El ficus de San Jacinto debería conservarse aun muerto como un icono de Triana y un símbolo de la barbarie contra el patrimonio natural

El Ayuntamiento anuncia su eliminación por su estado irreversible y su sustitución por otro ejemplar de una especie indeterminada

Un informe del Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla sobre el ficus centenario de la parroquia de San Jacinto certifica el «colapso final» del emblemático árbol tras «el descope total» por «el conato de tala en agosto de 2022». Parques y Jardines propone «la eliminación del árbol muerto y la plantación de un nuevo ejemplar perteneciente a una especie que pueda compensar los beneficios medioambientales, paisajísticos y ecológicos».

El informe del Servicio de Parques y Jardines aborda la situación del ficus y expone que «tras el descope total del ejemplar llevado a cabo en el conato de tala en pleno agosto de 2022, el árbol sufre una serie de circunstancias que han provocado su colapso final»; sobre todo por la «eliminación de toda la masa foliar», la «exposición de toda la corteza de la estructura residual a la insolación estival y altas temperaturas» y la proliferación de «hongos saprofitos que aprovechan la debilidad y precariedad del ejemplar», entre otros aspectos.

En las catas realizadas en el alcorque existente se ha detectado que a lo largo del tiempo se han ido superponiendo capas de pavimento que también facilitaron la precarización de la masa radicular del ejemplar y esto puede haber sido otro de los factores de su dificultad en recuperarse (la ampliación de las capas de pavimento superficiales y perforación de niveles inferiores tampoco fueron en el momento de realizarse suficientemente eficientes como para posibilitar la regeneración de nuevas raíces).

Sucesivas capas de pavimento que fueron ahogando las raíces y que alguien debió autorizar

Este informe, que firma un ingeniero técnico agrícola, concluye que «el ejemplar no tiene posibilidad de recuperación», considerando que «la estructura actualmente existente se irá descomponiendo poco a poco a un ritmo no predecible que va a depender de los condicionantes atmosféricos y la actuación de los organismos saprofitos que actúen en sus tejidos».

Así, el informe propone «la eliminación del árbol muerto y la plantación de un nuevo ejemplar perteneciente a una especie que pueda compensar los beneficios medioambientales, paisajísticos y ecológicos que proporcionaba el ficus en su máximo momento de esplendor huyendo de los conflictos que pudieran surgir en cuanto a funcionalidad, seguridad, competencia con espacio y molestias a los ciudadanos».

EL ÁRBOL DE TOKIO

El informe, obviamente, no dice lo que no se ha hecho y se podría haber hecho o que no sabemos si aún se podría realizar.

Tenemos el ejemplo internacional de una zelkova (zelkova serrata) del parque de Shinjuku Gyoen, uno de los más grandes de Tokio, con 400 años de antigüedad. Es decir, tres siglos más viejo todavía que el ficus de San Jacinto.

Éste árbol y un magnolio de 150 años son los únicos centenarios entre los 20.000 del parque citado de la capital japonesa. Cuando los técnicos observaron sus síntomas de decaimiento, cortaron el tronco hasta dejarlo a una altura de tres metros del suelo, lo envolvieron por completo en una capa protectora y le aplicaron y le siguen aplicando un tratamiento revitalizante especial. De momento ya han conseguido que broten nuevas ramas del tronco así rebajado.

La zelkova de 400 años de Tokio, envuelta completamente en una capa especial protectora

.A primera vista, un árbol que necesita ser cuidado de forma continua hasta que se recupere da muestras de poca resiliencia, en línea con lo que plantea el Servicio de Parques y Jardines con el ficus de san Jacinto, pero como ha explicado J. W. T. Mason, según la tradición japonesa una gran edad y una “resistencia especial” son evidencia de los “poderes vitales” de un árbol. El tronco roto y la capa protectora simbolizan las batallas que ha librado el gran árbol a lo largo de sus 400 años de historia para sobrevivir e insuflan ánimo a los vecinos de Tokio para que, al igual que la zelkova, puedan hacer frente a las dificultades de la vida.

ÚLTIMA BATALLA

Sevilla no debería ser menos que Tokio a la hora de tratar de salvar un árbol centenario que como el ficus de San Jacinto es tan símbolo de Triana y de la ciudad como se considera una iglesia, ya que se trata de un monumento natural. Por tanto, antes de darlo por perdido definitivamente habría que convocar a expertos, nacionales e internacionales (los japoneses, por ejemplo), en demanda de asistencia técnica para preservarlo.

En paralelo habría que tratar de lograr al menos un vástago del ficus centenario para perpetuarlo en otro sitio de la ciudad, al modo de lo que hacen los vascos con el árbol (un roble) de Guernica. El actual es el cuarto que proviene, por siembras o retoños, del original, el llamado ‘Árbol Padre’, que databa del siglo XIV.

El árbol de Guernica, delante de la Casa de Juntas de la ciudad

Y también adoptar medidas complementarias de protección del tronco que, inexplicablemente, no se han adoptado en estos dos años pese a lo expuesto en este informe del Servicio de Parques y Jardines sobre la grave afección que ha supuesto para el ficus la insolación como consecuencia de la tala salvaje de su copa. ¿Por qué no se le ha protegido en estos dos años con un entoldado que le proyectara sombra en vez de limitarse a colocarle arpillera en el tronco?

SI EL ÁRBOL MUERE

Si a pesar de todos los tratamientos que aún pudieran aplicarse el ficus muriera (en realidad ha sido matado, que no es lo mismo), me decantaría, tal como preconizó en su día la Plataforma ciudadana en su defensa, por conservar ese inmenso muñón en que lo han convertido, tanto por ser un icono de Triana como un símbolo de la barbarie contra el patrimonio natural, y como elemento didáctico para las generaciones futuras demostrativo de lo que nunca más debe repetirse.

El ficus de San Jacinto ha quedado reducido a un enorme muñón

Colocaría una placa delante del mismo, como las que se colocan en las inauguraciones de las obras públicas para que los políticos pasen a la posteridad. Una placa que empezaría igual que esas a mayor gloria de los gobernantes, pero en este caso a mayor escarnio y que empezaría así: «Siendo alcalde de Sevilla el excelentísimo don Antonio Muñoz, y párroco de la parroquia de San Jacinto fray Javier Rodríguez, se procedió el 17 de agosto de 2022, con permiso del primero a petición del segundo, a la tala de este centenario ficus. Pese a que fue paralizada por orden judicial merced a la protesta ciudadana, a consecuencia de los enormes daños sufridos los técnicos certificaron la muerte del ejemplar (el día tal). El Ayuntamiento, para perpetuar el recuerdo…….».

Y una exposición gráfica al aire libre en torno al tronco rememoraría la historia del ficus de Triana en su máximo esplendor y también del proceso de su tala, para que nativos y visitantes (digamos mejor turistas, a ver si así, pensando en que se puede convertir en un reclamo turístico para la ciudad y fuente de recursos económicos, el gobierno local ejecuta la idea) comprendan en el futuro lo ocurrido en 2022.

¿Se puede conservar el tronco muerto sin que se lo «coman» los insectos, hongos y demás y lo degraden los agentes atmosféricos? Hay bastantes organismos oficiales, como el Ministerio del Medio Ambiente del Reino Unido, que han editado hasta Guías para la conservación de los árboles secos por su importancia para la vida natural y la agricultura ecológica, así como entidades privadas, caso de la norteamericana The Cavity Conservation, que fomentan la conservación segura de árboles muertos y moribundos como hábitat para las aves y otros animales salvajes que anidan en sus oquedades.

En estos casos lo que se preconiza es no talar los árboles secos y dejarlos «in situ» en el campo o en el bosque para que sirvan de refugio y/o alimento a especies beneficiosas para el ser humano y para que la Naturaleza haga su trabajo de reducirlos a polvo.

Pero el ficus de San Jacinto es diferente, ya que se trata de un árbol urbano, cuyo muñón es, pese a la tala salvaje, aún de gran porte y que podría voltearse con el tiempo y causar algún accidente. Habría que fosilizarlo o petrificarlo con técnicas propias de los conservadores de museos, como hicieron los suecos con la madera del buque de guerra Vasa, rescatado del fondo del mar Báltico al cabo de 333 años y que se exhibe en un fantástico museo de Estocolmo.

La madera del Vasa, en su museo de Estocolmo, ha sido conservada tras 333 años en el fondo del mar

Los técnicos lo rociaron a diario durante 17 años con polietilenglicol (PEG), un alcohol hidrosoluble, hasta ese momento usado solo en farmacia, cosmética y alimentación, que fue ocupando el lugar del líquido interior para formar una cera protectora. En 1990, el Vasa se expuso al público en un museo construido ex profeso para el barco, museo que hasta antes de la pandemia recibía del orden de un millón y medio de visitas al año.

