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Calle Zaragoza: Emasesa adjudicó las obras sin esperar a la Comisión de Patrimonio

Y formalizó el contrato pese a no haber obtenido el permiso del organismo de Cultura, que exigió nuevos datos y recomendó adoquín de Gerena

Tardó casi medio año en remitir una documentación que no ha satisfecho plenamente a la Comisión

Muñoz presionó con la Semana Santa para obtener un dictamen favorable a las obras, aunque sigue pendiente la cuestión del pavimento

El gobierno de Espadas, a través de Emasesa y de la Delegación de Hábitat Urbano, ha actuado primero con una política de hechos consumados y luego ha tratado de poner a los pies de los caballos a la Comisión de Patrimonio al responsabilizarla ante la opinión pública del posible retraso para Semana Santa de las obras que proyecta en la calle Zaragoza. De momento ya ha conseguido luz verde a la sustitución de las redes de abastecimiento y saneamiento y sólo tiene intención de colocar unas bandas de adoquines, pese a la renovada petición de la Comisión.

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El adoquín en los dientes de Álvaro Pimentel (Ciudadanos)

El portavoz del partido naranja ve cómo el gobierno de Espadas pasa de su reivindicación del pavimento tradicional y lo sigue eliminando

Presume de su alianza y supuesta fuerza en el Ayuntamiento pero no logra siquiera que la Gerencia preserve los adoquines de Gerena

El portavoz de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Sevilla, Álvaro Pimentel, ha reclamado hace unos días al gobierno municipal que las obras de peatonalización que se están llevando a cabo en la Plaza de la Magdalena sean “respetuosas” con “la pavimentación tradicional de la ciudad” y se evite que la reurbanización completa de este espacio suponga “una transformación inapropiada de la estética tradicional de uno de los enclaves más señeros de todo el Casco Antiguo”.

En este sentido, ha recordado que “los últimos gobiernos municipales de la ciudad, tanto del PSOE como del PP, han tenido un serio problema con la definición del paisaje urbano sevillano” y, en consecuencia, “con la apuesta por una unidad estética que dotara a la ciudad, y especialmente a su conjunto histórico, de la armonía necesaria”. Por ello, “nos tememos que en esta plaza puedan volver a repetirse estos mismos errores del pasado”, ha señalado.

Pimentel ha insistido en la “importancia” de que “Sevilla disponga cuanto antes de un libro de estilo” que fije “un modelo estético para nuestro paisaje urbano”, especialmente “en lo que se refiere a las calles del Casco Antiguo y a las zonas aledañas de nuestros principales monumentos”. De hecho, ha recordado, “el Pleno ya aprobó el pasado mes de junio, gracias a una moción presentada por el grupo municipal de Ciudadanos, la redacción de esta normativa”, que, entre otras cosas, vendría a paliar el hecho de que “Sevilla sea la única gran ciudad de España que no dispone de una ordenanza o un plan regulador del paisaje”.

Álvaro Pimentel, durante su visita a las obras en la plaza de la Magdalena

El portavoz del partido naranja parece hallarse en una situación un tanto esquizofrénica, ya que por una parte trata de arrogarse todo cuanto se hace en Sevilla merced a su condición de aliado privilegiado del gobierno socialista local (de ahí que cada día lance uno o varios mensajes sobre que esto y lo otro es gracias a Ciudadanos) y, por otra, comprueba cómo Espadas le da una de cal y otra de adoquín, digo de arena.

Pimentel ha tratado de erigirse en los últimos meses en el paladín de la preservación del pavimento tradicional de la ciudad, ergo de los clásicos adoquines de Gerena. Sin embargo, es de justicia reconocer que el auténtico líder en pro de los adoquines sevillanos es desde hace años el arquitecto Javier Queraltó Dastis , calificado como el defensor del color de Sevilla (el granito de Gerena tiene poco que ver cromáticamente con el extremeño de Quintana, al que se ha abonado la Gerencia de Urbanismo para imponer una nueva y gris estética en los suelos de la ciudad).

El portavoz del partido naranja ha tomado la bandera de Queraltó pero resulta que pese a que alardea de que gracias a él el Ayuntamiento aprobó en junio dotarse de una Ordenanza o Plan de Paisaje Urbano y de que es de «facto» el socio de gobierno de Espadas, se han seguido quitando en estos cinco meses adoquines y sustituyéndolos por gris granito de Quintana en, entre otras, la calle Cuna, Mateos Gago y, ahora, la plaza de la Magdalena.

