Mientras los políticos sevillanos se felicitaban hace unos días por el acuerdo en virtud del cual La Caixa, a cambio de renunciar a invertir 325 millones de euros en los próximos 75 años en las Atarazanas se va definitivamente con su Caixafórum a la torre Pelli tras una compensación de tan sólo 25 millones (10 para la rehabilitación y 200.000 euros/año durante tres cuartos de siglo), la prensa madrileña festejaba otro acuerdo, en virtud del cual el denominado ‘Paseo del Arte’ de la capital de España (eje Recoletos-Prado) tendrá en un par de años otro hito que unir a los nueve fabulosos museos, centros culturales y jardines históricos de esta ‘milla de oro’ de la cultura. El décimo atractivo para enriquecer la enorme oferta de la capital de España en tan concentrado espacio será el Museo de las Artes, la Arquitectura, el Diseño y el Urbanismo (MAADU), el cual será instalado en el número 30 del Paseo del Prado.
El Ayuntamiento de Madrid ha cedido por 75 años un espacio de 3.600 m2, y la Fundación del gran arquitecto argentino Emilio Ambasz (paisano de César Pelli, autor del rascacielos de la isla de la Cartuja pero en las antípodas en su concepción de la arquitectura) se hará cargo íntegramente del diseño y construcción del futuro museo (cinco plantas, con la fachada y el techo totalmente recubiertos de jardines por este pionero de la denominada ‘arquitectura verde’, que ha declarado que el edificio debe ser fácilmente recordado por un niño) y de su funcionamiento durante los próximos tres cuartos de siglo.
A MADRID LE SALE GRATIS
Se estima que Ambasz invertirá de su propio bolsillo, y por lo tanto sin costarle un euro a los madrileños, al menos 10 millones de euros. El nuevo museo albergará una colección permanente de arte, arquitectura y urbanismo revolucionario y sostenible. Contará, además, con una biblioteca virtual, salas de exposiciones temporales, espacios para conferencias y simposios y un programa de becas de excelencia.
Emilio Ambasz, adalid de la arquitectura ecológica, había barajado la idea de instalar su museo en la capital de su país natal, Buenos Aires, o, en su defecto, Nueva York o Bolonia, pero finalmente se ha decidido por España por las razones que expuso en su discurso ante Ana Botella, la alcaldesa de Madrid: “La idea de crear un museo aquí viene de mis lazos con este país, donde he realizado obras reconocidas internacionalmente, como el Centro de Retiro Espiritual, en Sevilla. Me siento muy orgulloso de poder ampliar la oferta cultural de esta bella ciudad y de poder dejar un legado de mi obra para aquellos apasionados de las obras de arte”.
UN HITO EN SIERRA MORENA
La Casa de Retiro Espiritual fue construida en 1974 por Ambasz bajo una gran pradera
verde en la sevillana finca de ‘La Roda’, sita entre los términos municipales de Guillena, El Ronquillo y Burguillos, y con unas espectaculares vistas sobre el pantano de La Minilla y Sierra Morena. Por esta pequeña maravilla, con la que el arquitecto dijo que quería recuperar el sentido primitivo de la arquitectura, Ambasz obtuvo el ‘Progressive Architecture Award’ en el año 1980. Su proyecto formó parte de una exposición organizada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) y ha sido incluido en numerosos libros sobre la arquitectura contemporánea.
El arquitecto argentino no sólo está vinculado a Sevilla por esta joya arquitectónica radicada en la provincia, sino también por el hecho de haber sido ganador en 1986, ‘ex aequo’ con el equipo del ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez (autor del puente del Centenario sobre el río Guadalquivir), del concurso internacional de ideas para la ordenación del recinto de la Exposición Universal de Sevilla 1992. Frente a la ordenación en damero, cuadriculada y convencional de Fernández Ordóñez (era hermano de quien fue ministro de Asuntos Exteriores con Felipe González, Francisco Fernández Ordóñez), el diseño de Ambasz era una maravilla auténticamente revolucionaria para su época.
VENECIA EN LA CARTUJA
Propuso excavar la isla de la Cartuja para crear tres grandes lagunas que se habrían nutrido de agua desde la corta mediante una estación de bombeo y que habrían estado conectadas con el cauce vivo del Guadalquivir, con lo que se habría asegurado de forma permanente la circulación del líquido elemento y evitado el efecto del estancamiento. Las lagunas habrían permitido la formación de un microclima especial, con temperaturas inferiores entre cuatro y seis grados a las imperantes en la ciudad, y los pabellones de la Expo habrían ‘flotado’ sobre la lámina de agua.
