencias semejantes a la del tranvía, mientras que en superficie Tussam tiene destinados a este recorrido  varias líneas de autobuses y además la línea 1 del Metro cubre ya el trayecto San Bernardo-Eduardo Dato”.

Rus, quizás sin pretenderlo, ha señalado indirectamente el mejor destino posible para los 50 millones de euros del superávit municipal: basta con quitarlos de la casilla del innecesario tranvía redundante y colocarlos en la casilla de la necesaria reurbanización y recuperación de Los Pajaritos para evitar su conversión en un nuevo gueto de Sevilla.

 

LA BASE DE LA PIRÁMIDE

 

Esta reasignación de recursos casaría además con el orden de prioridades sociales extrapolable de la pirámide de Maslow, ya desarrollado en esta misma página ( http://andaluciainformacion.es/sevilla/711605/la-piramide-de-maslow/ ) y que se fundamenta  en el principio de que no se debe dedicar dinero público a los estratos superiores de la pirámide si previamente se han dejado sin cubrir las necesidades elementales, radicadas en la base de la misma. Y en este caso es mucho más importante para Sevilla salvar a Los Pajaritos y a sus habitantes que prolongar el tranvía en un tramo servido con creces por los trenes de cercanías de Renfe, líneas de Tussam y hasta, parcialmente, por el Metro.

Nos hallamos ante una paradoja: Espadas pretende hacer de Rus pensando en que gastando el dinero en su plan de ampliación del tranvía va a complacer a los empresarios, y Rus hace de Espadas al proponer para Los Pajaritos una política de reurbanización y rehabilitación de viviendas como el que en sus tiempos de senador proponía el hoy alcalde tomando como experiencia-piloto el Polígono de San Pablo.

Recuérdese que Espadas prometió en 2011 que si ganaba las elecciones municipales de aquel año (tampoco las ganó en 2015 pero finalmente pudo ser elegido alcalde) aplicaría en el Polígono de San Pablo un programa de rehabilitación energética de viviendas que, en su opinión, permitiría recuperar el sector de la construcción, crear empleo, solucionar el problema del arreglo de las viviendas antiguas “y mejorar la calidad de vida de los vecinos, sobre todo los de la clase trabajadora, con recursos económicos limitados”.

EL PLAN DEL SENADOR


El plan de Espadas consistía en rehabilitar las 3.500 viviendas del Polígono de San Pablo con un coste promedio de 20.000 euros cada una (inversión total, 70 millones de euros) mediante un sistema de financiación público-privada: las Administraciones aportarían el 55% del capital necesario y el 45% la empresa constructora adjudicataria de los trabajos. Los vecinos, por su parte, pagarían unos 6.000 euros en números redondos en cuotas mensuales de 24 euros durante 20 años.

La empresa constructora amortizaría en ese mismo periodo de 20 años el coste de la rehabilitación mediante el ahorro que se conseguiría en la factura energética por las mejoras introducidas (aislamiento, bombillas LED y otros) y la gestión de aparcamientos y de locales comerciales.

Es paradójico también comprobar cómo las magníficas ideas que algunos políticos conciben cuando se hallan en la oposición acaban en el cajón de los olvidos o en la papelera cuando llegan al Poder, justo en el momento en que podrían empezar a hacerlas realidad.

INFRAVIVIENDAS

Como se recordará, existe un plan municipal  de regeneración de Los Pajaritos que, desgraciadamente, marcha a paso de tortuga y que consiste en demoler los 524 pisos de la barriada, auténticas infraviviendas con menos de 45 m2 y donde pueden hacinarse tres generaciones de una misma familia, y reconstruir los bloques con menor número de pisos pero más espaciosos (más de 60 m2) y dotados de todas las comodidades posibles.

