Resultado de sustituir el adjetivo turística por cofradiera en el discurso del alcalde de Sevilla
Leña al turista que, como el mono del dicho popular, parece de goma aunque no lo sea. Sí, como no vota en la ciudad que visita o en la que se aloja, los alcaldes, empezando por los de Sevilla y Málaga, se han confabulado para meterles las manos en la cartera tratando de aplicarles una denominada tasa turística, por pernoctar, o/y el cobro de una entrada por dar una vuelta por un espacio público, como la sevillana Plaza de España. La prueba de que hay que cuidar al votante pero que da igual el turista es que el regidor hispalense se apresuró a aclarar que para los censados electoralmente en la ciudad no regirá tasa alguna en la plaza diseñada por Aníbal González, como si éstos no usaran los servicios públicos que dicen que los foráneos recargan por venir a vernos. No hace el alcalde lo que antiguamente se llamaba un balance input-output, es decir el dinero que dejan los turistas en la ciudad y los 4.000 empleos que mantienen sólo en los hoteles. ¿Qué ocurre cuando se cambia el adjetivo que acompaña al sustantivo tasa? Se ha atrevido a hacerlo el propio alcalde Sanz, pero se ha quedado sólo en el principio y de inmediato ha reculado, por lo que en este ejercicio periodístico vamos a completar el discurso del alcalde, para comprobar el resultado.
Los ayuntamientos necesitan de un mecanismo de financiación extraordinaria con el que poder hacer frente a todos los costes que provocan las cofradías y que, hasta el momento, son asumidos por las propias arcas municipales.
No ha nacido el hermano mayor que deje de organizar una procesión, ordinaria o extraordinaria, por pagar una tasa cofradiera. Esos ingresos sí nos va a permitir ordenar algunas cosas. Mi intención es que esta especie de tributo pueda repercutir en la mejora del patrimonio de la ciudad, en el sostenimiento de todos los servicios públicos y, también, en obras que se realicen en los barrios. En mi opinión, es muy importante que un vecino de San Jerónimo o de la Macarena se encuentre en la puerta de su casa un cartel donde le explique que están reorganizando la calle gracias a la tasa cofradiera (….).
Los millones de personas que vienen a Sevilla cada año a ver las cofradías no pueden suponer un lastre para la ciudad, sino todo lo contrario.
Sigo pensando que en esta ciudad, en el casco histórico fundamentalmente, no cabe ni una procesión extraordinaria más. Me he llevado dos años diciéndolo en campaña y lo sigo diciendo y pensando. En el casco histórico de Sevilla no cabe ni una procesión extraordinaria más. Voy a hacer todo lo que me permita la ley para ir contra que se autoricen más procesiones extraordinarias.
El exceso de procesiones empieza a generar molestias a los vecinos de determinadas zonas de Sevilla y ahí tiene que estar el equipo de gobierno intentando amortiguar esos inconvenientes que generan las cofradías.
MÁS DE MEDIO CENTENAR
Como habrá observado el lector, en esa ficción periodística me he limitado a coger algunas de las intervenciones (en el Pleno municipal) o declaraciones del alcalde Sanz para tratar de justificar el cobro de una tasa a los turistas y a cambiar lo referido al turismo trasladándolo a las cofradías. Se llega a la conclusión de que el argumentario del regidor es tan aplicable a unos como a otras. Tan aplicable es que el propio Sanz lo ha reconocido en unas declaraciones a Canal Sur Radio, y no era ficción. Esto dijo: «Se puede plantear una tasa para regular las salidas extraordinarias».
Sólo en este otoño de 2024 hay programadas más de 50 procesiones hasta final de año. Y cada procesión ocupa la vía pública, suele provocar cortes de calles y del tráfico y obliga al Ayuntamiento al despliegue de servicios como la Policía Local y Lipasam, con el consiguiente coste en horas extra a los agentes y a los operarios. Este año el gobierno local tendrá que abonar más de 20 millones de euros por las productividades de los agentes de la Policía Local. Cinco veces más de lo presupuestado.

