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El AVE de Málaga

El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, está recibiendo críticas más o menos veladas por expresar su apoyo incondicional al aeropuerto de Málaga como puerta de entrada de turistas extranjeros a Sevilla y preconizar mejoras en sus conexiones antes que propugnar lo mismo para las infraestructuras sevillanas.

Espadas está obsesionado por acortar los tiempos de viaje entre las dos ciudades ahora hermanadas en el eje y, a tal efecto, tras reunirse con la alcaldesa de Córdoba como aspirante a convertir el eje bilateral en un triángulo declaró: “a lo mejor se gana más tiempo conectando el aeropuerto internacional de Málaga con el AVE, ya que todas las inversiones no se pueden hacer a la vez”. En este sentido, el alcalde apuntó a que los turistas de Europa del Este que llegan a Andalucía a través del aeropuerto malagueño y que son testimoniales en Sevilla podrían tener una mayor presencia entre nosotros si el viaje en tren de alta velocidad entre las dos urbes durara menos de lo que dura ahora.

Veamos algunas cifras para tratar de comprender la oportunidad que supondría para Sevilla captar al menos una parte del flujo de viajeros que accede a Andalucía a través del aeropuerto de la Costa del Sol: durante los primeros once meses del año 2014, el número de pasajeros del aeropuerto Pablo Picasso fue de 13.064.557, y el del aeropuerto de San Pablo, 3.611.280. Por tanto, el aeródromo malagueño casi cuadruplica en pasajeros al sevillano: el nuestro sólo equivale al 27,64% de aquél en términos de usuarios.

BENEFICIO POTENCIAL

Además, según los datos aportados por Espadas antes de su marcha a Londres para promocionar Sevilla conjuntamente con Málaga en la feria turística World Travel Market, el 90% de los turistas que recibe Andalucía llegan a Málaga, frente a tan sólo el 6% de Sevilla. Por tanto, la gran beneficiaria del eje Sevilla-Málaga sería nuestra ciudad, siempre que consiguiera que parte de ese enorme flujo turístico acabara recalando aquí también.

Y, en tercer lugar, Málaga dispone de la única conexión aérea directa con Estados Unidos desde Andalucía (en principio, durante la temporada de verano, con planes de extenderla al resto del año), de ahí que Espadas apostara no por convertir el aeropuerto malagueño en la puerta de entrada de ese turismo en detrimento del de San Pablo, sino al revés: ya que nosotros carecemos de esa conexión, que depende de los objetivos mercantiles de las compañías aéreas y no se puede imponer por decreto, aprovechemos la que ya existe, la malagueña, en beneficio de Sevilla.

Con esta realidad apabullante que demuestran los datos citados, ¿cómo conseguir acortar la distancia por AVE entre Sevilla y Málaga para atraer parte de esos turistas que aterrizan en el aeropuerto malagueño? ¿Por qué da Espadas prioridad a la conexión por AVE entre el aeropuerto Pablo Picasso y la estación ferroviaria María Zambrano en vez de entre el aeropuerto de San Pablo y Santa Justa?

La razón elemental que podría argüir el alcalde es que los 3,6 millones de pasajeros de la estadística anterior ya están aquí porque precisamente han tomado la decisión de venir a Sevilla y por tanto salvarán la distancia entre el aeropuerto y el casco urbano en taxi, autobús de Tussam, un coche de alquiler o cualquier otro medio de locomoción. No hay que convencerles de que vengan porque ya han venido.

DISUASIONES

En cambio, los 13 millones de turistas que utilizaron el aeropuerto malagueño necesitarían 1 hora y 55 minutos de tiempo neto en un viaje en el AVE, que sumar al de la conexión desde el aeropuerto hasta la estación, para desplazarse hasta Sevilla, un tiempo que puede acabar siendo tan o más disuasorio como la fama del calor que pesa sobre la ciudad. Aquí es donde está la prioridad de Espadas. Y no sólo la suya. Civisur, la entidad cívica de sevillanos y malagueños que ha impulsado el eje político Sevilla-Málaga, también propugna una conexión directa por AVE entre las dos urbes y un tren cada hora, para multiplicar los flujos turísticos y económicos.

Esa conexión directa en tan sólo 55 minutos (una hora menos que actualmente) era también el objetivo de la línea alternativa de AVE que entre las dos ciudades tendía la Junta de Andalucía a través de la campiña, hasta que por la crisis económica dejó abandonada hace cuatro años la plataforma de 77 kilómetros que ya había construido entre Marchena y Antequera.

Condenados a la situación en que nos encontramos, ese viaje de 1 hora y 55 minutos entre Sevilla y Málaga a través de Córdoba, ¿tiene sentido prolongar el AVE hasta el aeropuerto malagueño para ganar… cuánto tiempo? El aeródromo Pablo Picasso ya tiene lo que no tiene aún el de Sevilla: una estación de cercanías ferroviaria justo enfrente, desde la que sale un tren cada 20 minutos hasta la estación del AVE, trayecto que tarda en cubrir 8 minutos.

Se trata de una línea (la Málaga-Fuengirola) que discurre por unas zonas densamente pobladas y sinuosas que probablemente obligarían a soterramientos de vías y que en una distancia tan corta no permitiría siquiera que el AVE alcanzara su máxima velocidad. ¿Qué tiempo se podría ganar con una infraestructura como ésa a un coste multimillonario sobre los ocho minutos actuales? ¿Tres, cuatro, cinco minutos?

ANTIECONÓMICO

No merece la pena la relación coste/beneficio, máxime si como admite Espadas “todas las inversiones no se pueden hacer a la vez”. Ni aunque se pudieran hacer, porque sería antieconómica y ya es hora de medir la rentabilidad de las inversiones y de trazar prioridades.

Espadas ha equivocado el objetivo, porque en las actuales circunstancias el ahorro real de tiempo se produciría con el denominado ‘bypass’ en Almodóvar del Río, que permitiría que los AVE giraran allí en dirección a Málaga en vez de seguir viaje hasta y con con escala en Córdoba. Ese atajo  supondría rebajar entre diez y veinte minutos, según las estimaciones, el viaje y dejaría a Sevilla desde Málaga a poco más de una hora y media, un tiempo razonable y atractivo para el turista que aterrizara en la Costa del Sol.

Y para no incurrir en los mismos errores de los aeropuertos sin aviones y las autopistas radiales sin coches, que luego hay que rescatar con dinero público, si primara la racionalidad política y económica,  Espadas podría pedir que en vez del costoso proyecto de unir San Pablo con Santa Justa a través de un túnel de 11 kilómetros (¿a qué multimillonario precio y, como en el caso de Málaga, para ahorrar cuántos minutos?), se construya un ramal ferroviario a partir de la vía ya existente, que se extiende a lo largo de cuatro o cinco kilómetros en dirección al aeropuerto. Con seis kilómetro más tendríamos un Cercanías San Pablo-Santa Justa, como Málaga tiene el suyo Pablo Picasso-María Zambrano.

Son cuestiones de sentido común, pero ya se sabe que éste acaba siendo el menos común de los sentidos.