En agosto de 2014 comenzaron los derribos de las manzanas 8 y 9, con un total de 96 pisos. Las familias ocupantes han sido alojadas en edificios-puente sitos en la Avenida de Andalucía, Nuevo Amate y Torreblanca mientras se levantan los nuevos inmuebles que acogerán a 62 de ellas tras redistribuirse el espacio en viviendas más amplias.

Esta primera fase de la operación se adjudicó por 5,2 millones de euros, pero tras los problemas de la primera empresa adjudicataria y un nuevo concurso se rebajó la cifra en segunda instancia a 3,2 millones de euros.

Los Pajaritos es casi siete veces más pequeño que el Polígono de San Pablo, por lo que Espadas podría ensayar aquí su programa de rehabilitación energética que ideó cuando se hallaba en la oposición y del que se ha olvidado al llegar a la Alcaldía.

 

FUNCIÓN SOCIAL

 

Hagamos una regla de tres: si con 3,2 millones se puede realojar a 62 familias en Los Pajaritos, con 27 millones de euros se podría rehabilitar toda la barriada de una vez: la mitad prácticamente del coste de la ampliación del tranvía. Esa regeneración urbana, más acorde con el ideario socialista del alcalde, iría en línea con su programa electoral, en el que afirmaba que “es imprescindible trabajar en la rehabilitación y renovación urbana de barriadas, el reciclaje de espacios públicos, el desarrollo de equipamientos públicos y, en definitiva, el desarrollo de una ciudad inclusiva y educativa”.

Si Espadas decía que “hay que devolver a la ciudad su función social”, qué mejor sitio para esa devolución que Los Pajaritos, donde además de crear empleo en la construcción (tenemos en el sector 5.640 parados) como preconizaba cuando era senador, contaría con el apoyo de la patronal y hasta tiene para ello 50 millones de euros ahorrados en el banco.

Así pues, metafóricamente hablando y en consonancia con las palabras de Rus, el tranvía de Espadas no debe ir camino de Santa Justa, sino de Los Pajaritos.

 

Tussam transportó casi 80 millones de pasajeros en 2017

BARQUETA-HELIÓPOLIS

La línea 2 vuelve a ser la de mayor demanda, con 6,7 millones de usuarios (+3,2%)

CRECIMIENTO

La línea Santa Clara-Gran Plaza crece un 11,2%, y la del aeropuerto, un 10,3%

SE DISPARA

La tarjeta para estudiantes, con 2,88 millones de usuarios, crece un 86%

La empresa municipal de transportes (Tussam) obtuvo el pasado año 2017 la mayor demanda de usuarios desde 2011 al transportar el conjunto de sus autobuses y el tranvía un total de 79.864.153 viajeros, cifra que supone un ligero aumento del 0,4%, según un avance del balance del último ejercicio, al que ha tenido acceso Viva Sevilla.

Los 79,8 millones de viajeros transportados el año pasado han sido 288.543 más que en 2016, pero lejos de los que, por ejemplo, transportó Tussam un decenio antes, en 2006: 81.411675. Y entonces ni siquiera existía el tranvía entre el Prado y la Plaza Nueva ni su posterior extensión hasta San Bernardo.

De hecho, desde 2010 no se ha vuelto a superar la cifra de los 80 millones de pasajeros transportados, ya que la evolución anual desde entonces ha sido la siguiente: 81,80 millones (2010); 79,20 millones (2011); 78 millones (2012); 77,90 millones (2013); 79,38 millones (2014); 79,54 millones (2015); 79,57 millones (2016) y los citados 79,86 millones en el pasado ejercicio.

KILÓMETROS RECORRIDOS

La oferta total de TUSSAM ha sido de 1.279.179 vueltas con 18.994.987 kilómetros recorridos, y una mejora en la puntualidad y regularidad del 1% y 2,5% respectivamente, a pesar del ligero descenso de la velocidad comercial.

Las vueltas perdidas por los distintos conceptos tan solo representan el 0,79% de las previstas, habiendo descendido un 9,5% respecto del año pasado, gracias fundamentalmente a los descensos del 15% en las vueltas perdidas por tráfico y del 14% en la vueltas perdidas por falta de personal.

