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El incremento en un tercio del aforo del Alcázar de Sevilla vulnera su normativa

VIGENTE DESDE HACE 20 AÑOS

El Reglamento de Uso del monumento prohíbe

que haya más de 750 visitantes al mismo tiempo

REDUCIR LAS COLAS

Ahora se permiten mil para aliviar las colas pero

sin considerar su impacto en el palacio

CONVIDADO DE PIEDRA

Se siguió el consejo de la dirección de seguridad

de la catedral al margen del Patronato del Alcázar

El máximo órgano del Alcázar -el Patronato, con su Consejo de Gobierno- se ha sentido de nuevo como un convidado de piedra al comprobar cómo, por consejo de la dirección de seguridad de la catedral, el Ayuntamiento y/o la Junta Local de Seguridad, sin consultarle previamente, decidió incrementar el aforo del monumento hasta los mil visitantes simultáneamente tras la psicosis desatada tras el atentado terrorista en Barcelona el pasado mes de agosto. Este incremento supone nada menos que un 33% en comparación con el límite de 750 que ha estado vigente durante los últimos veinte años.

Miembros del Patronato han expresado en privado su malestar por la vulneración del Reglamento de Uso del Alcázar, que fue aprobado el 11 de noviembre de 1997 y en el que se fijó el límite de 750 visitantes simultáneos dentro del monumento conforme a una serie de estudios previos sobre la carga máxima admisible por este Patrimonio de la Humanidad a fin de evitar su deterioro y preservarlo para las generaciones futuras.

La decisión unilateral y al margen del órgano rector del Alcázar de incrementar de golpe el aforo en un 33% (mil visitantes) supone “de facto” la modificación del Reglamento de Uso y vulnerando el trámite procedimental: debe proponerla el Consejo de Gobierno, aprobarla el pleno del Patronato y publicarse en el Boletín Oficial de la Provincia.

La marginación del Patronato del Alcázar supone además el incumplimiento de la promesa del alcalde, Juan Espadas, a raíz de que los miembros de aquél conocieran por Viva Sevilla el proyecto de la dirección del monumento, rechazado ahora de plano por Icomos (organismo consultivo de la Unesco en materia de patrimonio), de proceder a demoliciones en el Patio del León para crear una estructura de recepción de turistas con el fin de que éstos no hicieran cola en la calle, sino en el interior del palacio.

Espadas tuvo que reunirse de urgencia con el Patronato para calmar los ánimos y le anunció que a partir de ese momento no se adoptaría ninguna medida sustancial sin informarle previamente y sin tener el consentimiento de sus miembros.

El Patronato, sin embargo, no ha sido informado previamente de la decisión de incrementar el aforo de visitantes en un 33% ni de ninguna de las otras medidas adoptadas a raíz del atentado en Barcelona: colocación de macetones en paralelo a la muralla y desvío de los grupos de turistas a la puerta de la Alcoba, en el Paseo de Catalina de Ribera.

MEDIO AÑO AUSENTE

De hecho, el Patronato no ha sido convocado desde el mes de marzo. Según algunos de sus miembros, debería haber sido convocado de urgencia para analizar las medidas de seguridad propuestas antes de su implantación y evaluar su grado de conveniencia o incluso si eran factibles otras que no han sido adoptadas.

El malestar interno ha subido de tono al conocerse que la decisión de elevar en un 33% el aforo del Alcázar para que haya más turistas dentro simultáneamente y reducir las colas ante el riesgo de un hipotético atentado se ha adoptado conforme a los criterios del Servicio de Seguridad de la catedral y tomando como referencia el número de turistas que ésta acoge simultáneamente. Dicho de otro modo, se ha seguido el razonamiento de que si la catedral puede recibir mayor número de turistas por m2, el Alcázar, también.

Fuentes del Patronato indican que el límite de los 750 visitantes simultáneos no fue un capricho, sino que se basó en estudios previos y teniendo en cuenta que el Alcázar es muchísimo más frágil que la catedral, en todos los sentidos: por sus yeserías, alicatados, materiales constructivos, tapices, pinturas, maderas, pavimentos, recovecos y jardines.

El incremento del número de visitantes simultáneos en un 33% supone además un riesgo añadido de sobrecarga  de los sistemas de saneamiento del Alcázar. Uno de los tres que posee desemboca en una fosa séptica excavada al lado de la cafetería, que hubo de clausurarse durante un tiempo hace unos meses al desbordarse su capacidad por la afluencia de turistas a los aseos y ante el mal olor que se extendió por los jardines.

El límite de 750 se justificó por “razones de seguridad”

La decisión del Ayuntamiento y/o de la Junta Local de Seguridad de incrementar el aforo del Alcázar de 750 a 1.000 visitantes al mismo tiempo por razones de seguridad tras el atentado terrorista en Barcelona para que así haya menos cola delante del monumento resulta paradójica si se tiene en cuenta que esa misma razón se dio para justificar el límite de los 750.

A raíz de la polémica provocada hace año y medio por el “lobby” turístico local, que protestó por el hecho de que sus clientes tuvieran que esperar a la intemperie hasta una hora para acceder a este Patrimonio de la Humanidad y obviando que lo mismo sucede en otros países ante monumentos con similar demanda de visitantes, el Ayuntamiento de Sevilla argumentó que la limitación de los 750 visitantes simultáneos tenía un triple motivo: 1) garantizar la seguridad del recinto, de sus trabajadores y de los propios visitantes; 2) garantizar la seguridad, protección y conservación del conjunto monumentla; y 3) garantizar un fluido tránsito de visitantes, que permita disfrutar de la visita.

En este sentido, fuentes del Patronato estiman que es muy improbable que el sistema de tornos del Alcázar pueda, con las medidas de verificación y seguridad previas, digerir un ritmo de casi 17 turistas al minuto, que es con el que debería funcionar para dar paso a mil turistas a la hora conforme al nuevo criterio unilateral de la Junta Local de Seguridad.

La precariedad y fragilidad de los sistemas informáticos y de acceso actuales del Alcázar es tal que, según la denuncia de Ciudadanos, las averías sufridas el pasado jueves y viernes obligaron a expedir a mano las entradas a los turistas (unas 5.000), con lo cual no sólo no se aliviaron las colas sino que se incrementaron.