El (sin) alcalde, que ha tardado dos semanas en pronunciarse sobre la actuación del edil piquetero, se ha limitado a verter una leve crítica contra su delegado de Economía: “Yo (en su lugar) hubiera sido más prudente”. Como el (sin) ha justificado la presencia en el piquete con la peregrina tesis de que Vázquez iba en calidad de sindicalista y no como concejal, en una disociación patológica, ¿a qué se refiere entonces con su apelación a la prudencia? Verosímilmente, a haber sido tan torpe como para no darse cuenta de que lo estaban grabando, pues sin la prueba de cargo de las imágenes no habría saltado el escándalo y el gobierno ‘de progreso’ no tendría en contra a la opinión pública. En la novela ‘El extranjero’, de Albert Camus, el protagonista no es condenado por haber cometido un crimen, que al jurado hasta casi le trae sin cuidado, sino por no haber llorado durante el funeral de su madre. Para Monteseirín, Vázquez no merece reproche por haber formado parte de un piquete rompedor de mesas en el bar ‘Serranito’, no, sino por su torpe imprudencia política.
El imprudente
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