Por líneas, la 2 (Barqueta-Polígono San Pablo- Ciudad Sanitaria-Heliópolis), ha sido la de mayor demanda, con 6,74 millones de viajeros transportados, seguida por la línea 27 (Sevilla Este-Plaza del Duque), con 4.55 millones; la línea tranviaria T1 con 3,97 millones de viajeros, y la línea 13 (Pino Montano-Plaza del Duque), con 3,92 millones.

 DEMANDA Y TÍTULOS

Entre las líneas que experimentan mayores incrementos de demanda destacan, en valores absolutos, la 2 (Barqueta-Polígono San Pablo- Ciudad Sanitaria- Heliópolis) con 209.527 viajeros (3,2%); la 3 (Pino Montano-Bellavista), con 124.901 viajeros (3,7%); la línea Especial Aeropuerto, con 79.494 viajeros (10,3%), y la 37 (Bellavista-Puerta de Jerez), con 63.157 viajeros (3,2%).

En porcentaje, además de la línea Especial Aeropuerto destacan la línea B3 (Santa Clara-Gran Plaza) con un incremento del 11,2%, y la línea 38 (Universidad Pablo de Olavide-Prado de San Sebastián), con el 8%.

Respecto al uso de los distintos títulos de viaje, el más utilizado durante este año ha sido el bonobús sin transbordo, con el 24,8%, cifra más de medio punto superior a la del año pasado. Le sigue el bonobús con transbordo, que se sitúa en el 20,6%, entre primera cancelación y transbordo, porcentaje también ligeramente superior al año pasado; y la tarjeta de la tercera edad con el 17,84%.

En cuanto al resto de títulos, el billete univiaje se sitúa en el 10,3%, la tarjeta del Consorcio en el 7,9%, el abono mensual en el 6,7% y la tarjeta solidaria en el 5,8%.

Destaca especialmente el incremento de la Tarjeta Estudiantes/Universitaria, que con 2.884.450 cancelaciones (3,6% del total) ha experimentado un crecimiento del 86% respecto del año pasado.

EL TRANVÍA VUELVE A CAER POR DEBAJO DE LOS 4 MILLONES

 Hoy transporta 800.000 pasajeros menos que cuando se amplió hasta San Bernardo

 Los 3,97 millones de viajeros transportados por el tranvía en 2017 suponen el segundo peor dato de la historia de esta línea desde su inauguración a finales de octubre de 2017 como sucedáneo del Metro por el gobierno de Monteseirín y después de que en 2015 el número de pasajeros cayera hasta los 3,93 millones.

 Entonces se atribuyó el descenso, por primera vez desde el umbral de los 4 millones de viajeros, al elevado número de usuarios que se colaban sin pagar. Tussam afrontó la situación poniendo más inspectores e incrementando las revisiones de los títulos de viaje en los vagones, amén de poniendo en servicio un cuarto tranvía para incrementar la frecuencia de paso y hacer más atractivo y cómodo el viaje.

 Las medidas parecieron surtir efecto en 2016, cuando se registró un repunte hasta un total de 4,03 millones de pasajeros, pero de nuevo en 2017 se ha bajado del umbral de los 4 millones, una tendencia negativa que ya es más preocupante.

 Desde que se extendió la línea San Bernardo en el año 2011 el número de pasajeros del tranvía, contrariamente a lo que podría esperarse, no ha hecho más que descender con la única excepción del leve repunte de 2016. Ahora usan el tranvía 800.000 pasajeros menos que hace siete años y nunca se han superado los 5 millones de viajeros anuales, cifra que parecía ser una expectativa razonable. Pese a este descenso, o quizás por ello mismo, el Ayuntamiento ha hecho de la prolongación del tranvía hasta Santa Justa el proyecto estrella del mandato de Espadas.

