Tal como, en plan fray Luis de León, decíamos ayer, Antonio Rodrigo Torrijos se queja amargamente de que aun siendo primer teniente de alcalde – o eso se cree él- no se le facilitan los datos sobre Tussam que pidió por el conducto reglamentario del pacto de gobierno hace tres meses. En vez de vuelva usted mañana, vuelva en un semestre. Las cosas del palacio (de invierno) van despacio. El mini escándalo montado por el portavoz del grupo Izquierda Unida, de no ser una maniobra previamente acordada de distanciamiento cara a la galería ante la proximidad de las elecciones, se presta a una segunda lectura. Tiene gracia, o más bien ninguna para el (sin) primer teniente de alcalde, que quien al alimón con Monteseirín ha expulsado a la Oposición de los consejos de administración de las empresas municipales para ocultarle información sensible (pensemos, sin ir más lejos, en Mercasevilla) se queje ahora de que a él le hagan lo mismo sus socios del PSOE. ¿Qué tal sienta, Antonio, una ración de tu propia medicina a modo de purgante? Quien a hierro mata, a hierro muere.
Trasquilado
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