Hay que preguntarse si Sevilla necesita un nuevo gimnasio u hotel en la antigua comisaría
Barcelona, Lyon y otras ciudades están apostando por Fab Lab o centros de fabricación digital
El alcalde Espadas, tras haber mantenido una reunión con los portavoces de los grupos municipales para abordar una “hoja de ruta” al respecto a cumplir en los próximos dos años de mandato municipal, ha revelado que el futuro de la antigua comisaría de la Gavidia se decidirá por concurso público, y ha hecho un llamamiento a que quien tenga un proyecto, que lo ponga ya encima de la mesa, pero con un estudio de viabilidad económica y con un plan de financiación “porque -ha aseverado- no estamos en el punto de las ideas ocurrentes sin más”.
Hasta ahora, el Ayuntamiento tiene cuatro propuestas, a saber:
1.- Una, de la empresa Forus, de convertirlo en un gimnasio que sirva para practicar deporte y hábitos de vida saludable. ¿Necesita la ciudad de más instalaciones de este tipo cuando el propio Ayuntamiento cedió la no tan lejana estación de Cádiz para que albergue a partir de la próxima primavera el que será el mayor gimnasio de Andalucía, el cual contará con 7.500 m2 bajo techo y podrá atender una demanda de 7.000 usuarios?
2.- Un hotel promovido por el grupo Mandarin Oriental.
3.- Otro hotel, promovido en este caso por el grupo Barceló, que para hacer más atractiva su oferta rehabilitaría a su cargo la antigua iglesia del convento de San Hermenegildo, otrora sede del Parlamento de Andalucía, para su conversión en sala de exposiciones, con asunción de los costes de mantenimiento. No es de extrañar que sea ésta la idea que más entusiasmo suscite en el gobierno, ya que así se libraría (con perdón por la expresión) de dos “muertos patrimoniales” con los que no sabe qué hacer y se ahorraría los costes que le generan (sólo en la custodia de la antigua comisaría ha gastado ya 950.000 euros).
Desde una perspectiva global de ciudad y no sólo desde una visión parcial de la Gavidia y San Hermenegildo, ¿necesita Sevilla más hoteles con los que abundar en un arriesgado monocultivo turístico en caso de crisis en el sector por la recuperación de los mercados mediterráneos u otra causa? De la burbuja inmobiliaria podemos pasar a una burbuja turística. En el último quinquenio se han abierto en la ciudad una treintena de hoteles, a los que habrá que añadir los que ya están en ejecución o anunciados, tales como el de la torre Pelli, edificio Vilima, la sede de Comisiones Obreras en la Plaza del Duque, Plaza de la Magdalena, Plaza de la Encarnación, Triana, Guzmán el Bueno… sin contar con el crecimiento exponencial de los pisos y casas turísticos.
4.- En su documento “Des-montando la Gavidia”, los arquitectos sevillanos del equipo Entre Adoquines preconizan, por una parte, un uso mixto: la ocupación del inmueble por parte de diversos colectivos y la ubicación de espacios comerciales, artesanales y de trabajo; en definitiva, la creación de un espacio para los ciudadanos.
Su segunda opción sería la conversión de la antigua comisaría en un centro de investigación gestionado conjuntamente por la(s) universidad(es) de Sevilla y el Ayuntamiento, sin excluir a la empresa privada. “Un centro -defiende Entre Adoquines- que cree oportunidades e investigue en nuevas tecnologías solucionando además uno de los problemas más tristes de la ciudad, que es la migración de talentos jóvenes universitarios y recién titulados al extranjero por la falta de oportunidades a la hora de desarrollar su carrera”.
EL DINERO
El problema desde el punto de vista del Ayuntamiento es que mientras las propuestas de conversión de la antigua comisaría en otro gimnasio (Forus) u otro hotel (Mandarin Oriental y Barceló) no le cuestan un euro porque las empresas se encargarían de la reparación del inmueble y hasta podría obtener un canon anual mediante la figura de una concesión (no olvidemos que Monteseirín la compró al Ministerio del Interior en diciembre de 2006 por 9.900.000 euros, en otro de sus “negocios” ruinosos para la ciudad), las ideas de Entre Adoquines le supondrían un coste económico.
Según la Corporación Municipal, la completa la rehabilitación del edificio para otros usos costaría al menos 10 millones de euros, una cantidad que no está dispuesta a gastar. El colectivo de arquitectos tampoco aspira a tanto. Le bastaría con que el Ayuntamiento destinara 1,5 millones de euros a la consolidación de la estructura del edificio. Los 8,5 millones restantes los buscaría entre las empresas potencialmente interesadas en instalarse allí, y de fondos europeos.
Hay que preguntarse por qué el Consistorio no está dispuesto a emplear 1,5 millones en consolidar la Gavidia y evitar su ruina tras once años de abandono cuando, por ejemplo, sí estaba dispuesto a gastarse 6 millones de euros en la adquisición de sólo un tercio de la sede de la Consejería de Gobernación en la Plaza Nueva (hasta llegar progresivamente a 17 millones por el 100%) y se ha gastado 4,5 millones en la compra de la Casa Fabiola (tan sólo 2.000 m2 frente a los 7.500 m2 de la Gavidia).