 El número de viajeros, en millones, del tranvía ha evolucionado de la siguiente forma: 4,46 (2008); 4,50 (2009); 4,70 (2010); 4,77 (2011); 4,54 (2012); 4,30 (2013); 4,15 (2014); 3,93 (2015); 4,03 (2016) y 3,97 (2017).

El tranvía, las Setas bis

El “Metrocentro” costó 93 millones de euros, equivalentes al 67% del coste de las Setas de la Encarnación

El tranvía transporta al día 41.437 viajeros menos que los autobuses a los que sustituyó

 

Portavoces de grupos que más se beneficiaron de las derramas de Monteseirín para comprar el favor de la opinión pública (al final no le sirvió de nada porque fue defenestrado por Griñán mediante aquel teletipo de Europa Press) han tratado de aprovechar el décimo aniversario del tranvía para presentar a aquél como el gran transformador de Sevilla, gracias al cual se acabó con la contaminación que ennegrecía la fachada de la catedral, en contraste, claro está, con Espadas, y reduciendo su ruinosa herencia por sus despilfarros faraónicos a “algunas trampas”.

Algunos todavía piensan que la transformación de una ciudad sólo consiste en destrozar su histórico paisaje con un rascacielos de 178 metros de altura en la Cartuja;

cargarse los jardines del Prado con una ilegal biblioteca de diseño copia-pega salida en serie del estudio de un arquitecto/a-estrella (al igual que ocurre con la torre Pelli);

gastar 138 millones de euros (o más, porque ya se ha perdido la cuenta tras las diversas condenas al Ayuntamiento) en la inutilidad funcional de las Setas

y  93 millones en el tranvía, sin pararse a pensar en la relación coste/oportunidad  de esas decisiones y en la rentabilidad económica y social que habría tenido ese dinero dedicado a otros fines.

Lo triste es comprobar cómo el propio Espadas, contra quien van dirigidos los elogios a Monteseirín, cae en esa trampa al plantearse la ampliación del tranvía a Santa Justa sólo porque “algo habrá que presentar para las elecciones”, sin reflexionar sobre su necesidad o duplicidad (al artículo “Tranvía al cubo” me remito:

Tranvía al cubo

) o sobre que ese dinero podría tener un mayor efecto transformador dotando, por ejemplo, de ascensores a las decenas de miles de viviendas sin ellos, acabando con la infravivienda en Los Pajaritos y otros barrios marginados de la ciudad y creando las condiciones para que salgan de la pobreza (tenemos 7 de los 15 barrios más pobres de España).

Los propagandistas de Monteseirín alardean de que gracias a su supuesta política transformadora peatonalizó el Centro y permitió a los sevillanos disfrutar de una calle San Fernando y de una Avenida de la Constitución sin tráfico.

 

EN CLAVE POLÍTICA

 

Hay que retrotraerse a aquellos años para analizar la actuación con objetividad. Recuérdese que el PP de Soledad Becerril había ganado las elecciones municipales de 1999 con una diferencia de 2.104 votos (118.072 frente a 115.968) y de un concejal (13 frente a 12) sobre el PSOE pero que por su incompatibilidad personal con Rojas Marcos (y viceversa) el PA de éste prefirió entregarle la Alcaldía al PSOE de Monteseirín después de que en las negociaciones dirigidas por Chaves (Monteseirín no pintó nada) los socialistas aceptaran la exigencia andalucista de terminar la abandonada línea 1 del Metro.

Las obras no se reanudaron hasta septiembre de 2003 y sufrieron numerosas incidencias (desde la caída de la viga de un paso elevado sobre la SE-30, que podría haber causado una catástrofe entre los automovilistas, hasta el hundimiento del suelo en la Puerta de Jerez, que se tragó el kiosco existente)

y acentuadas protestas, especialmente de los comerciantes, porque no penetraban hasta el Centro y se limitaban a bordearlo en el tramo Puerta de Jerez-Prado de San Sebastián.

