Ahora lo comprendo todo. Comprendo la obra de caridad que hizo el presidente de la Junta de Andalucía y secretario general del PSOE andaluz, José Antonio Griñán al defenestrar a Alfredo Sánchez Monteseirín por el procedimiento de urgencia del teletipo de la agencia Europa Press viendo, a buen seguro, el estado de postración anímica en que debía de hallarse el (sin) alcalde. También comprendo por qué el (sin) ha cantado en plan bolero eso de “si se piensa en mí para un cargo político, que sea fuera de Sevilla”. Y es que Alfredo ha comprobado que no es profeta en su tierra. Este incomprendido y adelantado a su tiempo, se ha esforzado por llevarnos a todos la tierra prometida de la Modernidad y, a las primeras de cambio, los sevillanos han rechazado en el Barómetro que su correligionario Antonio Pascual ha realizado con el Centro Andaluz de Prospectiva para Antares sus máximos iconos: el cierre del Centro al tráfico para que, no pasando en el mismo más de 45 minutos, no se arruinen sucumbiendo a los cantos de sirena de los comerciantes, y la nueva pirámide del siglo XXI, las faraónicas setas del Metropol Parasol en la Encarnación, que hasta al ingrato Juan Espadas, el alcaldable socialista, le parecen fuera de escala. Por eso se nos va. Como Paco Martínez Soria en aquella película clásica del cine español, Alfredo ya pregona: “esta ciudad no es para mí”.
Incomprendido
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