DIFERENTE
Obviamente, la propuesta que no es más de lo mismo ya existente en Sevilla (gimnasios, hoteles y comercios) y con la que más nos identificamos por creerla con más potencial social y económico a medio y largo plazos es la del colectivo de arquitectos Entre Adoquines de convertir la antigua comisaría en un conjunto de talleres multidisciplinarios y centros artesanales o/y en un vivero universitario donde se investigue sobre nuevas tecnologías.
Vayamos un paso más allá: no sólo donde se investigue, sino donde además se apliquen esas nuevas tecnologías, al modo de lo que ya se está haciendo en otras ciudades como Barcelona, que siempre ha sido un espejo en el que se ha mirado Sevilla para inspirarse. Pues bien, la capital catalana se ha marcado por objetivo convertirse en la primera ciudad del mundo en contar con una red pública de Fal Lab (apócope de Laboratorio de Fabricación Digital o centros donde se utilizan impresoras 3D, cortadoras láser y otro tipo de tecnologías más Internet para simplificar los procesos industriales y promover la fabricación personal), a razón de uno por cada distrito.
El director del Instituto Municipal de Informática, organismo público que lidera el proyecto, ha declarado lo siguiente: “Esta iniciativa de I+D será una infraestructura de ciudad, como los centros cívicos: algunos son públicos y otros, de iniciativa privada. En Chicago, la fabricación digital ya es una industria; en Barcelona queremos que sea un servicio público orientado al emprendimiento social. El objetivo de los Fab Lab municipales es que sirvan de germen para descubrir el talento de la ciudad y que la gente vuelva a tomar el control de la tecnología”.
CULTURA “MAKER”
Los Fab Lab barceloneses, exponentes de la moderna cultura “maker”, serán básicamente centros de divulgación con módulos de formación para todas las edades y todo tipo de personas y entidades, pero no lugares donde ir a imprimir un proyecto o a hacer un trabajo. «Si quieres hacerte una estantería para tu casa, ya hay lugares privados que lo hacen. Nosotros queremos que la gente presente proyectos y aprenda cómo hacerlos, y que lo que obtenga lo revierta en la comunidad como voluntarios o en proyectos que aporten un beneficio social, como aportar código o conocimiento. Cómo resolver problemas concretos de la ciudad, por ejemplo». La idea es dar entrada también a centros privados con los que firmar colaboraciones del tipo «escuela concertada».
¿Quiere ideas Espadas sobre financiación o incorporación privada para un proyecto en esta línea? No es casualidad que Leroy Merlin, la firma francesa con sede en Villeneuve d’Ascq (grupo Adeo, con 121 tiendas en Francia y 20.000 empleados) haya decidido crear para sus clientes «espacios de fabricación colaborativa» asociándose con la firma americana TechShop. TechShop fue fundada en 2006 en San Francisco, abrió ocho laboratorios en Estados Unidos y ha comenzado por Francia su expansión internacional.
HASTA EN TURISMO
¿Y qué podría hacerse con San Hermenegildo? Pues otro Fab Lab, pero turístico y como una extensión de la Gavidia, al modo de Lyon con la Casa del Chamarier (intendente de fiananzas del Obispado), cercana a la Catedral de San Juan.
El Fab Lab turístico de la ciudad francesa estará dividido en tres grandes zonas:
1) El Salón de la Maqueta: Albergará la maqueta del casco antiguo de la ciudad, Patrimonio Mundial de la Unesco, en formato tradicional y también en realidad aumentada. La Casa del Chamarier se convertirá así, excepcionalmente, en un lugar polivalente que podrá ser utilizado también para acoger actividades culturales (plan que mejoraría el de Barceló, de mera sala de exposiciones).
2) El Laboratorio: Parcialmente aislado de la Sala de la Maqueta mediante grandes puertas correderas y vidriadas, será un espacio multiusos donde se celebrarán conferencias, se impartirá formación y se acogerá a start-up innovadoras que se dediquen a desarrollar aplicaciones en conexión directa con el patrimonio de la ciudad y a facilitar y promover las actividades del Taller de Fabricación Digital.
3) El Taller de Fabricación Digital: Ocupará en principio 50 m2 en el sótano y estará equipado con máquinas profesionales para grabado y corte láser, impresoras 3D, escáneres 3D, equipos informáticos y útiles tradicionales.
El Taller permitirá crear a escala reducida edificios singulares del casco antiguo de Lyon y con el tiempo se constituirá una biblioteca de ficheros 3D de los inmuebles. La formación básica será impartida por el Ente Nacional de las Artes y de los Oficios y por la Sociedad del Ródano y de Lyon.
El Fab Lab turístico también tendrá una librería-boutique que ofrecerá, en consulta o en venta, obras de referencia sobre el patrimonio, tanto local como internacional. La oferta se completará con una producción editorial en forma de mapas, juegos y desplegables sobre el patrimonio de Lyon, todo enriquecido con realidad aumentada.
Mientras la tendencia en el mundo son las 3D, nuestras tres dimensiones en Sevilla son siempre las mismas: gimnasios, comercios y hoteles.