 

Temiendo que la polémica y la mala imagen del Metro y las críticas hacia él por no plantarse ante la Junta (en manos de su mismo partido) y exigirle que el suburbano llegara hasta la Plaza Nueva se la hicieran pagar los sevillanos en las urnas, Monteseirín concibió su particular línea al Centro, pero no como un Metro subterráneo, entre otras razones porque ya no le daba tiempo a tenerlo para las elecciones de mayo de 2007, sino en superficie, de ahí su engañosa denominación de “Metrocentro”. Quería instalar en la mente de los votantes la idea de que era él y no la Junta ni nadie más quien les había logrado una línea de Metro hasta el corazón de Sevilla.

Ese fue el origen y el motivo del proyecto, meramente electoralista y sin pensar en su utilidad, coste y alternativas más baratas. El entonces alcalde no pensó ni en la contaminación del tráfico sobre la catedral, ni en los peatones, pero como había que “vestir” la idea se publicitaron las posibles consecuencias positivas como la génesis del proyecto: un transporte ecológico que permitiría peatonalizar dos calles (San Fernando y la Avenida) , con lo que se daba fundamento al lema de “la ciudad de las personas”.

 

NO LLEGÓ A TIEMPO

Las obras se iniciaron en junio de 2006, once meses antes de las elecciones municipales de mayo de 2007, con el indisimulado objetivo de Monteseirín de presentarse a las mismas con el tranvía como principal activo de su gestión.

Hasta entonces, según la Memoria de Sostenibilidad de Tussam de 2005 (véase el capítulo IV) llegaban hasta la Plaza Nueva once líneas, servidas por 83 autobuses y que transportaron aquel año un total de 19.380.638 viajeros, a una media de 53.097 diarios.

Monteseirín abrió en canal el itinerario entre el Prado y la Plaza Nueva durante casi año y medio, por lo que no llegó a tiempo a las elecciones de mayo de 2007 (el tranvía se inauguró el 28 de octubre), y aunque se mantuvo en el poder cuatro años más gracias al pacto con la IU de Torrijos y hasta consiguió un edil más, por la ley D’ Hont, perdió aquellos comicios, que supusieron el principio de su final político a manos del PP de Zoido  (el PSOE perdió 6.424 votos y el PP ganó 9.381 y tres ediles).

El tranvía cubría únicamente los 1.200 metros entre el Prado y la Plaza Nueva y en la mitad de su trayecto se superponía en superficie con el mismo recorrido subterráneo del Metro (desde la Puerta de Jerez hasta el Prado), con lo que el único tramo que quedaba sin servicio de transporte no duplicado eran los 600 metros y pico a partir de la Puerta de Jerez. Esa mínima distancia suponía un simple paseo a pie de entre 7 y 10 minutos.

 

RENUNCIA A LA FINANCIACIÓN

 

En este sentido, el edil Celis declaró que no hacía falta prolongar la línea 1 del Metro hasta la Plaza Nueva porque la distancia desde la Puerta de Jerez era tan corta que se podía ir perfectamente andando. De esta manera, inconscientemente, confirmó la inutilidad del tranvía, porque su argumento era perfectamente aplicable al denominado “Metrocentro” en superficie, cuya construcción solapándose en un 50% con el Metro se la habrían podido ahorrar, más las molestias añadidas, los contribuyentes sevillanos.

Un ahorro cierto porque la entonces consejera de Obras Públicas, Concepción Gutiérrez del Castillo, con tal de hacerle un favor político a su correligionario Monteseirín, se mostró dispuesta a calificar el tranvía en superficie proyectado por éste como una extensión del Metro de la Junta que prestaría un servicio metropolitano y por lo tanto podría ser costeado por el Gobierno andaluz y gestionado por el consorcio de empresas privadas adjudicatario del Metro.

