La Feria que viene

Juan Espadas, alcalde de Sevilla, ha provocado este año un doble debate sobre la Feria de Abril con sus propuestas de que los hoteleros puedan ampliar su oferta -y por tanto su negocio- ofreciendo a sus clientes la posibilidad de disfrutar del festejo en las “horas valle” posteriores a la comida (se ha hablado de entre la 16:00 y las 19:00 aproximadamente), que es cuando más vacías se quedarían las casetas, especialmente las de mayor tamaño, que suelen ser las de los grandes clubes privados de la ciudad.

Al alcalde se le ha reprochado que piense antes en el interés de los hoteleros y en los turistas para facilitar a éstos el acceso, aunque sólo sea en un horario restringido y a un número limitado de casetas, que en los centenares de miles de sevillanos que se encuentran en la misma situación que los forasteros, por carecer también de caseta y de acceso a alguna si no cuentan previamente con una invitación.

El efecto ‘boomerang’ de la primera propuesta de Espadas ha sido reabrir el debate sobre la naturaleza de la Feria y el carácter privado y privativo del 98% de las casetas, pese a que se erigen sobre terrenos de dominio público, cuya ocupación autoriza el Ayuntamiento por concesión a su vez del Estado.

Un sevillano ha reaccionado al planteamiento de Espadas promoviendo en la conocida plataforma de Internet Change.org una campaña de recogida de firmas en pro de que se incremente el número de casetas públicas en el recinto de Los Remedios. Conociendo el espíritu tan poco reivindicativo de sus paisanos a la hora de señalarse ante el Poder, el promotor de la iniciativa decía aspirar a recoger al menos medio millar de firmas. Ayer por la tarde llevaba 907, casi el doble, un número que parece ínfimo pero que no es despreciable habida cuenta nuestra particular idiosincrasia.

 

SIN ESPACIO

 

El problema es que no hay más espacio que el que hay. Recuérdese que entre las innumerables promesas de Zoido para las elecciones de 2011, en las que ganó la Alcaldía, figuraba la de conseguir sitio para el montaje de 212 casetas más (un incremento del 20% sobre las 1.051 existentes) a costa de ocupar la calle del Infierno y de trasladar el área de los cacharritos al resto de la parcela de Los Gordales, que limita con la avenida de Blas Infante y el muro de defensa.

Esta promesa incumplida, como casi todas, de Zoido tenía que vencer el obstáculo de que el suelo alternativo para la calle del Infierno está reservado en el PGOU para la Ciudad de la Justicia y equivalía por tanto a desnudar a un santo para vestir a otro, y el coste económico de crear las infraestructuras en el equivalente a casi un tercio de la superficie que actualmente ocupan las casetas, una factura impensable en estos tiempos de crisis y de recorte del déficit público impuesto por Bruselas, máxime pensando en el uso efímero de tan sólo una semana al año.

 

EMPRESAS MUNICIPALES

 

Así pues, sólo cabría la opción de abrir al público casetas de las actualmente existentes y no sólo a los turistas, como plantea el alcalde. Las miradas se han dirigido tanto a las que tienen más módulos, citadas sin nombrarlas por el alcalde pero que están en la mente de todos, como a las que ocupan las empresas municipales (Tussam, Lipasam, Emasesa, Mercasevilla…), ya que en algunos casos buena parte de su presupuesto se nutre de transferencias del Ayuntamiento, financiado con los impuestos de todos los sevillanos. Pese a ello, en esas casetas, a la postre en el área municipal, se aplican las mismas restricciones que en las privadas y contribuyen a conformar esa imagen de fiesta cerrada ante los turistas de la que habla Espadas.

Y otra opción que se ha puesto a tiro este año ha sido el “rescate” de casetas privadas que incumplan la Ordenanza. Sería el caso de la antigua caseta de la Esmeralda, a cuyos concesionarios el Ayuntamiento piensa sancionar con la pérdida de la titularidad tras detectar que estaban haciendo negocio con la misma al cobrar 10 euros por la entrada o 60 euros por un bono para toda la semana, mientras decenas de miles de sevillanos sólo podían cobijarse de la lluvia que caía sobre el Real bajo un paraguas. Aquí tiene Espadas una magnífica oportunidad de ampliar el espacio público en el recinto.