Ambasz pensó además en máquinas productoras de niebla que, de paso, habrían generado sombra para defenderse del tórrido calor sevillano en el estío, reducido la temperatura en otros seis-ocho grados, ofrecido sensación de frescor sin llegar a la humedad y creado un arco iris permanente sobre la futura Expo-92, que habría quedado así envuelta en una especie de halo mágico. El sistema de transporte entre la ciudad y las lagunas de la isla de la Cartuja y sus pabellones habría sido cubierto por ferries, para evitar el uso del automóvil. Conforme a su lema de “para poder diseñar 1992, primero debemos concebir 1993”, Emilio Ambasz ideó su proyecto tras comprobar que Sevilla tenía algunos jardines históricos pero que le faltaba un gran parque suburbano (en ese lema está el germen de lo que hoy es el parque del Alamillo, del que este año se conmemorará el XX aniversario), por lo que pensó en que una vez clausurada la Muestra Universal quedara como herencia un gran parque acuático suburbano rodeado de jardines casi selváticos.
FUSIÓN CONVENCIONAL
Pese a que su proyecto (su ejecución se cifró en 10.000 millones de pesetas de la época, nada extraordinario comparado con las magnitudes posteriores) era un 10% más barato que la ejecución de uno normal que se construyera sobre tierra, los políticos y técnicos españoles ordenaron que se fusionaran el revolucionario y ecológico diseño de Ambasz (proporción de 80% de vegetación y sólo un 20% de construcción) con el convencional (mera cuadrícula de calles) de Fernández Ordóñez. El resultado de la fusión distó mucho
de lo imaginado por el arquitecto argentino, como puede apreciarse con tan sólo una visita aún hoy a la isla de la Cartuja. Prácticamente, la única concesión que se le hizo fue la de excavar un solo lago interior, el de España (en torno al cual se construyeron los pabellones nacional y autonómicos y que luego, reducido más todavía, ha seguido articulando el parque temático Isla Mágica), y el agua micronizada (el famoso microclima de la Expo), mediante la instalación de microaspersores para rebajar la temperatura en el verano sevillano y que hoy utilizan numerosos bares y restaurantes de la ciudad en sus veladores y terrazas.
Pues bien, el arquitecto argentino, que a la hora de hablar sobre sus lazos con España para justificar la construcción de su museo en Madrid sólo es capaz de recordar proyectos en Sevilla, al final levantará el MAADU y lo financiará de su propio bolsillo en la capital española en vez de en la capital de Andalucía, lo que denota de nuevo la falta de reflejos por parte de nuestro Ayuntamiento y/o la desconexión de la ciudad de los grandes circuitos culturales internacionales.
‘MILLA DE ORO’ CULTURAL
La baronesa Thyssen prefirió en su día llevarse su colección de pintura andaluza a Málaga antes que exponerla en Sevilla y Emilio Ambasz levantará su museo de las Artes, la Arquitectura, el Diseño y el Urbanismo en Madrid, cuando podría haber tenido cabida perfectamente en un edificio similar, como habría sido la abandonada comisaría de la Gavidia si el Consistorio hispalense hubiera andado más listo y no se hubiera dejado ganar la partida por la correligionaria de Zoido, Ana Botella. Un MAADU en la Gavidia le habría resultado gratis a la ciudad (el arquitecto lo pagaba todo) y permitido crear un nuevo polo de atracción cultural en paralelo al Museo de Bellas Artes.
Por ironías del destino, el MAADU en la ‘milla de oro’ de la cultura madrileña se situará enfrente del Caixafórum que La Caixa instaló en la capital del Reino rehabilitando para ello la antigua central eléctrica de Mediodía y encargando el trabajo a los prestigiosos arquitectos suizos Herzog & De Meuron, autores, entre otros, del conocido estadio ‘El nido del pájaro’ en los Juegos Olímpicos de Pekín y distinguidos con el premio Pritzker, considerado el equivalente al Nobel de la arquitectura.
Mientras que La Caixa eligió para su Caixafórum madrileño la mejor ubicación posible, el ‘Paseo del Arte’, en Sevilla ha abandonado, con el aplauso de toda la clase política, las emblemáticas Atarazanas al lado del conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (Catedral, Alcázar y Archivo de Indias) para, a cambio de una módica compensación de 25 millones de euros en 75 años, reubicar el futurible Caixafórum sevillano extramuros, allende el río, en la torre Pelli.
Los arquitectos Antonio Cruz, Juan Ruesga y Francisco Torres han coincidido en las páginas de El País en considerar que este traslado supone “rebajar de categoría” el futurible espacio cultural, porque la nueva ubicación no cumple, a juicio de cada uno de ellos, con los requisitos que imperan en los centros que La Caixa tiene en España y que sí reunían las Atarazanas: ser un edificio noble y estar bien situado.
Pero es que Sevilla es experta en lo mismo que se le achacaba a Arafat cada vez que se veía cerca la paz en el conflicto árabe-israelí y él daba un paso atrás: nunca pierde la oportunidad de perder la oportunidad.