Temerosos de tal posibilidad y de las exigencias y condiciones de las empresas privadas frente a las laxas que tenían en el Ayuntamiento, sindicalistas radicales de Tussam fueron unas cuantas noches a protestar frente a la casa del entonces alcalde, el cual prefirió plegarse ante aquéllos antes que ahorrarle millones a los sevillanos. Pudiendo salir gratis a Sevilla (aunque el concepto es relativo, dado que el dinero es al fin y al cabo público), como Monteseirín, en su falta de coraje, se negó a adscribirlo al Metro, el tranvía le costó al Ayuntamiento unos 53 millones de euros (la Junta habría acabado financiando sólo unos 30 millones).

 

LA LANZADERA

 

Durante la construcción del tranvía, las líneas de autobuses que rendían en la Plaza Nueva lo hicieron en la Avenida de Roma (entre el hotel Alfonso XIII y el Palacio de San Telmo y los jardines de Cristina), desde donde cada pocos minutos partía una lanzadera que a través del Paseo de Colón y de la calle Reyes Católicos llegaba hasta la Magdalena. Se demostró así que habría sido posible peatonalizar de forma real, con todo el espacio para los transeúntes, San Fernando y la Avenida, poniendo en servicio una lanzadera servida por autobuses no contaminantes, a gas o eléctricos, como los que ya existían en aquella época.

No hace falta irse a Londres, Ginebra u otras ciudades europeas con líneas de autobuses ecológicos. Una semana antes de la inauguración del tranvía de Sevilla, el alcalde de Málaga presentó once autobuses eléctricos-híbridos no contaminantes (reducción del 98,34% de las emisiones) de la marca Iveco y con placas fotovoltaicas en el techo para las líneas circulares malagueñas.

Con tal de tener el tranvía para las elecciones, Monteseirín cortó todos los árboles desde el Prado hasta la Plaza Nueva y destruyó los hornos almohades que había en la Puerta de Jerez. Hoy, los peatones disponen de menos espacio que antes de la supuesta peatonalización, ya que al tranvía por en medio se unen bicicletas, coches de caballo, patinadores y ocupantes de patinetes eléctricos (los Segway), más veladores por doquier.

Como muchos usuarios de Tussam no tomaban el tranvía en el Prado y se iban andando hasta la Plaza Nueva (mejorando el aserto de Celis de que se podía suplir el Metro con un paseo; en este caso, todo el tranvía), para tratar de justificar la necesidad del tranvía que iba, según la expresión popular, “de ningún sitio a ninguna parte”, el gobierno de Monteseirín lo prolongó hasta San Bernardo (con nuevo gasto, hasta un total de 93 millones para toda la línea) a partir del 15 de abril de 2011 (2,2 kilómetros de recorrido).

La paradoja es que desde entonces nunca se han alcanzado los 4,78 millones de viajeros del tranvía en aquel año, con una caída acentuada hasta 2015. En este decenio, el tranvía ha transportado un total de 42,6 millones de viajeros en números redondos, a una media diaria de 11.660, frente a los 53.097 de media de las once líneas de autobuses que rendían en Plaza Nueva.

Conclusión: Monteseirín se gastó 93 millones de euros (el equivalente al 67% del coste de las Setas) en un “Metrocentro” que diez años después transporta 41.437 viajeros menos al Centro que los autobuses.

Zoido entra en campaña

Las próximas elecciones municipales se celebrarán en la primavera de 2015. Falta todavía más de un año y medio, pero Zoido ha dado a finales de noviembre el pistoletazo de salida de la campaña electoral al retomar la confrontación política con la Junta de Andalucía (si es que alguna vez la dejó) con el anuncio en la víspera de que llevaría al Pleno municipal del mes pasado una moción en la que se reclamaba al Gobierno autónomo que ejecute cuanto antes las líneas pendientes del Metro (2, 3 y 4), cuyo último coste estimado es de 3.700 millones de euros.

