Artículo del profesor Julián Sobrino sobre la descatalogación promovida por la Gerencia de Urbanismo
Tras la publicación en el blog de la noticia titulada ‘El gobierno de Sanz modificará el Catálogo de Nervión para excluir una casa de la calle Beatriz de Suabia‘, Julián Sobrino Simal, investigador honorario de la Universidad de Sevilla, ha escrito el artículo ‘A propósito de un edificio sin estilo en la calle Beatriz de Suabia 71’, que por su interés reproducimos textualmente a continuación.
En Sevilla, ciudad capaz de venerar la sombra de un alminar o el arabesco de un azulejo, asistimos de nuevo al fascinante espectáculo de la descatalogación exprés. El escenario es la calle Beatriz de Suabia, número 71, un inmueble que tuvo el privilegio de ser incluido en el Catálogo del barrio de Nervión de forma preventiva y que ahora, siete años después, será expulsado del paraíso patrimonial por decisión de la Gerencia de Urbanismo.
La razón es, cuando menos, deliciosa. Cito textualmente el informe técnico, porque merece figurar en la antología universal del disparate: “Por otra parte, no puede considerarse una muestra significativa de ningún estilo arquitectónico concreto ni aparece citado en ninguna publicación o manual al respecto.” He aquí la sentencia definitiva: un edificio que no aparece en manuales de historia del arte sencillamente no existe. Ergo, si mañana una catástrofe orwelliana eliminase de la bibliografía cualquier monumento en el que usted esté pensando en este momento ¿desaparecería como por arte de magia?


El edificio de la calle Beatriz de Suabia Nº 71 que la GUMA quiere descatalogar
El asunto sería cómico si no fuera trágico. El enfoque aplicado parte de un criterio patrimonial tan estrecho como trasnochado: la arquitectura se salva por el estilo (siempre que sea reconocible, claro) o por la cita académica (si un autor la mencionó, entonces existe). Lo que queda fuera de ese canon, edificios vernáculos, transformaciones híbridas, huellas de la vida cotidiana, puede borrarse del mapa.
Sin embargo, los nuevos criterios internacionales, esos que desde la UNESCO se repiten como un mantra, nos invitan a otra mirada: la del Paisaje Histórico Urbano. Ya no se trata de aislar joyas, sino de comprender los tejidos, los contextos, las sedimentaciones de la ciudad. Una vivienda reformada en 1997, con cubierta a dos aguas, impostas pintadas y carpinterías “de toda la vida”, puede no emocionar a los guardianes del canon, pero sí habla de un Nervión que se densificó, que se reinventó, que fue escenario de la Sevilla de finales del siglo XX.
El número 71 de Beatriz de Suabia no será gótico, ni barroco, ni racionalista, pero constituye un fragmento del paisaje urbano, un eslabón de esa cadena de tipologías que, vistas en conjunto, permiten leer la historia viva de un barrio. Eliminarlo del catálogo porque no es “significativo” equivale a arrancar páginas enteras de una novela por no contener frases célebres.
Más aún: la noción de “edificio sin estilo” es, en sí misma, un retrato de época. Sevilla ha sido maestra en mezclar, reformar, parchear, improvisar. Cada cubierta añadida, cada impostura arquitectónica, forma parte de esa arqueología de lo cotidiano que los planes urbanísticos parecen empeñados en borrar. La ironía es que, al negar la singularidad de este inmueble, se está negando el valor de una categoría entera: la de lo común, lo anónimo, lo suburbial.
El Paisaje Histórico Urbano nos recuerda que la memoria no solo se aloja en los monumentos, sino también en obras modestas y anónimas. La exclusión de Beatriz de Suabia 71, más que un acto administrativo, es un síntoma: seguimos pensando la ciudad desde el museo de los estilos, no desde el palimpsesto de los paisajes.
Quizá dentro de unos años descubramos que lo realmente patrimonial no eran los grandes gestos, sino los silencios: ese “edificio sin estilo” que contaba, modestamente, otra Sevilla.
- SÍGAME EN LINKEDIN:
- https://www.linkedin.com/in/manuel-jes%C3%BAs-florencio-caro-919b0225/