La Audiencia Provincial de Sevilla ha dictado una sentencia en la que concluye que todas las viviendas ilegales construidas sobre suelo no urbanizable deben ser demolidas pese a que el Ayuntamiento del municipio donde se ubiquen haya iniciado un intento de reclasificación del suelo basado en el decreto aprobado en 2012 por la Junta de Andalucía para regular la situación de las edificaciones ilegales. Justo el mismo día en que se conocía la doctrina urbanística de la Audiencia, Zoido no tuvo mejor ocurrencia que anunciar en El Gordillo que presentará en el Pleno una propuesta para que la Gerencia de Urbanismo paralice los expedientes incoados a las viviendas ilegales levantadas en la barriada y en los que se proponen desde multas de 90.000 euros hasta la demolición. El populista alcalde Zoido hace tiempo que ha sepultado al magistrado Zoido que aplicaba las normas. ¿‘Dura lex, sed lex’ o un hombre un voto? ¿Qué pesa más en la balanza? Sevilla, y no sólo Las Minas de Castilblanco de los Arroyos, es, así, territorio comanche: urbanismo sin ley…. según convenga.
Hace unos días, Urbanismo aprobó de forma provisional la modificación del PGOU para permitir la construcción de aparcamientos rotatorios en el casco antiguo, al tiempo que el delegado, Maximiliano Vílchez, hizo una mera declaración de intenciones en el sentido de plantear la conveniencia de demandar al arquitecto alemán de las ‘Setas’, Jürgen Mayer, y pedirle una indemnización de 4,2 millones de euros por los sobrecostes en su construcción por sus errores de cálculo con el proyecto técnico.
El dedo de Zoido apuntaba hacia la construcción del aparcamiento rotatorio en la Alameda y nosotros, los tontos de los periodistas (como habría dicho Alberti: “yo era un tonto, y lo que he visto me ha hecho dos tontos”), mirábamos hacia las ‘Setas’ y a la nonata demanda contra el arquitecto, el objetivo del alcalde y Vílchez, para que en el fragor periodístico pasara lo más inadvertida posible la alteración del denominado ‘libro de la ciudad’, el PGOU.
Como es sabido, el ‘efecto llamada’ generado por el aparcamiento rotatorio bajo la Plaza de la Concordia, que da también servicio a El Corte Inglés, ha provocado tradicionalmente colapsos circulatorios en la calle Baños, su vía natural de acceso, y en parte de la calle Torneo, con el añadido de contaminación atmosférica, ruidos, riesgos para los peatones y molestias para los vecinos.
Para facilitar uno y otro, se previó un ensanche en la calle Calatrava, parecido al que se realizó años antes en la calle Imagen, y hasta el derribo de la capilla de Nuestra Señora del Carmen.
Cuando Max Vílchez, neófito en política y recién desembarcado en la Delegación de Urbanismo, quiso saltarse unos cuantos trámites para acelerarle el Ikea del aeropuerto a Zoido, Espadas dejó en evidencia su desconocimiento de la legislación urbanística y alardeó de que él sí se la sabía al dedillo por haber sido cocinero antes que fraile: consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía. Vílchez se mordió la lengua y aprendió la lección. Tanto ha aprendido en estos casi dos años que el otro día, cuando desde el equipillo de guardia del PSOE le instaron a que destinara parte del sobrante de 20 millones de la Gerencia a revitalizar los polígonos industriales, el delegado se dio el gustazo de recordarle en plan ‘profe’ a los Pavones sin Zidanes de Espadas que “el dinero recaudado por la venta de patrimonio municipal de suelo tiene que dirigirse obligatoriamente a retroalimentar el patrimonio municipal de suelo”. Max dejó a Espadas ‘touché’, nunca mejor dicho, y pasó su particular reválida. Zoido ya tiene en Vílchez delegado de Urbanismo.
La sombra del manirroto Monteseirín, el peor alcalde de la (reciente) historia de Sevilla sigue siendo demasiado alargada. Año y medio después de su salida por la puerta falsa del Ayuntamiento, su sucesor, Zoido, aún paga sus desastres. Ahora, 800.000 euros en intereses de demora por los impagos de obras realizadas hace siete años. Hagan cuentas de lo que podría hacerse con la ‘herencia’ del (sin) alcalde anterior si ese dinero no se dedicara a tapar los agujeros que ha legado a Sevilla y al nuevo regidor. Por ejemplo, el pago de dos alumbrados de Navidad como el de este año. Mejor aún, aplicando el canon de Evelia Rincón de distribuir entre los necesitados de la Macarena los fondos reservados a la Cabalgata del barrio, un reparto de comida entre 13.632 familias sin recursos de la ciudad. O haber socorrido a uno de cada siete de los 91.627 sevillanos en paro. Si decirse suele que rico es quien vive de las rentas que le dejan las rentas, moroso es quien genera intereses sobre los intereses vencidos: Monteseirín, el moroso (sellos del coche aparte) por excelencia.