En plena crisis económica, con recortes a la inversión en obras públicas por doquier debido a  las órdenes del Gobierno de España de reducir como sea el déficit público, el alcalde es perfectamente consciente de que exigir una inversión de 3.700 millones de euros de la Junta en Sevilla capital, cantidad que supera en diez veces el presupuesto de la Consejería de Fomento para las ocho provincias de Andalucía, equivale a pedir la Luna de Valencia. Todo da igual, en aras de mantener el discurso de que la Junta maltrata a Sevilla.

OPORTUNISMO POLÍTICO

“No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos -volvió a decir el alcalde-. No voy a pedir imposibles ni exijo a nadie que haga promesas a sabiendas de que no va a poder cumplirlas. Pero sí reclamo que se atienda al Metro como la prioridad que es, porque no se le puede dar la espalda a Sevilla y su futuro. He sido muy prudente -añadió-, quizás más de lo aconsejable. No he querido abrir ninguna confrontación política. He tenido paciencia. Tanta que hace casi un año de mi reunión con la anterior consejera de Obras Públicas, pero Sevilla y los sevillanos no pueden esperar más”.

¡Qué casualidad! El oportunismo político de Zoido se demuestra una vez más cuando disfraza de prudencia y paciencia lo que no ha sido más que silencio calculado para no hablar del Metro a lo largo del casi año y medio en que ha ejercido también como presidente regional del PP y con el fin de no malquistarse con los alcaldes de Málaga y Granada, militantes  del PP, que aspiran a ver concluidas las obras de sus primeras líneas de Metro. Si tan defensor de Sevilla se proclama ahora, cabe preguntarse cómo no ha tenido arrestos desde julio de 2012 de enfrentarse a Málaga hablando de discriminación a Sevilla por los dineros consignados en los Presupuestos para la capital de la Costa del Sol. Sólo recupera ese discurso una vez que ya se asume por él mismo, su partido y la opinión pública que deja la Presidencia regional del PP para centrarse en exclusiva en la Alcaldía de Sevilla y le da igual lo que puedan pensar en la zona oriental de la comunidad autónoma porque ya no tiene que obrar con disimulo alguno.

SIN VISIÓN DE ANDALUCÍA

Desgraciadamente, tenemos unos políticos (y no sólo en Sevilla, sino en toda la región) tan localistas y sin visión integral de Andalucía como un todo que el mensaje de Zoido no puede ser más desvertebrador e inclusive peligroso para los propios intereses de Sevilla, ya que contribuye a alimentar el tópico del centralismo sevillano y la imagen acaparadora de nuestra ciudad en detrimento del resto de las provincias y urbes andaluzas.

Zoido trata de sembrar la idea de que sufrimos un agravio en comparación con Málaga y por causa del Gobierno autónomo cuando dice que “una cosa es limitar la inversión y otra, reducirla al cero más absoluto, mientras el Metro de Málaga recibió este año 90 millones de euros de la Junta y en 2014 tendrá 70 millones”.

Lo que calla el alcalde de Sevilla es que son las partidas necesarias para acabar la primera línea del Metro malagueño, al igual que las destinadas a rematar también la obra de la primera línea del suburbano de Granada, mientras que Sevilla lleva disfrutando de su línea 1 desde el año 2009 y la Junta ha destinado 658 millones de euros a su construcción y 48 millones en cada ejercicio desde entonces (200 millones en números redondos) en subvencionar la explotación para que a los sevillanos les cueste más barato el billete de su Metro.

Cuando Sevilla lleva cinco años y 858 millones de euros de ventaja con el Metro a Málaga y Granada, plantear la exigencia de que hay que destinar 3.700 millones a acometer las tres líneas siguientes, porque si no ello equivale a ser menos que Málaga, transmite un mensaje insolidario al resto de Andalucía y alimenta el antisevillanismo en detrimento de la propia Sevilla, que al menos debería esperar a que las otras capitales cuenten con su primera línea de Metro inaugurada para plantear el inicio de una nueva ronda de obras ferroviarias, máxime no habiendo dinero en las arcas públicas.

