Adiós a ‘Fuco’ García Novo

El eminente biólogo, que fue catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, muere a los 83 años

Francisco García Novo, ‘Fuco’ García Novo para los amigos, eminente biólogo y uno de los paladines en la defensa del Parque Nacional de Doñana desde las trincheras de la ciencia en su calidad de catedrático de Ecología de la Universidad Hispalense, ha fallecido a los 83 años de edad.

Todavía recuerdo la gráfica expresión con que me anticipó en los años noventa del pasado siglo el dictamen encargado a una comisión internacional de expertos sobre el proyecto urbanístico Costa Doñana, que junto con la ya construida Matalascañas amenazaba con crear una envolvente de ladrillo y cemento al Parque Nacional. «Ni Costa ni costilla», se limitó a decirme el insigne científico y con eso lo dijo todo.

«La crisis de Doñana en 1990 y 91 -dejó escrito- enfrentó a las poblaciones locales y promotores urbanísticos con los conservacionistas de modo muy grave: incendio de automóviles del Parque, asesinato de un guarda, manifestaciones y contramanifestaciones de matiz violento. El Gobierno de Felipe González, el Autonómico de Manuel Chaves y la Unión Europea con Jacques Delors acordaron nombrar una Comisión Internacional de expertos para proponer soluciones, dirigida por el Sociólogo Manuel Castells. En 1992 presenta su Dictamen reorientando el entorno de Doñana a una economía de servicios turísticos e imagen de marca que dé valor añadido a su producción, pero sin intervenciones en el espacio protegido. Acuña la expresión desarrollo sostenible, que después se empleará mundialmente».

García Novo era catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla en la Facultad de Biología, que ocupaba el edificio -como no podía ser de otra forma- verde de la avenida de la Reina Mercedes cuando yo me dedicaba a los temas ecológicos, y especialmente a las batallas en, por y contra Doñana, en la Redacción de ABC en la cercana calle Cardenal Ilundáin. Así que frecuenté su despacho en numerosas ocasiones, en busca de sus sabias palabras que trasladar a las páginas de «las Tres Letras».

Con el curso de los años, nuestra relación profesional derivó en un trato cordial y amistoso, amistad ratificada tanto por él como por su esposa, la doctora María Luisa Bouzas, en penosas circunstancias personales.

Premio Rey Jaime I de Protección del Medio Ambiente en el año 1995, en Internet, especialmente en el blog dedicado a los sevillanos ilustres (él lo era por adopción, ya que nació en Madrid) podrá hallarse referencia a sus muchos méritos, distinciones, títulos, cargos, libros y un largo etcétera que abruman y me sobrepasan.

El profesor García Novo, en una imagen tomada probablemente en Doñana

Humildemente me atrevo a recomendar la lectura del discurso que pronunció en noviembre de 2018 en la Real Academia Sevillana de Ciencias, de la que era miembro, con el título ‘Incorporación de España a la ecología y la protección de la naturaleza‘, recogido (páginas 29 a 75) en el volumen 21 de las ‘Memorias de la Real Academia Sevillana de Ciencias’ año 2018, publicado en 2019 con el patrocinio de la Fundación Cajasol.

Este discurso versa sobre muchísimo más que ecología y naturaleza: es una extraordinaria sinopsis del último siglo en España en todo tipo de facetas, inimaginable a priori en la pluma de un biólogo. García Novo demuestra en ese discurso un conocimiento enciclopédico de todo tipo de disciplinas, trufado de notas autobiográficas. Ese discurso enseña más sobre la realidad de España en la última centuria que muchos libros de historia.

Quien quiera tener una visión panorámica de la España de la preguerra y de la posguerra (in)civil, que lea ese texto de García Novo.

«Yo nací (año 1942) en un Madrid pobre, con edificios en ruinas y calles sin apenas coches, que el trapero recorría diariamente con su carro para comprar ropa, trapos, metales. Lisiados de guerra, mendigos, gente asustada y con su capacidad de compra reducida al mínimo. Los niños jugábamos, casi sin juguetes, en unas calles tristes, casi sin tráfico», rememora.

Así describe su encuentro con el dictador Francisco Franco: «Recuerdo que cuando me concedieron el Premio Nacional Fin de Carrera en 1966, era condición para recibirlo aceptar el Víctor (una condecoración) del SEU, que ya estaba inoperante. Nos entregó los premios en El Pardo el propio Jefe del Estado en 1968. Me produjo perplejidad que aquel militar bajito, de tez morena por el sol, tuviese tanto poder. Su mesa era un desastre, cubierta por pilas de papeles e informes; en una habitación inmediata se veía un gran Scalextrix».

