El (des)tapado del alcalde, Celis, dice que sólo por haber inaugurado el Metro Monteserín ya merece pasar a la historia. Le ciega el servilismo, porque nadie ha pasado a la historia por haber ido como invitado a la inauguración de un Metro que ni ha construido ni donde tiene competencias. El alcalde sólo ha participado a la hora de apoquinar, y por esos amaños políticos para justificar la extensión de este transporte al alfoz de Sevilla, ya que según la ley del Metro al Estado le correspondía pagarlo casi todo y a la ciudad el material móvil. Si se habrá borrado el Ayuntamiento del Metro en beneficio (¿?) de la Junta que hasta quitó a Tussam del accionariado de la sociedad constructora. La obra del suburbano ha estado plagada de tantas incidencias y retraso que nadie ha sacado pecho por su parcial inauguración, ni siquiera su madre política, la consejera Gutiérrez. En todo caso, quien debe pasar a la historia es su padre político, Rojas Marcos, pues fue a él, merced a su pacto con Chaves, a quien Monteseirín debe la Alcaldía, y Sevilla, el Metro.
La intrahistoria del Metro
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