 

DE SÁBADO A SÁBADO

 

Al segundo debate, el de la posible conversión de la Preferia en Feria, Espadas ya le puso voz durante la campaña electoral al prometer la celebración de un referéndum popular al respecto en caso de que llegara a la Alcaldía. No lo ha organizado para su primera Feria como alcalde, pese a que tenía diez meses de margen desde su toma de posesión, y ahora lo anuncia para la próxima edición, con una propuesta ya concreta y con el ejemplo de su aplicación sobre el calendario real: de sábado a sábado.

De esta manera, en 2017 la Feria empezaría el sábado 29 de abril, se disfrutaría de un festivo nacional el lunes 1 de mayo y como el 2 de mayo también sería fiesta en Madrid la carambola sería completa: no se agraviaría a San Fernando quitándole su fiesta local para trasladarla a la Feria al ser el lunes ya festivo, habría un festivo de por medio, el turismo madrileño podría venir en masa, se podría gozar de los fuegos artificiales el sábado y aprovechar el domingo para desmontar las casetas.

Pensemos no en el año próximo, sino en los sucesivos, en esas Feria normales de Abril que no se extiendan a mayo ni incluyan los días 1 y 2 de ese mes.

Actualmente, la Feria oficial se celebra de martes a domingo, en seis días en total, pero con la Preferia en el fin de semana anterior se extiende en la práctica a lo largo de nueve días. Como no hay cuerpo, y sobre todo cartera, que resista tantos días seguidos de jolgorio, Monteseirín dio carta de naturaleza oficial a la costumbre de muchos sevillanos de retirarse a la playa, la sierra o donde puedan a partir del jueves para que así campen por el Real los turistas y los residentes en el área metropolitana. Sumando desde la Preferia hasta el jueves del éxodo playero se observa que la medida real festiva que suelen aplicar los sevillanos es de unos seis días.

La propuesta de Espadas de celebrar la Feria de sábado a sábado supone pasar de una fiesta oficialmente de seis días a otra de ocho (un 33% más de tiempo), sin contar por delante con el viernes, cuya tarde en la práctica seguiría siendo de Preferia como ahora, y la coda del domingo final, no Feria pero sí festivo, con lo que habría un escenario de una decena de días de posible festejo que obligaría de nuevo a plantearse la conveniencia de decretar o no un día de fiesta local en detrimento de San Fernando para dar un respiro en medio.

 

REACCIONES

 

Otra vez casualidad o coincidencia, la propuesta de Espadas suscita el aplauso de buena parte del sector turístico (hoteleros y hosteleros), que piensa que así tendría dos fines de semana para incrementar su negocio. La patronal hotelera afirma que con esta ampliación no se modificaría lo que ya está sucediendo en la práctica y a ella le daría fuerza a la hora de defender los precios.

En esta frase está la clave. No se modifica lo que ya acaece con los sevillanos llenando el Real en la Preferia y el Ayuntamiento haciendo abstracción del fenómeno sin movilizar los servicios municipales (al contrario de lo que hace en Semana Santa desde el Viernes de Dolores), pero sí se modificaría a efectos oficiales de sábado a sábado y por tanto permitiría al sector turístico poner precios de Feria -más elevados- a sus servicios durante al menos dos días más, con el consiguiente incremento de facturación.

La absorción de la Preferia tendría también sus efectos en la calle del Infierno, donde ahora se cobran precios distintos en la Preferia que en la Feria, y en las casetas, donde ya no habría el pretexto de la mera reunión familiar o de amigos porque se entraría de golpe y porrazo en la Feria. Por el contrario, un festejo de sábado a sábado permitiría teóricamente disfrutar de la recta final si no se abandona el recinto para el éxodo playero, fuegos de artificio incluidos, con la tranquilidad de poder descansar el domingo último.

La propuesta del alcalde no suscita unanimidad. Por ejemplo, los agentes de viaje no creen que los turistas y forasteros puedan mantener la recta final de una Feria que vaya de sábado a sábado y de la que probablemente dimitan los sevillanos a partir del jueves, y el PP de Zoido ya ha expresado su preocupación al decir que la Feria no es un chicle que se pueda estirar y estirar.

Podría acordarse celebrar la Feria de sábado a sábado como un ensayo de prueba/error para ver su funciona durante uno o varios años o para siempre, y en caso de que no funcione  volver al formato actual, sin que ello tuviera que interpretarse como fiasco o coste de imagen para el gobierno municipal, pero como Espadas piensa a la postre como político, actúa como tal al proponer un referéndum: si la Feria de sábado a sábado se aprueba y es un éxito, será su éxito, pero si luego no responde a las expectativas siempre podrá decir que la decisión la adoptaron los sevillanos.

 

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