García Novo, con la medalla por el premio Rey Jaime I

Y su descubrimiento de Doñana, a cuyo conocimiento y conservación tanto ha contribuido: «En 1963, nuestros profesores Emilio Fernández Galiano y Francisco Bernis, nos invitan a los alumnos de tercer curso de Ciencias Biológicas de la U. Complutense a conocer Doñana. Un largo viaje en un remolque de tractor desde El Rocío hasta el “Palacio”, donde nos acomodamos.

Valverde nos esperaba y durante tres jornadas tuvimos el privilegio de recorrer la Reserva Biológica de la mano de sus creadores: Bernis, Valverde y Fernández Galiano. Todo era nuevo para nosotros, en un lugar legendario, casi inaccesible. Plagado de aves que cubrían la Marisma, con grandes dunas móviles que enterraban a bosques y lagunas y un matorral denso que guardaba restos de su paisaje primigenio y una fauna singular: águila imperial, lince, meloncillo, gineta… Entre aquellos estudiantes se encontraban Javier Castroviejo, Fernando Álvarez y yo mismo. Los tres hemos dedicado a este espacio buena parte de nuestra vida profesional».

Hablando de profesionales, atención al elenco de profesores, todos de primerísimo nivel, que engrosaron la nómina de la Universidad de Sevilla, algo probablemente irrepetible: «La Estación Biológica de Doñana -recuerda García Novo en su discurso académico- decantará la creación del Parque Nacional (34.625 ha) en 1969. A diferencia de Covadonga y Ordesa, Doñana se materializa en torno a una Reserva Biológica y surge en un entorno científico relevante del CSIC y junto a la Universidad de Sevilla.

A su Facultad de Ciencias se incorporan Fernando González Bernáldez, que ocupa en 1970 la Cátedra de Ecología. Fernández Galiano era Catedrático de Botánica, y Manuel Losada de Bioquímica; Valverde será encargado de curso de Zoología. En torno a esa fecha se incorporan otros profesores, actuales miembros de esta Academia, que jugarán un papel destacado en la Facultad: Enrique Cerdá Olmedo, en Genética; Benito Valdés, en Botánica, y Francisco García Novo, en Fisiología Vegetal.
A la Estación Biológica de Doñana, Javier Castroviejo y Fernando Álvarez, zoólogos, se
incorporan como Colaboradores científicos. Doñana se convertía en un inmejorable campo de prácticas para zoólogos, botánicos, ecólogos y limnólogos. Los nuevos licenciados aspiraban a estudiar aquel monumento natural, apenas explorado».

Francisco García Novo, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza en 2019

El final del discurso de García Novo es un diagnóstico premonitorio de la situación actual y de los retos a los que nos enfrentamos: «Las urbanizaciones, infraestructuras e industrias, los cultivos intensivos, los pasillos de vías de comunicación, van haciendo más precaria la conservación del patrimonio natural. Es el mayor desafío para preservar la biosfera que nos ha dado la vida y nos ofrece imprescindibles servicios. El marco del cambio climático, cuyos efectos son ya patentes, hace perentorio tomar decisiones que reduzcan las emisiones de gases con efecto invernadero.

Sigue vivo el mensaje de Félix, el amigo de los animales: el público desea que se
recupere el lince en sus poblaciones y que colonice nuevos enclaves; que el quebrantahuesos vuelva a los macizos montañosos que había abandonado, o que Doñana conserve sus lagunas y bosques, y esté protegida de frente a los incendios.
Pero las actividades que ponen en peligro estos recursos naturales requieren mayor
control: los linces mueren atropellados por conductores que exceden los límites de
velocidad en los tramos conflictivos; el quebrantahuesos requiere, como las rapaces,
protección de nidos y posaderos durante la cría y supresión absoluta de venenos en el
campo; la extracción de grandes volúmenes del acuífero de Doñana para la urbanización de Matalascañas ha desecado sus lagunas, y los destinados a regadíos bajo plástico, han eliminado las surgencias y la vegetación de humedales del N del Parque Nacional.

El incendio de junio-julio de 2017 del Abalario, arrasó casi 10.000 ha del Parque Natural.
Las Academias tienen ante sí una gran tarea impulsando la investigación sobre nuestra
biosfera y haciendo accesible los resultados a la sociedad. La toma de conciencia
inspirando el comportamiento responsable es la mejor opción para conjurar los problemas, iluminando vías nuevas para mejorar nuestro bienestar y el legado natural».

Justamente su legado científico y su testimonio personal y docente han iluminado nuevos caminos para la preservación de Doñana en particular y de la Naturaleza en general.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *