Por más que Marchena, el valido del (sin) alcalde, vaya diciendo por las esquinas que a él no le propusieron ser rey mago en la Cabalgata (tiene razón: se postuló él mismo) y que se trataba sólo de rumores sin confirmar, aquí nadie se chupa el dedo. Si eran sólo rumores, ¿por qué se pavoneaba tanto cuando durante meses se veía en los periódicos como rey Melchor? El Ateneo, al contrario que otros que se humillaron y vendieron su honra al valido a cambio de un plato de lentejas para mancharse de indignidad por siempre, no se ha dejado avasallar por el chulesco imputado en Mercasevilla y lo ha destronado antes de la coronación. Tal para cual: a un (sin) alcalde, un valido sin corona. Marchena es ahora como el espía británico en Huelva durante la II Guerra Mundial: el rey que nunca existió. Lo mejor es la excusa diplomática para mandarlo a hacer puñetas: evitarle problemas de seguridad. El Ateneo habrá constatado que el valido ha pisado a tanta gente en Sevilla que podría haber pasado a la historia como el rey mago que recibió más caramelazos de los que lanzó.
Sin corona
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