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Alternativas para las Atarazanas

“Según un estudio de mercado, la expectativa de visitantes, que me parece muy conservadora, es de algo más de 700.000 personas al año, cifra similar a la que registra, por ejemplo, Caixafórum (en Barcelona). Sinceramente, creo que serán más…. sobre todo los dos primeros años, como ocurrió en Amsterdam. Será una bomba, más en esta ciudad, donde el turismo crece de manera exponencial”.

Quien así se expresaba tres días antes de que en Sevilla La Caixa comunicase su renuncia a las Atarazanas, era el diseñador Ujo Pallarés, que promueve, con financiación privada y mucho respaldo institucional, la instalación en la Ciudad Condal de una sede de uno de los museos más importantes del mundo: el Hermitage.

Desde hace años, grandes fundaciones y museos abren franquicias en otras ciudades. El caso más conocido entre nosotros es el de la Fundación Solomon R. Guggenheim, con cuya autorización se inauguró en 1997 en Bilbao uno de los museos Guggenheim repartidos por el mundo. El bilbaíno, extraordinaria obra de titanio, vidrio y piedra caliza andaluza diseñada por Frank O. Gehry, se convirtió de inmediato en el icono de la ciudad, la puso en el mapa internacional y ha tenido un enorme impacto económico al atraer una media superior al millón de visitantes/año.

 

EL EJEMPLO DE AMSTERDAM

 

 

 

El Hermitage permitió la apertura en 2009 de una filial en Amsterdam, en un antiguo asilo para mujeres rehabilitado a orillas del río Amstel. En sus 9.000 m2 pueden contemplarse dos exposiciones permanentes (una sobre la historia del propio edificio y otra sobre las relaciones Holanda-Rusia). El resto del inmueble acoge exposiciones de medio año de duración. Así, desde junio y hasta enero de 2013 el Hermitage ha organizado la muestra ‘Impresionismo: sensación e inspiración’, con 80 cuadros de, entre otros, Monet, Pissarro, Renoir, Sisley y Delacroix.

Y por la reforma del museo Van Gogh, también albergará, hasta abril de 2013, la exposición permanente (unas 75 telas) del gran artista que murió, según las últimas investigaciones, a manos de dos mozalbetes -no por suicidio- y sin haber vendido un solo cuadro en su vida.

Por tanto, tras el abandono de La Caixa no se acaba el mundo, porque existiendo un lugar tan privilegiado como las Atarazanas; el proyecto de Vázquez Consuegra y la universal marca Sevilla, habría muchas posibilidades de convertir el antiguo astillero medieval en una sede para el Sur de Europa de cualquiera de estas dos grandes instituciones.

 

CONVENIO

 

 

Barcelona, como siempre, marca el camino. Pocos repararon en uno de los objetivos del viaje de Artur Mas a Moscú hace 25 días: la firma de un convenio de colaboración con la viceministra de Cultura de Rusia, Alla Manilova, para que dentro de tres años se inaugure en la capital catalana  una extensión del Hermitage con la ayuda de inversores privados internacionales.

Mas lo tiene tan claro que declaró: “Si perseguimos la capitalidad económica, cultural y turística de Barcelona, esto pasa por tener elementos de referencia en nuestra ciudad y el conjunto de Cataluña, como este proyecto”.

El Hermitage catalán también sufre vicisitudes que recuerdan a las de las Atarazanas hispalenses: está cuestionado por una Plataforma en defensa del Puerto Viejo, que exige se incardine dentro de un Plan Especial. El grupo de inversores que lo promueve dice contar ya con una concesión de la Autoridad Portuaria sobre tres naves industriales que datan de la segunda mitad del siglo XIX y que están protegidas al figurar en el Catálogo del Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad Condal

Para ampliar el espacio expositivo, el estudio Ars Spatium y la empresa Cultural Development BCN han proyectado sobre la cubierta de dos de ellas una gran estructura ondulada que permitiría ganar dos plantas, amén de otra subterránea, con el fin de pasar de los actuales 2.326 m2 a 8.000. Las naves están junto al hotel W, con forma de inmensa vela y diseñado por Ricardo Bofill.

 

INVERSIÓN PRIVADA Y RENTABLE

 

 

Los promotores privados dicen tener un Plan de Negocio y que las cuentas les salen: “La oferta paralela a la artística -comenta Ujo Pallarés- será la misma que en cualquier museo económicamente rentable. Habrá una tienda, una cafetería, un restaurante popular y otro más elitista dirigido por un gran cocinero. ‘Golondrinas’ (barcos turísticos) que lo conectarán con las otras zonas del puerto, y visitas privadas y nocturnas….El Prado factura el doble con la tienda que por la venta de entradas, y hay museos como el Dalí que son muy rentables”.

Nadie habla de dinero, si bien se reconoce que el Hermitage les pide un canon inicial y un porcentaje por la venta de entradas a cambio de ceder la marca y las obras de sus fondos, unas condiciones que a los promotores les parecen razonables.

Sí ha trascendido que cuando Alicante se interesó anteriormente por acoger una filial del Hermitage los rusos les pidieron de entrada 500.000 euros, aunque ahora son otros tiempos. Recuérdese que a Sevilla le costó organizar la Copa Davis 3,7 millones de euros y que entonces los empresarios turísticos dijeron que estaban dispuestos a financiar no una, sino dos Copas Davis si con ello atraían turistas. Aquí tienen la oportunidad de demostrarlo. Un Hermitage en las Atarazanas podría captar casi un millón de turistas más al año, en línea con el Plan de Barcelona. Y si no fuera posible, aún cabría optar al Guggenheim de Berlín, que queda libre al final del año, o al de Helsinki, tras la renuncia de la capital finlandesa por diferencias internas en su Ayuntamiento.

Tal como han dicho los promotores del Hermitage en Barcelona, “en momentos de crisis como el actual es cuando hay que hacer las grandes apuestas”.