OLVIDO DEL GOBIERNO CENTRAL

Resalta el hecho de que Zoido sólo le reclama la inversión a la Junta de Andalucía y no al Gobierno que preside su correligionario Mariano Rajoy pese a que, según la Ley del Metro de Sevilla de 1975, el Ejecutivo de la nación debe financiar el 100% de la infraestructura ferroviaria que se construya en nuestro término municipal. Así se respetó y así se plasmó en el acuerdo de septiembre de 2005 entre el Gobierno central y el autonómico, en virtud del cual el primero pagó el 100% del trazado de la línea 1 del Metro a su paso por Sevilla (176 millones de euros) y el 33% de los tramos que se extienden hasta Dos Hermanas y el Aljarafe (42 millones), sin contar el material móvil.

El alcalde ha dicho sin mucho énfasis que “también” reclamará ayuda a Rajoy, pero subrayando a modo de excusa que el Gobierno central ya colabora con Sevilla en proyectos como la SE-35, cuando resulta que la colaboración prevista para esta carretera en los Presupuestos Generales del Estado para 2014 es de tan sólo un millón de euros. O sea, que mientras se conforma con un millón de euros de Madrid, a la Junta le exige que inicie tres líneas de Metro que cuestan 3.700 millones.

CONFIANZA DEL MERCADO

El tercer argumento de Zoido ha sido el de que la Junta debe ir de la mano con el Ayuntamiento porque aunque el Gobierno andaluz carece de dinero para obras públicas por causa de los recortes a la inversión, hay que aprovechar “la confianza y garantía que despierta el Ayuntamiento de Sevilla” para captar inversores privados que apuesten por la construcción de las tres líneas de Metro que faltan. Según Zoido, “un Metro en Sevilla es muy atractivo, siempre que no pase lo mismo que con la línea 1, en la que no se parecían en nada el proyecto y el resultado final”.

Tanta confianza suscita el Ayuntamiento entre los inversores privados que Zoido ha sido incapaz de encontrarlos para los concursos públicos que ha tenido que declarar desiertos en los casos de los aparcamientos subterráneos de Martín de Porres y el Prado de San Sebastián (unos 6 millones de euros cada uno), Museo de las Tradiciones (retirado), el Costurero de la Reina (25.000 euros anuales), la Plataforma Digital para Emprendedores (59.290 euros) y 220 VPO en la Hacienda del Rosario (3,8 millones de euros).

MODELO DE CIUDAD

Cuando se debatió en el Pleno de noviembre la moción del PP para exigir a la Junta de Andalucía el desbloqueo del Metro de Sevilla, el portavoz del PSOE, Juan Espadas, le pidió a Zoido que primero se aclare él mismo con el modelo de Metro que pretende, para luego poder elevarlo al Gobierno andaluz, al margen de que el alcalde siga sin convocar la comisión mixta Gobierno local-oposición que para el tema del Metro se acordó en septiembre de 2012 con el fin de llevar una propuesta unitaria.

Y es que después de que la Junta se gastara 17 millones de euros en la redacción de los proyectos constructivos de las líneas 2, 3 y 4, en los que intervinieron 560 profesionales de tres consorcios consultores y cuya documentación y planos ocupan 128.378 páginas contenidas en 91 cajas archivadoras, Zoido ha dado un nuevo bandazo y ha pasado de exigir la construcción de las tres líneas en subterráneo y simultáneamente a admitir ahora, consciente de que no hay dinero, que el suburbano se construya en superficie, mucho más barato.

Pero un tren en superficie no es, ni mucho menos, lo mismo que un tren bajo tierra.

Lo segundo es un Metro y lo primero, con lo que ahora se conforma el alcalde, es lisa y llanamente un tranvía.