José Luis Sanz, durante una entrevista en Canal Sur
Sólo el dispositivo municipal para la celebración de la procesión Magna del 8 de diciembre (2024) le costará 2,5 millones de euros al Consistorio, la mitad de esa cantidad para pagar las horas extraordinarias a los policías, y el resto para los trabajadores de Lipasam, Movilidad y otros servicios municipales.
El coste de las procesiones es tal para el Ayuntamiento que el alcalde ha admitido que aunque cobrara una tasa a las cofradías «en ningún caso podría cubrir el 100% de los gastos». «Es imposible -ha apostillado- que una cofradía pueda pagar las horas extras de los dos o tres patrulleros que requiere una salida extraordinaria».
Sanz afirmó en esas declaraciones a Canal Sur Radio que hay que ordenar las salidas porque «no podemos convertir lo extraordinario en ordinario».
RECHAZO
Como era de esperar, tanto el Consejo General de Hermandades y Cofradías como el poderoso ‘lobby’ morado descalificaron de inmediato las muy sensatas palabras del alcalde, las cuales les parecieron inconcebibles. Por primera vez en la historia, un alcalde de Sevilla estaba planteado cobrar a las cofradías en vez de seguir otorgándoles más subvenciones y prebendas. Inaudito para la Sevilla eterna. Inesperable para la otra Sevilla, que se frotaba los ojos con incredulidad. ¿Será esto posible o es un engaño de nuestros sentidos?
El presidente del Consejo de Hermandades, Francisco Vélez, ha declarado que “no entendería ese cobro”. ¿Y por qué no entiende que se le cobre una tasa a las cofradías que ocupan las vías públicas y provocan un gasto millonario a los contribuyentes sevillanos, creyentes y no creyentes, a través del Ayuntamiento de todos y sí entiende (es de suponer) que se le cobre una tasa a los turistas que vienen a ver las procesiones y por ello se alojan en los hoteles de la ciudad, no generando gasto al Ayuntamiento sino ingresos indirectos a través de los impuestos que pagan los establecimientos hoteleros?

Francisco Vélez, presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías
Por más que Francisco Vélez no entienda el cobro de una tasa a las cofradías por poner sus pasos en la calle, José Luis Sanz está plenamente facultado para ello en virtud del Texto Refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales, la cual especifica: «Las entidades locales, en los términos previstos en esta ley, podrán establecer tasas por la utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio público local, así como por la prestación de servicios públicos o la realización de actividades administrativas de competencia local que se refieran, afecten o beneficien de modo particular a los sujetos pasivos».
MARCHA ATRÁS
Sin embargo, parafraseando a Lope de Vega, en horas veinticuatro Sanz emuló los versos del poema de Cervantes: «caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada».
Efectivamente, fuese y no hubo nada, porque el alcalde, observando la frase de Santiago Montoto “ni fías, ni porfías, ni cuestión con cofradías”, se desdijo y, la tasa a las cofradías se convirtió en una tasa cero o en cero tasa.
Sanz se ha rendido ante el lobby cofradiero y ha declarado ahora que «hay que ordenar la saturación de eventos de la ciudad, pero eso no se conseguiría fijando una tasa, no serviría». ¿Y por qué sí sirve una tasa para ordenar la «saturación» de turistas en la ciudad y no para ordenar las procesiones?

La clave para el alcalde a la hora de las tasas es que los turistas no votan y los cofrades sí
«Ni se ha planteado (la tasa a las cofradías) ni se planteará, no está encima de mi mesa, ni de ninguna. No hay debate», ha concluido Sanz para desmentirse a sí mismo, porque fue él quien abrió el debate. La lástima es que lo haya cerrado de inmediato y de esta manera.
Pues creo que sí hay debate, pero que para Sanz al final el debate se reduce a que los turistas no votan (luego leña, digo tasa al mono), y los cofrades, sí (luego pleitesía porque, total, él no paga ese coste millonario por el despliegue de los servicios municipales con motivo de las procesiones, extraordinarias y ordinarias, o lo paga en la misma parte alícuota que el resto de los casi 700.000 sevillanos, sean miembros de una cofradía o no).
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