La solución más fácil con el ficus de San Jacinto es la preconizada por el Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento: triturar el tronco y plantar algún arbolito en su lugar, de porte preferentemente bajo, como un naranjito, que no moleste al cura.

Pero el árbol de Sevilla más conocido nacional e internacionalmente, el centenario ficus de San Jacinto, no merece acabar triturado en astillas. Si no se puede salvar el árbol hay que salvar al menos el símbolo en que se ha convertido. De Triana y de Sevilla.

2 comentarios en “El ficus de San Jacinto debería conservarse aun muerto como un icono de Triana y un símbolo de la barbarie contra el patrimonio natural

  1. J

    Me han destrozado el corazón.
    Durante toda mi infancia viví cerca del árbol. Iba al colegio San Jacinto, pasaba todos los días junto a él. Entre sus enormes raíces he jugado, he intentado treparlo, he cogido pichones de palomas (las cuales criaba y liberaba posteriormente). El ficus es una parte importante de mi vida.
    Hace ya dos décadas que me fui de la ciudad, aunque vuelvo de vez en cuando.
    Desde hace años se escuchaban rumores sobre la tala del árbol, pero pasaba el tiempo y no ocurría. Pensaba yo, pobre iluso, «eso jamás lo harán». Pues sí, lo hicieron. La agonía que sufrí el día que se presentaron los mata-árboles dispuestos a eso, a matarlo, sólo se queda para mí. Mi única obsesión en esos momentos era que alguien, o muchos, consiguiesen esquejes del árbol. Era la única solución de «salvarlo», de «mantenerlo» con vida. Cualquier planta obtenida de esqueje es un clon de la planta «madre»; para que se entienda, una copia exacta a nivel genético.
    Cuando parecía todo perdido, milagrosamente, llegó una orden judicial para detener aquella barbarie. Con lágrimas en los ojos, pensé, «qué poco ha faltado. Menos mal. Se ha salvado!». Lo primero que pensaba es que se recuperaría sin problemas, que era un árbol fuerte, que tenía algunas ramitas con hojas, algo que ayuda mucho, y que brotaría con fuerza y sin problemas. Y así fue a los pocos meses. Estaba salvado!!
    Como decía, vivo fuera de Sevilla, estoy un poco desconectado de todo lo que ocurre, y la verdad, con el árbol ya fuera de peligro (pensaba yo) me olvidé un poco. Pero cuál es mi sorpresa cuando me dispongo a buscar información acerca del ficus, para ver cómo está, cómo evoluciona, y me encuentro que están intentado salvarlo, que está enfermo… ¿¡Cómo!? No podía creerlo. Decían que estaban poniéndole tratamientos de no sé qué y no sé cuántos, que tal y cual. Tonterías! Dejadlo tranquilo! Yo sé algo de plantas. No quiero dármela de entendido, pero llevo prácticamente toda mi vida cuidando seres vivos, tanto plantas como animales. A mi juicio, estaba complemente convencido, el ficus saldría adelante sin problemas. Mucho tenían que torcerse las cosas para lo contrario. Bueno, pues parece que se torcieron. Lo que está claro es que la mano del Homo «sapiens» es la causante de la muerte.
    Hoy precisamente he vuelto a Sevilla, y cuando estaba llegando al cruce de San Jacinto con Pages del Corro y he visto el ficus… no podía creerlo, aunque sí podía esperarlo. Se me ha roto el corazón. Todos los recuerdos de mi infancia, todas las palomas que han criado en él, toda los frutos que caían por miles al suelo, toda esa majestuosidad, ese porte… Todo acabó. Fin. Un ser vivo más destrozado por el «sapiens».
    Aun así, aunque la pinta es muy mala, ¿están completamente seguro de que ha muerto al 100%? Si algunas raíces aún se mantienen más o menos bien, podrían dar «hijos» (chupones).
    Lo único que he pensado, y sigo haciéndolo, es en esos esquejes que algunas personas cogieron. Es primordial que aparezcan, siempre que hayan sobrevivido, claro. Ellos son la única (y última) esperanza de «salvar» al Ficus de San Jacinto!!

    Si alguien sabe algo de esos «clones» del árbol…, por favor, que escriba aquí. Muchas gracias!!

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