La Policía informó el otro día de que había tenido que reducir por la fuerza a un joven de 18 años que, tras proferir amenazas de muerte a su ex-novia de 17 a través de una conocida red social de Internet y el telefonillo de su propio domicilio, la estaba esperando a las puertas del instituto donde ambos cursaban sus estudios con un cuchillo de 24 centímetros de hoja oculto entre los libros de texto que llevaba en su mochila. En el momento de la detención por los agentes que habían acudido a proteger a la menor, el individuo se resistió y reiteró a gritos sus amenazas de agresión. Puesto a disposición de la Justicia es imputado, sí, pero acaba en la calle y sin orden de alejamiento de la amenazada. La historia continúa con el individuo del cuchillo volviendo tan campante al mismo instituto del barrio de la Macarena y con la ex-novia amenazada debiendo pedir de forma urgente el traslado a otro centro educativo, lo más alejado posible por miedo a que se cumpla la especie de ‘fatwa’ mortal que pesa sobre ella como una espada de Damocles. ¿Hay quien lo entienda?
El mundo al revés
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