Vecinos de Heliópolis denuncian que la Confederación del Guadalquivir (CHG) ha cortado 15 árboles (acacias, paraísos, árboles del amor y una palmera) plantados por ellos hace 30 años en la calle Perú, colindante con la carretera camuflada de Parque del Guadaíra que construyen para unir la SE-30 con la prolongación de la Avenida de la Raza. La CHG dice que no es una tala, sino un apeo, pero la 5ª acepción de este término en el DRAE le da la razón al vecindario: la Confederación ha cortado por lo sano la arboleda, ya tan perdida como la de Alberti, con la manida coartada de que los ejemplares estaban enfermos. Las fotos previas parecen demostrar lo contrario. En todo caso, la calle estaba mejor con árboles supuestamente enfermos que con el talud hecho por las excavadoras. El nuevo arboricidio de Heliópolis (antes se cargaron otros 20 ejemplares) pone en solfa la promesa de Zoido de que no se cortaría ningún árbol si no era con la firma del alcalde. Heliópolis es la prueba de que en la Sevilla de Zoido se siguen cortando árboles como en la Sevilla de Monteseirín.
Cuando gran parte de Italia estaba integrada en el imperio austro-húngaro, la censura austriaca era tan estricta que rechazó una ópera de Verdi, temerosa de que los italianos convirtieran cualquier pieza en otro himno contra los ocupantes extranjeros, como habían hecho con el coro de esclavos, ‘Va pensiero’, de ‘Nabucco’. Furioso, Verdi fue a exigir explicaciones. Los censores se justificaron diciendo que lo que en realidad rechazaban era el libreto, pero no su música, que el compositor podría adaptar sin problemas a otro texto. El genio se indignó más aún al comprobar que los cuadriculados represores no comprendían que música y libreto eran todo uno y que otro texto le inspiraría una música diferente. A Luciano Alonso le ha pasado con La Caixa lo mismo que a Verdi con los austriacos: los banqueros catalanes le han regalado el diseño de Vázquez Consuegra para otro proyecto en las Atarazanas sin reparar en que, como les ha respondido el consejero, si era para el Caixafórum no vale para algo distinto, aunque a La Caixa no le importe irse con su música a otra parte.
Tras hacerse la foto en plan gabinete de crisis con sus delegados de Urbanismo y Asuntos Sociales y el gerente de Emvisesa, comunicó la paralización de los desahucios en curso por la Empresa Municipal de la Vivienda. Previamente había propuesto a Griñán un pacto antidesahucios, en estos términos: “que se olvide de la demagogia y se siente de verdad con el PP, como ha ofrecido Mariano Rajoy a nivel nacional, para buscar la salida al problema. No se trata de ser demagogo -añadió-, se trata de tener rigor”. Y más tarde instó a la Junta a que, a través de la Empresa Pública del Suelo, mostrara su disponibilidad a paralizarlos.
Elena Cortés insistió en que no se privaría de una vivienda social a las familias afectadas por sobreendeudamiento o que contaran entre sus miembros a personas dependientes, una medida con la que cinco meses más tarde ha coincidido la patronal bancaria al anunciar una moratoria de dos años en los lanzamientos de viviendas “en aquellos casos en que concurran circunstancias de extrema necesidad”.
En octubre, Torrijos (IU) destapó que Emvisesa había enviado un centenar de cartas intimidatorias a adjudicatarios de sus viviendas en San Jerónimo, en las que les avisaba de que si en el plazo “inexcusable” de 15 días no abonaban las deudas pendientes o los recibos atrasados de la comunidad, se darían por resueltos los contratos y se les abriría de inmediato un proceso judicial de desahucio.
El Zoido que ahora anuncia la paralización de los desahucios por parte de la Empresa Municipal de la Vivienda es el mismo que permitió hasta hace unos días que Emvisesa enviara noventa notificaciones de expulsión de sus hogares a adjudicatarios de sus pisos y el que, según subraya el PSOE, hace un mes votó en el Pleno del Ayuntamiento en contra de una moción socialista que proponía echarle el freno a los desalojos y la adopción de medidas sociales de apoyo a los inquilinos con problemas económicos por causa de la crisis. Pero el partido de Rubalcaba es también el que en el mes de marzo votó en las Cortes, junto con el PP, en contra de una propuesta de Izquierda Plural para acabar con los abusos de las entidades financieras y para que se aceptaran las donaciones de pago de las viviendas, como en los países anglosajones, para liquidar las deudas acumuladas y que no se mantengan incluso tras el desahucio. Si ahora unos y otros se han caído del caballo y se han convertido a la causa antidesahucios no ha sido por convicción previa, sino por mero oportunismo político.