El pasado 10 de noviembre, Pimentel acudió a ver cómo había quedado la calle Cuna tras las obras municipales de reurbanización y se echó las manos a la cabeza por el resultado estético. Del nuevo pavimento dijo que ofrecía una imagen de «despersonalización impropia de una de las principales vías comerciales del Casco Antiguo».

El portavoz naranja, por la calle Cuna

Afirmó que la solería grisácea y la «falta de matices» que ha instalado el equipo de gobierno «no casa con la idiosincrasia tradicional de las calles sevillanas», lo que confirma «la falta de criterio y armonía estética de la que vienen adoleciendo desde hace años los últimos gobiernos municipales». Añadió: «una vez más, la ciudad ha perdido la oportunidad de apostar por el uso del adoquín de Gerena, recuperando así el pavimento clásico de nuestras calles, a pesar de las numerosas peticiones que han realizado comerciantes, vecinos y expertos profesionales en la materia, además del propio grupo municipal de Ciudadanos, para que (el gobierno local) reconsiderara una decisión que supone una afrenta contra la armonía estética del Casco Antiguo».

Y continuó: «el Ayuntamiento ha sido incapaz de reaccionar a tiempo y ha apostado por un pavimento que el día después de haber presentado la obra ya tiene algunas losas rotas, otras llenas de suciedad y algunas con resto de la pintura utilizada como guía por los propios operarios».

Pimentel volvió a la carga con el libro de estilo urbanístico cuya redacción se había aprobado gracias a él y con el que «se evitaría que se repitieran casos carentes de uniformidad y armonía en otras vías de la ciudad como Mateos Gago».

Álvaro Pimentel también se lamentó de la reurbanización de la calle Mateos Gago

Ahora, al referirse a la plaza de la Magdalena, pide que «no se vuelvan a repetir los mismos errores de la reurbanización de Cuna o Mateos Gago». Es decir, en cada comparecencia el portavoz de C’s añade una nueva calle o plaza a su relación de espacios en los que se destruye el pavimento tradicional.

Por todo ello cabe preguntarse de qué alardea a diario Pimentel como aliado privilegiado de Espadas si es incapaz de plantarse ante él y parar la marea de reurbanizaciones con la que la Gerencia de Urbanismo está liquidando los adoquines de Gerena de nuestras calles. ¿Qué fuerza política tiene Pimentel si cada vez que visita una calle o plaza es para lamentarse de lo que hace el gobierno de Espadas? La imagen que proyecta es que Pimentel llega hasta donde Espadas le deja, no que él le arranque o imponga lo que quiera al alcalde. ¡Si es incapaz siquiera de que le dejan una calle en su estado original a pesar de que ha convertido la conservación patrimonial en su objetivo político de cara a los sevillanos!

Y, claro, calle a calle, plaza a plaza, cuando a Pimentel le conceda por fin Espadas ese libro de estilo urbano de cuya autoría viene alardeando aquél desde junio ya quedará poco adoquín de Gerena que proteger porque lo habrán quitado la Gerencia de Urbanismo o/y Emasesa.

Campana

Entre dos poderes fácticos de la ciudad, los comerciantes del Centro y el Consejo General de Hermandades y Cofradías, Zoido se decantó esta vez por los capillitas cuando, según confesó ingenuamente Amidea Navarro, decidió cambiar este verano los tradicionales adoquines de la Campana sólo porque aquéllos se quejaron de que algún desnivel dificultaba el racheo de los costaleros. Atendiendo el dicho de “tus deseos son órdenes para mí”, el alcalde se ha gastado 80.000 euros en cabrear a Aprocom y complacer al Consejo cambiando los adoquines de toda la vida, bastante pasables (¿y no habría bastado y resultado más barato con arreglar el desnivel?), por otros foráneos que como chupan el gasóleo que sueltan los autobuses y la grasa del tráfico pues ya parece que llevan allí desde siempre, de sucios que están. Y, sin embargo, a pocos metros, el asfalto de Alfonso XII está carcomido y lleno de baches, sin que la calle se arregle. Será que la Hermandad del Silencio, haciendo honor a su nombre, los soporta con resignación cristiana y no ha formulado aún queja alguna.